Vaticano en Copenhague: “relación inseparable” entre creación y desarrollo

Entrevista con el representante del Papa en la cumbre sobre el cambio climático

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NUEVA YORK, miércoles 9 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- Existe una «relación inseparable» entre desarrollo y salvaguardia de la creación, explica el representante de Benedicto XVI en la cumbre mundial sobre el cambio climático que se celebra en Copenhague.

El arzobispo Celestimo Migliore, observador permanente ante las Naciones Unidas, que llegará a la capital danesa el próximo lunes, explica en esta entrevista concedida a ZENIT cuáles son las expectativas de la Santa Sede.

«Hay que tener en cuenta la relación inseparable y de doble sentido entre la salvaguardia de la creación y el desarrollo –afirma–. No se alcanza la una sin el otro y, por tanto, no se puede sacrificar ni la una ni el otro».

–Monseñor Migliore, ¿qué se espera de esta cumbre sobre el clima?

–Monseñor Migliore: Se está trabajando para que por lo menos madure un entendimiento político que allane el camino a un acuerdo vinculante, que debe alcanzarse en un período de tiempo razonable, y que adopte medidas concretas para la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, la trasferencia de tecnologías, el calendario y la financiación de la mitigación y adaptación al cambio climático. Se espera que el acontecimiento en sí mismo y la cobertura de los medios de comunicación sirvan para fomentar entre la gente interés, sensibilidad y compromiso por la causa. En algunas partes del mundo, gobiernos e instituciones públicas locales tienen una larga experiencia en la gestión del propio territorio, del clima, de la relación hombre-naturaleza. Sobre todo a este nivel hay que relanzar y difundir los proyectos, la organización, la acción tempestiva con el objetivo de asegurar el desarrollo y la seguridad, a pesar de que las situaciones climáticas cambian.

–El Papa ha exhortado a los países y a la comunidad internacional a emprender acciones concretas, sobre todo pensando en las futuras generaciones y en los pobres. ¿Cómo cree que reaccionarán los 192 países presentes en la cumbre a esta invitación?

Monseñor Migliore: El difundido pesimismo de hace dos o tres semanas parece que se está atenuando. El debate de los dos primeros días, de cara a las negociaciones, ha permitido entrever puertas que se abren, por ejemplo, sobre los compromisos financieros, sobre el calendario para detener la deforestación, sobre los recursos hídricos y la desertificación. La invitación del Papa se extiende mucho más allá de las sesiones de trabajo de Copenhague: se dirige tanto a los gobernantes como a la sociedad civil, a los poderes y a las administraciones locales, a todos los que tienen una responsabilidad operativa, educativa o formativa. El desafío de los cambios climáticos se afronta con serenidad, pero también de manera tempestiva, comenzando precisamente a nivel local.

–¿Cree que se logrará un acuerdo sobre un Tratado sobre el clima?

–Monseñor Migliore: La Conferencia está trabajando para lograr este objetivo, que podría aplazarse. Sin embargo, es igualmente urgente e indispensable suscitar la cultura adaptada a la aplicación de las medidas concordadas. Los límites de las emisiones de gases de efecto invernadero producirán resultados si nos convencemos de que es necesario poner límites para replantear la relación hombre-naturaleza; que los fondos destinados se destinan a proyectos útiles, puestos al margen de la corrupción: que las casas pueden afrontar intemperies y son seguras cuando la construcción no sólo busca la ganancia; que el cuidado del ambiente no sólo es un deber de la administración pública, sino que cada uno desempeña su propio papel.

–Algunos organismos, como el Fondo de las Naciones Unidas para la Población, han utilizado las previsiones catastróficas de los cambios climáticos para pedir una ulterior reducción de la fertilidad a través de políticas de aborto y anticoncepción. ¿Que piensa usted?

–Monseñor Migliore: El calentamiento global depende de un consumo indiscriminado y elevadísimo, y no del número de habitantes de la tierra. De hecho, la contaminación es particularmente intensa y devastadora precisamente en las regiones de gran desarrollo, que generalmente tienen índices mínimos de natalidad. Si queremos encontrar soluciones eficaces ante la lapidación del patrimonio ecológico, tenemos que concentrar la atención en las auténticas causas.

–Acaba de estallar un escándalo científico, el «climagate», según el cual, los expertos del Climatic Research Unit de la universidad británica de East Anglia manipulaban los datos para hacer creer que las temperaturas aumentan cada vez más y que la causa es antrópica. Otros muchos científicos han presentado hipótesis científicas, según las cuales, el clima cambia por razones naturales y la influencia del ser humano es limitada y relativa. ¿Qué piensa usted?

–Monseñor Migliore: La cuestión de la relación entre verdad y política es tan vieja como el hombre. En estos momentos asistimos, en algunos casos, a una divergencia inquietante entre estos dos órdenes del saber y del actuar humanos y por este motivo es quizá difícil ponerse de acuerdo en tiempos razonables y tomar decisiones comunes y eficaces para resolver los problemas de la humanidad.

–Mucho países emergentes, como Brasil, la India, Sudáfrica, se niegan a aceptar una legislación vinculante sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, pues consideran que esta medida limitaría su desarrollo, aumentando los costes de la energía y de los transportes. ¿Cómo responde a esta necesidad de desarrollo?

–Monseñor Migliore: Nos deberían guiar los principios de responsabilidad común, aunque diferenciada, y de la equidad. Pero sobre todo hay que tener en cuenta la relación inseparable y de doble sentido entre la salvaguardia de la creación y el desarrollo. No se alcanza la una sin el otro y, por tanto, no se puede sacrificar ni la una ni el otro.

Por Silvia Gattas

 

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ZENIT Staff

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