Una visita memorable

Por el cardenal Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona

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BARCELONA, sábado, 13 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la carta que ha enviado el cardenal Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, tras la visita que Benedicto XVI realizó a Barcelona entre el 6 y el 7 de noviembre.

* * *

Durante la reciente estancia del Santo Padre en Barcelona tuve el honor de estar mucho rato junto a él y pude constatar sus reacciones. Benedicto XVI sigue los acontecimientos con una atención especial, diría que casi contemplativa. Y en el curso del almuerzo en la sede del arzobispado me dirigió esta frase, refiriéndose a la dedicación de la Sagrada Familia: «Ha sido una celebración que nunca olvidaré».

También para nosotros la visita del Santo Padre ha sido un hecho memorable. Ha sido un verdadero don de Dios. Pienso que se ha cumplido el objetivo principal de los viajes apostólicos del Santo Padre: confirmarnos en la fe y animarnos a revitalizar nuestra identidad cristiana. La acogida que entre todos hemos dispensado al Papa ha sido admirable. Quedé gratamente impresionado al ver el entusiasmo con que fue recibido por las calles de Barcelona al dirigirse al templo de la Sagrada Familia y al regresar desde ese templo a la sede del arzobispado. Lo mismo he de afirmar de la entusiasta acogida la noche del sábado, cuando llegó al arzobispado. Los jóvenes estuvieron presentes de forma especial en esta acogida como también en la despedida que le hicimos en el aeropuerto.

Otro fruto de las visitas apostólicas del sucesor de San Pedro consiste en percatarnos de que cada Iglesia local es un santuario vivo, un grupo de personas que en la confesión de la fe visibilizan la presencia de Cristo en medio de los hombres. Esto comporta que todos amemos y sirvamos con renovada generosidad y fidelidad a la Iglesia diocesana en la que está presente y operante la Iglesia entera de Cristo.

Benedicto XVI nos ha dado pruebas de una especial estima por el hecho de haber aceptado la invitación que le hice. Y, a lo largo de su estancia entre nosotros, nos ha manifestado su estima mediante el generoso reconocimiento que ha hecho de nuestra realidad cultural y religiosa. El uso que ha hecho de nuestra lengua catalana -junto con el castellano y el latín- ha sido un signo bien evidente de este reconocimiento y de esta estima. Por ello, con la confirmación en la fe cristiana, la visita del santo Padre es una invitación a tomar mayor conciencia de lo que es la Iglesia diocesana. Nuestra Iglesia de Barcelona es la Iglesia que está en comunión con la Iglesia de Roma y con toda la Iglesia católica, extendida de Oriente a Occidente. La misma presencia del Papa nos confirma como Iglesia y manifiesta que nuestra Iglesia no es una Iglesia aislada, solitaria, autosuficiente, sino que es una Iglesia en comunión católica y apostólica; el pastor diocesano es de verdad un miembro del Colegio episcopal, en comunión con la cabeza, el obispo de Roma y sucesor del apóstol Pedro.

Este domingo celebramos la jornada de «Germanor», que pone de relieve la misión de la Iglesia diocesana, su actividad pastoral y la responsabilidad que todos los cristianos tenemos para mantener los gastos que la Iglesia necesita para llevar a cabo su misión evangelizadora y de ayuda fraterna.

Hemos acogido muy bien al Santo Padre. Y deseo dar las gracias a todos los que han colaborado de muchas y variadas maneras. Démosle gracias a Dios. Y dispongámonos a continuar trabajando al servicio de Dios y de nuestra sociedad. La visita, como decimos en lenguaje coloquial, «no ha de quedar en fuego de artificios». Ahora, como comunidad diocesana, nos queda un trabajo que, con la ayuda de Dios, esperamos hacer en los próximos meses: reflexionar sobre los mensajes que el Papa nos ha dejado, con sus gestos y sus palabras, y buscar la mejor manera de ponerlos en práctica. Así lo exige la calidad de una visita considerada por muchos como histórica de verdad.

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ZENIT Staff

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