Una madre a su hijo cardenal: «Sólo con la humildad llevarás almas a Dios»

Habla la señora Giuditta Tettamanzi, madre del nuevo arzobispo de Milán

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MILÁN, 12 julio 2002 (ZENIT.orgAvvenire).- Físicamente menuda, cabellos blancos y 91 años llevados con garbo: la señora Giuditta Tettamanzi, madre del nuevo arzobispo de Milán, esperaba este jueves en casa de su hija la designación del nuevo pastor de la diócesis, de la que forma parte Renate, su pueblo natal.

«Quise repetírselo también el otro día, cuando estuvo aquí por la noche y comió a toda velocidad, como siempre. Le dije: hijo mío, tú nunca has buscado nada, pero si te han elegido, debes decir “fiat”», afirma la señora Giuditta.

–Un hijo que se convierte en el propio arzobispo debe ser motivo de gran emoción para una madre. ¿Está contenta?

–Giuditta Tettamanzi: Yo siempre he estado contenta. Hay que ser fuertes. Ha sucedido lo que quiere el Señor y esto es lo que cuenta, porque el padre Dionigi era suyo y es suyo. Ya de pequeño había expresado el deseo de ser sacerdote. Sólo puedo repetir a Dios: es tuyo, haz de él lo que quieras.

–¿Se esperaba este nombramiento?
<br> –Giuditta Tettamanzi: Sé que se rumoreaba desde hace tiempo.

–¿Qué querría decir en este momento a su hijo arzobispo?

–Giuditta Tettamanzi: Recuerdo lo que le dije cuando se hizo sacerdote. Le repetía: sólo con la humildad podrás llevar almas a Dios.

–Su hijo ha sido primero sacerdote, luego cardenal y ahora arzobispo de Milán. ¿Qué cambiará para usted, señora? Milán está cerca, el cardenal podrá venir a verla más a menudo.

–Giuditta Tettamanzi: Yo no tengo exigencias. Cuando me llama y me pregunta cómo estoy, le respondo sencillamente: «¡aleluya!». Tengo confianza en la Providencia. Dios ve y provee, decían nuestros abuelos. Mi hijo debe hacer la voluntad de Dios, no la mía. Cuando cantó Misa muchos lloraban, yo no fui capaz, no me salía. No lloré ni siquiera cuando le hicieron cardenal.

–No será por insensibilidad materna ¿Por qué entonces?

–Giuditta Tettamanzi: Porque he respetado siempre las opciones que ha hecho el padre Dionigi. Ponerme a llorar me habría parecido como hacer una ofensa al Señor. Y yo no lo quería.

–La llegada del nuevo cardenal será un gran júbilo para toda la diócesis. ¿Usted cómo lo celebrará?

–Giuditta Tettamanzi: Con la oración.

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ZENIT Staff

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