Urge la ayuda de la comunidad internacional por el fin de la violencia en Sri Lanka

Advierte el nuncio apostólico

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COLOMBO, viernes, 28 abril 2006 (ZENIT.org).- Tras el último atentado que ha ensangrentado Colombo, el representante papal en Sri Lanka ha alertado de la necesidad que tiene el país de la ayuda de la comunidad internacional para que prime el diálogo, no la violencia.

«Como la solidaridad sin límites, tras el tsunami, nos ayudó a reconstruir casas y escuelas, así hoy la comunidad internacional debe ayudarlos a construir puentes de diálogo, para volver a acercar a las partes», advirtió el arzobispo Mario Zenari, según citó el miércoles la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos a través de «Fides».

«Urge el compromiso y la responsabilidad de todos para no dejar una vez más que lo que triunfe en Sri Lanka sea la violencia y la guerra», añadió.

Fue el martes cuando, en la capital de la isla del subcontinente indio, una terrorista suicida se hizo estallar en el Cuartel General del Ejército. Murieron diez peronsas –aparte de la suicida– y resultaron heridas veintisiete, entre ellas el general Sarath Fonseka, comandante de las Fuerzas Armadas del país y probable objetivo del atentado.

El Ejército atribuyó inmediatamente la responsabilidad del atentado al grupo separatista «Tigres de Liberación de la Patria Tamil» (LTTE, en sus siglas en inglés), si bien los rebeldes han rechazado esta acusación, apunta la agencia del dicasterio misionero, que subraya que el atentado constituye un duro golpe al proceso de paz.

En las regiones del norte y este de la isla sigue alta la tensión; allí las violaciones del «alto el fuego» firmado en 2002 ya son ordinarias.

Después del atentado del martes, el Ejército ha lanzado un ataque aéreo y naval en la zona septentrional de la isla, controlada por los guerrilleros tamiles, sobre todo en el distrito de Trincomalee. Según «Fides», en las últimas tres semanas se han perdido más de un centenar de vidas en la escalada de violencia.

Por su parte, los LTTE amenazan con respuestas armadas si no cesan las incursiones aéreas y los bombardeos en su territorio.

El nuncio Zenari había hecho un llamamiento en el país hace tres meses (Zenit, 31 enero 2006) a fin de que se pusiera fin a la violencia que se estaba registrando las semanas anteriores.

Ahora, al llamamiento dirigido a la comunidad internacional ha unido su voz «Caritas Internationalis» (CI).

«Caritas pide la urgente mediación internacional en Sri Lanka», dice el comunicado difundido el miércoles por el organismo católico de ayuda: «adoptar un papel de mediación entre las fuerzas rebeldes y el gobierno de Sri Lanka es una cuestión de emergencia».

CI se mantiene activa en la isla con proyectos de solidaridad y desarrollo, que reforzó por la tragedia del tsunami, si bien el acceso a las zonas afectadas se dificulta por razones de seguridad dado la violencia.

Este mes CI perdió a dos trabajadores, «dos del creciente número de muertos derivados de la violencia cada vez más fuerte», denuncia Duncan MacLaren, secretario general.

«Alentamos a la comunidad internacional a mediar entre las partes y convencerlas de que vuelvan a la mesa de negociación sin condiciones previas», declara.

En su opinión, reanudar las hostilidades constituiría «un segundo tsunami» para la isla «y tendría efectos de miseria y empobrecimiento de la población», pues la violencia, como el tsunami, «no hace distinción entre cingaleses, tamiles, cristianos, budistas, musulmanes o hindúes».

CI celebrará en la capital, Colombo, del 26 al 28 de junio, un gran encuentro internacional, el «Caritas Peace Forum», para reflexionar y proponer acciones de construcción de paz y reconciliación.

El combate de los LTTE por la independencia en el norte y este del país estalló en 1983. El resultado: la pérdida de 65 mil vidas, un millón de desplazados y un extenso daño a hogares e infraestructuras públicas, además del recelo entre diferentes etnias y comunidades religiosas.

El enfrentamiento entre cingaleses –la mayoría de religión budista– y la minoría tamil –hinduistas—, que sumió a la pequeña isla del subcontinente indio en dos décadas de guerra civil, prosiguió hasta la firma del citado «alto el fuego» desde febrero de 2002.

Las conversaciones de paz que arrancaron el pasado febrero en Suiza están suspendidas por tiempo indefinido.

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ZENIT Staff

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