'Vengo al Líbano como un peregrino de paz, como un amigo de Dios, y como un amigo de los hombres'

Afirmó Benedicto XVI a su llegada al Líbano

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BEIRUT, viernes 14 septiembre 2012 (ZENIT.org).- A su llegada al aeropuerto internacional Rafiq Hariri de Beirut, a las 13.45, hora local, el santo padre Benedicto XVI fue acogido por el presidente de la República del Líbano, Michel Sleiman con su consorte; así como por el patriarca de Antioquía de los Maronitas y presidente de la Asamblea de los Patriarcas y de los Obispos Católicos del Líbano, su beatitud Béchara Boutros Raï; el presidente del Parlamento Libanés, Nabih Berri, y el presidente del Consejo de Ministros, Nagib Miqati, con las respectivas consortes.

Estaban presentes también algunas autoridades políticas y civiles, los patriarcas, los obispos y los altos miembros de la Asamblea de los Patriarcas y de los Obispos Católicos del Líbano (APECL), personalidades religiosas ortodoxas y protestantes, el Cuerpo Diplomático, personalidades musulmanas y una representación de fieles.

En el curso de la ceremonia de bienvenida, tras el saludo del presidente de la República, el papa pronunció un discurso en el subrayó que llega a este país como peregrino de paz y amigo de Dios.

Benedicto XVI inició sus palabras recordando las excelentes relaciones que existen entre el Líbano y la Santa Sede y asegurando que esta visita es la respuesta a la invitación reiterada tanto del presidente como del primer ministro del Líbano.

Otro motivo de este viaje pastoral, dijo el pontífice, es la firma y entrega de la Exhortación apostólica postsinodal de la Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de Obispos, Ecclesia in Medio Oriente. La Exhortación, destinada al mundo entero, pretende ser para los cristianos de Medio Oriente, añadió Benedicto XVI «una hoja de ruta para los próximos años».

El papa expresó su alegría por poderse encontrar durante estos días con numerosas representaciones de las comunidades católicas del país, de poder celebrar y rezar juntos. «Su presencia, su compromiso y su testimonio son una aportación reconocida y altamente apreciada en la vida cotidiana de todos los habitantes de vuestro querido país», subrayó.

Benedicto XVI afirmó no olvidar «los tristes y dolorosos acontecimientos que han afligido a vuestro hermoso país durante muchos años». Y expresó el deseo de que «la buena convivencia, típicamente libanesa» demuestre «a todo Oriente Medio y al resto del mundo, que dentro de una nación puede haber colaboración entre las diferentes Iglesias, miembros todos de la única Iglesia católica, en un espíritu fraternal de comunión con los demás cristianos y, al mismo tiempo, la convivencia y el diálogo respetuoso entre los cristianos y sus hermanos de otras religiones».

Un equilibrio que calificó de «extremadamente delicado» que «amenaza con romperse cuando se tensa como un arco, o se somete a presiones que son con demasiada frecuencia partidistas, ciertamente interesadas, contrarias y extrañas a la armonía y dulzura libanesa».

Explicó que otro objetivo de su viaje es «decir lo importante que es la presencia de Dios en la vida de cada uno y cómo la forma de vivir juntos, esta convivencia que desea testimoniar vuestro país, será profunda en la medida en que esté fundada en una actitud de acogida y benevolencia hacia el otro, en la medida que esté enraizada en Dios, que desea que todos los hombres sean hermanos».

Al final de su discurso, Benedicto XVI afirmó: «Vengo al Líbano como un peregrino de paz, como un amigo de Dios, y como un amigo de los hombres».

Se puede leer el discurso completo del santo padre en: http://www.zenit.org/article-43118?l=spanish.

Al término de la ceremonia de bienvenida, el papa se detuvo brevemente con los tres presidentes (de la República, del Parlamento y del Consejo de Ministros), acompañados de las respectivas consortes.

Enseguida dejó el aeropuerto internacional de Beirut y se trasladó en automóvil a la Nunciatura Apostólica de Harissa, a la que llegó a las 15,15.

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ZENIT Staff

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