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]]>“¿Cuál es el antídoto para la enfermedad de no cuidar la casa común? Es la contemplación”, ha anunciado el Santo Padre esta mañana, en su séptima catequesis sobre el desafío de “Sanar al mundo” tras la pandemia de COVID-19.
Este miércoles, 16 de septiembre de 2020, la audiencia general se ha celebrado en el patio de San Dámaso, como se viene haciendo desde el 2 de septiembre, para retomar la participación de los fieles en el encuentro con Francisco.
El Papa ha indicado que quien sabe contemplar, “se pondrá más fácilmente manos a la obra para cambiar lo que produce degradación y daño a la salud” y “se comprometerá a educar y a promover nuevos hábitos de producción y consumo, a contribuir a un nuevo modelo de crecimiento económico que garantice el respeto de la casa común y el respeto de las personas”.
En este contexto, el Obispo de Roma ha invitado a todos a custodiar el patrimonio que Dios nos ha confiado para que las futuras generaciones puedan disfrutarlo y ha advertido que “no hay que delegar en algunos lo que es la tarea de todo ser humano”, sino que “cada uno de nosotros puede y debe convertirse en un ‘custodio de la casa común’, capaz de alabar a Dios por sus criaturas, de contemplarlas y protegerlas”.
A continuación, sigue el texto de la catequesis pronunciada por el Papa Francisco en la audiencia general, traducido al español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
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Catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Para salir de una pandemia, es necesario cuidarse y cuidarnos mutuamente. También debemos apoyar a quienes cuidan a los más débiles, a los enfermos y a los ancianos. Existe la costumbre de dejar de lado a los ancianos, de abandonarlos: está muy mal. Estas personas -bien definidas por el término español “cuidadores”-, los que cuidan de los enfermos, desempeñan un papel esencial en la sociedad actual, aunque a menudo no reciban ni el reconocimiento ni la remuneración que merecen. El cuidado es una regla de oro de nuestra humanidad y trae consigo salud y esperanza (cf. Enc. Laudato si’ [LS], 70). Cuidar de quien está enfermo, de quien lo necesita, de quien ha sido dejado de lado: es una riqueza humana y también cristiana.
Este cuidado abraza también a nuestra casa común: la tierra y cada una de sus criaturas. Todas las formas de vida están interconectadas (cf. ibid., 137-138), y nuestra salud depende de la de los ecosistemas que Dios ha creado y que nos ha encargado cuidar (cf. Gn 2, 15). Abusar de ellos, en cambio, es un grave pecado que daña, que perjudica y hace enfermar (cf. LS, 8; 66). El mejor antídoto contra este abuso de nuestra casa común es la contemplación (cf. ibid., 85; 214). ¿Pero cómo? ¿No hay una vacuna al respecto, para el cuidado de la casa común, para no dejarla de lado? ¿Cuál es el antídoto para la enfermedad de no cuidar la casa común? Es la contemplación. “Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso” (ibíd., 215). Incluso en objeto de “usar y tirar”. Sin embargo, nuestro hogar común, la creación, no es un mero “recurso”. Las criaturas tienen un valor en sí y “reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, 339). Pero ese valor y ese rayo de luz divina hay que descubrirlo y, para hacerlo, necesitamos silencio, necesitamos escuchar, necesitamos contemplar. También la contemplación cura el alma.
Sin contemplación es fácil caer en un antropocentrismo desviado y soberbio, el “yo” en el centro de todo, que sobredimensiona nuestro papel de seres humanos y nos posiciona como dominadores absolutos de todas las criaturas. Una interpretación distorsionada de los textos bíblicos sobre la creación ha contribuido a esta visión equivocada, que lleva a explotar la tierra hasta el punto de asfixiarla. Explotar la creación: ese es el pecado. Creemos que estamos en el centro, pretendiendo que ocupamos el lugar de Dios; y así arruinamos la armonía del diseño de Dios. Nos convertimos en depredadores, olvidando nuestra vocación de custodios de la vida. Naturalmente, podemos y debemos trabajar la tierra para vivir y desarrollarnos. Pero el trabajo no es sinónimo de explotación, y siempre va acompañado de cuidados: arar y proteger, trabajar y cuidar… Esta es nuestra misión (cf. Gn 2:15). No podemos esperar seguir creciendo a nivel material, sin cuidar la casa común que nos acoge. Nuestros hermanos y hermanas más pobres y nuestra madre tierra gimen por el daño y la injusticia que hemos causado y reclaman otro rumbo. Reclaman de nosotros una conversión, un cambio de ruta: cuidar también de la tierra, de la creación.
Es importante, pues, recuperar la dimensión contemplativa, es decir mirar la tierra y la creación como un don, no como algo que explotar para sacar beneficios. Cuando contemplamos, descubrimos en los demás y en la naturaleza algo mucho más grande que su utilidad. He aquí la clave del problema: contemplar es ir más allá de la utilidad de una cosa. Contemplar la belleza no significa explotarla: contemplar es gratuidad. Descubrimos el valor intrínseco de las cosas que les ha dado Dios. Como muchos maestros espirituales han enseñado, el cielo, la tierra, el mar, cada criatura posee esta capacidad icónica, esta capacidad mística para llevarnos de vuelta al Creador y a la comunión con la creación. Por ejemplo, San Ignacio de Loyola, al final de sus Ejercicios Espirituales, nos invita a la “Contemplación para alcanzar amor”, es decir, a considerar cómo Dios mira a sus criaturas y a regocijarse con ellas; a descubrir la presencia de Dios en sus criaturas y, con libertad y gracia, a amarlas y cuidarlas.
La contemplación, que nos lleva a una actitud de cuidado, no es mirar a la naturaleza desde el exterior, como si no estuviéramos inmersos en ella. Pero nosotros estamos dentro de la naturaleza, somos parte de la naturaleza. Se hace más bien desde dentro, reconociéndonos como parte de la creación, haciéndonos protagonistas y no meros espectadores de una realidad amorfa que solo serviría para explotaría. El que contempla de esta manera siente asombro no sólo por lo que ve, sino también porque se siente parte integral de esta belleza; y también se siente llamado a guardarla, a protegerla. Y hay algo que no debemos olvidar: quien no sabe contemplar la naturaleza y la creación, no sabe contemplar a las personas con toda su riqueza. Y quien vive para explotar la naturaleza, termina explotando a las personas y tratándolas como esclavos. Esta es una ley universal: si no sabes contemplar la naturaleza, te será muy difícil contemplar a las personas, la belleza de las personas, a tu hermano, a tu hermana.
El que sabe contemplar, se pondrá más fácilmente manos a la obra para cambiar lo que produce degradación y daño a la salud. Se comprometerá a educar y a promover nuevos hábitos de producción y consumo, a contribuir a un nuevo modelo de crecimiento económico que garantice el respeto de la casa común y el respeto de las personas. El contemplativo en acción tiende a convertirse en custodio del medio ambiente: ¡qué hermoso es esto! Cada uno de nosotros debe ser custodio del ambiente, de la pureza del ambiente, tratando de conjugar los saberes ancestrales de las culturas milenarias con los nuevos conocimientos técnicos, para que nuestro estilo de vida sea sostenible.
En fin, contemplar y cuidar: ambas actitudes muestran el camino para corregir y reequilibrar nuestra relación como seres humanos con la creación. Muchas veces, nuestra relación con la creación parece ser una relación entre enemigos: destruir la creación para mi ventaja; explotar la creación para mi ventaja. No olvidemos que se paga caro; no olvidemos el dicho español: “Dios perdona siempre; nosotros perdonamos a veces; la naturaleza no perdona nunca”. Hoy leía en el periódico acerca de los dos grandes glaciares de la Antártida, cerca del Mar de Amundsen: están a punto de caer. Será terrible, porque el nivel del mar subirá y esto acarreará muchas, muchas dificultades y muchos males. ¿Y por qué? Por el sobrecalentamiento, por no cuidar del medio ambiente, por no cuidar de la casa común. En cambio, si tenemos esta relación -me permito usar la palabra- “fraternal”, en sentido figurado, con la creación, nos
convertimos en custodios de la casa común, en custodios de la vida y en custodios de la esperanza, custodiaremos el patrimonio que Dios nos ha confiado para que las generaciones futuras puedan disfrutarlo. Y alguno podría decir: “Pero, yo me las arreglo así”. Pero el problema no es cómo te las arreglas hoy – esto lo decía un teólogo alemán, protestante, muy bueno: Bonhoeffer – el problema no es cómo te las arreglas hoy; el problema es: ¿cuál será la herencia, la vida de la futura generación? Pensemos en los hijos, en los nietos: ¿qué les dejaremos si explotamos la creación? Custodiemos este camino para que podamos convertirnos en “custodios” de la casa común, custodios de la vida y de la esperanza.
Custodiemos el patrimonio que Dios nos ha confiado para que las futuras generaciones puedan disfrutarlo. Pienso de manera especial en los pueblos indígenas, con los que todos tenemos una deuda de gratitud, incluso de penitencia, para reparar el daño que les hemos causado. Pero también pienso en aquellos movimientos, asociaciones y grupos populares, que se esfuerzan por proteger su territorio con sus valores naturales y culturales. Sin embargo, no siempre son apreciados e incluso, a veces, se les obstaculiza porque no producen dinero, cuando, en realidad, contribuyen a una revolución pacífica que podríamos llamar la “revolución del cuidado”. Contemplar para cuidar, contemplar para custodiar, custodiarnos nosotros, a la creación, a nuestros hijos, a nuestros nietos, y custodiar el futuro. Contemplar para curar y para custodiar y para dejar una herencia a la futura generación.
Ahora bien, no hay que delegar en algunos lo que es la tarea de todo ser humano. Cada uno de nosotros puede y debe convertirse en un “custodio de la casa común”, capaz de alabar a Dios por sus criaturas, de contemplarlas y protegerlas.
© Librería Editorial Vaticano
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]]>VER
Durante la pandemia por el virus SARS-CoV-2, que redujo la movilidad humana, se han documentado casos de especies animales que deambulaban libremente por espacios urbanos, como recuperando lugares que les fueran propios. El agua de algunos lagos y mares recuperó sus colores originales. Se respiraba aire más fresco y limpio en algunos centros urbanos, sin tanta contaminación vehicular y humana. Lamentablemente estamos volviendo a “la normalidad”, que de por sí es anormalidad, y retomamos las costumbres de siempre, con lo cual seguimos destruyendo el medio ambiente. Parece que nada hemos aprendido.
Por el rumbo de mi pueblo natal, mayoritariamente agrícola, hace años todo se cultivaba en forma orgánica; ahora casi todo lleva sustancias químicas para hacer rendir más la tierra y obtener mayores ventajas económicas, pero han aumentado los casos de cáncer y otras enfermedades desconocidas. Lo que importa es ganar más dinero, aunque se deteriore la salud. Varios productos se exportan a Estados Unidos y se reciben buenas cantidades de dólares, pero no dimensionamos el daño que se puede estar causando al medio ambiente.
PENSAR
Hace más de cinco años, el Papa Francisco publicó una carta encíclica titulada Laudato si, para invitarnos a reflexionar sobre la responsabilidad de proteger “la casa común”, no por una moda estratégica, sino por el mandato divino de cuidar y cultivar la tierra que El nos dio. Ahora, nos ha insistido en lo mismo, también con ocasión de la pandemia sanitaria. En sus catequesis semanales de los miércoles, ha dicho:
“La pandemia ha puesto de relieve lo vulnerables e interconectados que estamos todos. Si no cuidamos el uno del otro, empezando por los últimos, por los que están más afectados, incluso de la creación, no podemos sanar el mundo… Mirar al hermano y a toda la creación como don recibido por el amor del Padre suscita un comportamiento de atención, de cuidado y de estupor. Así el creyente, contemplando al prójimo como un hermano y no como un extraño, lo mira con compasión y empatía, no con desprecio o enemistad. Y contemplando el mundo a la luz de la fe, se esfuerza por desarrollar, con la ayuda de la gracia, su creatividad y su entusiasmo para resolver los dramas de la historia… Que el Señor pueda “devolvernos la vista” para redescubrir qué significa ser miembros de la familia humana. Y esta mirada pueda traducirse en acciones concretas de compasión y respeto para cada persona y de cuidado y custodia para nuestra casa común” (12-VIII-2020).
“Todos estamos preocupados por las consecuencias sociales de la pandemia. Todos. Muchos quieren volver a la normalidad y retomar las actividades económicas. Cierto, pero esta “normalidad” no debería comprender las injusticias sociales y la degradación del ambiente. La pandemia es una crisis y de una crisis no se sale iguales: o salimos mejores o salimos peores. Nosotros debemos salir mejores, para mejorar las injusticias sociales y la degradación ambiental. Hoy tenemos una ocasión para construir algo diferente” (19-VIII-2020).
“Este modelo económico es indiferente a los daños infligidos a la casa común. No cuida de la casa común. Estamos cerca de superar muchos de los límites de nuestro maravilloso planeta, con consecuencias graves e irreversibles: de la pérdida de biodiversidad y del cambio climático hasta el aumento del nivel de los mares y a la destrucción de los bosques tropicales. La desigualdad social y el degrado ambiental van de la mano y tienen la misma raíz: la del pecado de querer poseer, de querer dominar a los hermanos y las hermanas, de querer poseer y dominar la naturaleza y al mismo Dios. Pero este no es el diseño de la creación.
Al comienzo Dios confió la tierra y sus recursos a la administración común de la humanidad para que tuviera cuidado de ellos. Dios nos ha pedido dominar la tierra en su nombre, cultivándola y cuidándola como un jardín, el jardín de todos. Nosotros somos administradores de los bienes, no dueños. Administradores… Cuando la obsesión por poseer y dominar excluye a millones de personas de los bienes primarios; cuando la desigualdad económica y tecnológica es tal que lacera el tejido social; y cuando la dependencia de un progreso material ilimitado amenaza la casa común, entonces no podemos quedarnos mirando. No, esto es desolador. ¡No podemos quedarnos mirando! Con la mirada fija en Jesús y con la certeza de que su amor obra mediante la comunidad de sus discípulos, debemos actuar todos juntos, en la esperanza de generar algo diferente y mejor” (26-VIII-2020).
ACTUAR
No seamos de esos irresponsables que contaminan y colaboran en la destrucción del medio ambiente. Sigamos educándonos para no tirar basura donde sea, para no gastar más agua y electricidad que la necesaria, para no consumir más alimentos transgénicos, para evitar ruidos que molesten a los vecinos, etc. No destruyamos la casa que Dios nos dio para todos.
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]]>Bajo el lema “Todo está conectado”, esta propuesta convoca a los católicos y personas de buena voluntad de todo el mundo a que se unan a la reflexión, la oración y las acciones necesarias para proteger la casa común.
Agenda de eventos
Para ello, en la página oficial de este proyecto, se ha dispuesto una agenda de eventos interactivos en línea que culminarán con un espacio de oración mundial el próximo 24 de mayo al mediodía (hora de Roma).
Las actividades pueden ser encontrados por fecha o palabra clave en el buscador, pero también está disponible una lista de los eventos en español y los links para acceder a ellos.
Entre las citas programadas se encuentran webinars, reflexiones, experiencias, rezo del Rosario por la tierra, momentos de oración…en torno al tema señalado y celebradas en España y Latinoamérica.
Preámbulo al “Tiempo de la Creación”
De acuerdo al sitio oficial de la iniciativa, la Semana Laudato Si’ inaugura un proceso de transformación de un año de duración, “a medida que atravesamos la crisis del momento actual rezando, reflexionando y preparándonos juntos para un mundo mejor en el futuro”.
Esta constituye una preparación para actuar en septiembre de 2020 en el Tiempo de la Creación, al cual el Papa Francisco llama a celebrar anualmente desde la oración y la acción a favor de la casa común.
El Tiempo de la Creación constituye una celebración anual de oración y acción para proteger la creación que se celebra entre el 1 de septiembre y el 4 de octubre de cada año. Promovida por varios líderes religiosos de distintas partes del mundo, en ella participan cristianos de todas las denominaciones.
Enseñanzas de la Encíclica
El Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral, por su parte y según Vatican News, insiste en el valor de las enseñanzas de la Encíclica dado el contexto que estamos viviendo a raíz de la expansión del coronavirus y la visión de la encíclica Laudato Si’, que exhorta a construir y vivir en un mundo mucho más justo y sostenible.
Esto, indican, depende en gran parte de nuestras prácticas cotidianas y la adopción de políticas públicas que estén más allá de las buenas intenciones.
Invitación del Papa Francisco
“Cuidemos la creación, don de nuestro buen Dios Creador. Celebremos juntos la Semana Laudato Si’”. Con estas palabras, el propio Francisco invitó a participar en esta iniciativa en un videomensaje difundido el pasado 3 de marzo de 2020.
Igualmente, el pasado domingo, durante el Regina Coeli, el Santo Padre recordó el comienzo de este evento semanal indicando que “en estos tiempos de pandemia, en los que estamos más consciente de la importancia de cuidar nuestro hogar común, espero que toda la reflexión y compromiso común ayuden a crear y fortalecer actitudes constructivas para el cuidado de la creación”.
De acuerdo a una nota difundida por Movimiento Católico Mundial por el Clima, con cerca de un sexto de la población mundial organizada en más de 220.000 parroquias en todo el mundo, la Iglesia Católica desempeña un papel único y vital para hacer frente a la crisis ambiental.
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]]>Este 22 de abril de 2020, como ocurre recientemente cada miércoles, la Biblioteca Apostólica Vaticana ha sido el lugar donde el Papa Francisco ha celebrado la audiencia general. Acompañado por nueve obispos, ha trasladado sus palabras a los fieles que siguen la transmisión a través de medios digitales desde los diferentes países.
“Solo si estamos unidos”
En el resumen en español de su catequesis, Francisco ha destacado que la presente pandemia “nos está enseñando que solo si estamos unidos y haciéndonos cargo los unos de los otros, podremos superar los actuales desafíos globales y cumplir la voluntad de Dios, que quiere que todos sus hijos vivan en comunión y prosperidad”.
Así, ha sostenido que “no somos solo materia, sino que llevamos también el ‘aliento de vida’ que procede de Dios, y vivimos en este mundo como una única familia humana, en medio de la biodiversidad de las criaturas del Señor”.
Según el Pontífice, estamos creados a imagen y semejanza de Dios y “llamados a cuidar y respetar todas sus criaturas, pero con especial amor y compasión a nuestros hermanos, sobre todo a los más débiles, imitando el amor que Dios nos tiene y nos manifiesta en su Hijo Jesús”.
Cinco años de Laudato si’
“Por nuestra culpa –ha recordado- la tierra ha sufrido un gran deterioro, la hemos dañado y saqueado; no la hemos sabido respetar ni cuidar, tampoco a nuestros hermanos y hermanas. Hemos olvidado que somos custodios y administradores, y hemos ofendido al Padre bueno que vela sobre todas sus criaturas”.
El quinto aniversario de la publicación de la Encíclica Laudato Si’, que fue publicada el 24 de mayo de 2015, coincide este año con el 50º Día Mundial de la Tierra. Además, en 2020 se conmemora el cuarto aniversario de la firma del Acuerdo de París sobre cambio climático.
La actual pandemia de COVID-19 es un “claro recordatorio de la vulnerabilidad de los humanos y del planeta frente a amenazas de magnitud global. El daño descontrolado a nuestro medio ambiente debe ser abordado”, señala Naciones Unidas.
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]]>The post Patricia Gualinga: “Amazonizar es que, quien creía saberlo todo, re-aprenda mientras el olvidado le enseña” appeared first on ZENIT - Espanol.
]]>Ha representado a su pueblo en importantes procesos judiciales a nivel internacional, como el que en 2012 declaró culpable al gobierno ecuatoriano por violación de derechos diversos en relación a la concesión de lotes petroleros y la militarización de las tierras del Sarayaku sin autorización de la comunidad.
Además, Gualinga ha participado recientemente en el último Sínodo de la Amazonía como auditora. Ahí denunció en el propio Vaticano las inversiones de la Iglesia Católica y solicitó personalmente al Papa Francisco y a las máximas autoridades eclesiales la reversión de las mismas.
En esta entrevista la lideresa indígena ecuatoriana nos cuenta cómo asume la responsabilidad de estar dentro del equipo post-sinodal, muestra su esperanza ante los movimientos juveniles por el cuidado de la tierra y envía un claro mensaje de unión: “No es tiempo de ver los límites raciales, culturales o sociales. Ricos y pobres, todos compartimos un mismo planeta y es hora de luchar juntos”.
A continuación, se expone la entrevista completa realizada por Beatriz García para el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP).
***
Beatriz García: Semanas después de culminar el Sínodo de la Amazonía se anunció la conformación equipo post-sinodal que dará seguimiento al proceso más allá de las reuniones de tres semanas en Roma. En ese equipo usted figura como uno de los tres representantes indígenas escogidos. ¿Cómo afronta el papel de continuar apoyando en los caminos y lineamientos que marca el Papa Francisco?
Patricia Gualinga: Es un honor grande que el Papa Francisco haya tomado la decisión de incluirnos dentro del equipo postsinodal, algo que acojo con gran responsabilidad a la par que sorpresa porque, personalmente, no esperaba que pusieran ahí mi nombre. Ha sido una sorpresa inmensa. Cuando escuché que había sido nominada no sabía exactamente lo que se esperaba del equipo postinodal y, especialmente, del grupo de los pueblos indígenas. Pero ahora me han venido diciendo que lo que se espera es que sigamos aportando para que el equipo postinodal se centre en el territorio y se vaya orientando hacia ese propósito. Por eso lo afronto tratando de ver cómo es la realidad de la Amazonía, de los pueblos originarios y todo desde nuestra experiencia como pueblos que luchamos en el cuidado de la naturaleza y protección de los ecosistemas amazónicos.
Beatriz García: Analizando su participación en el Sínodo con cierta perspectiva, dos meses después, ¿qué es lo que se llevó de Roma?
Patricia Gualinga: Sé que fue un evento de mucha trascendencia pero, como soy activista más que religiosa, lo vi como un paso más de los muchos que hay que dar. No lo vi como la culminación de algo, sino como un trabajo que se ha empezado y que hay que seguir asumiéndolo para dar los próximos pasos siguientes como mucha fuerza. Eso sí, de la participación en Roma me llevé la experiencia de cómo se trabaja a nivel de la Iglesia Católica y la forma en que se reflexiona. Aprendí mucho, además de los aportes que pude dar. Pero siento que fue un paso más, no la culminación. Ahora nos espera un trabajo mucho más arduo, la implementación en territorio de lo que se habló en Roma y lo que se dice en los documentos.
Beatriz García: En realidad su opinión es coincidente a la de muchos obispos e incluso del propio Papa Francisco, pues hablan de procesos.
Patricia Gualinga: Sí, siempre ha sido así. En mis experiencias, en los procesos que he tenido con juicios, demandas, sentencias, siempre han sido pasos hacia la protección de la Amazonía. Por eso lo tomo así y, obviamente, fue grato terminar bien, pero todavía no podemos festejar.
Beatriz García: Al volver a casa, ¿qué le preguntaba la gente?
Gualinga saluda al Papa. Foto: Cedida
Patricia Gualinga: La gente de la Amazonía, como todos nosotros, está contenta de que la Iglesia sea una aliada más para la defensa del territorio y del ecosistema, que ya no se sienta como una lucha aislada. Pero la gente pregunta más sobre cómo es Roma, cómo es el Papa Francisco, cómo es la estructura, cómo se siente ahí… son interrogantes no tanto de la reunión sinodal, sino de cómo funciona la estructura de la Iglesia. Por ejemplo, preguntan bastante sobre cómo se tomaron las decisiones. Eso les estamos explicando y compartiendo, además del objetivo y las decisiones y sugerencias que se dieron en el Sínodo. Pero preguntan detalles particulares. Eso sí, la gente está consciente de que la Iglesia es una aliada para la defensa de la Amazonía.
Beatriz García: ¿En qué luchas está actualmente el pueblo Kichwa del Sarayaku? ¿Se entrelazan con las acciones post-sinodales también?
Patricia Gualinga: Bueno, nosotros como Sarayacu seguimos con temas de demandas desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, ahora están con la demanda ante la Corte Constitucional del Ecuador sobre el incumplimiento de la sentencia del Caso Sarayaku y la propuesta de la selva viviente que se está difundiendo. Son los temas que ahora el Sínodo viene a reforzar, como una estrategia de apoyo a la lucha de los pueblos indígenas. Se continúa con una agenda que ya existía pero ahora con el apoyo de la institucionalidad de la Iglesia.
Beatriz García: ¿En qué situación están las esas reivindicaciones?
Patricia Gualinga: En el Caso de Sarayaku creo que se logró respeto y una inspiración hacia otros pueblos indígenas que han empezado a luchar y han tenido éxitos. Se han ganado otras sentencias a nivel más local, pero Sarayaku está exigiendo que se cumpla la totalidad de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos porque hay puntos muy importantes, trascendentales, que no se han cumplido. Uno de ellos es la consulta previa e informada de los pueblos cuando se trata de megaproyectos extractivos que afectan a los territorios indígenas. Este es un punto que la Corte estableció muy claramente dentro del fallo de Costa Rica y en el Caso Sarayaku. El otro tema importante es la extracción de tonelada y media de explosivos que están aún enterrados en territorio de Sarayaku. El Estado ecuatoriano todavía no ha cumplido estos dos puntos que, para nosotros,s son vitales, aparte del de no concesionar bloques petroleros en territorios indígenas. Ya han pasado siete años desde la sentencia del 2012, por eso Sarayaku ahora ha interpuesto una demanda en la Corte Constitucional que tiene 45 días para pronunciarse, a la par que el Estado tiene ese tiempo para responder a esta demanda.
Beatriz García: ¿Las sentencias favorables han traído cambios?
Patricia Gualinga: Definitivamente el Caso Sarayaku logró que los pueblos indígenas se pongan en pie y sepan que pueden exigir derechos, cuestionar cuando hay concesiones sin consultas también. Para mí eso es muy importante porque es un precedente jurídico que apoya a otros pueblos indígenas del continente. Además, es un símbolo de resistencia. A nivel local se ha avanzado muchísimo y, a pesar de que los Gobiernos no quieren cumplir, se ve que los pueblos indígenas no se van a quedar quietos, que van a seguir exigiendo hasta lo último. No ha cambiado el tema de generar nuevas concesiones, ni los procedimientos… pero sí ha cambiado que los pueblos indígenas ya no quieren dejar que se violenten sus derechos y continúan con acciones, haciendo incidencia dentro del territorio y ganando juicios.
Beatriz García: En el Sínodo, en su primera intervención donde les daban cuatro minutos para hablar, usted escogió un tema muy polémico: las inversiones de la propia Iglesia Católica. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué reacciones espera ahora a ese pedido público que realizó en el Vaticano?
Patricia Gualinga: Escogí el tema de la desinversión de las instituciones de la Iglesia Católica, incluyendo al Banco Vaticano, porque creo que es una cosa vital. Si estamos hablando de la conservación del Amazonas y del cuidado de la Casa Común debemos ser coherentes con lo que hacemos y decimos. Hasta entonces ese punto no lo habían tocado los hermanos indígenas y yo lo hice porque creo que es vital ya que la Iglesia sí tiene inversiones, y debe dar el ejemplo. Esas inversiones, y tal vez ellos lo sepan, pueden estar afectando los territorios indígenas afectando derechos. A mí me parece que, si lo vemos desde el dogma y la fe de la Iglesia, sería un pecado sumamente grave. La Iglesia debe tener coherencia y esas reflexiones me permitieron hablar sobre el tema. Si el extractivismo está destruyendo la Creación y violentando los derechos de los pueblos, y la Iglesia tiene inversiones en ello, habrá que actuar de forma radical. En ese momento se quedaron callados pero luego vi con mucho gusto que esto se incluía dentro del documento del Sínodo. Además, antes de volverme entregué al Papa Francisco una carta firmada por mi persona y por Gregorio Díaz Mirabal, coordinador de la COICA, pidiendo formalmente la desinversión del Banco del Vaticano en combustibles fósiles. Creo que es algo trascendental, todos estamos preocupados.
Conversación con el Papa en el Sínodo de la Amazonía © Vatican Media
Beatriz García: ¿Será el mundo occidental capaz de frenar toda la vorágine consumista que tanto se cuestiona?
Patricia Gualinga: Tiene que ser capaz. No estamos en un punto de discutir si seremos capaces o no, estamos en el punto de decir tenemos que hacerlo ya, independientemente de toda la situación que estamos viviendo porque no tenemos otra alternativa. O ponemos orden en las cosas que están ocurriendo o no tenemos la posibilidad de seguir habitando en este planeta, de seguir subsistiendo. Sería una bomba de tiempo en nuestro hogar. La sociedad occidental debe tomar decisiones radicales, que puede ser que duelan y les cueste un poco su comodidad, pero no se puede esperar. Estamos en un punto crítico y ya no se puede pensar en “habrá que hacer”, sino en “lo hacemos”. La sociedad debe empezar a asumir las cosas ya.
Beatriz García: Los jóvenes están tomando la palabra, liderando iniciativas en defensa de la tierra. No sólo hablamos de Greta, sino que aquí en Latinoamérica también hay otros líderes, incluida una de sus sobrinas. ¿Cómo lo valora?
Patricia Gualinga: Lo veo con muchísima esperanza. A diferencia de mí, que era muy tímida a su edad, ellos se han lanzado con fuerza para defender y para pronunciarse. Yo con 17 años era muy tímida y tardó tiempo en salir la Patricia que hoy soy. Sin embargo mi sobrina ahora se enfrenta a los medios, reflexiona, pregunta, se deja asesorar y apoyar en lo que tiene dudas… les veo con mucha fuerza, al igual que a otros jóvenes. Eso me da esperanzas de que tal vez nosotros dejemos un poco el camino, pero estos jóvenes tendrán que actuar con mucha más severidad y nosotros, los adultos, tenemos que estar apoyándoles. No debemos disminuir su proceso de defender los ecosistemas. Debemos estar orgullosos de que ellos estén dispuestos a luchar mucho más fuerte que todos nosotros.
Beatriz García: Y, curiosamente, la mayoría de esos jóvenes líderes son mujeres…
Patricia Gualinga: Es que las mujeres tenemos mayor sensibilidad, estamos atentas a todo. De alguna manera, si nos han dado espacios estamos dispuestas a asumirlos con fuerza. Muy a pesar de que nos digan el sexo débil, tenemos mucha capacidad de afrontar las cosas a pesar de haber pasado por mucho dolor. He conocido mujeres que han sufrido muchísimo, pero que vuelven a resurgir con una fuerza impresionante. Esas son las mujeres que están tratando de generar los cambios, y curiosamente estas jovencitas también son mayoritariamente mujeres aunque también hay algunos jóvenes valientes. Creo que ahora muchas más mujeres van a empezar a cuestionar, a dar la vuelta a las cosas. Lo que siempre digo: descubramos la fuerza femenina, pues muchas veces la tenemos perdida o confundida en un mundo donde el patriarcado nos disminuyó.
Beatriz García: ¿Qué significa para usted la idea de ‘Amazonizar el mundo’?
Patricia Gualinga: Para mí es transmitir el amor que se tiene hacia la naturaleza y el cuidado de los ecosistemas. Es transmitir que la gente que antes consideraban un mito, que no existía, ahora está dando lecciones de cómo cuidar y conservar la Amazonía. Y ese desconocimiento que tenía la sociedad occidental está siendo compartido desde el mundo amazónico sobre la relación y el cuidado de la naturaleza. Es algo así como que los olvidados empiecen a enseñar a los que creían que lo sabían todo. Tendrán que volver a reaprender mientras la Amazonía les enseña.
Beatriz García: En esa idea entra el diálogo, el aprendizaje mutuo y, dentro de él, establecer lazos. Y ahí se plantea también cómo relacionar las cosmovisiones amazónicas y la religiosidad católica. ¿Cómo realiza esa relación desde su propia cosmovisión?
Patricia Gualinga: Creo que nadie somos dueños de Dios. Dios ha tenido sus distintas formas de expresión dentro del planeta y, lo que hemos hecho, es tratar de adueñarnos para un solo grupo. Y eso no está bien. Por eso todos tenemos que abrir la mente para no ser dueños de la absoluta verdad y, la que más debe abrirla, es la estructura de la Iglesia Católica. Creo que el Papa Francisco sí tiene la mente demasiado abierta, pero hay quienes no. En ese contexto pienso que, viendo que hay distintas cosmovisiones, siempre habrá en cada una de ellas la huella de Dios, la huella de la Creación, la huella de lo infinito. Muy a pesar de las diferencias, cuando he empezado a ver en otros países y continentes, encontramos similitudes muy fuertes. Sí, con distintos nombres, distintas expresiones… pero, para mí, todo está relacionado y conectado. Todo tiene un solo Dios. Sé que muchos me podrán cuestionar, pero creo que en eso debemos tener la mente muy abierta, así como en las expresiones diversas. Creo que la Biblia es un libro que lo tiene bastante claro, sólo que no se le interpreta de esta manera. Es hora de abrir la mente y tratar de entender los porqués de las cosas. Llegará el momento en que vamos a reconocer en los otros el poder de Dios y la fuerza de la Creación. Para mí, todo el que hace el bien, que lucha por los derechos humanos, que respeta la Creación… así sea en una cosmovisión distinta, ellos son los que están identificados con Dios.
Beatriz García: ¿Un mensaje final para las sociedades occidentales o de nuestras propias ciudades latinoamericanas?
Patricia Gualinga: Que muchas veces pensamos que estamos lejos y en realidades completamente diferentes y, en parte, parece cierto. Sin embargo estamos completamente conectados. Ya se está publicando que el humo de Australia está llegando a Chile y Argentina. Por eso cualquier cosa que se destruye va a afectar directamente a todos. Es tiempo de luchar desde nuestros distintos lados. No es tiempo de ver los límites raciales, culturales o sociales. Ricos y pobres, todos compartimos un mismo planeta y es hora de luchar juntos por esta casa que es la Creación. Quitemos nuestras vendas y nuestros prejuicios para luchar desde diferentes lados. Si la Unión Europea está comprando cosas que violentan el territorio brasileño denuncien y cambien. Hay muchísimas formas de luchar y el mundo necesita la unidad frente la injusticia. No es tiempo de impasividad, sino de actuación urgente.
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]]>El líder de la red mundial católica ha conversado en exclusiva con zenit sobre cómo surgió el Movimiento Católico Mundial por el Clima, qué se propone y a quien va dirigido, ha reflexionado sobre los trabajos realizados en esta Cumbre Climática, especialmente sobre el Acuerdo de París, y ha enumerado algunas iniciativas para participar en la campaña de desinversión a la industria petrolera y financiera, en busca de una mejora en la reducción de gases y protección del medio ambiente.
En el encuentro sobre cambio climático y cuidado de la casa común, celebrado este jueves, 5 de diciembre, Tomás Insúa ha participado en la mesa redonda titulada Inversiones éticas y cambio climático, junto con Carmen Valor, profesora agregada de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Pontificia comillas ICADE.
Campaña de desinversión
En el debate, Insúa ha indicado en qué consiste esta «campaña de desinversión», en la que ya han participado más de 1000 instituciones alrededor del mundo, entre ellas grandes fondos de pensiones y entidades. religiosas.
«Dentro del mercado financiero, muchas de nuestras instituciones católicas, que tienen recursos invertidos en el mercado financiero, sin saberlo, están tirando más nafta al fuego», ha explicado Insúa. «Sabemos que el Acuerdo de París, al establecer este objetivo de limitar la temperatura a 1.5 grados, significa necesariamente dejar de quemar combustibles fósiles: petróleo, carbón y gas. Sabemos que es una transición, pero el objetivo es muy claro».
La campaña de desinversión «es un boicot financiero a esta industria, es decir, es moralmente inaceptable que siguen explorando y sigan extrayendo nuevos combustibles fósiles. Entonces, nosotros, como instituciones con recursos financieros, debemos dejar de invertir», ha aclarado el líder argentino.
En total, 11 trillones de dólares ya han sido desinvertidos, y es una tendencia que se va acelerando. Cuando la gente empieza a entender que está «tirando nafta al fuego» sin darse cuenta, cuando entiende esa lógica y empieza a dar sus recursos a esta industria, se empiezan a dar cambios. Estamos viendo que efectivamente es de alto impacto, cuando ven que es una amenaza para el modelo de negocio, es porque está campaña de boicot está funcionando. Es un motivo de esperanza ver como se empiezan a mover las cosas».
A continuación, ofrecemos la entrevista que Tomás Insúa ha ofrecido a la agencia zenit.
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zenit: ¿Cómo nace el Movimiento Católico Mundial por el Clima?
Tomás Insúa: Nace en el 2015, poquito antes de que el Papa publique la Laudato Si’ sabiendo que se venía ya empezaron los rumores de que el Papa iba a publicar una encíclica sobre este tema, la novedad, la primera vez, una encíclica sobre este tema… Y en ese contexto surge la motivación de armar una red, digamos, que ayude a la Iglesia a poner en práctica este mensaje. Nacemos en enero de 2015, cuando el Papa llega a Manila, Filipinas, con el cardenal Tagle que es nuestro sponsor, digamos. La arquidiócesis de Manila es parte desde el día cero, y le presenta al Papa Francisco nuestra declaración fundacional y demás…
Somos una red de instituciones católicas. Somos 900 organizaciones católicas en todo el mundo trabajando juntas para poner en práctica la Laudato Si’, somos una realidad de la Iglesia.
zenit: ¿Qué objetivo persigue esta red mundial?
Tomás Insúa: Hacemos tres cosas: Todo lo que sean actividades de concienciación, educación e incluso espiritualidad. En otras palabras, ayudamos a la Iglesia a vivir la Laudato Si’, a poner en práctica la Laudato Si’, y puntualmente eso tiene tres dimensiones. La primera es esta de por un lado, dar a conocer, concientizar sobre este mensaje, e introducir al cuidado de la casa común en nuestra espiritualidad, en nuestra vida de oración. Por ejemplo, la iniciativa del “Tiempo de la Creación”, en septiembre, que el Papa Francisco está promoviendo como el tiempo en que parroquias, comunidades y demás reflexionan y rezan por la Creación, la ponen en práctica, ese tipo de piedad por un lado.
Por otro lado, el segundo objetivo es ayudar a la Iglesia a liderar con el ejemplo, a poner en práctica en nuestro estilo de vida, en nuestras instituciones desde parroquias, poniendo paneles solares… mostrando que se puede hacer el cambio hasta decir a nuestros miembros tips de sostenabilidad, digamos, la idea es ayudar a la Iglesia a implementar estas medidas. Lo tercero es todo este tema de incidencia política, que tenemos que incidir, poner presión sobre los gobiernos porque no están haciendo lo que tienen que hacer, toda la campaña de desinversión… venir a estos foros en la COP, ayudar a la Iglesia a que alce su voz en estos temas es el tercer área de trabajo.
zenit: Usted ha señalado en esta ponencia que160 instituciones católicas han desinvertido ya en la industria de combustible fósiles. ¿En qué nivel se encuentra la Iglesia en este proceso? ¿Todavía hay instituciones católicas que tienen que desinvertir?
Tomás Insúa: Falta mucho, falta muchísimo. Hay todavía muy poca conciencia dentro de la Iglesia, aun cuando tenemos una encíclica. La única encíclica que el Papa Francisco ha escrito en estos 6 años de pontificado, y sobre este tema, aun así hay muy poca conciencia de la Laudato Si’ en general y de la crisis temática en particular. Entonces sí hay pasos positivos, se están empezando a dar cambios. 160 instituciones ya lo hicieron, varias conferencias episcopales, dentro de ese grupo, ya lo han hecho, pero no es suficiente. Hay muchísimos más que todavía no han hecho nada. Yo creo que el trabajo que tenemos por delante es gigantesco y tiene que ser rápido. Ese es el desafío. Usualmente una encíclica, no es raro que la Laudato Si’ no sea conocido, y no hablamos solamente del laicado, también de la jerarquía, obispos, sacerdotes, etc.
Generalmente una encíclica toma tiempo para ser digerida, pero la diferencia con esta en particular es que no tenemos tiempo, no podemos esperar un par de décadas… a que en los seminarios lentamente empiecen a hablar de ella… tiene que ser planteado ya. Vivimos una situación de emergencia, aunque no lo percibamos como una emergencia en Europa, en Filipinas, África, etc, la gente se está muriendo literalmente, esto es una emergencia. Y no solamente esto, estamos viendo recién la puntita del iceberg, pero en las próximas décadas y años se vienen unos problemas colosales. Entonces tenemos que adoptar esta realidad, que es una urgencia inusitada y actuar en consecuencia. Falta mucho todavía. Venimos bien, pero hay que acelerar exponencialmente.
zenit: En el marco de este «movimiento de desinversión»,¿cómo pueden colaborar los católicos?
Tomás Insúa: El primer paso es sumarse, trabajar juntos y saber que tenemos un trabajo de años y décadas por delante, no lo vamos a solucionar en un mes, no lo vamos a solucionar en un año. Tenemos mucho trabajo por delante, así que ahí, en ese sentido, arrancaría con cosas muy concretas para concientizar las comunidades locales, sea en la parroquia, sea en la escuela, sea en cualquier comunidad que la audiencia participe.
Por ejemplo, el año que viene va a haber una gran celebración de la encíclica. Van a hacer 5 años. Va a haber una gran campaña, que se va llamar: la semana de Laudato Si’, del 16 al 24 de mayo. El Vaticano está promoviendo esta gran semana de Laudato Si’, para poner la atención sobre la Encíclica, que todavía es conocida, hay que hacer charlas, hay que hacer grupos de estudio… El Papa nos escribió un documento bellísimo, hay que conocerlo.
También, en cuanto a momentos del año, también está el Tiempo de la Creación, que empiezan a preparar lindos eventos para concientizar a la comunidad sobre el cuidado de la Creación, sobre como esto es un aspecto fundamental de nuestra vida cristiana, de nuestra fe cristiana.
En cuanto a la campaña de desinversión, esto es más para instituciones. Invitar a las instituciones a mirar como usan sus recursos financieros, sin darse cuenta están invirtiendo su dinero en entidades financieras que probablemente –habrá que ver caso por caso—muchas veces, sin darse cuenta, están financiando el problema.
En la página del Movimiento hay varios recursos, hay datos de contacto, yo les invito a que visiten la página del Movimiento. Podrán ver la campaña de desinversión, podrán recibir ayuda personalizada y demás.
zenit: El Papa, en su mensaje a los participantes de la COP25, ha manifestado su preocupación ante la incapacidad de responder adecuadamente a ese «fuerte sentido de urgencia», y por lo tanto, de alcanzar los objetivos establecidos en el Acuerdo de París. ¿Cómo cree que se está trabajando en esta cumbre para alcanzar estos objetivos? ¿Los líderes políticos y económicos están preparando algún tipo de declaración final o documento?
Tomás Insúa: Lo más importante, más que declaraciones y demás, necesitamos ver que cada país toma iniciativas bien concretas de acción contra el cambio climático para cumplir los objetivos del acuerdo de París. Este acuerdo estableció que tenemos que limitar la temperatura global –que está aumentando– a un máximo de 1.5 grados. Más allá de esta temperatura, la comunidad científica nos dice que será catastrófica. Entonces considerando eso, ahora lo que importante es que hace cada país para contribuir eso, cuando reducen sus emisiones. De todos los países, no hay ni uno que esté haciendo lo suficiente para lograr esos objetivos.
Países como los europeos, España y demás, están arriba de la lista como los peores, porque son los responsables históricamente. Un país como España tiene mucha más responsabilidad que un país como Perú o Mozambique porque el desarrollo económico es muchísimo más alto, el nivel de contaminación que sale de esta actividad es muchísimo más alto. Entonces los primeros que tienen que liderar con el ejemplo son los que tienen, por un lado, más responsabilidad histórica y actual en contribuir al problema, y segundo son los que tienen más recursos. A Perú le cuesta más, porque tiene menos recursos, que a España, o que a Italia.
Se están terminando de delinear los últimos detalles del Acuerdo, pero lo más importante, de nuevo, es que los países puntuales, tomen medidas y eso es algo que va a pasar principalmente el año que viene, cuando se cumplen estos 5 años del Acuerdo de París, o sea, en 2020 tienen que presentar estos nuevos planes.
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]]>Igualmente, se plantea la existencia de una oficina amazónica, integrada en el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que se relacione con este Observatorio y el resto de instituciones locales amazónicas.
El Documento final de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos sobre la Región Panamazónica sobre el tema Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral, presenta 120 puntos y está dividido en una introducción, cinco capítulos y una conclusión.
La conversión ecológica
Los capítulos responden a cinco conversiones: la conversión integral, la conversión pastoral, la conversión cultural, la conversión ecológica y la conversión sinodal. Así, efectivamente, el capítulo IV, titulado “Nuevos caminos de conversión ecológica” está centrado en la cuestión ambiental.
En concreto, el capítulo que nos atañe, comienza señalando la necesidad de una “conversión ecológica” que responda adecuadamente a la “crisis socioambiental sin precedentes” en la que vivimos: “frente a la agresión cada vez mayor a nuestro bioma amenazado por su desaparición con consecuencias tremendas para nuestro planeta, nos ponemos en camino inspirados por la propuesta de la ecología integral. Reconocemos las heridas causadas por el ser humano en nuestro territorio, queremos aprender de nuestros hermanos y hermanas de los pueblos originarios, en un diálogo de saberes, el desafío de dar nuevas respuestas buscando modelos de desarrollo justo y solidario”.
Hacia una ecología integral
La ecología integral, “conecta el ejercicio del cuidado de la naturaleza con aquél de la justicia por los más empobrecidos y desfavorecidos de la tierra, que son la opción preferida de Dios en la historia revelada”, indica el documento, añadiendo que “la depredación del territorio viene acompañada del derramamiento de sangre inocente y de la criminalización de los defensores de la Amazonía”, indica el punto 66.
Ante ello, el 70 define el compromiso con la defensa del ambiente y de los derechos humanos y articula los principales rasgos que han de caracterizar el posicionamiento de los cristianos: “a) denunciamos la violación de los derechos humanos y la destrucción extractiva; b) asumimos y apoyamos las campañas de desinversión de compañías extractivas relacionadas al daño socio-ecológico de la Amazonía, comenzando por las propias instituciones eclesiales y también en alianza con otras iglesias; c) llamamos a una transición energética radical y a la búsqueda de alternativas (…)».
Nuevos modelos de desarrollo
Por otra parte, en el punto 71, se pide a los Estados que dejen de considerar a la Amazonía “como una despensa inagotable” y los exhorta a desarrollar “políticas de inversión que tengan como condición para toda intervención, el cumplimiento de elevados estándares sociales y medio ambientales y el principio fundamental de la preservación de la Amazonía”, que sean inclusivas y cuenten con la participación de las comuniddes indígenas.
Así, junto a ellas y su concepción del “buen vivir”, el punto número 73 expresa el apoyo a proyectos que no respondan a criterios comerciales y plantea “una economía solidaria y sostenible, circular y ecológica”, añadiendo que, “en esta línea, convendría sostener y promover experiencias de cooperativas de bio-producción, de reservas forestales y de consumo sostenibles”.
Iglesia que cuida la “casa común”
Los pueblos indígenas saben cómo cuidar la Amazonía, pero necesitan, el apoyo de la Iglesia. Por ello, el párrafo 76 reconoce que “la Iglesia debe ayudar a preservar y mantener esos conocimientos y las innovaciones y prácticas de las poblaciones, respetando la soberanía de los países y sus leyes que reglamentan el acceso a los recursos genéticos y el conocimiento tradicional asociado”.
En este sentido, el siguiente punto habla de la necesidad de lograr políticas energéticas que reduzcan las emisiones de dióxido de carbono y otros gases relacionados con el cambio climático, con las “nuevas energías limpias” que ayudan a “promover la salud”.
Al mismo tiempo, se reconoce el derecho esencial al acceso al agua potable y segura porque “determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos” (LS 30).
Cuidar el territorio y las aguas
Además, el 78, destaca la opción de la Iglesia “por la defensa de la vida, de la tierra y de las culturas originarias amazónicas”, lo que implica “acompañar a los pueblos amazónicos en el registro, la sistematización y difusión de datos e informaciones sobre sus territorios y la situación jurídica de los mismos”, especialmente en el caso de las comunidades denominadas “PIACI (América hispanófona) o PIAV (América lusófona)”.
Finalmente, el número 79 incluye el deseo de “crear ministerios para el cuidado de la ‘casa común’ en la Amazonía, que tengan como función cuidar el territorio y las aguas junto con las comunidades indígenas, y un ministerio de acogida para aquellos que son desplazados de sus territorios hacia las urbes”.
Pecado ecológico
En cuanto a los nuevos caminos a seguir para lograr la conversión hacia una auténtica ecología integral, el consabido documento, dentro del punto 82, propone definir el pecado ecológico “como una acción u omisión contra Dios, contra el prójimo, la comunidad y el ambiente. Es un pecado contra las futuras generaciones y se manifiesta en actos y hábitos de contaminación y destrucción de la armonía del ambiente, transgresiones contra los principios de interdependencia y la ruptura de las redes de solidaridad entre las criaturas (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 340-344) y contra la virtud de la justicia”.
Asimismo, propone la creación de “ministerios especiales para el cuidado de la ‘casa común’ y la promoción de la ecología integral a nivel parroquial y en cada jurisdicción eclesiástica, que tengan como funciones, entre otras, el cuidado del territorio y de las aguas, así como la promoción de la encíclica Laudato si’”.
Deuda ecológica y hábitos responsables
Igualmente, para reparar la deuda ecológica de los países con la Amazonía este capítulo presenta la proposición de un fondo mundial para cubrir parte de los “presupuestos de las comunidades presentes en la Amazonía que promueven su desarollo integral y autosostenible y así también protegerlas del ansia depredadora de querer extraer sus recursos naturales por parte de las empresas nacionales y multinacionales” (número 83).
En el punto 84, por su parte, se llama a la adquisición de hábitos responsables, que valoren y respeten el Amazonas, estimulando el reuso y el reciclado, reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles y del plástico, reduciendo el consumo de carne y pescado. Al mismo tiempo que debe existir compromiso actrivo con la “siembra de árboles buscando alternativas sostenibles en agricultura, energía y movilidad que respeten los derechos de la naturaleza y el pueblo” y generar una “educación en ecología integral en todos los niveles”, así como “nuevos modelos económicos e iniciativas que promuevan una calidad de vida sostenible”.
Observatorio Socio Pastoral
Por último, el 85, describe la actividad del citado Observatorio Socio Pastoral Amazónico, que sería la de “realizar un diagnóstico del territorio y de sus conflictos socioambientales en cada Iglesia local y regional, para poder asumir una posición, tomar decisiones y defender los derechos de los más vulnerables”.
Además, “el Observatorio trabajaría en alianza con el CELAM, la CLAR, Caritas, la REPAM, los Episcopados nacionales, las Iglesias locales, las Universidades Católicas, la CIDH, otros actores no eclesiales en el continente y los representantes de los pueblos indígenas”.
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]]>VER
El próximo domingo 1 de septiembre, el Papa Francisco nos ha convocado a unirnos en una Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, asumiendo la iniciativa del Patriarca de Constantinopla Bartolomé I, e invitando a otras denominaciones religiosas a sumarse a esta inspiración.
¿Por qué estos asuntos le interesan a la Iglesia? ¿No son algo ajeno a su misión espiritual y evangelizadora? ¿Acaso a Dios le importan estas cosas? ¿Jesús abordó estas cuestiones? ¿No se está metiendo la Iglesia en políticas de los gobiernos?
Hace años, mucho antes de la Encíclica del Papa Francisco Laudato si’ (24 mayo 2015), estos asuntos climáticos ya se abordaban en mi diócesis anterior, pero parecía que lo hacíamos como ambientalistas, como aprendices de sociólogos, pues se hablaba del cuidado de la madre tierra, de la protección del medio ambiente, sin cimentarlo en fundamentos bíblicos y teológicos. Con nuestro entonces Obispo Auxiliar, Enrique Díaz, especialista en Biblia, insistimos en que debíamos abordar estos asuntos a la luz de nuestra fe. En una asamblea extraordinaria, él expuso las bases bíblicas, pues todo es obra del Creador, quien encomendó a la humanidad el cuidado de la creación, y un servidor expuse lo que ya entonces empezaba a abordar el magisterio de la Iglesia. Con estos cimientos teológicos, nos comprometimos a una pastoral de la madre tierra y del cosmos. Desde entonces, esta pastoral fue adquiriendo más y más profundidad, asumiéndola como parte de nuestra misión integral.
Cuando el Papa publicó su Encíclica, profundizamos mucho más en la convicción de que esta pastoral no es optativa en ninguna parte del mundo, sino que es obligatoria, pues está en juego la preservación de la obra de Dios, el cuidado de la casa común, la protección del medio ambiente, para la supervivencia de la humanidad.
Con todo, sigue habiendo agentes de pastoral, sacerdotes y obispos, que no le dan a esta pastoral la debida importancia, y no falta quien critique al Papa por su insistencia en que, si no asumimos nuestra responsabilidad ecológica, la degradación del medio ambiente y de la vida será cada día más catastrófica.
PENSAR
En su Encíclica Laudato si’, entre muchas otras cosas, el Papa Francisco nos dice:
“Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos. Pero estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud” (53).
“Tenemos la tentación de pensar que lo que está ocurriendo no es cierto… Parece que las cosas no fueran tan graves y que el planeta podría persistir por mucho tiempo en las actuales condiciones. Este comportamiento evasivo nos sirve para seguir con nuestros estilos de vida, de producción y de consumo. Es el modo como el ser humano se las arregla para alimentar todos los vicios autodestructivos: intentando no verlos, luchando para no reconocerlos, postergando las decisiones importantes, actuando como si nada ocurriera” (59).
“Si el solo hecho de ser humanos mueve a las personas a cuidar el ambiente del cual forman parte, los cristianos, en particular, descubren que su cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador, forman parte de su fe” (64).
“No somos Dios. La tierra nos precede y nos ha sido dada. Si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas. Es importante leer los textos bíblicos en su contexto, con una hermenéutica adecuada, y recordar que nos invitan a «labrar y cuidar» el jardín del mundo (cf. Gn 2,15). Mientras «labrar» significa cultivar, arar o trabajar, «cuidar» significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza. Cada comunidad puede tomar de la bondad de la tierra lo que necesita para su supervivencia, pero también tiene el deber de protegerla y de garantizar la continuidad de su fertilidad para las generaciones futuras. Porque, en definitiva, «la tierra es del Señor» (Sal 24,1), a él pertenece « la tierra y cuanto hay en ella» (Dt 10,14) (67).
ACTUAR
Revisemos nuestros comportamientos habituales y procuremos una conversión ecológica integral, que nos haga responsables de la toda la creación que Dios puso en nuestras manos.
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]]>En el evento, titulado «Una Iglesia con rostro amazónico», se ha trabajado en torno a los «Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral», presentó como objetivo reflexionar sobre la realidad actual del territorio y de los pueblos amazónicos y compartir y discernir el Documento de Trabajo elaborado el año pasado por las comunidades amazónicas de los 9 países que componen la región.
Celebrada del 13 al 14 de agosto de 2019, en esta reunión participaron entidades eclesiásticas, del Estado, académicas, organizaciones indígenas y campesinas del Amazonas, la comunidad afro, la ambiental y la población en general.
Camino de renovación
Durante la inauguración de la asamblea, de acuerdo a lo indicado por la CEC en una nota del 13 de agosto, Mons. Óscar Urbina, arzobispo de Villavicencio y presidente de la CEC, destacó la diversidad étnica, cultural, natural y religiosa del bioma amazónico, cuya conservación, puntualizó, “exige cambios estructurales y personales de todos los seres humanos, de los estados y de la Iglesia”.
Además, se expuso que escuchar, discernir y actuar, son los verbos propuestos para el camino de renovación eclesial con el que se espera responder a «los desafíos del anuncio del evangelio con nuevas formas, nuevos medios, más adaptado a la realidad. También, asumir los retos que representa el cuidado de la vida humana y la promoción del desarrollo integral de estas comunidades».
Ruta del encuentro
Durante un encuentro con la prensa, según informó la CEC el pasado 14 de agosto, Mons. Héctor Fabio Henao Gaviria, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social, describió los aspectos fundamentales que definieron la ruta de análisis y estudio de este encuentro previo al Sínodo de la Amazonía.
En primer lugar, se refirió a la importancia de relevar el papel que cumplen las comunidades que habitan la Amazonía: los indígenas, campesinos y la comunidad afro. Se trata de una población que, en general, ayuda a cuidar la Amazonía y a preservar su enorme biodiversidad.
Después, aludió a la necesidad de exponer los grandes temas en torno al agotamiento de la biodiversidad, tales como la deforestación, la erosión y la gran amenaza que existe sobre la selva del Amazonas, considerado el pulmón del planeta Tierra.
Por otro lado, Mons. Henao Gaviria, declaró que los participantes en esta reunión presinodal aunaron sus respectivos esfuerzos y voluntades para trabajar de forma conjunta en la conservación de la Amazonía y en la preservación de la biodiversidad.
Desafíos para la Iglesia en la Amazonía
El director del Secretariado Nacional de Pastoral Social resaltó la riqueza de la biodiversidad que Colombia ostenta con respecto a otros países de la región panamazónica. Igualmente, advirtió que este territorio está amenazado por la ingente deforestación, que devasta la sostenibilidad de la Amazonía y sobre la responsabilidad ante el legado que se dejará a las generaciones futuras.
Así, manifestó que “se requiere en la Amazonía unos planes concretos de ordenamiento territorial que sean capaces de garantizar la sostenibilidad de estos territorios (…). Se requiere asociar a las comunidades indígenas en un proyecto a largo plazo para que sean capaces de darle vida a unos planes sostenibles, que sean amigables con la ecología y el medio ambiente. Aquí también las comunidades campesinas y pobladores juegan un papel muy importante en este campo”.
Por otra parte, también apuntó a otros problemas que afectan al área amazónica, entre los que se encuentran actividades ilícitas y descontroladas como el narcotráfico, la minería desordenada, y el control territorial: “Todo esto va en contra de lo que es la ecología, vemos que la Amazonía vive un tiempo de urgencia de conservación, este es un tiempo apremiante para dar respuesta (…). Queremos decir claramente, que vivimos una urgencia ecológica, ambiental, humana y social”, expresó.
Asesinatos de líderes indígenas
Además, habló sobre las amenazas y asesinatos sufridos por líderes indígenas, que este año han supuesto unas cifras preocupantes. Ante ello, expresó la disponibilidad y cercanía que la Iglesia siempre ha tenido con dichas comunidades autóctonas, acompañándolas y proporcionándoles una asistencia humanitaria integral, y realizó un un llamamiento para que se brinden las medidas de protección especiales a estas comunidades.
“Tenemos en cierto sentido claro, el accionar de grupos armados ilegales y criminales, pero por otro lado tenemos todo un desafío de lo que significa la territorialidad, que le ha sido reconocida a las comunidades indígenas y afros, pero que hoy están siendo fuertemente amenazadas (…). El llamado al Gobierno y a la sociedad es para articular mucho más los esfuerzos y activar todas las instancias que existen y que vienen de los acuerdos de paz, para que las entidades debidamente coordinadas den una respuesta definitiva y contundente frente a esta problemática”, aclaró Mons. Henao Gaviria.
Acción de la Iglesia
El director explicó que, con el objetivo de promover el cuidado de la “casa común”, nuestro planeta, la Iglesia creó la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), que junto con campesinos, indígenas y autoridades, trabaja para resolver los problemas presentes en la Amazonía colombiana.
“Nuestro aporte es elevar la conciencia, pero también hacer seguimiento a los planes de desarrollo que se ofrecen, fiscalizar que realmente se ejecuten de forma amigable y coherente con la protección del medio ambiente. Existen proyectos de minería y otros que deben ser dialogados pasando por la consulta y escucha de los pueblos que habitan la Amazonía, con ellos se debe trabajar para poder ver las mejores maneras de efectuar el desarrollo”, especificó el sacerdote.
De acuerdo a los datos ofrecidos por el episcopado, Colombia contará con una representación de 16 obispos en el próximo Sínodo de la Amazonía. En él, los prelados presentarán un documento que constituirá la aportación de Colombia al mismo, reflejo del trabajo de una Iglesia comprometida con la conservación de la Amazonía.
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]]>The post El Salvador: III Peregrinación ‘Camino de Monseñor Romero’ appeared first on ZENIT - Espanol.
]]>La III edición de la peregrinación «Camino de Monseñor Romero» tiene lugar del 1 al 3 de agosto de 2019 y comienza con una Misa de envío en la Catedral Metropolitana, presidida por el arzobispo de San Salvador, Mons. José Luis Escobar Alas.
Según indica la Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES), el peregrinaje de este año se denomina “Semilla que germina en nuestra tierra y produce frutos de justicia, fraternidad y paz” y consta de tres objetivos: dar gracias a Dios por la canonización de San Óscar Romero; pedir para que desaparezca la violencia y se obtenga la paz en el país; y crear conciencia y fomentar el cuidado de la “casa común”, el medioambiente.
Este último objetivo conlleva el compromiso de plantar un árbol, no tirar basura y otras acciones concretas para cuidar la tierra que Dios nos ha dado.
Durante los tres días se recorrerán 157 kilómetros y los caminantes estarán acompañados de tres signos: la cruz peregrina, la imagen de san Óscar Romero y la imagen de Nuestra Señora Reina de la Paz.
La peregrinación finaliza el 3 de agosto, con la celebración de la Eucaristía en la parroquia San Óscar Arnulfo Romero en Ciudad Barrios.
En una de sus publicaciones sobre la peregrinación, la CEDES añade sobre la misma: “son muchos los motivos por los cuales queremos vivir esta experiencia de comunión, oración y sacrificio. Tres días para tener una profunda conversión personal, una experiencia de encuentro con el hermano y hermana, una ocasión para pedir con fe y confianza la intercesión de nuestro amado pastor, san Oscar Arnulfo Romero”.
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