Veintidós mil «monaguillos» llegan de peregrinación a Roma

Sorprende la mayoritaria participación de alemanes

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CIUDAD DEL VATICANO, 31 julio 2001 (ZENIT.org).- Unos 22 mil acólitos, o como se les conoce comúnmente «monaguillos», han llegado hoy a Roma para participar en su quinquenal peregrinación internacional.

La iniciativa es organizada por el «Coetus internationalis ministrantium» (CIM), con sede en Friburgo (Alemania), con el lema «En camino hacia un nuevo mundo». La peregrinación está presidida por el obispo auxiliar de Basilea, monseñor Martin Gächter.
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Los jóvenes peregrinos proceden de once países europeos; sin embargo, sorprende el hecho de que una aplastante mayoría viene de Alemania (16 mil), país en el que el servicio de niños y jóvenes en el altar tiene una larga y sólida tradición.

El padre Giuseppe Busani, encargado de la delegación italiana (mil acólitos) y uno de los organizadores del evento explica así el fenómeno alemán: «El motivo principal es que en ese país es una experiencia más articulada y estructurada. De hecho, la mayor parte de los acólitos alemanes son jóvenes: no son ni preadolescentes ni niños».

Tras Alemania, el país más representado es Hungría, con dos mil acólitos, nación que hace una década surgía de las catacumbas del comunismo. Es también representativa la presencia de jóvenes de otros países de Europa del Este, en particular de polacos, eslovacos y rumanos.

No se da, sin embargo, ningún tipo de representación procedente de dos países europeos tradicionalmente católicos, España y Francia. Según el padre Busani, esto podría significar que la actividad de los acólitos está menos organizada, aunque esto no significa que la liturgia esté menos cuidada en esos dos países.

El momento más importante de la peregrinación tendrá lugar este miércoles, cuando los 22 mil acólitos se encuentren con el Papa.

El padre Giuseppe Busani considera que los acólitos, incluso cuando son niños, tienen mucho que ofrecer a la comunidad, pues hacen que la «liturgia sea menos estática, que sea más vivida, con acciones, con gestos, con cantos».

«Este es el regalo que quieren ofrecerle estos muchachos al Papa», concluye. «Sería muy desnuda y clerical una celebración en la que no participara una presencia tan alegre».

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ZENIT Staff

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