Una estrategia para liberar a las «esclavas» del sexo en Europa

Habla el padre Cesare Lodeserto, asesor del Consejo de Europa en la materia

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PARÍS, 4 abril 2001 (ZENIT.org).- Desde la caída del Muro de Berlín, la trata de mujeres en Europa ha producido más de medio millón de nuevas «esclavas», garantizando a los explotadores enormes ganancias.

Para afrontar este desafío el Consejo de Europa organizó el pasado 2 de abril un congreso en la capital francesa en el que participaron organizaciones no gubernamentales de diversos países.

El invitado especial al encuentro ha sido el fundador del centro «Regina Pacis» de la Iglesia católica en Lecce, en la costa adriática, que acoge a numerosas ex prostitutas provenientes en su mayoría de los países del Este europeo. El director del centro, el padre Cesare Lodeserto, quien ya ha sido secuestrado por la mafia albanesa (Cf. Zenit, 6 de febrero de 2001), ha analizado en esta entrevista concedida a Zenit este fenómeno continental.

De hecho, el sacerdote en el congreso ha insistido en este aspecto. Ciertamente, explica, en Italia, el país en el que trabajo, hay unas 50 mil jóvenes en esta dramática situación, pero se trata de un problema que afecta a todo el continente. «Piense que sólo en Moldavia, en el año 2000, salieron más de diez mil chicas muy jóvenes hacia Europa», añade.

–Zenit: Hay países que se han comprometido en la lucha contra la delincuencia que explota la trata de mujeres. Italia y Bélgica por ejemplo tienen ya una ley para combatir el fenómeno. ¿Y los demás?

–Cesare Lodeserto: En efecto, la legislación italiana y la belga ofrecen oportunidades para que estas chicas puedan no sólo colaborar con la justicia, sino también encontrar un apoyo para su recuperación. En otros países temo en cambio que hay una incertidumbre que se convierte en un instrumento de la criminalidad para explotar todavía más a estas mujeres.

–Zenit: En Palermo (12-15 de diciembre de 2000), los participantes en la Asamblea General de la ONU firmaron un protocolo sobre la trata de mujeres. ¿Qué ha pasado?

–Tenemos que recordar que en Palermo no todo los estados firmaron este protocolo porque algunos países de Europa Este no lo han suscrito. Más allá de la falta de firma de los acuerdos, lo que más preocupa en esta parte de Europa es la realidad que se vive en esos países, donde hay una explotación continua. Ciertamente un compromiso legislativo en este sentido podría poner en marcha una actividad de recuperación real de las mujeres y una colaboración suya con la justicia.

–¿Hay un motivo especial por el que se haya elegido a París como sede de este encuentro?

–Sí. París es también la sede de la Comisión de Asuntos Sociales de la Comunidad Europea, y es justamente allí donde hemos querido reflexionar sobre esta realidad. Llevamos la experiencia de la Fundación «Regina Pacis» que ya en Italia, en Europa del Este, y quizá también en el resto de Europa, se propone como un modelo de recuperación que lleva a estas jóvenes a la autonomía, la reunificación familiar y una integración que les ayude a recuperar toda su dignidad.

El Consejo de Europa, que ha organizado el encuentro, fue la primera organización política europea establecida tras la segunda guerra mundial, gracias a la idea lanzada por Wiston Churchil. Su estatuto fue aprobado el 5 de mayo de 1949. En la actualidad está compuesto por 47 países.

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ZENIT Staff

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