Venezuela: ''En los últimos tiempos pudimos oír de sus labios que él se aferraba a Cristo''

Monseñor Moronta en el funeral de Estado por el presidente Hugo Chávez

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Durante el funeral de Estado del fallecido presidente Hugo Rafael Chávez Frías, el obispo de la Diócesis de San Cristóbal, Venezuela, y segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor Mario Moronta, dirigió la oración por el eterno descanso del mandatario venezolano. Reflexionando también sobre el don de la fe que sale al encuentro en el momento de la muerte.

“En momentos como este que estamos compartiendo, además de la tristeza que embarga a familiares, amigos, compañeros y seguidores del presidente Hugo Rafael Chávez Frías, también surgen interrogantes variados que alimentan nuestros sentimientos. Aunque sabemos que algún día cada uno de nosotros pasaremos por el trance de la muerte, esta no deja de ser un misterio”, expresó monseñor Moronta.

“Sin embargo podemos encontrar una luz en la fe”, dijo el obispo, quien explicó que “la fe no es una especie de actitud conformista ni tampoco se reduce a unos enunciados de carácter religioso e intelectual. La fe verdadera conlleva dos cosas importantes, arriesgarse a creer en Dios, lo que muchos pensadores han descrito como un salto en el vacío, y en segundo lugar abrir la mente y el corazón para sintonizar con Dios mismo a quien se reconoce como una persona con la cual se puede entrar en comunión”.

Recordó también monseñor Moronta que para los cristianos la fe nos debe llevar a reconocer a Cristo. “Así ambas actitudes no solo conducen a un encuentro continuo con Dios sino que también orientan la existencia humana según la misma fe que se profesa. Para nosotros cristianos, la fe nos debe llevar a reconocer que Dios, es un Dios de vida. Si bien el Señor nos da la vida también nos da un destino de libertad y salvación que se alcanzan luego de la muerte”.

Siguen algunos pasajes de la exhortación del obispo de la ciudad andina: «¿Cómo sabemos que es Dios de vida?, ciertamente por lo que han anunciado los profetas, pero de manera especial por un hecho insólito, la presencia del mismo Dios en la historia de la humanidad. Esto se dio porque el Hijo de Dios se hizo hombre, Jesús de Nazaret, la palabra hecha carne que hizo el bien, se identificó con los pobres y sobre todo le dio la vida a la humanidad».

«Esta fue la misión de Jesús hacer posible la salvación y la liberación prometida desde tiempos antiguos para ello incluso se ofreció con todo su ser al Padre Dios, pasando por la angustia de la muerte, pasando por la terrible experiencia de la cruz. Jesús muere pero resucita, el mismo lo dijo: “Yo soy la resurrección y la vida, quien cree en mí no morirá para siempre”.

«Por eso ante el misterio de la muerte es la fe la que sale al encuentro. Ese Dios de la vida y de la salvación en Él que creemos y que se define como amor, es rico en misericordia. Como tal sabe que el ser humano es de barro y frágil, por tanto débil y pecador. En su amor misericordioso sabe leer lo profundo del corazón, el sabe cual son los pecados y las buenas obras de cada quien para colocarlos en la balanza de su propia justicia. Los criterios del hombre no son los de Dios, estos se encuentran claramente identificados en el evangelio y los podemos identificar en la parábola del hijo pródigo».

También recordó el segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana el deseo de Hugo Chávez de aferrarse a Cristo, y con esto manifestar su fe. “En esta oración nos hemos reunido para dar el hasta luego al ciudadano presidente Hugo Rafael Chávez Frías, y encomendarlo a la misericordia de Dios Padre. En los últimos tiempos pudimos oír de sus labios que él se aferraba a Cristo y a la vida, con ello manifestaba su deseo de luchar para asumir y vencer la enfermedad, así como su fe en Cristo. Ahora desde nuestra fe en el Dios de la vida, le pedimos al mismo Cristo que lo aferre a Él mismo concediéndole el perdón por sus pecados que como débil humano cometió, pero sobre todo le abra las puertas definitivas a la vida. Entonces quien afirmó aferrarse a ambas realidades por la misericordia divina puede ser aferrado a la vida sin fin, y por el Cristo de la pascua definitiva”.

En su mensaje también hizo un llamado a la solidaridad. “Es un momento de oración de todo creyente, es un momento de solidaridad de todos, incluso de quienes no creen todavía en Dios. Un momento que nos une con su familia, sus amigos y seguidores. Incluso con aquellos que no compartieron sus ideas y su proyecto político, nos une el Dios de la vida, de la salvación y la liberación”.

El obispo de San Cristóbal agradeció a las personas que oraron por el presidente. “Las manifestaciones de tantísimos hombres y mujeres de Venezuela, del mundo entero, la presencia de los dignos jefes de estados son manifestaciones de aprecio hacia quien hoy despedimos y que agradecemos de todo corazón. A la inmensa multitud de hombres y mujeres que oraron por el presidente y siguen orando por él, les decimos que su oración no cayó en el vacío, es como el grano de trigo que cae para florecer, y hoy fructifica en el don de la vida eterna que imploramos para él. Al aferrarse a Cristo quiso tener una dedicación muy especial por los pobres y los pequeños de la sociedad quienes elevan un cántico de gratitud y una plegaria amorosa a ese Cristo que lo aferra a la vida eterna”.

Finalmente monseñor Mario Moronta dio el pésame a las autoridades nacionales en nombre de los obispos e Iglesia venezolana. “Señor Vicepresidente, señores miembros del Gobierno Nacional, de los diversos poderes, a los miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, a los seguidores y amigos del presidente Chávez el saludo solidario de los obispos y de la Iglesia católica en Venezuela”.

También a los familiares del presidente les dirigió un mensaje de consuelo. “De igual manera nuestra cariñosa voz de aliento y de esperanza para don Hugo, su padre, doña Elena, su madre, para sus hijos, sus nietos, para sus hermanos y demás familiares. Sus lágrimas necesarias y con profundo sentido humano deben ser una manera de orar a Dios por quien compartió con ustedes tantos momentos de alegría, de esperanza, de lucha, de dolor, ¡Dios les bendiga!”.

Al concluir la reflexión, el obispo realizó las oraciones por el eterno descanso del ciudadano presidente, e impartió la bendición a todos los presentes y a quienes seguían la ceremonia a través de una cadena de nacional de radio y televisión.

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ZENIT Staff

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