Vacaciones del Papa al piano: le oyen sus vecinos de Les Combes (Valle de Aosta)

INTROD, lunes, 17 julio 2006 (ZENIT.org).- En estos días de descanso en los Alpes italianos, el Papa está practicando su afición favorita al menos dos veces al día: sus vecinos de Introd (en el Valle de Aosta) son testigos de su música al piano.

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Es lo que se sabe con certeza –al menos se oye— de la actividad del Santo Padre, aparte de los paseos que da.

Según el enviado especial de «Avvenire», Salvatore Mazza, al menos dos veces al día Benedicto XVI se sienta al piano e interpreta sus clásicos favoritos, generalmente por la mañana y por la tarde.

«El Papa parece apreciar verdaderamente estos días de reposo; se le vé muy relajado y contento»; «cuando nos hemos saludado, a su llegada, le dije: “Sigo siendo el párroco de Introd”. Y él me respondió: “Bien, en la Iglesia se necesita continuidad”», relataba el sábado Paolo Curtaz, en las páginas del diario italiano.

El domingo, las imágenes del Centro Televisivo Vaticano permitieron ver las actividades del Papa en estos días: el rato en su estudio en la residencia de los salesianos que ocupa, un paseo por el jardín, un rato de oración ante la Virgen, y unos momentos ante el piano interpretando una pieza.

En cuanto al trabajo que está desarrollando exactamente Benedicto XVI, no se sabe con certeza, apunta Mazza en la edición dominical de «Avvenire», «pero parece que, entre otras cosas, ha vuelto a tomar en sus manos el libro que estaba escribiendo antes de ser elegido sucesor de Juan Pablo II», «un texto de teología».

En declaraciones a «Radio Vaticana», este lunes el obispo de Aosta, monseñor Giuseppe Anfossi, describió: «El Papa está tranquilo. ¡Ciertamente disfruta de la libertad de no estar sometido al trabajo! Muestra también que encuentra tiempo para pasear, para orar…».

«La conversación con él es extremadamente sencilla, como es propio de su carácter. Además, cuando habla está atento a todos. Hemos visto que la población que se presenta en Les Combes [donde reside el Papa] está formada de personas que le quieren mucho, jóvenes que le llaman… Hay muchas familias (…), también han venido muchos enfermos».

Al pedirse al prelado que compartiera alguna anécdota de estos días en Aosta, aceptó hacerlo con una «de naturaleza muy muy personal». «En cuanto subió al coche para el traslado del aeropuerto a la casa, la primera palabra que el Papa me dirigió fue para pedirme noticias de la salud de mi madre. Francamente no me esperaba tanta delicadeza…», reconoce monseñor Anfossi en la emisora pontificia.

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ZENIT Staff

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