Ventajas y peligros de la amistad en el ciberespacio

Entrevista con las profesora y religiosa María Antonia Chinello

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ROMA miércoles, 20 mayo 2009 (ZENIT.org).- El próximo 24 de mayo se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. El Papa Benedicto XVI publicó el pasado mes de enero su mensaje «Nuevas tecnologías, nuevas relaciones. Promover una cultura de respeto, de diálogo, de amistad» y este miércoles ha invitado a los jóvenes a evangelizar el mundo digital.

El pontífice se dirige a la llamada «generación digital» y reconoce las «hondas transformaciones en los modelos de comunicación y en las relaciones humanas» que ha producido la aparición de Internet y las nuevas formas de comunicación que este medio ha traído consigo.

En este contexto, este jueves, el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales lanzará www.Pope2you.net, que permitirá a los jóvenes seguir más de cerca la actividad de Benedicto XVI, en particular a través de Youtube, Iphone y Facebook.

En Roma, el pasado jueves 23 de abril, se realizó en la Pontificia Universidad Lateranense un congreso académico que lleva el título de este mensaje. Allí, la hermana María Antonia Chinello, religiosa de la comunidad de María Auxiliadora (salesiana), profesora de la Facultad Pontificia de Ciencias de la Educación «Auxilium» de la ciudad eterna, dio una conferencia llamada «Identidades dialógicas en la red».

ZENIT ha hablado con la hermana María Antonia sobre el mensaje papal, en particular, sobre la nueva forma de concebir y conservar las amistades por medio de las nuevas tecnologías, así como las ventajas y riesgos que éstas implican para la comunicación interpersonal.

–El Papa en el nuevo mensaje de las Jornadas Mundiales de las Comunicaciones Sociales se refiere ampliamente a las amistades en línea. ¿Cómo cree usted que las nuevas tecnologías pueden modificar la forma de relacionarse y de comunicarse?

–Hermana María Antonia Chinello: La nueva tecnología modifica la forma de las relaciones porque permite prolongar el encuentro cara a cara, uno siempre está al alcance de un clic de ratón. En cada hora del día, y también de la noche, podemos conectarnos y contactar con amigos, chatear, dialogar, intercambiarnos materiales, informaciones, compartir música, imágenes, vídeos. De este modo las amistades se pueden mantener a pesar de las distancias físicas, las barreras geográficas y los límites del espacio.

En clave educativa, Internet, la red, es un canal relacional que da a profesores, animadores y educadores la posibilidad de seguir en contacto con los propios alumnos, dialogar con ellos, fuera del ambiente de todos los días, a veces cargado de tensiones y dificultades.

Está comprobado que en la red es un poco más fácil compartir fatigas, esperanzas, temores, hablar de argumentos que a lo mejor avergonzarían cara a cara porque se temen las reacciones inmediatas del otro.

Pero esto puede ser un arma de doble filo, porque al no ver al otro, uno se puede expresar con mayor libertad, aunque podría decir cosas que no son verdad, perdiendo así la identidad personal. Es necesario ser conscientes de que nos llevamos a nosotros mismos a la red, nuestra historia, nuestras esperanzas, nuestras relaciones personales.

–En su mensaje, Benedicto XVI se dirige especialmente a la generación digital, es decir, aquellos para quienes Internet no representa ninguna novedad, pues conviven con la red desde que aprendieron a escribir. ¿Cuál cree que son los riesgos para la comunicación de quienes han crecido en medio de las nuevas tecnologías?

–Hermana María Antonia Chinello: En una generación digital que nació y creció en el tiempo de la red  a menudo no se da la conciencia del riesgo, sobre todo a la hora de presentarse en los diferentes ambientes de Internet. Jóvenes y chicos están acostumbrados a decir, escribir o presentase a través de textos, mensajitos, imágenes y vídeo. A veces no parecen ser conscientes de lo que escriben o cuelgan en Red. Una vez publicado es visible a todos y se puede perder el control de adónde puede ir o llegar la información.

No siempre saben que todos los datos que proporcionan en sus propios perfiles, como los gustos, los intereses, son informaciones importantísimas para el mercado, la publicidad. Los jóvenes pueden dictar las directrices y ser esas «agujas de la balanza del consumo», sobre todo en lo que tiene que ver con las innovaciones. Colombo, un docente de la Universidad Católica de Milán, afirma que las jóvenes generaciones son modeladores de la tecnología, porque la adaptan a los usos y a los consumos que mejor les competen.

Un riesgo que corremos todos es el de multiplicar las relaciones, tener muchísimos amigos en línea, pero olvidar el nombre de quien está a nuestro lado, de quien encontramos todos los días.

Otro riesgo es el de cómo transcurre el tiempo en la red. Cada vez aumenta más la cantidad de tiempo que los jóvenes, y también los adultos, pasan en Internet. El mundo digital es más colorido que la realidad cotidiana. La escuela, la familia, las relaciones, el debate con quien no piensa como tú a veces pueden generar cansancio, incomprensión… El mundo de la red, en cambio, está hecho de sueños, imágenes, colores. De link en link se puede navegar, descubrir, conocer, leer… y también perderse.

Dado que en Internet hay casi todo, y se puede encontrar de todo, se debilita la capacidad de seleccionar las informaciones, de criticarlas y de discutirlas. Y se vuelve más fácil «naufragar» entre los links que los motores de búsqueda proponen una vez incluida una palabra.

Estos riesgos están introduciendo un debate entre los psicólogos, porque empiezan a darse los primeros casos de dependencia de Internet, de patologías, personas, también entre los adultos, que ya no pueden vivir sin estar conectados.

–Usted habla mucho de la importancia de la persona y de su propia identidad en la comunicación en línea. ¿Qué rasgos esenciales de esa identidad cree que hacen falta en la comunicación virtual?

–Hermana María Antonia Chinello: En la comunicación en línea están ausentes los códigos de la comunicación no verbal y de la comunicación paralingüística, como las expresiones del rostro y el tono de la voz. El pueblo de la Red desde siempre ha tratado de suprimir esta «ausencia» introduciendo estrategias, recursos para dar calor y amistad a la comunicación en red. Pensemos en las caritas, los emoticon, la posibilidad de colorear el texto, de agregar las imágenes, de escribir todo en mayúscula, de sintetizar las palabras, de utilizar las abreviaciones, los puntos exclamativos e interrogativos, las repeticiones de las letras… Esto hace que la comunicación escrita sea muy cercana a la hablada. En comunicación se habla ahora del lenguaje «escrito-hablado».

Para quien está acostumbrado a una escribir de manera lineal es difícil de entender el lenguaje juvenil de la red. Los profesores están preocupados porque los chicos y chicas en la escuela ya no saben escribir, cometen errores de ortografía y de gramática.

Esta contradicción de las palabras y de la posibilidad de expresarse repercute en la capacidad de expresar los propios sentimientos, de dar espacio a la propia interioridad, de contar las propias experiencias.

–Concretamente un medio como Facebook, que muestra la posibilidad de tener en el mismo nivel amistades del pasado y del presente, amistades construidas tanto físicamente como virtualmente, ¿cómo cree usted que cambia el concepto de amistad?

–Hermana María Antonia Chinello: La red, como ya he mencionado, alarga las relaciones y amplía la posibilidad de amistad, porque no hay más fronteras ni de es
pacio ni de tiempo. Conectándome, puedo escuchar la voz de mi amigo que se está despertando en los Estados Unidos mientras que yo voy estoy en la tarde de Italia. Y junto con la amistad crece el conocimiento y el saber. Es importante siempre preguntarse qué relación tienen estas amistades con la vida real. El Papa en su mensaje pide a los jóvenes que no banalicen la amistad, que respeten y crezcan junto con el otro. Los ambientes de la red son muchos, dependen del tiempo de amistad, del nivel de madurez de la comunicación: los jóvenes son «nómadas» y pasan de un espacio a otro, emigran de un valor a otro, en búsqueda siempre de espacios en los que puedan intercambiar información, comunicar, relacionarse, reencontrarse. Los más pequeños pueden preferir Twitter, MySpace, Netlog. Los más grandes Facebook, luego encontrarse en su Instant Messaging, considerado más personal.

Quienes pertenecemos a la generación que ha vivido estos cambios de comunicación, ¿cómo podemos educar a las generaciones digitales para que vivan un sano uso de Internet?

–Hermana María Antonia Chinello: El primer paso es comprender que Internet es uno de los canales que se tienen a disposición hoy para comunicar. Es uno, pero no el único. Educar, por tanto, en la «continuidad» de la comunicación: puedo encontrar mis amigos en red pero no olvido a los de la clase, del grupo, del deporte etc.

Un segundo aspecto, educar a las relaciones: cada interacción necesita tiempo para crecer y madurar, ya sea dentro como fuera de la Red. El descubrimiento del otro no es inmediato. Cada encuentro necesita tiempo. Por lo tanto, se debe educar a no escapar de la fatiga de la comunicación. A veces es más fácil entrar en contacto con un amigo con un clic de ratón que esperar y tener la paciencia para que el otro me sonría, me hable, se abra.

En fin, se trata de no dejar solos a los jóvenes, los chicos en estas experiencias en línea, sino estar junto a ellos y a lo mejor navegar juntos en el descubrimiento de Internet. Algunas investigaciones conducidas por la Universidad Católica de Milán revelan que los más jóvenes utilizan la Red para estar junto con sus amigos, para descargar música, video, para jugar. Para ellos es todavía muy fuerte la dimensión social, la fuerza del grupo, la relación con sus compañeros. Basándose en esta realidad, ¿por qué no educar desde un principio en el respeto, la amistad, el diálogo con el otro?

Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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