Viernes Santo: Si Dios existe, el no creyente lo ha perdido todo

Predicación del padre Cantalamessa en la celebración de la Pasión del Señor

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 10 de abril de 2009 (ZENIT.org).- Para muchos no creyentes, la fe en Dios es un obstáculo para la felicidad. En el Viernes Santo, día en el que la Iglesia revive la muerte de Cristo, el predicador de la Casa Pontificia ha mostrado en el Vaticano cómo el creyente al tener a Dios lo tiene todo, sobre todo la felicidad.

El padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., en la homilía que ofreció en la celebración de la Pasión del Señor, presidida por Benedicto XVI, en la Basílica de San Pedro, respondió al eslogan que circula en autobuses de algunas ciudades de Europa: «Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida».

«Se sobreentiende el mensaje de que la fe en Dios impide disfrutar de la vida; es enemiga de la alegría. ¡Sin ella habría más felicidad en el mundo!», constató el predicador.

Y respondió a la provocación planteando la pregunta que tarde o temprano se hace toda persona, creyente o no creyente: ¿cuál es el origen y el sentido del sufrimiento?

El predicador del Papa contestó como lo hace el apóstol san Pablo: El pecado es «la causa principal de la infelicidad de los hombres, o sea, el rechazo de Dios, ¡no Dios!».

El pecado, aclaró, «encierra a la criatura humana en la ‘mentira’ y en la ‘injusticia’, condena al mismo cosmos material a la ‘vanidad’ y a la ‘corrupción’ y también es la causa última de los males sociales que afligen a la humanidad».

En la Cruz, explicó el padre Cantalamessa citando a san Pablo, «Cristo ha abatido el muro de separación, ha reconciliado a los hombres con Dios y entre sí, destruyendo la enemistad».

«De aquí la primitiva tradición desarrollará el tema de la cruz árbol cósmico cuyo brazo vertical une el cielo y la tierra, y cuyo brazo horizontal reconcilia entre sí a los diversos pueblos del mundo».

Se trata, aclaró el sacerdote capuchino, de un «evento cósmico y al mismo tiempo personalísimo: ‘Me amó y se entregó a sí mismo por mí'» (Gálatas 2,20).

En este sentido, cada hombre, añadió el predicador, es «aquel por quien murió Cristo» (Rm 14,15).

«Con su muerte, Cristo no sólo ha denunciado y ha vencido el pecado; ha dado también un sentido nuevo al sufrimiento, incluso aquél que no depende del pecado de nadie, como es el caso del que se ha desencadenado, esta semana, en la cercana región de los Abruzos a causa del devastador terremoto», añadió el padre Cantalamessa.

Jesús, insistió, ha hecho del sufrimiento «un instrumento de salvación, un camino a la resurrección y a la vida. Su sacrificio ejerce sus efectos no a través de la muerte, sino gracias a la superación de la muerte, esto es, a la resurrección».

«Cristo no ha venido para aumentar el sufrimiento humano o para predicar la resignación a éste; ha venido para darle un sentido y anunciar su final y su superación», aseguró.

El padre Cantalamessa constató que leen ese eslogan en los autobuses de Londres y de otras ciudades también los padres con un hijo enfermo, las personas solas o que se han quedado sin trabajo, los exiliados que huyen de los horrores de la guerra, quienes han sufrido graves injusticias en la vida…

«Intento imaginar su reacción al leer las palabras: «‘Probablemente Dios no existe: ¡disfruta de la vida!’. ¿Con qué?», se preguntó.

Pero, siguió reconociendo, «no es la única incongruencia de esa idea publicitaria».

«‘Dios probablemente no existe’: así que incluso podría existir; no se puede excluir del todo que exista. Sino, querido hermano no creyente, si Dios no existe, yo no pierdo nada; si en cambio existe, ¡tú has perdido todo!», dijo.

«Deberíamos casi dar las gracias al promotor de esa campaña publicitaria; ha servido a la causa de Dios más que muchos de nuestros argumentos apologéticos. Ha mostrado la pobreza de sus razones y ha contribuido a sacudir muchas conciencias adormecidas», aseguró ante el Papa y los miles de fieles que llenaban la basílica.

El padre Cantalamessa concluyó citando una oración de la celebración de la Cruz que dice que los hombres sólo pueden encontrar la paz si encuentran a Dios, pues en el corazón tienen una profunda nostalgia de Él.

Implorando al Señor, dijo: «haz que, más allá de todo obstáculo, todos reconozcan los signos de tu bondad y, animados por el testimonio de nuestra vida, tengan el gozo de creer en ti, único verdadero Dios y Padre de todos los hombres».

La predicación del padre Cantalamessa puede leerse en la página web de ZENIT (www.zenit.org)

Por Gisèle Plantec

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ZENIT Staff

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