Una «Carta de la Paz» para superar los resentimientos históricos

Entrevista con la promotora, María Viñas

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BARCELONA, martes, 15 junio 2004 (ZENIT.org).- El sexagésimo aniversario del desembarco de Normandía y de la liberación de Europa del nazismo suscita una nueva reflexión sobre el modo de asumir la historia y sus consecuencias. La Carta de la Paz dirigida a la ONU ofrece una sólida base para ello.

Esta Carta de la Paz es un breve documento de diez puntos y una posdata al que hoy se adhieren muchos miles de personas en más de 80 países. Presentada por primera vez en Barcelona el 22 de abril de 1993, gracias a la «Fundación Carta de la Paz» recoge adhesiones, anima sesiones de estudio y realiza nuevas propuestas a la ONU.

Zenit ha entrevistado a María Viñas, directora de la Fundación, para preguntarle sobre el sentido y la repercusión de esta Carta.

–Ahora que se han cumplido 60 años del desembarco de Normandía, las celebraciones y el tiempo transcurrido están cerrando heridas históricas que dividieron Europa hasta hace pocos años. ¿Cuál es la aportación de la Carta de la Paz ante este aniversario?

–María Viñas: Acabar con los resentimientos históricos, que son uno de los más graves obstáculos que hay para la construcción de la paz. Eliminar los resentimientos históricos es tarea básica si queremos construir una Europa con sólidos fundamentos.

«Los contemporáneos no tenemos ninguna culpa de los males acaecidos en la Historia, por la sencilla razón de que no existíamos» (Punto I de la Carta de la Paz). En un continente con una historia tan entrelazada entre las diversas identidades, pueblos y nacionalidades que la conforman, darse cuenta de la absurdidad de los resentimientos históricos, y de lo devastador que puede ser el alimentarnos entre grupos y entre generaciones; ya sería un paso de gigante en la consolidación de la Europa de los 25, que estamos afrontando en este momento.

–La ONU está retomando protagonismo en el escenario internacional. ¿Por qué el documento se dirige a las Naciones Unidas?

–María Viñas: La Organización de las Naciones Unidas, en tanto que organismo internacional del que forman parte la mayoría de pueblos y naciones, es el destinatario adecuado y natural de esta Carta. Además, por ser una institución que desde sus orígenes ha orientado sus principales esfuerzos a la consecución de la paz mundial.

La Carta de la Paz se dirige a la ONU y a uno. En español ésta expresión está llena de sentido, pues este documento, además de dirigirse a la ONU, se dirige a todas las personas sin distinción de idioma, sexo, etnia o credo.

–Esta Carta provoca adhesiones en personas de todo tipo de credo o de ninguno, suscitando un amplio consenso. ¿Cuál es el secreto de ello?

–María Viñas: La Carta de la Paz no es fruto de ninguna ideología, se basa sólo en evidencias, dice su portada. Por ello puede ser aceptada por multitud de personas, independientemente de la ideología, la actitud política o las creencias que tengan. Pero no por ello deja de ser totalmente respetuosa con las opciones políticas y religiosas de las personas.

Los seres humanos, tenemos muchas más cosas que nos unen, que no que nos separan. Lo que nos une es más profundo, no está a flor de piel, mientras que lo que nos separa –con todo y que es mucho menos-, es más epidérmico. ¿Qué es más propio y constitutivo del ser humano: que tenemos capacidad de lenguaje y comunicación oral, gestual, afectivo, etc., o el hecho de que hablemos distintas lenguas? Pocas veces nos damos cuenta de que lo que nos separa es mucho menos de lo que nos une. La Carta de la Paz busca fundamentarse en aquello que es común a todos los seres humanos, aquello en lo que todos podemos estar de acuerdo; y a partir de ahí, poder disponer el entorno para emprender juntos el trabajo para construir un mundo más justo y más en paz.

Según su experiencia ¿cuál es la reacción de las personas al darse cuenta de que pueden «releer» su memoria histórica en clave realista y reconciliada?

–María Viñas: Es una evidencia clarísima que, si la Historia hubiera sido distinta, el presente sería distinto y nosotros no existiríamos. El pasado es irrevocable. A pesar del lastre negativo que pueda tener la Historia: injusticias, insolidaridad, matanzas, imposiciones, genocidios,…), nosotros somos fruto directo de una situación histórica concreta. Es un hecho irrefutable que a ella se debe nuestra existencia, lo cual no significa que seamos responsables de tal situación, ni aún siendo uno de sus efectos directos.

Los tres primeros puntos de la Carta de la Paz señalan que toda persona existe libre de culpas personales por hechos históricos anteriores a ella y que, por tanto, nace nueva y libre; no es una mera consecuencia de sus antepasados ni del pasado, sino que es ella, original y libre.

La aceptación óntica de la Historia es, sorprendentemente, lo que nos libera al nacer del peso indebido del pasado que pudiera caer en nosotros. Y permite que podamos dedicar nuestras energías a mejorar el presente y vivirlo con gozo.

–Cuál es el origen de este documento?

–María Viñas: Fue escrita en 1989 por dos barceloneses, el doctor Alfredo Rubio y el profesor José Luís Socías, que redactaron el primer borrador en Xi’an (China). Durante cuatro años se afinó su redacción mediante la celebración de más de un centenar de reuniones de diálogo y estudio en Barcelona y en otras ciudades de España, Europa y América. El documento final, con el nombre de «Carta de la Paz dirigida a la ONU» se presentó públicamente y por primera vez en Barcelona el 22 de abril de 1993. Promovida por el Ámbito Maria Corral de investigación y difusión y la Universitas Albertiana interdisciplinar, la Carta de la Paz ha suscitado desde entonces miles de firmas de adhesión en más de 80 países de todos los continentes, que han sido presentadas en sucesivas ocasiones al Secretario General de la ONU. Próximamente se presentará de nuevo la Memoria del trabajo realizado en los últimos años.

–La Carta de la Paz se difunde a base de voluntariado. ¿Cuál es el secreto de su éxito?
–María Viñas: La claridad y concreción de sus postulados.

La Carta de la Paz se enmarca dentro de un «saber práctico», es decir, sus propuestas ayudan a la consecución de la paz tanto de las personas consigo mismas, en las familias, entre generaciones, entre religiones y entre pueblos.

El total respeto a la libertad de las personas: firmar esta Carta no implica ninguna vinculación ni compromiso con los promotores de la misma. Ojalá en cambio, que los que sintonicen con ella, promuevan por su cuenta, acciones concretas para la paz.

–¿En qué países ha sido presentado?

–María Viñas: Sería una lista imposible: son 80 países de los cinco continentes. Es muy esperanzador leer tantos testimonios y adhesiones de instituciones internacionales y personalidades significativas que trabajan a favor de la paz en todo el mundo. La Carta de la Paz es un documento vivo, alrededor del cual han ido surgiendo una serie de iniciativas para sensibilizar a las personas en el tema de la paz y para profundizar interdisciplinarmente en su contenido.

–El Papa Juan Pablo II durante el Jubileo del Año 2000 invitó a realizar una «purificación de la memoria». ¿Cómo contribuye la Carta de la Paz a esta labor?

–María Viñas: Hay tres aspectos en la Carta de la Paz que van dirigidos a facilitar esta «purificación de la memoria» a la que nos invita Juan Pablo II.

Las personas de hoy no somos culpables ni responsables de lo sucedido cuando aún no existíamos, precisamente porque no existíamos. (punto I)

El no ser culpables de los males anteriores a nosotros no nos exime de conocer la Historia lo más posible, sobre todo, para no repetir los males e injusticias que ocasionaron nues
tros antepasados. (punto IV).

De hecho, la Historia está repleta de errores cometidos institucionalmente. (punto VIII).

Para que la revisión de los hechos históricos no produzca nuevos enfrentamientos, es bueno recordar que si la Historia hubiera sido distinta –mejor o peor– hubiera ocasionado que no existiéramos (punto IV). Esta aceptación óntica de los hechos históricos tal como sucedieron, es la mejor base para estudiar la Historia desde el ángulo ético y dirimir –si las hubiera– responsabilidades de las instituciones en el presente.

El texto completo en diversas lenguas puede leerse en: http://www.cartadelapaz.org

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ZENIT Staff

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