Vida desbordante de amor por las almas: San Carlos de San Andrés

Canonizado este domingo por Benedicto XVI

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 3 junio 2007 (ZENIT.org).- El amor de Dios desbordaba el alma de Carlos de San Andrés (1821-1893) y se tradujo en su total entrega al cuidado de las demás almas, subrayó este domingo Benedicto XVI canonizando al sacerdote pasionista.

Originario de Munstergeleen, Holanda, el nuevo santo entró a los 24 años en la Congregación de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo en la que profesó y recibió el presbiterado.

El cardenal José Saraiva Martins –prefecto de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos- apuntó de Carlos de San Andrés -antes de su canonización: «A su formación contribuyó de manera relevante el beato Domenico Barberi, llamado el apóstol de Inglaterra del siglo XIX, quien recibió la profesión de fe católica del venerable siervo de Dios John Henry Newman».

Enviado a desarrollar su misión a Inglaterra, el padre Carlos de San Andrés se dedicó a la formación de jóvenes aspirantes a la vida pasionista.

La obediencia le trasladó a varios conventos, donde siempre se distinguió por la observancia de la regla y su celo apostólico, ejercido sobre todo en el ministerio de la confesión, de la dirección espiritual y de la catequesis.

Muchos fieles recurrían a sus consejos desde diversas localidades, recordó el purpurado portugués. Los últimos veinte años de vida los pasó en el convento de Dublín (Irlanda), donde murió santamente.

Fue beatificado en 1988 por Juan Pablo II.

Citando la carta paulina en la que se expresa «El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado», el Santo Padre confirmó en su homilía, después de proclamar este nuevo santo: «Verdaderamente, en el caso del sacerdote pasionista, vemos cómo ese amor se desbordó en una vida totalmente dedicada al cuidado de las almas».

Igualmente el Papa se refirió la enorme cantidad de fieles que acudieron al funeral de su amado sacerdote, a quien llamaban el padre Carlos de Mount Argus –refiriéndose a la localidad irlandesa. Aquel acontecimiento llevó a su superior a admitir: «La gente ya lo ha declarado santo».

Y es que «durante su muchos años de ministerio sacerdotal en Inglaterra e Irlanda, la gente se reunía en torno a él para buscar su sabio consejo, su amor compasivo y su toque sanador», añadió Benedicto XIV.

El nuevo santo reconocía en los enfermos y en los que sufrían «el rostro de Cristo Crucificado, por quien tuvo devoción toda su vida»; «bebió profundamente de los ríos de agua viva que brotaban del costado del que traspasaron», profundizó el Papa.

«Y con el poder del Espíritu Santo dio testimonio ante el mundo del amor del Padre», recalcó.

Al concluir la Misa, desde el Sagrado de la Plaza de San Pedro (en el Vaticano) y antes de rezar el Ángelus, Benedicto XVI saludó en distintos idiomas, y a los peregrinos de lengua inglesa invitó a seguir el ejemplo del nuevo santo.

Asimismo saludó en neerlandés a la delegación oficial y a los peregrinos procedentes de la tierra natal de San Carlos de San Andrés.

«Que por su intercesión el Pueblo de Dios en los Países Bajos pueda siempre caminar en la fe, en la esperanza y en la caridad», oró.

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ZENIT Staff

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