Una pastoral para ayudar y acompañar los fieles divorciados y vueltos a casar

Curso en Roma de tribunales eclesiásticos de todo el mundo sobre derecho matrimonial y procesal canónico

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Presentamos aquí la segunda parte de la intervención de Héctor Franceschi, profesor de derecho matrimonial canónico, realizada en el curso de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma sobre derecho matrimonial y procesal canónico, que se está celebrando esta semana. En la quinta edición de este curso, unos 250 trabajadores de tribunales eclesiástico procentes de decenas de países ser han dado cita en la universidad romana del 16 al 20 de septiembre.

Ver la primera parte de la intervención del profesor Héctor Franceschi

NULIDAD

Otro tema abarcado durante la intervención ha sido el de la nulidad del matrimonio. El profesor Franceschi se ha preguntado, ¿es la nulidad matrimonial una posible solución a la situación de los divorciados vueltos a casar? y ha asegurado que no es una pregunta superflua. De ello ya habló Benedicto XVI y también lo ha hecho el papa Francisco. Frente a esta cuestión el relator ha señalado que hay cuatro cuestiones a tener en cuenta: el hecho de si hay más matrimonios nulos ahora que en el pasado, la posible nulidad del primer matrimonio, el derecho a un proceso justo y rápido, la cuestión de la llamada ‘nulidad de conciencia’.

El profesor ha explicado que ya Pablo VI, en el discurso a la Rota Romana de 1963 se planteaba el problema de si ahora hay más matrimonios nulos que antes al constatar una debilitación de la conciencia moral que no podía no tener graves consecuencias sobre aquellos que se acercan al matrimonio, con el aumento del riesgo de matrimonios nulos. Del mismo modo Benedicto XVI en su diálogo con el clero del Valle de Aosta en 2005, se planteaba el problema de los divorciados y vueltos a casar en lo relacionado con la posible nulidad del primer matrimonio, comentando que «particularmente dolorosa es la situación de los que estaban casados por la Iglesia, pero no eran realmente creyentes y lo han hecho por tradición y después encontrándose en un nuevo matrimonio no válido se convierten, encuentra la fe y se sienten excluidos del sacramento (la eucaristía)».

El profesor explica que el papa emérito cuando afronta en los años sucesivos el problema, vuelve sobre la cuestión de la posible nulidad de la primera unión, confirmando la praxis que Juan Pablo II explicaba en la Familiaris Consortio. «Su posición, como se ve por sus palabras, es de verdadera actitud pastoral, la cual está fundada en el amor por la verdad y la justicia, es decir, sobre lo que es justo, debido, según la verdad», ha comentado.

Así mismo recuerda que «la sentencia canónica de nulidad tiene una naturaleza declarativa, por la que los juicios pueden emanar una sentencia de nulidad solamente cuando han alcanzado la certeza moral sobre la nulidad, fundando esta sobre los actos y las pruebas del proceso».  Esto no quita que la responsabilidad pastoral exige, ha explicado el profesor Franceschi, «el buen funcionamiento de los tribunales y el respeto del derecho de los fieles a acceder a un proceso justo y equo».

A continuación ha añadido que un aspecto de gran importancia «si queremos ser coherentes con las enseñanzas pontificias y dar a los fieles los medios de los que tienen derecho para conocer la vedad de su situación, es el acceso al proceso declarativo de la nulidad matrimonial». Tal y como comenta, en muchas ocasiones se escucha a la gente decir que solamente quién tiene medios económicos puede iniciar una causa matrimonial. Al respecto, explica el profesor que un estudio atento de las causas que se presenta en los tribunales eclesiásticos de la Iglesia desmiente totalmente esta afirmación. Y toma como ejemplo que las causas que llegan a la Rota Romana provienen de las más diversas culturas y países, la gran mayoría de ellas tienen que ver con personas comunes, a menudo sin recursos económicos y sin una especial formación cultural.

Pero es necesario tener en cuenta, ha proseguido en su discurso el profesor, que solo un sistema judicial bien organizado podrá hacer frente a todas las peticiones de los fieles, independientemente del hecho que éstos tenga o no posibilidad de hacer frente a los gastos del proceso. Así mismo,  ha señalado que algo que se debe evitar es admitir solo las causas que, desde el momento de la presentación, están muy claras respecto a la nulidad del matrimonio. También ha resaltado que se debe hacer un esfuerzo para que los procesos de declaración de nulidad del matrimonio no se alarguen demasiado. «Se debe partir del presupuesto que el punto fundamental de encuentro entre derecho y pastoral es el amor por la verdad», ha comentado.

La nulidad de conciencia
Una de las soluciones aparentemente pastorales que se han propuesto para resolver el caso de los divorciados vueltos a casas que quieren acceder a los sacramentos, es la llamada ‘nulidad de conciencia’, según la cual, si los fieles estuvieran ‘seguros en conciencia’ de la nulidad del primer matrimonio, podrían dirigirse a la comunión eucarística a pesar de su unión en un segundo matrimonio. Al respecto, el profesor Franceschi ha explicado que esta doctrina no tiene en cuenta que el matrimonio no es una cuestión meramente privada sino que tiene una dimensión formal y eclesial.

Por eso, «el juicio sobre la validez o la nulidad de un matrimonio no es un juicio de la conciencia moral, porque no afecta directamente el bien que se debe hacer o el mal de evitar. Es un juicio sobre una situación jurídica, social, la realidad o la inexistencia del matrimonio».

En la conclusión de su intervención, ha subrayado el hecho de que cada vez se ha dado más espacio a una auténtica pastoral del acompañamiento y de la conversión, sobre la cual «debemos todavía profundizar para evitar que los divorciados y vueltos a casar se sientan excluidos de la vida de la Iglesia».

En la búsqueda de soluciones, ha continuado, «la verdad y la caridad pastoral no se contraponen: el amor por la verdad y una auténtica mirada de pastores, que deben ir al encuentro de las ovejas, dará las respuestas a estas graves situaciones, sabiendo que no sirven las praxis generales que, con un erróneo sentido ‘pastoral’, no indican a los fieles que es el bien, su bien, y lo que sea el mal».

Al concluir ha recordado que «solo en el respeto de la verdad y en la fidelidad al bien de la indisolubilidad, que es un bien de la persona y para la persona, se podrá construir una auténtica pastoral para la ayuda y el acompañamiento de los fieles divorciados y vueltos a casar».

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Staff Reporter

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