“Ven y lo verás” – Una invitación a la Jornada Mundial de la Juventud

Por monseñor José Ignacio Munilla Aguirre

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SAN SEBASTIÁN, sábado, 5 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos la invitación que ha hecho monseñor José Ignacio Munilla Aguirre, obispo de San Sebastián, a los jóvenes para participar en la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en el mes de agosto en Madrid.

* * *

Querido/a joven,

 

¡Ya estamos en la recta final previa a la celebración de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud (en adelante, «JMJ»)! Supongo que algunos estaréis más enterados que otros de qué se trata… Comienzo por deciros que este encuentro tendrá lugar en Madrid, del 15 al 21 de agosto, que reunirá a jóvenes de todo el mundo, y que será presidido por el Papa, Benedicto XVI. Hasta el momento, ya están inscritos cientos de miles de jóvenes, y esperamos que sigan inscribiéndose muchos más, superando el millón.

El inolvidable Juan Pablo II tuvo la intuición de poner en marcha estos encuentros mundiales, que se iniciaron en el año 1984. (Por cierto, supongo que te habrás enterado de que el próximo 1 de mayo será beatificado en Roma -me refiero a Juan Pablo II-). Ocurrió que el Domingo de Ramos de ese año se reunieron con el Papa una gran cantidad de jóvenes, y Juan Pablo II les dirigió estas palabras: «¿Quién dijo que la juventud ya no tiene valores y que no se puede contar con ella?»… Y de ahí brotó la idea de iniciar las Jornadas Mundiales de la Juventud. El Papa añadió: «Tengo el deseo de crear un encuentro mundial de la juventud (…) porque tengo la convicción de que la juventud se enfrenta a una misión a la vez difícil y fascinante: la de cambiar los mecanismos fundamentales que fomentan el egoísmo y la opresión en las relaciones entre los Estados y de sentar nuestras estructuras orientadas hacia la verdad, la solidaridad y la paz».

Desde entonces, la JMJ se ha convocado en diversas partes del planeta: Buenos Aires, Santiago de Compostela, Chestochova, Denver, Manila, París, Roma, Toronto, Colonia, Sidney… Y ahora llega junto a nosotros, a Madrid. ¡No siempre contamos con oportunidades tan cercanas como ésta, que nos ayuden a abrir horizontes y a ampliar nuestra perspectiva de la vida! Para que te hagas una idea, en esos días de agosto se darán cita en Madrid jóvenes procedentes de más de cien naciones distintas.

Supongo que te preguntarás en qué consiste la JMJ, qué tipo de actividades se realizan en ella… Las ofertas son muy diversas y variadas. Durante esos cuatro días se celebra un festival de la juventud, que ofrece unos trescientos eventos culturales, conciertos, proyecciones de películas, foros para compartir testimonios de vida, etc. Al mismo tiempo, tienen lugar los actos multitudinarios presididos por el Papa, los encuentros con los obispos, las vigilias de oración, las reuniones por grupos, etc. De esta forma y con una pedagogía muy dinámica, la JMJ se convierte en la expresión del rostro joven de la Iglesia, en una manifestación visible de un ambiente juvenil alternativo, en un signo de comunión en medio de este mundo globalizado, en una fiesta de gozo compartido, en una experiencia de evangelización joven…

Soy consciente de que esta invitación os encontrará a cada uno de los destinatarios de esta carta en situaciones muy diferentes: Algunos de vosotros estaréis ya motivados, e incluso entusiasmados; otros quizás, desmotivados o ajenos a esta convocatoria; y otros muchos, expectantes o curiosos… Por eso, pienso que la mejor forma de invitaros, es dejar que sea el mismo Jesucristo quien hable, a través de su Evangelio. Él nos conoce mejor que nadie, y sabrá qué decirnos a cada uno. Para ello, he elegido el texto de San Lucas que narra el episodio de Zaqueo. Te invito a que te dejes interpelar por las palabras de este pasaje evangélico:

 De la mano de un tal Zaqueo…

Entró Jesús en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.  Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». El se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». Jesús le dijo:«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido». (Lc 19, 1-10) 

Entró Jesús en Jericó e iba atravesando la ciudad

La JMJ llega de nuevo a España. La primera ocasión fue en Santiago de Compostela en 1989. Supongo que tú aún ni siquiera habrías nacido, o eras demasiado pequeño para poder asistir… No estaría de más que preguntases a quienes estuvieron allí, cuál fue su experiencia. Yo te voy a contar la mía, porque por aquel entonces, yo era un sacerdote «joven» de 27 años: fue algo muy especial, ¡un encuentro inolvidable! Era como ver a Jesús caminar entre nosotros, comunicando a cada uno una palabra de esperanza. A diferencia de esas imágenes tan distantes del Papa que nos transmiten los medios de comunicación, me llamó la atención el diálogo entrañable que  Juan Pablo II entabló con nosotros, tratando de «nuestras cosas». Después algunos manifestaron que nunca habían participado en un encuentro multitudinario, en el que se viviese una experiencia de comunión tan sólida. 

Impresiona comprobar que -como ocurrió en Jericó- también hoy Jesucristo «atraviesa la ciudad» y se inserta en nuestra sociedad, convive con nosotros, y entra en diálogo con la cultura joven de nuestros días. Ésta es la experiencia de cuantos hemos asistido a las anteriores ediciones de la JMJ.

En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, 

trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, 

porque era pequeño de estatura. 

¿Y si nos pusiéramos por un momento en el lugar de Zaqueo? Poco importa que tú no seas bajito, ni rico, ni publicano. Eso es lo de menos. Lo importante es que Zaqueo era un hombre que andaba en «búsqueda», en medio de una existencia que no parecía llenarle plenamente el corazón. Vivía la paradoja que acompaña a muchas personas en nuestros días: lo tenía «todo», materialmente hablando, pero no terminaba de experimentar la ilusión y la esperanza… Era como si le faltase lo principal: el sentido de la vida…

Había oído hablar de Jesús, de sus predicaciones, de sus milagros… y sentía curiosidad por verlo, pero también algo más que curiosidad: quizás barruntaba que

aquel hombre era muy esp
ecial. Jesús iba a pasar por allí, y no quería desaprovechar la oportunidad de conocerlo.

Curiosamente, el mayor impedimento al que Zaqueo tuvo que enfrentarse para poder ver a Jesús, eran los demás. ¡La multitud no le dejaba ver a Cristo! Y lo cierto es que esta situación evoca en nosotros una realidad muy actual: ¿Acaso no es verdad que una de las mayores dificultades para poder vivir como cristianos en nuestros días, es el ambiente secularizado que nos rodea? ¿No es cierto que cada vez es más difícil confesar la fe delante de nuestros compañeros, y que por ello corremos el riesgo de avergonzarnos de nuestra fe cristiana en medio de una cultura materialista, que se aleja de Dios?

Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo,

porque tenía que pasar por allí. 

Zaqueo demuestra ser alguien audaz y decidido. No se asusta ni se acompleja ante la dificultad, y con valentía, da el salto. Lo fácil hubiese sido retirarse a su casa, o disolverse entre la masa; pero Zaqueo no se arredra y sigue la voz de su conciencia. No parece que tuviese muy claro qué es lo que perseguía, pero su mérito consiste en no dejar de buscar a pesar de las dificultades o del qué dirán. De momento, él se había propuesto ver a Jesús, y no estaba dispuesto a cejar en el empeño.

Ésta es la invitación y la propuesta que hoy te hago: participar en la JMJ de Madrid, con la misma decisión y libertad de espíritu que mostró Zaqueo al subirse a aquel árbol, saltando por encima de voces y ambientes que puedan llevarte al desánimo; que abras tu corazón a esta oportunidad que te brinda la Providencia.

En la JMJ podrás descubrir que la Iglesia también es joven, ilusionante, alegre… ¡Sí, la Iglesia es la gran desconocida para muchos, debido a las falsas imágenes que de ella se difunden!

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:

«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».

Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. 

Zaqueo se lleva una gran sorpresa, algo que nunca hubiese imaginado: ¡¡Jesús le conoce, y le llama por su nombre!! ¿Cómo era posible tal cosa? Mientras Zaqueo buscaba a «alguien», sin saber muy bien a quién, de repente, descubre que ese «alguien» -Jesucristo- ¡le buscaba a él! He aquí la experiencia que muchos jóvenes vivirán en la JMJ: ¡¡se trata de ir en busca de quien está deseando salir a tu encuentro!!

El punto de partida del cristianismo consiste precisamente en esto: descubrir que Dios nos conoce y nos ama personalmente, y está deseando tener una relación de amistad con cada uno de nosotros. Toda la dinámica de la JMJ, desde las actividades más lúdicas hasta las celebraciones más solemnes, están dirigidas a este objetivo: conocer que Jesucristo es el Hijo de Dios y nos ama entrañablemente, partiendo de la experiencia de comunión en la Iglesia. ¡No caminamos solos!

No nos debería pasar inadvertida la reacción de Zaqueo, tal y como es narrada en este Evangelio: «lo recibió muy contento». La JMJ es la experiencia de la alegría por la fe compartida, al mismo tiempo que una experiencia de solidaridad con las cruces de los demás. ¡Cuánto nos puede ayudar conocer y escuchar, durante esos días, a los jóvenes cristianos que son perseguidos por causa de su fe en muchos países! No en vano, la

alegría compartida se convierte en doble alegría; mientras que la pena que se comparte, se convierte en media pena.

Al ver esto, todos murmuraban diciendo:

«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». 

Hay un pequeño detalle en el que quizá no hayas caído: Al igual que a ti, hoy en día, te pueden criticar por ser cristiano, también a Cristo le criticaron por acercarse a Zaqueo, es decir, por acercarse a nosotros. Le acusaban de relacionarse con gente pecadora, de no alternar con gente selecta, como se suponía que debía hacer un profeta de Dios. Por suerte para nosotros, Jesús rompió esos moldes puritanos, y fue en busca de la oveja perdida, que es Zaqueo y que somos cada uno de nosotros.

Jesús no se escandaliza ni de cómo estás, ni de tus heridas, ni de tus contradicciones. No te busca por tus méritos, ni por tus virtudes. La única razón que hay es que Él es bueno y santo, y quiere tu felicidad. Dicho de otra forma: Jesús no llama a tu puerta porque te lo merezcas, sino simplemente porque te ama. 

Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:

«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres;

y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». 

Hay que reconocer que la reacción de Zaqueo fue bastante sorprendente. ¿A qué venía ese cambio tan radical? ¿Acaso Jesús le había reprochado que fuese un ladrón o le había exigido que entregase su dinero? No parece que hubiera sido así… Y sin embargo, ese encuentro con Jesucristo, había cambiado radicalmente la vida de Zaqueo. Ya nada sería igual después de haberle conocido.

Son muchas las personas que creen que el cristianismo es una doctrina de tipo moralista, que se reduce a mandar unas prácticas y a prohibir otras. Los cristianos serían unos ciudadanos sometidos a toda una serie de mandatos y prohibiciones que limitan su libertad. Quienes piensan así, no se dan cuenta de que la moral cristiana es el estilo de vida de quienes conocen y siguen a Jesucristo, que no es otra cosa que el camino hacia la felicidad.

La JMJ te ofrece muchos puntos de referencia jóvenes para ayudarte en tu vida cristiana. Dice un refrán que «no hay mejor sermón que el de Fray Ejemplo», y por eso la Iglesia te propone que te acerques a conocer otros testimonios de vida. Obviamente, nuestro modelo principal de imitación es Jesucristo; pero en nuestro caminar hacia Dios, su rostro lo vemos especialmente reflejado en el de la Virgen María y en el de todos los santos. Al igual que en las convocatorias anteriores, también se han nombrado unos Patronos para esta JMJ. Son diez: San Isidro Labrador, Santa María de la Cabeza, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, San Juan de la Cruz, San Juan de Ávila, Santa Rosa de Lima, San Rafael Arnáiz y… ¡Juan Pablo II! (que para esas fechas ya habrá sido proclamado «beato»). Decía el propio Juan Pablo II, con ocasión de un encuentro con los jóvenes: «Los santos fueron jóvenes como vosotros, llenos de energía, ilusión y ganas de vivir. El encuentro con Cristo transformó sus vidas (…) Por eso fueron capaces de arrastrar a otros jóvenes, amigos suyos, y de crear obras de oración, evangelización y caridad que aún perduran«. 

  <p>Jesús le dijo:

«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán.

Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido». 

¡Ojalá sean muchos los jóvene
s a los que, gracias a la JMJ, puedan referirse esas mismas palabras del Evangelio: «Hoy ha sido la salvación de esta casa«! Sin duda, serán muchos los que acudan a Madrid con la simple motivación de acompañar a sus amigos o de pasárselo bien, y finalmente, se encontrarán ante una ocasión clave para su vida.

La Iglesia tiene entre sus prioridades la de llevar el Evangelio de Jesucristo a vosotros, los jóvenes. Nos preocupa especialmente la dificultad que encontramos en la transmisión de la fe a las generaciones más jóvenes. Sin embargo, seguimos creyendo que Jesucristo es tan necesario e importante para ti, como lo ha sido para tus abuelos, o como lo será para tus hijos y nietos. La predicación del Evangelio lleva ya dos mil años de historia, por encima de persecuciones, problemas y altibajos, y con la ayuda de Dios continuará su camino hasta el final de los tiempos.

Concluyendo… 

La mejor conclusión de lo que hasta aquí he querido transmitirte, la encontramos en otro pasaje del Evangelio, en el que los discípulos, con cierta curiosidad, le preguntan a Jesús sobre su vida. Su respuesta sirve para los hombres y mujeres de todos los tiempos: «¡Venid y lo veréis!» (Jn 1, 39).

Hay algo importante que todavía no te he contado: de entre todos los jóvenes del mundo entero que acudan a Madrid, habrá unos seis mil que estarán entre nosotros, en Gipuzkoa, los cuatro días previos a la JMJ. Tenemos el compromiso de acoger de forma hospitalaria durante esos días, a una parte del numeroso grupo de participantes, en una experiencia de enriquecimiento mutuo y de comunión. La manera más comprometida de participar en esta JMJ, es ofreciéndote a colaborar en tu parroquia o en la Delegación de Juventud, con la organización y acogida de estos jóvenes que llegarán del extranjero. De hecho, puede ocurrir que a algunos de vosotros no os sea posible acudir al encuentro de Madrid, por diversos motivos, y sin embargo, podáis participar y colaborar en el encuentro con estos seis mil jóvenes que pasarán esos días previos en nuestra Diócesis. 

El lema que el Papa ha elegido para esta JMJ 2011 es: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (Col 2, 7). Queremos mirar al futuro, pero sin dejar de tener unos cimientos profundos. En nuestra cultura actual, por desgracia, se ha confundido el ideal de «romper las cadenas» con el de «cortar nuestras raíces». La JMJ mira al futuro, con una perspectiva de modernidad, pero al mismo tiempo, firmemente afianzada en la tradición apostólica. En la JMJ podrás revivir la gracia del bautismo que un día recibiste, gracias a una profunda experiencia de Cristo, acontecida en el seno de una Iglesia joven. ¡Ven y lo verás!

 

 Unas palabras para tu familia: 

Me he dirigido a vuestros hijos e hijas para invitarles a participar en la JMJ que tendrá lugar este verano, entre el 16 y el 21 de agosto en Madrid. Comparto con

vosotros el empeño por transmitirles la fe cristiana, compromiso que los padres adquiristeis en la celebración de su Bautismo. En diversas ocasiones me habéis manifestado las numerosas dificultades que complican la adhesión de vuestros hijos a la fe católica. Soy consciente de que estamos en tiempos de crisis y de prueba para nuestra fe.

Pero, precisamente por ello, pienso que es importante que hagamos determinadas «apuestas» en favor de la educación cristiana de los hijos. Esta propuesta de la JMJ que os presento, está avalada por los resultados positivos y esperanzadores en las anteriores ediciones. Los nuevos tiempos requieren también de nuevas formas para conectar con el lenguaje de los jóvenes.

Por ello, me atrevo a dirigiros tres invitaciones concretas:

+ Que converséis con vuestros hijos sobre la posibilidad de su participación a esta edición de la JMJ, que tendrá lugar tan cerca de nosotros, animándoles a su asistencia. El precio de la inscripción para la asistencia es moderado, pero quisiéramos que nadie quedase sin participar por razones económicas. Somos conscientes de que algunas familias están pasándolo mal por motivo de la crisis económica. Por ello, estamos dispuestos a buscar ayudas para quienes no pudieseis costear los gastos.

+ Que abráis las puertas de vuestra casa para acoger a los miles de jóvenes del mundo entero que pasarán cuatro días entre nosotros antes de encaminarse a Madrid. La acogida de esos jóvenes supone un gran reto, y por ello apelamos a vuestra hospitalidad. La mayoría de ellos vienen de países más pobres que el nuestro, y por ello quisiéramos ahorrarles gastos. Las familias de acogida no sólo realizarán un importante servicio, sino que también se verán enriquecidas con la visita de esos jóvenes de diversos países del mundo, que pueden ser un punto de referencia importante para los hijos. Tenemos una buena oportunidad para ensanchar sus horizontes.

+ Los matrimonios también tenéis la posibilidad de asistir a la JMJ, en una peregrinación más breve organizada por nuestra Delegación de Familia, que acudirá a los actos presididos por el Papa, el sábado 20 y el domingo 21 de agosto.

¡Que Dios os bendiga!

 

+ José Ignacio Munilla Aguirre

Obispo de San Sebastián

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ZENIT Staff

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