Vicedirector del Banco Mundial: «Los Países ricos deben abrir sus mercados»

Entrevista con Jean François Rischard

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ROMA, 10 junio 2002 (ZENIT.orgAvvenire).- Es necesario que los países ricos abran sus mercados para corregir consecuencias negativas de la globalización, afirma el vicepresidente del Banco Mundial para Europa.

Jean-François Rischard, presente en Roma para participar en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación que organiza la FAO de este lunes hasta el próximo jueves, comienza esta entrevista haciendo un llamamiento: «los países en vías de desarrollo pierden cerca de 50.000 millones de dólares al año a causa de las limitaciones de acceso a los mercados, impuestas por el mundo industrializado».

–En los últimos tiempos, tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional han sido acusados de haber empobrecido más a los países pobres en lugar de favorecerlos. ¿Está de acuerdo?

–Rischard: Lamentablemente, algunos proyectos han resultado ineficaces, ciertamente no por culpa de los organismos internacionales, sino más bien por culpa de las élites burocráticas locales. Medida oportuna, por ejemplo, ha demostrado ser la solución que hallamos de cancelar la deuda a los Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC por sus siglas en inglés), con los que hemos decidido hacer que la condonación dependa de un incremento en el gasto social y sanitario.

En Uganda, este proyecto ya está funcionando. Si todos los países siguieran este camino, la creación de riqueza del Norte al Sur del mundo se produciría de manera más transparente y también más eficaz.

–El Banco Mundial ha invitado a los países más industrializados a redoblar las ayudas para las naciones en vías de desarrollo, aumentándolas de 50.000 a 100.000 millones de dólares al año. ¿Cómo han respondido?

–Rischard: Hoy, los países industrializados destinan apenas el 0,22% de su Producto Interior Bruto a los países subdesarrollados, alcanzando la cifra de 53.000 millones de dólares. Nuestro objetivo sería convencerles para que aumenten esta erogación a un 0,45% primero y, luego, para que recuperen el nivel de 1970, es decir el 0,7%.

Sería una buena meta. Europa, por ejemplo, ha decidido recientemente aumentar la erogación en otros 7.000 millones de dólares, mientras que Estados Unidos lo aumentará en 5.000 millones de dólares llevando la erogación de los actuales 10 a 15.000 millones de dólares. Ya es algo.

–En la última cumbre del G8, el Gobierno italiano lanzó el proyecto del «buen gobierno», o sea la introducción y uso de las nuevas tecnologías como elementos de control y de rigor en la administración pública de los países pobres. Con el fin de evitar que las ayudas humanitarias sirvan para financiar guerras o enriquezcan los bolsillos de dirigentes corruptos.

–Rischard: El proyecto puesto en marcha por Italia consentirá salvar la distancia que separa al mundo industrializado del que está en vías de desarrollo. El Banco Mundial mira con mucha atención estas nuevas formas de cooperación. A través de Internet, por ejemplo, los niños podrían intercambiar opiniones y experiencias aunque, comparado con la necesidad de alimentos y asistencia sanitaria, esto pueda parecer un hecho marginal.

También el Banco Mundial, desde hace al menos siete años, se ha empeñado en proyectos ligados a las nuevas tecnologías en los países en vías de desarrollo. En lo que respecta a las tecnologías informáticas, en especial el uso del ordenador, hemos gastado cerca de mil millones de dólares y, en conjunto, los recursos dedicados a las nuevas tecnologías alcanzan los 18.000 millones de dólares.

Por lo demás, las nuevas tecnologías constituyen una clave fundamental para el desarrollo. Por ejemplo, un registro civil y catastral digital en un país permitiría a los gobiernos poder organizar un sistema fiscal eficaz. Pero podríamos seguir poniendo otros muchos ejemplos.

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ZENIT Staff

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