Violento registro en el obispado de Bunia (R. D. Congo) por parte de «cascos azules»

Fuentes locales denuncian la «brutalidad» de la inesperada medida

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BUNIA, martes, 9 marzo 2004 (ZENIT.org).- Indignación y estupor ha suscitado el registro dirigido por la MONUC (Misión de las Naciones Unidas en el Congo) el domingo pasado en el obispado de la diócesis de Bunia, una operación que no ha revelado nada ilegal y que sin embargo ha causado al menos un herido.

«Un grupo de cascos azules de la ONU registró ayer por la mañana [por el domingo] algunas casas del obispado de la diócesis de Bunia en busca de armas y de milicianos», refirieron fuentes eclesiales locales a la agencia misionera «Misna».

Igualmente denunciaron que la operación «ha sido decididamente brutal y que llevó a la violenta paliza de un vigilante de la diócesis por parte de los soldados», que ahorraron a la víctima la detención después de que se opusiera al repentino registro «gracias sólo a la intervención directa del vicario general de la diócesis, indignado ante los hechos».

Las fuerzas de la Brigada de Ituri irrumpieron en las dependencias del obispado en torno a las 7.00 horas. «La primera habitación en ser registrada fue la del vicario general, cuya puerta fue echada abajo y el mobiliario (incluidos los archivos) revuelto», prosigue el relato.

«A continuación, los soldados entraron en la habitación del canciller de la diócesis, ausente de Bunia por razones pastorales, buscando por todas partes. Entonces se trasladaron a la residencia de las religiosas y a las casas del obispado ocupadas por algunas familias», continúan fuentes de «Misna».

En estos casos se continuó con la misma operación sin que se encontrara nada ilegal.

La violencia de la acción de los «peace-keepers» produjo heridas al menos a una persona, un joven disparado por las fuerzas de la ONU, a quien éstas llevaron al hospital de «Médicos sin Fronteras».

Parece ser que un joven fue detenido, si bien no hay confirmación de que hubiera sido hallado en posesión de armas.

«La indignación en los sacerdotes de la diócesis y en los fieles es fuerte tras haber tenido noticias de esta operación», reconoce una segunda fuente consultada por la agencia misionera.

«Si hubieran sido los militares del ex dictador Mobutu –observó un eclesiástico de Bunia— hasta habría sido comprensible, pero a duras penas se puede entender cómo una acción de este tipo puede haber sido llevada a cabo por soldados de la ONU, máxima instancia internacional para el respeto de los derechos humanos y para la tutela de la paz».

«Lo que puedo decir por el momento es que la MONUC corre el riesgo de perder buena parte de su credibilidad ante la Iglesia y los fieles», concluyó.

Una de las guerras más sangrientas de África azota desde hace más de cinco años a la República Democrática del Congo, donde unos tres millones de personas han perdido la vida a causa del conflicto.

En la zona, las potencias de la región de los Grandes Lagos se disputan el control de los inmensos recursos naturales del territorio.

Actualmente la población congoleña alimenta grandes esperanzas en el final de la guerra, si bien el distrito de Ituri y algunas zona de Kivu han sido escenario de graves enfrentamientos y masacres.

El pasado julio, la MONUC recibió del Consejo de Seguridad de la ONU un nuevo mandato de un año y la autorización de hacer uso de la fuerza para proteger a los civiles.

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ZENIT Staff

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