Una serie de televisión trata de reconstruir el rostro de Cristo

Reproduce los típicos rasgos de un palestino del siglo I

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LONDRES, 27 marzo 2001 (ZENIT.org).- ¿Cómo era el rostro de Jesús? Su tez era morena, su cara ancha, el pelo corto y rizado y la barba recortada. Esta es la respuesta que ha dado un equipo de investigadores británicos reunidos para trabajar en una importante serie de televisión sobre el «Hijo de Dios».

Se trata de un retrato bastante diferente al Jesús pálido y de melena castaña pintado por los artistas occidentales desde el Renacimiento (siglos XV y XVI).

Los resultados de estas investigaciones, dirigidas por el experto forense Richard Neave, de la Universidad de Manchester, serán presentadas en la serie «Son of God» («Hijo de Dios») a partir de este domingo. El programa ha sido producido por la BBC británica, así como por Discovery Channel y France 3

Neave se basó en su trabajo de un cráneo «típico» de una persona de tiempos de Jesús, seleccionado por un grupo de investigadores israelíes.

«La reconstrucción es un método para identificar cuerpos ampliamente reconocido y muy eficaz porque la forma del cráneo nos da la forma de la cara, incluyendo las cejas, la nariz y la mandíbula», afirmó el profesor.

Los expertos, dirigidos por Neave, se han basado también en imágenes de Cristo encontradas en sinagogas del norte de Irak entre los siglos I y III para tratar de adivinar detalles físicos como el pelo y la barba de Jesús.

El color moreno de la piel ha sido seleccionado en función del clima existente en Israel en aquella época.
En opinión del productor de la serie, Jean Claude Bragard, «ésta no es la cara de Jesús porque no hemos trabajado con el cráneo de Jesús, pero es el punto de inicio para reconsiderar su apariencia física».

Para «The Guardian» sin embargo, no hay nada nuevo bajo el sol: en toda época, y en particular en la Edad Media –recuerda el diario progresista de Londres– los artistas «han pretendido ofrecer con imágenes más o menos fotográficas un fiel retrato de Cristo y no una simple fantasía».

La búsqueda del rostro de Cristo continúa.

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ZENIT Staff

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