Una formación más experiencial, reto para la Custodia de Tierra Santa

Propone el ministro general de los franciscanos menores

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AMMÁN, viernes, 23 julio 2004 (ZENIT.org).- Un llamamiento a una formación no sólo integral, sino también experiencial, ha lanzado el ministro general de los franciscanos menores, fray José Rodríguez Carballo OFM, al Capítulo de la Custodia de Tierra Santa, que tiene lugar del 15 al 31 de julio en la capital jordana, Ammán.

«Profetas de reconciliación y de paz» es el tema de la cita que, bajo la presidencia de fray Stephan Ottenbreit, visitador general, estudia con particular atención la cuestión de la formación inicial y permanente para adecuarla teniendo en cuenta la realidad que atraviesa Oriente Medio.

Aunque la Custodia franciscana tiene su sede oficial en el convento de San Salvador, en Jerusalén, y la mayor presencia se da en Tierra Santa estrictamente hablando, la Custodia se extiende actualmente por las regiones circundantes de Jordania, Siria y Líbano. En total está presente en doce países.

«Vivís en un contexto social y político» en el que «dar testimonio del Evangelio de Cristo no es fácil» y donde el «diálogo sigue siendo un auténtico y dramático desafío» y una «exigencia», reconoció el ministro general de los frailes menores en su intervención el sábado pasado ante los participantes en el Capítulo.

La Custodia «hecha sobre todo de Fraternidades internacionales, es ciertamente una óptima escuela donde aprender a dialogar con el otro», constató.

Precisamente siendo la internacionalidad un signo de identidad de la Custodia, «la complejidad de las realidades fraternas en que vivís debe espolearos a un constante camino de formación –obviamente no sólo teórica y académica– que involucre a cada hermano, a la fraternidad y a toda la Custodia».

Se plantea por lo tanto un desafío, porque «nuestra formación peca de ser demasiado teórica y poco existencial», lo que «lleva a una separación» «entre vida y principios», explicó el padre Rodríguez Carballo.

Según sus palabras, «la formación franciscana, además de ser integral y abrazar todo el arco de la vida, debe ser experiencial, esto es, atenta a la vida y a los dones de toda persona».

En este contexto hizo un llamamiento a la responsabilidad de todos los frailes, «porque cada uno, bajo la guía del Espíritu Santo, es el primer responsable de la propia formación».

De esta manera, la formación permanente, antes incluso de ser entendida «como una serie de encuentros organizados “ad hoc”», «debe ser asumida y entendida» «como un proceso de crecimiento que cada uno se preocupa de llevar a cabo, como hermanos y en Fraternidad», puntualizó.

«Si hacemos verdaderamente de nuestra vida de todos los días el objeto primario de la formación, la Fraternidad se convertirá en el lugar natural en el que tal formación se realiza», recalcó.

De hecho, «la primera formación es el testimonio de vida de cada hermano, ya viva en las casas de formación como en cualquier otra casa de la Custodia».

En la planificación de las actividades para los próximos años, el Capitulo está afrontando además una revisión de las estructuras de gobierno de la Custodia, «que es amplia» dada su presencia en doce países, y un mejoramiento de la comunicación con el mundo y dentro de la propia Custodia, explicó por su parte a «Sir» el recientemente elegido Custodio, el padre Pierbattista Pizzaballa.

El Capítulo ya ha contado con la presencia del nuncio apostólico en Jordania e Irak, monseñor Fernando Filoni, quien, según el Custodio de Tierra Santa, «ha invitado a la Custodia franciscana a hacerse más presente en Irak y contribuir así a la reconstrucción, no sólo material, sino moral, de la población y de la comunidad cristiana que vive allí».

El amor especial de la Orden Franciscana a Tierra Santa se remonta al mismo fundador, San Francisco de Asís. Vivía aún cuando el Capítulo general del año 1217, que dividió la Orden en Provincias, instituyó como expresión de su voluntad y de su ilusión misionera respecto a los Santos Lugares la Provincia de Tierra Santa.

La presencia franciscana en Tierra Santa, que se ha mantenido siempre, adquirió estabilidad y carácter oficial por parte de la Iglesia en 1342, año en que el Papa Clemente VI promulgó dos Bulas, «Gratias agimus» y «Nuper carissimae», en las que encomendó a la Orden Franciscana la «custodia de los Santos Lugares».

La Custodia sigue siendo el primer proyecto misionero de la Orden o, como se dice generalmente, la «perla de las Misiones». Está presente en Israel/Palestina y también en Jordania, Siria, Líbano, Egipto, Chipre, Grecia, Argentina, Italia, España y Estados Unidos, y tiene comisariados aproximadamente en cuarenta países por todo el mundo.

La internacionalidad de los varios cientos de franciscanos que viven y trabajan en la Custodia ha sido una constante a través de su historia, ya que es una misión abierta a todos los franciscanos del mundo y en su legislación la Orden estimula a que todas las Provincias envíen algún hermano a Tierra Santa.

Los franciscanos custodian los santuarios cristianos, manteniendo el servicio litúrgico en los mismos y acogiendo espiritualmente a los peregrinos que llegan de todo el mundo, a muchos de los cuales guían en diversas lenguas.

Hasta el año 1847 en que se restauró el Patriarcado Latino de Jerusalén, los franciscanos eran los únicos pastores de las iglesias locales de rito latino, que siguen atendiendo en numerosas parroquias y obras educativas, sociales y culturales.

En los santuarios compartidos y en la pastoral, los hijos de San Francisco viven el ecumenismo «real y cotidiano» mediante las relaciones con los cristianos de otras confesiones; y, a nivel interreligioso, con los musulmanes y los judíos.

Más información en la página web de la Custodia Franciscana de Tierra Santa.

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ZENIT Staff

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