Una de cada cinco personas vive con menos de un dólar al día

El Consejo del FIDA denuncia el descenso de la ayuda al desarrollo

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ROMA, 20 febrero 2002 (ZENIT.org).- Un quinto de los habitantes del mundo (1.200 millones de personas), viven con menos de un dólar al día, es decir en condición de extrema pobreza, constató este martes el Consejo de Gobernadores del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA)

Más del 75% vive en las áreas rurales. Si la comunidad internacional no interviene cuanto antes, según esta institución de la ONU, para el 2015 el número de pobres subirá a dos mil millones.

El presidente del FIDA, Lennart Båge, pidió por este motivo más recursos y mejor dirigidos para combatir la pobreza rural, constatando la creciente convicción de que «la pobreza crónica es una fuente de inestabilidad y prepara el terreno a la desesperación».

Indicó que a pesar del compromiso internacional para luchar contra la pobreza, la ayuda al desarrollo está mostrando un alarmente índice de descenso.

Los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) tenían una tasa del 0,22% de su producto interior bruto en ayuda oficial al desarrollo en 2000, un dato que está muy por debajo del objetivo del 0,7% fijado por la comunidad internacional hace ya más de tres décadas, en 1970.

Los recursos destinados a combatir la pobreza tienen que ser mejor canalizados, dijo Båge. «La cooperación al desarrollo internacional debe centrarse más donde están los pobres, las áreas rurales, y las fuentes de su supervivencia, la agricultura y actividades relacionadas con ella», afirmó.

Båge subrayó que la inversión pública interna en agricultura está decayendo. Por ejemplo en el Africa subsahariana, el gasto en el sector rural ha caído del 6,2% en 1990, al 3,9% en 1998. Con tal tendencia, dijo Båge, «es difícil sorprenderse si durante la última década la tasa de reducción de la pobreza ha caído en comparación con las dos décadas anteriores».

El presidente del FIDA subrayó que «un efecto colateral de los sucesos del 11 de septiembre ha sido la profundización de la caída de la economía global, y la exarcebación de las dificultades y vulnerabilidad de los más pobres del mundo».

El invitado de honor de esta reunión en Roma ha sido el presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo.

Dándole la bienvenida, Båge elogió su «papel en la restauración de la democracia y su liderazgo en su proprio país, especialmente su participación en la creación del «New Partnership for
African Development» (NEPAD)», que, dijo, ofrece un nuevo comienzo para África.

NEPAD es una iniciativa lanzada en julio pasado para galvanizar el desarrollo del continente africano y detener la marginación de África en la globalización.

La pobreza rural constituye una amenaza para la paz y la estabilidad de todo el mundo, no solo para los países en vías de desarrollo, afirmó en su intervención el Presidente de Nigeria, al inaugurar el Consejo.

Señaló que la pobreza rural tiene profundas implicaciones en la armonía social y la estabilidad de toda la comunidad mundial: «los sistemas agrícolas débiles tienden a gravar la pobreza rural, que a su vez ofrece un terreno fértil para el malcontento y las agitaciones políticas».

A su juicio, la solución de este problema reside en «nuestra resolución colectiva de aumentar los niveles de vida de los pobres rurales a través de un incremento de la productividad agrícola y el acceso al mercado».

La pobreza rural, manifestó el presidente de Nigeria, es además en gran parte responsable del peligroso aumento de la emigración del campo a la ciudad, una situación que calificó de preocupante, que se registra en la mayoría de los países en desarrollo y que provoca tensión social y violencia.

La única manera para combatir el hambre y la pobreza de manera duradera, dijo el Presidente Obasanjo, es afrontando el problema de raíz, para lo que es imperativo aumentar la ayuda a la pobreza rural, cambiando la tendencia de los últimos años de destinarla más al sector urbano: las ayudas internacionales a los sectores rurales han disminuido en un 50 por ciento entre 1988 y 1999.

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ZENIT Staff

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