Voz católica pide un cambio en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba

El portavoz de la Conferencia Episcopal de la isla pide superar los miedos de la guerra fría

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LA HABANA, martes, 3 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Con los dos nuevos presidentes de Cuba y de los Estados Unidos ha llegado «la hora del cambio» en las relaciones entre los dos países, sugiere el portavoz de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.

Orlando Márquez, en un editorial escrito en «Palabra Nueva» (http://www.palabranueva.net), revista de la diócesis de La Habana de la que es también director, alienta tanto a Raúl Castro como a Barack Obama a continuar con una política de entendimiento, que permita superar el aislamiento de las últimas décadas y que, como explica el editorialista, hoy día carece de argumentos.

Estados Unidos mantiene un embargo comercial, económico y financiero contra Cuba (conocido en la isla como el bloqueo) desde 1962 con el objetivo de presionar al gobierno cubano. Ha sido condenado quince veces por las Naciones Unidas.

Por otra parte, el portavoz episcopal constata que el gobierno cubano en años anteriores ha respondido ante el embargo con una propaganda en la que parecería que en Estados Unidos «todo el mal del mundo está allí y únicamente allí, lo peor, lo más despreciable».

«Las señales de los dos presidentes sugieren un aparente compromiso con la hora presente –asegura–: la hora del cambio. Gesto por gesto y concesiones mutuas fue un buen primer mensaje de parte del presidente cubano al norteamericano a inicios del año».

«¿Llegará por fin con esta nueva administración norte americana, y lo que parece ser un nuevo discurso en Cuba, la hora del reencuentro, el alivio para millones de cubanos, la oportunidad negada a los norteamericanos?», se pregunta Márquez.

«Tal vez sí –responde–. Debemos esperar que sea así y hay muchos motivos para desear que sea así. Debemos exigir que sea así, aunque no me gusta la idea de condicionar toda nuestra mejora interna a las relaciones con Estados Unidos».

«Si se comienza por un diálogo con la Casa Blanca antes de un diálogo nacional, no está mal. El orden de los factores no altera el producto final, salvo que se deseche algún factor, y no habría así un nuevo resultado en la ecuación», aclara.

Pero «siempre será más importante el diálogo nacional, porque si Obama no es el cambio para Cuba, ¿no cambiaremos Cuba para los cubanos?», sigue preguntándose.

El artículo constituye una exhortación a olvidar «las desconfianzas del pasado tanto del lado estadounidense como del cubano».

«Las rémoras fantasmales de la guerra fría se alzan otra vez, pretendiendo ignorar el reclamo de millones de personas», advierte.

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ZENIT Staff

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