Unidad de la Iglesia, vocaciones, jóvenes, consejos del Papa a los obispos españoles

En su discurso al primer grupo de prelados en visita «ad limina»

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- Entre los consejos que Juan Pablo II dejó este lunes al primer grupo de obispos españoles con los que se ha encontrado en el marco de su visita «ad limina», destaca la promoción de la unidad en la Iglesia, la promoción de las vocaciones y la atención a los jóvenes.

El pontífice los expuso en el largo discurso sobre algunos de los apremiantes desafíos de la Iglesia en España que dirigió a los prelados, guiados por el cardenal Antonio María Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal Española.

Al afrontar la situación religiosa en el país, basándose en los informes que los prelados le han presentado, el obispo de Roma constató la compartida y «seria preocupación por la vitalidad de la Iglesia en España».

Ante este desafío, pidió responder ante todo con la comunión en la Iglesia: «es primordial conservar y acrecentar el don de la unidad que Jesús pidió para sus discípulos al Padre. En vuestra propia diócesis, estáis llamados a vivir y dar testimonio de la unidad querida por Cristo para su Iglesia».

«Por otra parte, la diversidad de pueblos, con sus culturas y tradiciones, lejos de amenazar esta unidad, ha de enriquecerla desde su fe común», añadió.

El arzobispo de Toledo, monseñor Antonio Cañizares Llovera, así como otros dos obispos españoles, confirmaron más tarde en un encuentro con los periodistas, entre los que se encontraba un enviado de Zenit, que estas declaraciones hablan de la unidad de la Iglesia, no de la unidad de España.

«En la transición histórica que estamos viviendo debemos cumplir una misión comprometedora –añadió el Santo Padre–: hacer de la Iglesia el lugar donde se viva y la escuela donde se enseñe el misterio del amor divino».

A continuación, el pontífice aconsejó a los obispos particular atención por las vocaciones consagrada, recordando, en particular, que «los sacerdotes están en la primera línea de la evangelización».

Pidió que la relaciones de los obispos con los sacerdotes no sea «solamente de tipo institucional y administrativo, sino que, [esté] animada ante todo por la caridad», revelando «la paternidad episcopal que será modelo de aquella que después los presbíteros han de tener con los fieles que tienen confiados».

«Los sacerdotes, por su parte, deben recordar que, antes de nada, son hombres de Dios y, por eso, no puede descuidar su vida espiritual y su formación permanente», siguió recomendando el Santo Padre.

El obispo de Roma manifestó sus esperanzas ante «el incremento de las vocaciones sacerdotales que se da en algunas partes» de España.

«Es verdad que la situación social y religiosa no favorece la escucha de la llamada del Señor a seguirle en la vida sacerdotal o consagrada. Por eso es importante orar sin cesar al Dueño de la mies para que siga bendiciendo a España con numerosas y santas vocaciones».

Al mismo tiempo, pidió a los prelados «fomentar una pastoral específica vocacional, amplia y capilar, que mueva a los responsables de la juventud a ser mediadores audaces de la llamada del Señor. No hay que tener miedo a proponerla a los jóvenes y después acompañarlos asiduamente, a nivel humano y espiritual, para que vayan discerniendo su opción vocacional».

Por último, el Santo Padre pidió precisamente a los obispos que los jóvenes sean «objeto especial de vuestros desvelos pastorales».

«No deben escatimarse los esfuerzos necesarios, aunque a veces no den fruto inmediato», concluyó.

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ZENIT Staff

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