Zurich vota a favor del suicidio asistido

Rechaza dos iniciativas populares para prohibir o limitar el suicidio asistido

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ROMA, miércoles 18 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- No habrá, por tanto, ningún cambio respecto al suicidio asistido en el cantón suizo de Zurich, que acoge en la localidad de Forch, a la sede legal de la controvertida asociación Dignitas. En un referéndum local, que se celebró el pasado domingo 15 de abril, los “Stimmbürger” o “ciudadanos-electores” de la provincia germanófona, que cuenta con 1’2 millones de habitantes, es decir una sexta parte de la población total de la Confederación Helvética (más de 7’8 millones de habitantes, subdivididos en 26 cantones o semi-cantones), han decidido, de hecho, dejar las cosas como estaban y no realizar ninguna modificación.

El “pueblo soberano”, debía expresarse sobre dos iniciativas populares presentadas por otras tantas formación políticas, el Partido Evangélico Popular y la Unión Democrática Federal (un partido de inspiración católica). La primera consulta popular, que se titula significativamente “Stopp der Suizidhilfe” (Detener la ayuda al suicidio), pedía lanzar una iniciativa cantonal ante el parlamento federal de Berna para hacer punible ya el suicidio asistido como la instigación a esta praxis. Según la agencia ATS (Agencia Telegráfica Suiza), apenas el 15’52 de los votantes -es decir 43.165 ciudadanos- ha dicho “sí”. Ha sido muy contundente el porcentaje de los que han rechazado la propuesta: el 84’48% o 234.956 habitantes del cantón.

Un poco menos amplia, pero también muy elocuente, ha sido la proporción de ciudadanos que ha rechazado de nuevo la segunda iniciativa bautizada Nein zum Sterbetourismus im Kanton Zürich (No al turismo de la muerte en el cantón de Zurich), que pretendía frenar el suicidio asistido a los no residentes en Zurich, ya sea habitantes de otros cantones suizos como extranjeros. El 78’41 de los votantes ha dicho “no” a la propuesta, es decir 218.602 ciudadanos. Sin embargo poco más de un 5% del electorado del cantón (es decir el 21’59%) la ha aprobado, es decir 60.186 habitantes. Según las intenciones de los promotores de la segunda iniciativa, sólo las personas que han vivido al menos un año en el cantón, podrían acceder a los servicios de asociaciones como Dignitas.

El resultado ha sido acogido con satisfacción por parte de los partidarios del suicidio asistido, entre los que destacar a Bernhard Sutter. Según el vicepresidente de Exit -otra conocida asociación que ofrece “ayuda” al suicidio-, el resultado de este domingo representa una derrota para los “fundamentalistas religiosos y es una victoria para la autodeterminación. “ni el Estado ni la Iglesia tienen nada que decir en la hora de la muerte. El pueblo no quiere dejarse robar la posibilidad de decidir autónomamente sobre la muerte”, dijo Sutter a la ATS. Clara, y despreciativa, ha sido la reacción del fundador de Dignitas, Ludwig Minelli, que habló de la derrota de los Sektenbrüder und Betschwestern, es decir de “los hermanos sectarios e intolerantes” (Tagesanzeiger, 15 de mayo).

Mientras que la participación en la consulta popular -el electorado debía opinar sobre un total de diez cuestiones- ha sido de un 33’6%, el rechazo de la doble iniciativa popular relacionada con la eutanasia activa indirecta confirma por tanto, la orientación liberal o “tolerante” aprobado por los mismos habitantes de Zurich hace ya 34 años. Y esta vez -observan los medios de comunicación suizos- no ha existido ni siquiera la tradicional diferencia urbana-rural o Stadt-Land-Gefälle: de hecho en ningún pueblo del cantón se han aprobado las dos propuestas sobre el suicidio asistido.

Desilusionado se mostraba, sin embargo, Hans Peter Häring, consejero cantonal de la Unión Democrática Federal, sobre todo por el hecho de que ni siquiera en las zonas tradicionalmente más creyentes, los “valores de la Biblia y de la Palabra de Dios”, han producido una mayoría” (Tagesanzeiger, idem).

Todos los analistas están de acuerdo en que el voto del domingo es un mensaje claro y contundente para las autoridades federales y en particular para la ministra o “consejera” federal Simonetta Sommaruga. En la dirección del Departamento Federal de Justicia y Policía desde el pasado 1 de noviembre, la consejera socialista del Ticino, prometió, de hecho, presentar, antes del verano, una nueva propuesta legislativa para regular dicha práctica y combatir los abusos.

Suiza admite el suicidio asistido con la condición -como establece el artículo 115 del Código Penal de la Confederación- de que la práctica no esté vinculada a “motivos egoístas”. Según los opositores al suicidio asistido, este es, quizás, el caso de la asociación Dignitas, cuyo fundador y director -Ludwig Minelli- se ha hecho “millonario” en una década. Como cuenta el Telegraph (24 de junio de 2010), su patrimonio personal supera los 1’2 millones de libras e incluye, por ejemplo, una lujosa villa. Mientras Minelli se defiende diciendo que se trata de una herencia recibida de su madre, permanece, sin embargo, el hecho de que el precio de un suicidio asistido “sencillo” en una “clínica” de Dignitas ha aumentado muchísimo estos últimos años: de 1.800 libras en 2005 a 4.500 libras en 2010. Un suicidio “todo incluido” (por ejemplo se incluyen los gastos funerarios y médicos) costaba el año pasado al menos 7.000 libras.

Otro punto problemático es la eliminación de las urnas funerarias de las personas difuntas en el establecimiento de Dignitas. Causó gran indignación el años pasado, el descubrimiento de una gran cantidad de urnas en el lago de Zurich, cerca de Küssnacht, con el logotipo del crematorio de Nordheim, es decir el que usa la asociación de Ludwig Minelli. Aunque la fiscalía de Zurich decidió, el pasado julio, archivar la causa por falta de pruebas, hay una fuerte sospecha de que haya sido la misma Dignitas quien haya tirado las urnas en el lago, que es una reserva de agua. Antes del descubrimiento, una ex-colaboradora de Dignitas, Soraya Wernli, había acusado de hecho, a la asociación de haber lanzado los restos de casi 300 “clientes” en el lago de Zurich (, 25 de octubre de 2008).

Otro episodio desconcertante lanzó sombras oscuras sobre el “modus operandi” de Dignitas. En noviembre de 2007 la asociación ayudó a morir a dos ciudadanos alemanes en un coche parado en una parking de la localidad de Maur, sobre el Greifensee, al sureste de Zurich.

El resultado del referéndum de este domingo significa, por tanto, que los extranjeros podrán continuar llamando a la puerta de Dignitas (Exit no acepta candidatos suicidas extranjeros). De los datos provistas por la asociación emerge que hasta finales de 2010 han acompañado a la muerte hasta 1.138 personas, en su mayoría extranjeros, sobre todo alemanes, británicos y franceses.

En la cuestión sobre el suicidio asistido se tiende a olvidar un elemento: como en el caso de la pena de muerte, también en el suicidio asistido el riesgo de un “error” está siempre detrás de la esquina. Basta muchas veces un buen médico de familia para reconducir a un paciente considerado “terminal” en el camino de la mejoría. Lo demuestra al menos el ejemplo de Andrew Barnes, de Topsham, un suburbio de Exeter en Cornualles. Como cuenta el Exmouth Journal (13 de mayo), el que detuvo “in extremis” el viaje de sólo ida a Suiza de Barnes, de cincuenta y cinco años de edad, al que el especialista le había dado sólo tres meses de vida, fue el médico de cabecera, que le sugirió que dejase de beber y siguiera una cura para la falta de potasio. Barnes siguió estos consejos y hoy está mucho mejor, aunque no reniega del suicidio asistido.

Por Paul De Maeyer, traducción del italiano por Carmen Álvarez

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ZENIT Staff

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