fraternidad Archives - ZENIT - Espanol https://es.zenit.org/tag/fraternidad/ El mundo visto desde Roma Sun, 22 Nov 2020 13:00:44 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.2 https://es.zenit.org/wp-content/uploads/sites/3/2020/07/723dbd59-cropped-f2e1e53e-favicon_1.png fraternidad Archives - ZENIT - Espanol https://es.zenit.org/tag/fraternidad/ 32 32 Mensaje de los obispos de Europa: “Recuperar la esperanza y la solidaridad” https://es.zenit.org/2020/11/18/mensaje-de-los-obispos-de-europa-recuperar-la-esperanza-y-la-solidaridad/ Wed, 18 Nov 2020 15:43:26 +0000 https://es.zenit.org/?p=211360 Dirigido a instituciones y Estados miembros

The post Mensaje de los obispos de Europa: “Recuperar la esperanza y la solidaridad” appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
(zenit – 18 nov. 2020)-. Los presidentes de las Conferencias Episcopales de todos los Estados miembros de la Unión Europea (UE) dirigen este miércoles, 18 de noviembre de 2020, un mensaje de esperanza y un llamamiento a la solidaridad a las instituciones de la UE y a los Estados miembros en este doloroso e incierto momento histórico marcado por la pandemia de COVID-19.

Las Conferencias Episcopales de la UE declaran: “Nos comprometemos a construir una fraternidad universal que no deje a nadie fuera”.

Carta del Papa

A la luz de la carta del Papa Francisco sobre Europa, recientemente publicada, el mensaje “Recuperar la esperanza y la solidaridad” de los presidentes de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea aborda principalmente la lucha contra la COVID-19 y los esfuerzos comunes que todos estamos llamados a realizar para garantizar una recuperación justa, equitativa y centrada en la persona.

A través de este texto, la Iglesia Católica de la Unión Europea reafirma su pleno compromiso con la construcción de Europa. Junto con sus valores fundacionales de “solidaridad, libertad, inviolabilidad de la dignidad humana, democracia, Estado de derecho, igualdad y defensa y promoción de los derechos humanos”, el proyecto europeo “ha traído la paz y la prosperidad a nuestro continente”.

Fraternidad universal

“Como Iglesia Católica en la Unión Europea, junto con otras Iglesias hermanas y comunidades eclesiales, proclamamos y damos testimonio de esta fe y, junto con miembros de otras tradiciones religiosas y personas de buena voluntad, nos comprometemos a construir una fraternidad universal que no deje a nadie fuera”, indica el mensaje.

En este momento difícil y doloroso, la Iglesia Católica pide a todos, incluidas las instituciones de la UE y los gobiernos nacionales, que actuemos con solidaridad y esperanza, unidad y diálogo, confianza y responsabilidad.

“Salir de nosotros mismos”

“La fe”, afirman los prelados, “nos llama a salir de nosotros mismos y ver en el otro, especialmente en aquellos que sufren y están marginados, a un hermano y una hermana, y a estar dispuestos igualmente a dar nuestra vida por ellos”.

La declaración se elaboró por iniciativa de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE), a partir de una reunión convocada el 30 de septiembre de 2020 en la que se reunieron por primera vez todos los presidentes de los episcopados de la UE.

A continuación, sigue el mensaje completo ofrecido por la COMECE.

***

RECUPERAR LA ESPERANZA Y LA SOLIDARIDAD

Mensaje de los presidentes de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea a las instituciones europeas y a los Estados miembros

La Iglesia Católica en la Unión Europea, representada por los presidentes de las Conferencias Episcopales de los Estados miembros, desea dirigir un mensaje de esperanza y un llamamiento a la solidaridad a las instituciones europeas y a los Estados miembros en esta crisis que nos ha sobrecogido. Un mensaje en el que reafirmamos nuestro compromiso con la construcción de una Europa que ha traído la paz y la prosperidad a nuestro continente, y con sus valores fundacionales de solidaridad, libertad, inviolabilidad de la dignidad humana, democracia, Estado de derecho, igualdad y defensa y promoción de los derechos humanos. Los Padres Fundadores de la Unión Europea estaban convencidos de que Europa se forjaría en la crisis. Con nuestra fe cristiana en el Cristo Resucitado tenemos la esperanza de que Dios puede convertir todo lo que sucede en algo bueno, incluso aquellas cosas que no comprendemos y que parecerían malas. Esta fe es el fundamento último de nuestra esperanza y de nuestra fraternidad universal. Como Iglesia Católica en la Unión Europea, junto con otras Iglesias hermanas y comunidades eclesiales, proclamamos y damos testimonio de esta fe y, junto con miembros de otras tradiciones religiosas y personas de buena voluntad, nos comprometemos a construir una fraternidad universal que no deje a nadie fuera. La fe nos llama a salir de nosotros mismos y ver en el otro, especialmente en aquellos que sufren y están marginados, a un hermano y una hermana, y a estar dispuestos igualmente a dar nuestra vida por ellos.

La pandemia que nos ha azotado en estos últimos meses ha sacudido muchas de nuestras seguridades anteriores y ha revelado nuestra vulnerabilidad y nuestra interconexión. Los ancianos y los pobres de todo el mundo han sufrido lo peor. A esta crisis que nos sorprendió y nos pilló desprevenidos, los países europeos respondieron al inicio con miedo, cerrando las fronteras nacionales y exteriores, algunos incluso negándose a compartir entre sí los muy necesarios suministros médicos. A muchos nos preocupaba que la propia Unión Europea, como proyecto económico, político, social y cultural, estuviera en peligro. Nos percatamos entonces, como dijo el Papa Francisco, que estamos en el mismo barco y que sólo podemos salvarnos a nosotros mismos si permanecemos juntos. Con una renovada determinación, la Unión Europea comenzó a responder de forma conjunta a esta dramática situación. Demostró su capacidad para redescubrir el espíritu de los Padres Fundadores. Es de esperar que el Plan de recuperación del COVID-19 y el Plan reforzado del presupuesto de la UE para el periodo 2021-2027, que se han acordado en la reunión del Consejo Europeo de julio y que actualmente se negocian entre el Consejo y el Parlamento Europeo, reflejen ese espíritu.

El futuro de la Unión Europea no depende únicamente de la economía y las finanzas, sino también del desarrollo de un espíritu común y una nueva mentalidad. Esta crisis es una oportunidad espiritual para la conversión. No debemos limitarnos a dedicar todos nuestros esfuerzos a volver a la «vieja normalidad», sino que debemos aprovechar esta crisis para lograr un cambio radical para mejorar. Ello obliga a replantear y reestructurar el actual modelo de globalización garantizando el respeto al medio ambiente, la apertura a la vida, la importancia de la familia, la igualdad social, la dignidad de los trabajadores y los derechos de las generaciones futuras. El Papa Francisco, con su Encíclica Laudato Si’, ha proporcionado una brújula para conformar una nueva civilización. En su nueva Encíclica Fratelli Tutti, firmada hace unas semanas sobre la tumba de San Francisco de Asís, llama a toda la humanidad a la fraternidad universal y a la amistad social, sin olvidar a los marginados, a los heridos y a los que sufren. Los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, como la dignidad humana y la solidaridad, así como la opción preferencial por los pobres y la sostenibilidad, pueden ser los principios rectores para construir un modelo diferente de economía y sociedad tras la pandemia.

La solidaridad es un principio fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia y es el núcleo del proceso de integración europea. Más allá de las transferencias internas de recursos de acuerdo con las políticas de cohesión, la solidaridad debe entenderse en términos de «actuar juntos» y de «estar abiertos para integrar a todos», especialmente a los marginados. En este contexto, cabe mencionar que la vacuna COVID-19, cuando esté disponible, debe ser accesible a todos, especialmente a los pobres. Robert Schuman señaló que las naciones, lejos de ser autosuficientes, deben apoyarse mutuamente, y que la solidaridad supone la convicción de que el interés real de cada nación es reconocer y aceptar en la práctica la interdependencia de todos. Para Schuman, una Europa unida prefigura la solidaridad universal de todo el mundo sin distinciones ni exclusiones. Por ello, la Declaración de Schuman señaló la responsabilidad especial de Europa con respecto al desarrollo de África. En la misma línea, pedimos ahora el incremento de la ayuda humanitaria y la cooperación para el desarrollo, y la reorientación de los gastos militares hacia los servicios sanitarios y sociales.

La solidaridad europea debe extenderse urgentemente a los refugiados que viven en condiciones inhumanas en los campos y están seriamente amenazados por el virus. La solidaridad hacia los refugiados no sólo significa la financiación, sino también la apertura proporcional de las fronteras de la Unión Europea, por parte de cada Estado miembro. El Pacto sobre la Migración y el Asilo presentado por la Comisión Europea puede considerarse como un paso hacia el establecimiento de una política europea común y justa en materia de migración y asilo, que debe evaluarse cuidadosamente. La Iglesia ya se ha pronunciado sobre la acogida, distinguiendo entre los distintos tipos de migración (regular o irregular), entre los que huyen de la guerra y la persecución y los que emigran por motivos económicos o ambientales, y la necesidad de tener en cuenta las cuestiones de seguridad. Sin embargo, pensamos que hay ciertos principios, valores y obligaciones jurídicas internacionales que siempre deben ser respetados, independientemente de las condiciones de las personas involucradas, principios de actuación y valores que son la base de la identidad de Europa y tienen su origen en sus raíces cristianas. También recomendamos que se faciliten vías seguras y legales para los migrantes, y corredores humanitarios para los refugiados, mediante los cuales puedan venir a Europa con seguridad y ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados. En este sentido, es conveniente colaborar con las instituciones eclesiásticas y las asociaciones privadas que ya trabajan en este campo. Europa no puede ni debe dar la espalda a las personas que proceden de zonas de guerra o de lugares donde son discriminadas o no pueden gozar de una vida digna.

Un elemento crucial para la Iglesia en muchos Estados miembros durante la pandemia es el respeto de la libertad de religión de los creyentes, en particular la libertad de reunirse para ejercer su libertad de culto, respetando plenamente los requisitos sanitarios. Esto es aún más evidente si consideramos que las obras de caridad nacen y también se arraigan en una fe vivida. Declaramos nuestra buena voluntad de mantener el diálogo entre los Estados y las autoridades eclesiásticas para encontrar la mejor manera de conciliar el respeto de las medidas necesarias y la libertad de religión y de culto.

A menudo se ha dicho que el mundo será diferente después de esta crisis. Pero depende de nosotros que sea mejor o peor, si salimos de esta crisis fortalecidos en la solidaridad o no. Durante estos meses de pandemia, hemos sido testigos de muchos signos que nos han despertado la esperanza, desde el trabajo del personal sanitario y el de quienes cuidan de los ancianos, hasta los gestos de compasión y creatividad de las parroquias y comunidades eclesiales. Muchos, en estos meses difíciles, han tenido que hacer considerables sacrificios, renunciando al reencuentro con sus seres queridos y estando cerca de ellos en momentos de soledad y sufrimiento, y a veces, incluso, de su fallecimiento. En su mensaje Urbi et Orbi del Domingo de Pascua, el Papa Francisco se dirigió en particular a Europa, recordando que «después de la Segunda Guerra Mundial este continente pudo resurgir y superar las rivalidades del pasado, gracias a un proyecto concreto de solidaridad». Para el Papa es más urgente que nunca «que esas rivalidades no recobren fuerza, sino que todos se reconozcan parte de una única familia y se sostengan mutuamente. Hoy, la Unión Europea se encuentra frente a un desafío histórico, del que dependerá no sólo su futuro, sino el del mundo entero».

Aseguramos a todos los que lideran y trabajan en las instituciones europeas y en los Estados miembros, que la Iglesia permanece a su lado en el esfuerzo común de construir un futuro mejor para nuestro continente y el mundo. Todas las iniciativas que promuevan los auténticos valores de Europa serán apoyadas por nosotros. Confiamos en que de esta crisis podamos salir más fuertes, más sabios, más unidos y más solidarios, cuidando más del hogar común y siendo un continente que impulse al mundo entero hacia una mayor fraternidad, justicia, paz e igualdad. Ofrecemos nuestras oraciones por todos y les bendecimos de todo corazón. ¡Que el Señor nos acompañe en nuestro peregrinaje hacia un mundo mejor!

 

S.Em. Gualtiero Cardenal Bassetti, Arzobispo de Perugia-Città della Pieve, Italia

S.E. Mons. Georg Bätzing, Obispo de Limburgo, Alemania

S.Em. Jozef Cardenal De Kesel, Arzobispo de Malinas-Bruselas, Bélgica

S.E. Mons. Éric Marie de Moulins d’Amieu de Beaufort, Arzobispo de Reims, Francia

S.E. Mons. Stanisław Gądecki, Arzobispo de Poznań, Polonia

S.E. Mons. Jan Graubner, Arzobispo de Olomouc, República Checa

S.E. Mons. Gintaras Linas Grušas, Arzobispo de Vilna, Lituania

S.Em. Jean-Claude Cardenal Hollerich, S.J., Arzobispo de Luxemburgo, Presidente de la COMECE

S.E. Mons. Philippe Jourdan, Administrador Apostólico, Estonia

S.E. Mons. Czeslaw Kozon, Obispo de Copenhague, Dinamarca, Conferencia Episcopal Nórdica

S.E. Mons. Dr. Franz Lackner, O.F.M., Arzobispo de Salzburgo, Austria

S.E. Mons. Eamon Martin, Arzobispo de Armagh, Irlanda

S.Em. Juan José Cardenal Omella y Omella, Arzobispo de Barcelona, España

S.E. Mons. José Ornelas Carvalho, S.C.I., Obispo de Setúbal, Portugal

S.E. Mons. Aurel Percă, Arzobispo de Bucarest, Rumanía

S.E. Mons. Christo Proykov, Obispo Eparca de San Juan XXIII de Sofía, Bulgaria

S.E. Mons. Zelimir Puljić, Arzobispo de Zadar (Zara), Croacia

S.E. Mons. Sevastianos Rossolatos, Arzobispo de Atenas, Grecia

S.E. Mons. Charles Jude Scicluna, Arzobispo de Malta

S.E. Mons. Youssef Antoine Soueif, Arzobispo de Trípoli del Líbano (Maronita), Chipre

S.E. Mons. Viktors Stulpins, Obispo de Liepāja, Letonia

S.E. Mons. Johannes H. J. van den Hende, Obispo de Róterdam, Países Bajos

S.E. Mons. András Veres, Obispo de Győr (Raab), Hungría

S.E. Mons. Stanislav Zore, O.F.M., Arzobispo de Ljubljana, Eslovenia

S.E. Mons. Stanislav Zvolenský, Arzobispo de Bratislava, Eslovaquia

The post Mensaje de los obispos de Europa: “Recuperar la esperanza y la solidaridad” appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
Papa Francisco a Europa: “¡Sé tú misma!” https://es.zenit.org/2020/10/27/papa-francisco-a-europa-se-tu-misma-vuelve-a-encontrar-tus-ideales/ Tue, 27 Oct 2020 13:09:02 +0000 https://es.zenit.org/?p=209016 Carta al cardenal Pietro Parolin

The post Papa Francisco a Europa: “¡Sé tú misma!” appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
(zenit – 28 oct. 2020)-. El Papa Francisco exhorta a Europa: “¡Vuelve a encontrarte! Vuelve a descubrir tus ideales, que tienen raíces profundas. ¡Sé tú misma! No tengas miedo de tu historia milenaria, que es una ventana abierta al futuro más que al pasado”.

Estas palabras están incluidas en la carta que el Santo Padre firmó en el Vaticano, el pasado 22 de octubre de 2020, memoria de san Juan Pablo II, dirigida al cardenal secretario de Estado Pietro Parolin con ocasión del 40º aniversario de la Comisión de los Episcopados de la Unión Europea (COMECE), el 50º aniversario de las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la Unión Europea y el 50º aniversario de la presencia de la Santa Sede como Observador Permanente ante el Consejo de Europa.

En coincidencia con estos aniversarios, se había programado, del 28 al 30 de octubre de 2020, una visita del cardenal Parolin a Bruselas, cancelada a causa del empeoramiento de la emergencia sanitaria por la COVID-19.

No obstante, al principio del texto se indica que prevé “que las reuniones con las autoridades de la Unión Europea y los miembros de la COMECE puedan efectuarse en video-conexión”.

Colaboración entre Europa y la Santa Sede

Francisco comienza su carta señalando que hace cincuenta años se concretó la colaboración entre la Santa Sede y las Instituciones europeas surgidas después de la Segunda Guerra Mundial, mediante el establecimiento de las relaciones diplomáticas con las entonces llamadas Comunidades Europeas y la presencia de la Santa Sede como observador ante el Consejo de Europa.

En 1980, recuerda el Papa, se creó la Comisión de los Episcopados de las Comunidades Europeas (COMECE), en la que participan con un delegado propio todas las Conferencias Episcopales de los Estados Miembros de la Unión Europea, con el objetivo de favorecer “una colaboración más estrecha entre dichos Episcopados, en orden a las cuestiones pastorales relacionadas con el desarrollo de las competencias y de las actividades de la Unión”.

Asimismo, este año se celebró el 70º aniversario de la Declaración Schuman, “un acontecimiento de gran importancia que ha inspirado el largo camino de integración del continente, haciendo posible que se superen las hostilidades producidas a causa de los dos conflictos mundiales”.

El futuro de Europa

Después, el Pontífice comparte algunas reflexiones sobre el futuro del continente, “que me es particularmente querido, no solo por los orígenes familiares, sino también por el rol central que este ha tenido y pienso que todavía debe tener —si bien con tonos diversos— en la historia de la humanidad”.

Este rol de Europa “se vuelve todavía más relevante en el contexto de pandemia que estamos atravesando”, pues, de hecho, “el proyecto europeo surge como voluntad de poner fin a las divisiones del pasado” y  “nace de la conciencia de que juntos y unidos somos más fuertes, que ‘la unidad es superior al conflicto’ y que la solidaridad puede ser ‘un modo de hacer la historia, un ámbito viviente donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida’”.

En este sentido, el Obispo de Roma sostiene que el tiempo actual “da muestras de estar volviendo atrás” y en el que prevalece “la idea de ir cada uno por su cuenta”. La pandemia “constituye como una línea divisoria que obliga a hacer una elección: o se sigue el camino tomado en el último decenio, alentado por la tentación de la autonomía, enfrentando crecientes incomprensiones, contraposiciones y conflictos; o bien se redescubre ese camino de la fraternidad” que inspiró y animó a los padres fundadores de la Europa moderna.

Camino de fraternidad

Para el Papa Francisco, en las noticias europeas de los últimos meses, la pandemia puso en evidencia todo esto: “la tentación de ir cada uno por su cuenta, buscando soluciones unilaterales a un problema que trasciende los límites de los Estados, pero también, gracias al gran espíritu de mediación que caracteriza a las Instituciones europeas, el deseo de recorrer con convicción el camino de la fraternidad que es además camino de la solidaridad, poniendo en marcha la creatividad y nuevas iniciativas”.

Frente a ello, subraya que es “necesario consolidar las medidas adoptadas para evitar que los empujes centrífugos recobren fuerza” y remite a la actualidad de las palabras que san Juan Pablo II pronunció en el Acto europeo en Santiago de Compostela: Europa, “vuelve a encontrarte. Sé tú misma”.

“En este momento, quisiera decirle a Europa: Tú, que has sido una fragua de ideales durante siglos y ahora parece que pierdes tu impulso, no te detengas a mirar tu pasado como un álbum de recuerdos”, afirma Francisco en este sentido.

“No tengas miedo”

“Europa, ¡vuelve a encontrarte! Vuelve a descubrir tus ideales, que tienen raíces profundas. ¡Sé tú misma! No tengas miedo de tu historia milenaria, que es una ventana abierta al futuro más que al pasado”, pide el Santo Padre.

“No tengas miedo de tu anhelo de verdad, que desde la antigua Grecia abrazó la tierra, sacando a la luz los interrogantes más profundos de todo ser humano; de tu sed de justicia, que se desarrolló con el derecho romano y, con el paso del tiempo, se convirtió en respeto por todo ser humano y por sus derechos; de tu deseo de eternidad, enriquecido por el encuentro con la tradición judeo-cristiana, que se refleja en tu patrimonio de fe, de arte y de cultura”, añade.

Hoy, “mientras en Europa tantos se interrogan con desconfianza sobre su futuro, muchos otros la miran con esperanza, convencidos de que todavía tiene algo que ofrecer al mundo y a la humanidad”, se lee en la carta.

Los sueños de Francisco

El Sucesor de Pedro comparte también sus sueños: “Una Europa amiga de la persona y de las personas. Una tierra donde sea respetada la dignidad de todos, donde la persona sea un valor en sí y no el objeto de un cálculo económico o una mercancía”.

Una tierra, prosigue “que cuide la vida en todas sus etapas, desde que surge invisible en el seno materno hasta su fin natural, porque ningún ser humano es dueño de la vida, sea propia o ajena. Una tierra que favorezca el trabajo como medio privilegiado para el crecimiento personal y para la edificación del bien común, creando fuentes de empleo especialmente para los más jóvenes”.

Además, sueña una Europa “que sea una familia y una comunidad. Un lugar que sepa valorar las peculiaridades de todas las personas y los pueblos, sin olvidar que estos están unidos por responsabilidades comunes”. Ser familia significa “vivir la unidad teniendo en cuenta la diversidad, a partir de la diferencia fundamental entre hombre y mujer”.

Comunidad solidaria

El Papa también anhela una Europa “solidaria y generosa”. Un lugar “acogedor y hospitalario, donde la caridad —que es la mayor virtud cristiana— venza toda forma de indiferencia y egoísmo”. Y habla de una “solidaridad inteligente” que “no se limite solamente a asistir las necesidades fundamentales en casos puntuales”.

La solidaridad “se nutre de gratuidad y engendra gratitud”. Y la gratitud “nos lleva a mirar al otro con amor; pero cuando nos olvidamos de agradecer por los beneficios recibidos, somos más propensos a cerrarnos en nosotros mismos y a vivir con miedo a todo lo que nos rodea y es diferente a nosotros”, prosigue.

Esto, apunta, “lo vemos en los numerosos temores que atraviesan nuestras sociedades actuales, entre los que no puedo callar el recelo respecto a los migrantes”. Solo una Europa que sea “comunidad solidaria puede hacer frente a este desafío de forma provechosa, mientras que las soluciones parciales ya han demostrado su insuficiencia”.

Una Europa “sanamente laica”

Finalmente, el Pontífice sueña con una Europa “sanamente laica, donde Dios y el César sean distintos, pero no contrapuestos”. Una tierra “abierta a la trascendencia, donde el que es creyente sea libre de profesar públicamente la fe y de proponer el propio punto de vista en la sociedad”.

Los cristianos, advierte, “tienen hoy una gran responsabilidad: como la levadura en la masa, están llamados a despertar la conciencia de Europa, para animar procesos que generen nuevos dinamismos en la sociedad”, motivo por el que los exhorta “a comprometerse con valentía y determinación a ofrecer su colaboración en cada ámbito donde viven y trabajan”.

A continuación, sigue la carta completa de Francisco.

***

Carta del Santo Padre

Publicamos a continuación la carta que el Santo Padre ha dirigido al Emmo. Secretario de Estado con ocasión del 40º aniversario de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE), el 50º aniversario de las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la Unión Europea y el 50º aniversario de la presencia de la Santa Sede como Observador Permanente ante el Consejo de Europa.

En coincidencia con estos aniversarios, estaba programada, del 28 al 30 de octubre, una visita del cardenal Parolin a Bruselas, que ha sido cancelada debido al empeoramiento de la emergencia sanitaria. Se prevé que las reuniones con las autoridades de la Unión Europea y los miembros de la COMECE puedan efectuarse en video-conexión.

 

Al Venerado Hermano

Señor Cardenal PIETRO PAROLIN

Secretario de Estado

 

En este año, la Santa Sede y la Iglesia en Europa celebran algunos acontecimientos significativos. Hace cincuenta años se concretó la colaboración entre la Santa Sede y las Instituciones europeas surgidas después de la segunda guerra mundial, mediante el establecimiento de las relaciones diplomáticas con las entonces Comunidades Europeas y la presencia de la Santa Sede como Observador ante el Consejo de Europa. Después, en 1980, se creó la Comisión de los Episcopados de las Comunidades Europeas (COMECE), en la que participan con un delegado propio todas las Conferencias Episcopales de los Estados Miembros de la Unión Europea, con el objetivo de favorecer “una colaboración más estrecha entre dichos Episcopados, en orden a las cuestiones pastorales relacionadas con el desarrollo de las competencias y de las actividades de la Unión”.[1] Además, este año se celebró el 70.º aniversario de la Declaración Schuman, un acontecimiento de gran importancia que ha inspirado el largo camino de integración del continente, haciendo posible que se superen las hostilidades producidas a causa de los dos conflictos mundiales.

A la luz de estos acontecimientos, usted tiene previsto próximamente visitas significativas a las Autoridades de la Unión Europea, a la Asamblea Plenaria de la COMECE y a las Autoridades del Consejo de Europa, por lo que considero oportuno compartirle algunas reflexiones sobre el futuro de este continente, que me es particularmente querido, no sólo por los orígenes familiares, sino también por el rol central que este ha tenido y pienso que todavía debe tener —si bien con tonos diversos— en la historia de la humanidad.

Ese rol se vuelve todavía más relevante en el contexto de pandemia que estamos atravesando. De hecho, el proyecto europeo surge como voluntad de poner fin a las divisiones del pasado. Nace de la conciencia de que juntos y unidos somos más fuertes, que “la unidad es superior al conflicto”[2] y que la solidaridad puede ser “un modo de hacer la historia, un ámbito viviente donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida”.[3] En nuestro tiempo, que “da muestras de estar volviendo atrás”,[4] en el que prevalece la idea de ir cada uno por su cuenta, la pandemia constituye como una línea divisoria que obliga a hacer una elección: o se sigue el camino tomado en el último decenio, alentado por la tentación de la autonomía, enfrentando crecientes incomprensiones, contraposiciones y conflictos; o bien se redescubre ese camino de la fraternidad, que sin duda fue el que inspiró y animó a los Padres fundadores de la Europa moderna, a partir justamente de Robert Schuman.

En las noticias europeas de los últimos meses, la pandemia puso en evidencia todo esto: la tentación de ir cada uno por su cuenta, buscando soluciones unilaterales a un problema que trasciende los límites de los Estados, pero también, gracias al gran espíritu de mediación que caracteriza a las Instituciones europeas, el deseo de recorrer con convicción el camino de la fraternidad que es además camino de la solidaridad, poniendo en marcha la creatividad y nuevas iniciativas.

Sin embargo, es necesario consolidar las medidas adoptadas para evitar que los empujes centrífugos recobren fuerza. Resuenan hoy con gran actualidad las palabras que san Juan Pablo II pronunció en el Acto europeo en Santiago de Compostela: Europa, “vuelve a encontrarte. Sé tú misma”.[5] En un tiempo de cambios repentinos se corre el riesgo de perder la propia identidad, especialmente cuando desaparecen los valores compartidos sobre los que se funda la sociedad.

En este momento, quisiera decirle a Europa: Tú, que has sido una fragua de ideales durante siglos y ahora parece que pierdes tu impulso, no te detengas a mirar tu pasado como un álbum de recuerdos. Con el tiempo, aun las memorias más hermosas se desvanecen y acaban siendo olvidadas. Tarde o temprano nos damos cuenta de que los contornos del propio rostro se esfuman, nos encontramos cansados y agobiados de vivir el tiempo presente, y con poca esperanza de mirar al futuro. Sin una noble motivación nos descubrimos frágiles y divididos, y más inclinados a lamentarnos y a dejarnos atraer por quien hace de las quejas y de la división un estilo de vida personal, social y político.

Europa, ¡vuelve a encontrarte! Vuelve a descubrir tus ideales, que tienen raíces profundas. ¡Sé tú misma! No tengas miedo de tu historia milenaria, que es una ventana abierta al futuro más que al pasado. No tengas miedo de tu anhelo de verdad, que desde la antigua Grecia abrazó la tierra, sacando a la luz los interrogantes más profundos de todo ser humano; de tu sed de justicia, que se desarrolló con el derecho romano y, con el paso del tiempo, se convirtió en respeto por todo ser humano y por sus derechos; de tu deseo de eternidad, enriquecido por el encuentro con la tradición judeo-cristiana, que se refleja en tu patrimonio de fe, de arte y de cultura.

Hoy, mientras en Europa tantos se interrogan con desconfianza sobre su futuro, muchos otros la miran con esperanza, convencidos de que todavía tiene algo que ofrecer al mundo y a la humanidad. Es la misma confianza que inspiró a Robert Schuman, consciente de que “la contribución que una Europa organizada y viva puede aportar a la civilización es indispensable para el mantenimiento de unas relaciones pacíficas”.[6] Es la misma confianza que podemos tener nosotros, a partir de valores compartidos y arraigados en la historia y en la cultura de esta tierra.

Por tanto, ¿qué Europa soñamos para el futuro? ¿En qué consiste su contribución original? En el mundo actual, no se trata de recuperar una hegemonía política o una centralidad geográfica, ni se trata de elaborar soluciones innovadoras a los problemas económicos y sociales. La originalidad europea está sobre todo en su concepción del hombre y de la realidad; en su capacidad de iniciativa y en su solidaridad dinámica.

Sueño, entonces, una Europa amiga de la persona y de las personas. Una tierra donde sea respetada la dignidad de todos, donde la persona sea un valor en sí y no el objeto de un cálculo económico o una mercancía. Una tierra que cuide la vida en todas sus etapas, desde que surge invisible en el seno materno hasta su fin natural, porque ningún ser humano es dueño de la vida, sea propia o ajena. Una tierra que favorezca el trabajo como medio privilegiado para el crecimiento personal y para la edificación del bien común, creando fuentes de empleo especialmente para los más jóvenes. Ser amigos de la persona significa colaborar con su instrucción y su desarrollo cultural. Significa proteger al que es más frágil y débil, especialmente a los ancianos, los enfermos que necesitan tratamientos costosos y las personas con discapacidad. Ser amigos de la persona significa tutelar los derechos, pero también señalar los deberes. Significa recordar que cada uno está llamado a ofrecer la propia contribución a la sociedad, porque ninguno es un universo cerrado en sí mismo y no se puede exigir respeto para sí, sin respeto por los demás; no se puede recibir si al mismo tiempo no se está dispuesto a dar.

Sueño una Europa que sea una familia y una comunidad. Un lugar que sepa valorar las peculiaridades de todas las personas y los pueblos, sin olvidar que estos están unidos por responsabilidades comunes. Ser familia significa vivir la unidad teniendo en cuenta la diversidad, a partir de la diferencia fundamental entre hombre y mujer. En este sentido, Europa es una auténtica familia de pueblos, distintos entre sí, pero sin embargo unidos por una historia y un destino común. Los últimos años, y aún más la pandemia, han demostrado que nadie puede salir adelante solo y que un cierto modo individualista de entender la vida y la sociedad lleva solamente al desánimo y a la soledad. Todo ser humano aspira a ser parte de una comunidad, es decir, de una realidad más grande que lo trasciende y que da sentido a su individualidad. Una Europa dividida, compuesta de realidades solitarias e independientes, fácilmente se encontrará incapaz de hacer frente a los desafíos del futuro. En cambio, una Europa comunidad, solidaria y fraterna, sabrá aprovechar las diferencias y el aporte de cada uno para afrontar juntos las cuestiones que le esperan, comenzando por la pandemia, pero también por el desafío ecológico, que no se limita sólo a la protección de los recursos naturales y a la calidad del ambiente en que vivimos. Se trata de elegir entre un modelo de vida que descarta personas y cosas, y uno inclusivo que valora lo creado y a las criaturas.

Sueño una Europa solidaria y generosa. Un lugar acogedor y hospitalario, donde la caridad —que es la mayor virtud cristiana— venza toda forma de indiferencia y egoísmo. La solidaridad es expresión fundamental de toda comunidad y exige que cada uno se haga cargo del otro. Ciertamente hablamos de una “solidaridad inteligente” que no se limite solamente a asistir las necesidades fundamentales en casos puntuales.

Ser solidarios significa guiar al más débil por un camino de crecimiento personal y social, para que un día este pueda a su vez ayudar a los demás. Como un buen médico, que no se limita a suministrar una medicina, sino que acompaña al paciente hasta la recuperación total.

Ser solidarios implica hacerse prójimos. Para Europa significa particularmente hacerse disponible, cercana y diligente para sostener —a través de la cooperación internacional— a los otros continentes —pienso especialmente en África—, de modo que se resuelvan los conflictos en curso y se ponga en marcha un desarrollo humano sostenible.

Además, la solidaridad se nutre de gratuidad y engendra gratitud. Y la gratitud nos lleva a mirar al otro con amor; pero cuando nos olvidamos de agradecer por los beneficios recibidos, somos más propensos a cerrarnos en nosotros mismos y a vivir con miedo a todo lo que nos rodea y es diferente a nosotros.

Lo vemos en los numerosos temores que atraviesan nuestras sociedades actuales, entre los que no puedo callar el recelo respecto a los migrantes. Sólo una Europa que sea comunidad solidaria puede hacer frente a este desafío de forma provechosa, mientras que las soluciones parciales ya han demostrado su insuficiencia. Es evidente, en efecto, que la necesaria acogida de los migrantes no puede limitarse a simples operaciones de asistencia al que llega, a menudo escapando de conflictos, hambre o desastres naturales, sino que debe consentir su integración para que puedan “conocer, respetar y también asimilar la cultura y las tradiciones de la nación que los acoge”.[7]

Sueño una Europa sanamente laica, donde Dios y el César sean distintos, pero no contrapuestos. Una tierra abierta a la trascendencia, donde el que es creyente sea libre de profesar públicamente la fe y de proponer el propio punto de vista en la sociedad. Han terminado los tiempos de los confesionalismos, pero —se espera— también el de un cierto laicismo que cierra las puertas a los demás y sobre todo a Dios,[8] porque es evidente que una cultura o un sistema político que no respete la apertura a la trascendencia, no respeta adecuadamente a la persona humana.

Los cristianos tienen hoy una gran responsabilidad: como la levadura en la masa, están llamados a despertar la conciencia de Europa, para animar procesos que generen nuevos dinamismos en la sociedad.[9] Los exhorto, pues, a comprometerse con valentía y determinación a ofrecer su colaboración en cada ámbito donde viven y trabajan.

Señor Cardenal:

Estas breves palabras nacen de mi solicitud de Pastor y de la certeza de que Europa aún tiene mucho que dar al mundo. No tienen, por tanto, otra pretensión que la de ser un aporte personal a la reflexión tan necesaria sobre su futuro. Le agradecería si puede compartir su contenido en los diálogos que tendrá usted los próximos días con las Autoridades europeas y con los miembros de la COMECE, que exhorto a colaborar con espíritu de comunión fraterna con todos los obispos del continente, reunidos en el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE). Le ruego que lleve a cada uno mi saludo personal y el signo de mi cercanía a los pueblos que representan. Sus encuentros serán ciertamente una ocasión propicia para profundizar las relaciones de la Santa Sede con la Unión Europea y con el Consejo de Europa, y para confirmar a la Iglesia en su misión evangelizadora y en su servicio al bien común.

Que no le falte a nuestra querida Europa la protección de sus santos Patronos: san Benito, los santos Cirilo y Metodio, santa Brígida, santa Catalina y santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), hombres y mujeres que por amor al Señor han trabajado sin cesar en el servicio de los más pobres y en favor del desarrollo humano, social y cultural de todos los pueblos europeos.

Mientras me encomiendo a sus oraciones y a las de cuantos tendrá ocasión de encontrar durante su viaje, le pido que lleve a todos mi Bendición.

 

Vaticano, 22 de octubre de 2020,

memoria de san Juan Pablo II.

 FRANCISCO

 _________________________

[1] Estatuto de la COMECE, art. 1.

[2] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 228.

[3] Ibíd.

[4] Carta. enc. Fratelli tutti (3 octubre 2020), 11.

[5] 9 noviembre 1982, 4.

[6] Declaración Schuman, París, 9 mayo 1950.

[7] Discurso a los participantes en la Conferencia “Repensando Europa” (28 octubre 2017).

[8] Cf. Entrevista al semanario católico belga “Tertio” (7 diciembre 2016).

[9] Discurso a los participantes en la Conferencia “Repensando Europa”.

© Librería Editora Vaticana

The post Papa Francisco a Europa: “¡Sé tú misma!” appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
Encuentro de Oración por la Paz en el Espíritu de Asís: “Nadie se salva solo” https://es.zenit.org/2020/10/20/encuentro-de-oracion-por-la-paz-en-el-espiritu-de-asis-nadie-se-salva-solo/ Tue, 20 Oct 2020 18:42:50 +0000 https://es.zenit.org/?p=208310 Oración y firma de llamamiento

The post Encuentro de Oración por la Paz en el Espíritu de Asís: “Nadie se salva solo” appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
(zenit – 19 oct. 2020)-. El Papa Francisco ha participado en el Encuentro de Oración por la Paz en el espíritu de Asís titulado “Nadie se salva solo – Paz y fraternidad”, promovido por la Comunidad de San Egidio de Roma hoy, 20 de octubre de 2020.

Este encuentro recuerda cada año la histórica Jornada de Oración por la Paz convocada en Asís por el Papa Juan Pablo II en 1986, con representantes de todas las religiones del mundo.

El evento de este año se desarrolló con presencia limitada de personas debido a las medidas anticontagio por el coronavirus y fue transmitido en streaming. Además, a causa de la pandemia, algunos representantes religiosos no pudieron asistir, como es el caso de gran imán de al-Azhar, Ahmed al-Tayyeb y del arzobispo de Canterbury Justin Welby.

Momento de oración

En torno a las 16 horas de la tarde en Roma, los líderes religiosos rezaron en lugares separados. El Santo Padre Francisco y cristianos de otras confesiones rezaron junto con el patriarca de Constantinopla Bartolomé I y los representantes de las diversas iglesias ortodoxas y protestantes.

Los judíos oraron en la Sinagoga, los musulmanes en los locales de los Museos Capitolinos, así como los budistas y los representantes de las religiones orientales.

En este momento de oración, intervinieron Heinrich Bedford-Strohm, presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania y el patriarca Bartolomé I.

Homilía del Papa

El Papa pronunció una homilía en la que subrayó que en el Calvario tuvo lugar “el gran duelo entre Dios que vino a salvarnos y el hombre que quiere salvarse a sí mismo; entre la fe en Dios y el culto al yo; entre el hombre que culpa y Dios que perdona”.

De la cruz, “brota el perdón, renace la fraternidad: ‘La cruz nos hace hermanos’”, aclaró, y los brazos de Jesús, abiertos en la cruz, “marcan un punto de inflexión, porque Dios no señala con el dedo a nadie, sino que abraza a todos”.

En este acto se encendieron velas leyendo los nombres de los países del mundo por los cuales se invoca el don de la paz (Siria, Afganistán, Bielorrusia, Burundi, Colombia, Burkina Faso, Irak, Libano, México, Nigeria…).

Ceremonia final

Después de presidir dicho momento de oración, Francisco acudió a la ceremonia final con los representantes de las grandes religiones del mundo en la plaza del Capitolio.

A lo largo del acto, se sucedieron los discursos de Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, del presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, y de los líderes religiosos presentes.

“Necesitamos la paz”

Por último, el Pontífice pronunció su discurso. En él, subrayó que “¡Necesitamos la paz! ¡Más paz!”, “no podemos permanecer indiferentes” y que “poner fin a la guerra es el deber impostergable de todos los líderes políticos ante Dios” y que “la paz es la prioridad de cualquier política”.

Asimismo, el Sucesor de Pedro sostiene que “ningún pueblo, ningún grupo social puede por sí solo lograr la paz, el bien, la seguridad y la felicidad. Ninguno” y que la fraternidad, que nace de la conciencia de ser una sola humanidad, “debe penetrar en la vida de los pueblos, en las comunidades, entre los gobernantes, en los foros internacionales”.

Llamamiento por la Paz

A continuación, tras visionar un video sobre los dolores del mundo, tuvo lugar un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la pandemia y de todas las guerras. Inmediatamente después se leyó el Llamamiento por la Paz Roma 2020.

Los líderes religiosos entregaron a un grupo de niños, que representaban a los diferentes pueblos y culturas del mundo, el texto del llamamiento. Los pequeños, a su vez, brindaron el documento a los embajadores y representantes de la política nacional e internacional situados en las primeras filas

La reunión finalizó con el encendido del candelabro de la paz por parte del Obispo de Roma y los líderes religiosos, así como con la firma del llamamiento por todos ellos y el signo de la paz.

Francisco en la edición 2016

El Papa Francisco participó en la edición 2016 de la Oración por la Paz, que tuvo lugar en Asís con motivo del 30º aniversario de la primera reunión.

“Que se abra en definitiva una nueva época, en la que el mundo globalizado llegue a ser una familia de pueblos” fue el llamamiento del Pontífice por la paz en esa ocasión.

The post Encuentro de Oración por la Paz en el Espíritu de Asís: “Nadie se salva solo” appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
Ceremonia del Encuentro por la Paz: Discurso del Papa Francisco https://es.zenit.org/2020/10/20/ceremonia-del-encuentro-por-la-paz-discurso-del-papa-francisco/ Tue, 20 Oct 2020 17:55:44 +0000 https://es.zenit.org/?p=208292 “Salvarse juntos”

The post Ceremonia del Encuentro por la Paz: Discurso del Papa Francisco appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
(zenit – 19 oct. 2020)-. El Papa Francisco ha participado junto a líderes religiosos del mundo en la ceremonia del Encuentro por la Paz promovido por la Comunidad de San Egidio, titulado “Nadie se salva solo – Paz y fraternidad” en la tarde de hoy, 20 de octubre de 2020.

Ceremonia paz PapaEl Santo Padre asistió, en primer lugar, a un momento de oración ecuménica con otras confesiones cristianas en la basílica de Santa María en Aracoeli y, sucesivamente, a la ceremonia con representantes de las grandes religiones del mundo y autoridades, en la plaza romana del Capitolio.

La iniciativa de este año se desarrolló con presencia limitada de personas debido a las medidas anticontagio por el coronavirus y fue transmitida en streaming. Además, a causa de la pandemia, algunos representantes religiosos no pudieron asistir, como es el caso de gran imán de al-Azhar, Ahmed al-Tayyeb y del arzobispo de Canterbury Justin Welby.

Ceremonia paz PapaEn dicho evento final, al principio de su discurso, Francisco saludó al presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, al patriarca ecuménico Bartolomé I y al resto de personalidades religiosas y civiles congregadas.

“Necesitamos paz”

El Papa señaló que “el mandamiento de la paz está inscrito en lo profundo de las tradiciones religiosas” (Carta enc. Fratelli tutti, 284)” y que los creyentes “han entendido que la diversidad de religiones no justifica la indiferencia o la enemistad”.

“¡Necesitamos la paz! ¡Más paz!”, “no podemos permanecer indiferentes”, indicó el Pontífice, que considera que “poner fin a la guerra es el deber impostergable de todos los líderes políticos ante Dios” y que “la paz es la prioridad de cualquier política”.

“Nunca jamás la guerra”

Asimismo, el Obispo de Roma remitió a la “sabiduría profunda” de la palabra de Jesús que dijo “Basta” cuando los discípulos le mostraron dos espadas antes de la Pasión.

“Ese ‘¡basta!’” de Jesús “supera los siglos y llega con su fuerza hasta nosotros hoy: ¡basta de espadas, de armas, de violencia, de guerra!”, exclamó. Este llamamiento fue repetido por San Pablo VI ante las Naciones Unidas en 1965, afirmando: “¡Nunca jamás guerra!” y esta es “la súplica de todos nosotros, hombres y mujeres de buena voluntad”.

“Salvarse juntos”

Ceremonia paz PapaAsimismo, el Papa Francisco sostiene que “ningún pueblo, ningún grupo social puede por sí solo lograr la paz, el bien, la seguridad y la felicidad. Ninguno” y que la fraternidad, que nace de la conciencia de ser una sola humanidad, “debe penetrar en la vida de los pueblos, en las comunidades, entre los gobernantes, en los foros internacionales”.

Finalmente, Francisco subrayó que la presencia de personas de distintas tradiciones religiosas para comunicar un mensaje de paz constituye una muestra de que estas no desean la guerra, y que “con la ayuda de Dios es posible construir un mundo de paz y así salvarse juntos”.

A continuación, sigue el discurso completo del Papa.

***

Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas:

Es motivo de alegría y gratitud a Dios poder encontrar aquí en el Campidoglio, en el corazón de Roma, ilustres líderes religiosos, distinguidas Autoridades y numerosos amigos de la paz. Hemos rezado unos por otros por la paz. Saludo al señor presidente de la República Italiana, honorable Sergio Mattarella. Y me alegra encontrarme de nuevo con mi hermano, Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé. Realmente aprecio que, a pesar de las dificultades del viaje, él y otras personalidades hayan deseado participar en este momento de oración. En el espíritu del encuentro de Asís, convocado por san Juan Pablo II en 1986, la Comunidad de San Egidio celebra anualmente, de ciudad en ciudad, este evento de oración y diálogo por la paz entre creyentes de diversas religiones.

En esa visión de paz había una semilla profética que, paso a paso, gracias a Dios ha ido madurando con encuentros inéditos, acciones de pacificación y nuevas ideas de fraternidad. De hecho, mirando hacia atrás, aunque lamentablemente nos encontramos en los últimos años con acontecimientos dolorosos, como conflictos, terrorismo o radicalismo, a veces en nombre de la religión, debemos reconocer los pasos fructuosos en el diálogo entre las religiones. Es un signo de esperanza que nos anima a trabajar juntos como hermanos:como hermanos. Así hemos llegado al importante Documento sobre la Fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, que firmé con el Gran Imán de al-Azhar, Ahmed al-Tayyeb, en el año 2019.

De hecho, “el mandamiento de la paz está inscrito en lo profundo de las tradiciones religiosas” (Carta enc. Fratelli tutti, 284). Los creyentes han entendido que la diversidad de religiones no justifica la indiferencia o la enemistad. En efecto, partiendo de la fe religiosa, uno puede convertirse en artesano de la paz y no en espectador inerte del mal de la guerra y del odio. Las religiones están al servicio de la paz y la fraternidad. Por eso, el presente encuentro también impulsa a los líderes religiosos y a todos los creyentes a rezar con insistencia por la paz, a no resignarse nunca a la guerra, a actuar con la fuerza apacible de la fe para poner fin a los conflictos.

¡Necesitamos la paz! ¡Más paz! “No podemos permanecer indiferentes. Hoy el mundo tiene una ardiente sed de paz. En muchos países se sufre por las guerras, con frecuencia olvidadas, pero que son siempre causa de sufrimiento y de pobreza” (Discurso en la Jornada Mundial de Oración por la Paz, Asís, 20 septiembre 2016). El mundo, la política, la opinión pública corren el riesgo de acostumbrarse al mal de la guerra, como compañero natural en la historia de los pueblos. “No nos quedemos en discusiones teóricas, tomemos contacto con las heridas, toquemos la carne de los perjudicados. […] Prestemos atención a los prófugos, a los que sufrieron radiación atómica y los ataques químicos, a las mujeres que perdieron sus hijos, a los niños mutilados o privados de su infancia” (FT, 261). En la actualidad, los dolores de la guerra también se ven agravados por la pandemia del coronavirus y la imposibilidad, en muchos países, de acceder a los tratamientos necesarios.

Mientras tanto, los conflictos continúan, y con ellos el dolor y la muerte. Poner fin a la guerra es el deber impostergable de todos los líderes políticos ante Dios. La paz es la prioridad de cualquier política. Dios le pedirá cuentas a quienes no han buscado la paz o han fomentado las tensiones y los conflictos durante tantos días, meses y años de guerra que han pasado y que han golpeado a los pueblos.

La palabra del Señor Jesús se impone por su sabiduría profunda: «Envaina la espada —Él dice—: que todos los que empuñan espada, a espada morirán» (Mt 26,52). Aquellos que acometen con la espada, quizás creyendo que resolverán rápidamente situaciones difíciles, experimentarán la muerte que viene de la espada sobre sí mismos, sobre sus seres queridos, sobre sus países. “¡Basta!” (Lc 22,38), dice Jesús cuando los discípulos le mostraron dos espadas, antes de la Pasión. “¡Basta!”: es una respuesta inequívoca a toda violencia. Ese “¡basta!” de Jesús supera los siglos y llega con su fuerza hasta nosotros hoy: ¡basta de espadas, de armas, de violencia, de guerra!

San Pablo VI repitió este llamamiento a las Naciones Unidas en 1965, afirmando: “¡Nunca jamás guerra!”. Esta es la súplica de todos nosotros, hombres y mujeres de buena voluntad. Es el sueño de todos los artesanos y buscadores de la paz, conscientes de que “toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado” (FT, 261).

¿Cómo salir de conflictos estancados y gangrenosos? ¿Cómo desatar los nudos enredados de tantas luchas armadas? ¿Cómo prevenir conflictos? ¿Cómo pacificar a los señores de la guerra o a los que confían en la fuerza de las armas? Ningún pueblo, ningún grupo social puede por sí solo lograr la paz, el bien, la seguridad y la felicidad. Ninguno. La lección de la reciente pandemia, si deseamos ser honestos, es “la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos” (FT, 32).

La fraternidad, que nace de la conciencia de ser una sola humanidad, debe penetrar en la vida de los pueblos, en las comunidades, entre los gobernantes, en los foros internacionales. De esta manera, aumentará la conciencia de que sólo podemos salvarnos juntos encontrándonos, tratándonos, evitando las peleas, reconciliándonos, moderando el lenguaje de la política y de la propaganda, desarrollando caminos concretos para la paz (cf. FT, 231).

Estamos juntos esta tarde, como personas de diferentes tradiciones religiosas, para comunicar un mensaje de paz. Esto muestra claramente que las religiones no quieren la guerra, al contrario, desenmascaran a quienes sacralizan la violencia, piden a todos que recen por la reconciliación y que actúen para que la fraternidad abra nuevos caminos de esperanza. De hecho, con la ayuda de Dios, es posible construir un mundo de paz y así, hermanos y hermanas, salvarnos juntos. Muchas gracias.

© Librería Editora Vaticana

The post Ceremonia del Encuentro por la Paz: Discurso del Papa Francisco appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
Cardenal Czerny: ‘Fratelli Tutti’ puede contribuir al cuidado de la casa común https://es.zenit.org/2020/10/08/cardenal-czerny-fratelli-tutti-casa-comun/ Thu, 08 Oct 2020 14:27:24 +0000 https://es.zenit.org/?p=207294 Entrevista con 'zenit'

The post Cardenal Czerny: ‘Fratelli Tutti’ puede contribuir al cuidado de la casa común appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
(zenit – 8 oct. 2020).- El ideal de fraternidad humana deseado por el Papa Francisco en Fratelli Tutti, si se lleva a cabo, puede permitirnos, juntos, cuidar de nuestra Casa Común, afirma el cardenal Czerny.

En una entrevista con zenit, el cardenal Michael Czerny, prelado canadiense de origen checo que sirve como subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio Vaticano para la Promoción de un Desarrollo Humano Integral, habló sobre la nueva encíclica de Francisco.

El purpurado es considerado un colaborador muy cercano al Santo Padre. Encabezada por el Papa Francisco, la Sección de Migrantes y Refugiados ayuda a la Iglesia a acompañar a los refugiados, a los que se ven forzados a emigrar o a las víctimas del tráfico de personas.

La corresponsal de zenit en el Vaticano habló con el purupurado en el Vaticano después de la publicación de la tercera encíclica del Pontífice, que fue presentada el domingo, fiesta de san Francisco de Asís, la mañana después de que el Santo Padre firmara el texto en la tumba de este santo en la encantadora ciudad de Umbría.

Fratelli Tutti se inspira en el Documento sobre la Fraternidad Humana que el Obispo de Roma firmó con el gran imán de Al Azhar durante su viaje apostólico a los Emiratos Árabes Unidos del 3 al 5 de febrero de 2019.

La edición inglesa de zenit estuvo presente en ese primer viaje de un papa a la Península Arábiga. Desde entonces, bajo el dicasterio del cardenal Ayuso, con diversas confesiones, entre ellas varios musulmanes, se instituyó un Comité Superior para alcanzar los objetivos contenidos en el documento.

Aquí está nuestra conversación con el cardenal Czerny:

***

zenit: Cardenal Czerny, usted es un estrecho colaborador del Santo Padre. ¿Qué espera de esta nueva encíclica sobre la fraternidad humana y qué considera sobre su valor?

Cardenal Czerny: Mi esperanza es que, en su variedad, en sus muchos capítulos, esté disponible para muchas, muchas, muchas personas, de muchas maneras diferentes. Y para decirlo de forma muy simple: que mucha gente tenga la oportunidad de descubrir que el título es tanto el ideal como la tarea. Somos hermanos y hermanas, y cuánto queda por hacer, cuánto queda por cambiar, para que seamos realmente hermanos y hermanas. Y si somos realmente hermanos y hermanas, entonces tal vez seamos capaces de cuidar de nuestro hogar común. Y entonces, todo se une.

zenit: Concretamente, ¿cómo se puede hacer esto? Qué es necesario hacer, por ejemplo, a nivel individual para llegar a la comunidad Internacional, desde su punto de vista…

Cardenal Czerny: Desde mi punto de vista, lo que hay que hacer es que su pregunta sea formulada por cada lector, o espectador. En otras palabras, no hay una respuesta, pero hay una pregunta. Y si la pregunta llega a la gente, llegaremos allí, juntos.

zenit: ¿Qué encuentra particularmente significativo o conmovedor en el documento?

Cardenal Czerny: El Buen Samaritano. Lo que más llama la atención para mucha gente es que el Buen Samaritano, que siempre ha sido un ideal de caridad, un ideal de respuesta, se presenta aquí como la forma necesaria de ver la realidad. Así que no es solo una parábola de respuesta, sino una parábola de percepción, una parábola de apreciación de nuestra realidad. Y eso, creo, es una maravillosa profundización de la Buena Nueva del Buen Samaritano.

The post Cardenal Czerny: ‘Fratelli Tutti’ puede contribuir al cuidado de la casa común appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
Papa Francisco: Temas clave en tiempos de pandemia https://es.zenit.org/2020/10/07/papa-francisco-temas-clave-tiempos-pandemia/ Wed, 07 Oct 2020 12:06:10 +0000 https://es.zenit.org/?p=206669 Entrevista de Carmen Magallón

The post Papa Francisco: Temas clave en tiempos de pandemia appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
(zenit – 7 oct. 2020).- El Papa Francisco ha concedido una entrevista a Carmen Magallón, directora de la revista Il Mio Papa España, en la que trata los temas clave relacionados con la vida en tiempos de pandemia y plantea propuestas para superar este tiempo de crisis.

La emergencia sanitaria por la COVID-19 está cambiando el mundo y nos llevó a la crisis, sin embargo, “de una crisis no se sale igual. O salimos mejores o salimos peores. Y el modo en que salgamos depende de las decisiones que tomemos durante la crisis”, insiste el Santo Padre de acuerdo a una síntesis de la entrevista difundida por Vatican News hoy, 7 de octubre de 2020.

En este sentido, el Papa plantea a la humanidad: “¿cuál será el modo de vida que le dejaremos a la futura generación?”, indicando que se trata de dejar de pensar solo en nosotros mismos o en nuestro presente y elevar la mirada al futuro en la perspectiva de humanidad que quiere permanecer en el tiempo como parte de la creación.

“Debemos hacernos cargo del futuro, de preparar la tierra para que otros la trabajen. Y esta es la cultura que tenemos que elaborar en la pandemia, según este gran principio que de una crisis no se sale igual. Salimos peor o mejor; pero nunca iguales”, afirma Francisco.

Para él, no existe división entre lo que ocurre a los seres humanos y lo que sucede en el planeta que habitamos: “Está cambiando el clima, perdemos oportunidades (…) no podemos jugar con el mar, con el universo. Lo tenemos que cuidar”.

Afrontar el duelo

En el diálogo con Carmen Magallón, el Pontífice fue interrogado sobre cómo afrontar el duelo de las víctimas de la pandemia, valorando todos los pequeños y grandes gestos que tantas personas en el mundo han tenido para con sus semejantes:

“Y ¿cómo se afronta ese duelo? Solamente intentando ser cercanos (…) Es el momento del silencio, de la cercanía y de hacer lo posible para estar juntos”.

El Obispo se refirió a tantas personas que han dado su vida al servicio de aquellos que los necesitaban, a los que habitualmente llama “los santos de la puerta del al lado”. Para él, estas personas “no se quisieron ‘zafar’ sino que enfrentaron los problemas y buscaron soluciones prácticas a los mismos. Y Dios entiende ese lenguaje y lo hace suyo”.

Compromiso amplio con la vida

Por otra parte, remarcó que el compromiso con la vida no se reduce a la salud, sino que engloba también la preocupación por los descartados, por aquellos que son expulsados por el sistema, por los que no tienen trabajo.

En este sentido, el Papa Francisco habla del “gran desafío social” que evidencia cómo “la cultura del descarte ha impregnado nuestra manera de relacionarnos”.

Por todo ello, no es concebible seguir con el mismo sistema económico que tiene entre sus fundamentos la injusticia: “La pandemia nos hizo visualizar como nos habíamos acostumbrado a ese clima del descarte: el descarte de los viejos, el descarte de los pobres, el descarte de los chicos, de los chicos no nacidos”, recuerda.

Y, ante todo ello, invita “a recordar que toda vida vale y merece ser defendida y respetada”.

Enfrentar la cultura del descarte

Para el Santo Padre, como sociedad debemos enfrentar con valentía la cultura del descarte “que nos amenaza continuamente”. “Vivir descartando lo que nos molesta, lo que nos sobra, lo que nos impide tener más y más. Y contra esa cultura del descarte, vivir la cultura del recibir, del acoger, de la cercanía, de la fraternidad”, describe.

“Hoy día más que nunca se nos pide fraternidad, ir al encuentro del otro, del más débil y vulnerable para cuidarlo, para sentirnos responsables de él o de ella, porque no tiene los mismos recursos que los demás”, añade.

Bendición Urbi et Orbi especial

En torno a este asunto, la directora de la revista preguntó al Santo Padre sobre lo vivido en su corazón el pasado 27 de marzo en la plaza de San Pedro, durante la bendición Urbi et Orbi especial por la pandemia.

Francisco contó que en un primer momento tuvo miedo a resbalar al subir la escalera, pero: “Mi corazón estaba en todo el Pueblo de Dios que sufría, en una humanidad que tenía que soportar esta pandemia y que, por otro lado, que tuviera el coraje de caminar. Subí las escaleras rezando, recé todo el tiempo, y me fui rezando. Así viví ese 27 de marzo”.

Las audiencias generales sin fieles fueron un momento difícil para el Papa: “era como estar hablando a fantasmas” y “suplí muchas de estas ausencias físicas con el teléfono y cartas. Eso me ayudó bastante a medir el pulso de cómo estaban viviendo esto las familias y comunidades”.

Fraternidad humana

Asimismo, el Papa declara que no hay receta para salir de la crisis, pero que el camino lo encontraremos si cambiamos de paradigma económico: “Empezar por las periferias (…) por la dignidad de las personas”.

“Hablé de las periferias, pero también tenemos que incluir la casa común, que es el mundo, el cuidado del universo”, agregó.

El Sucesor de Pedro ubica en esta vía su tercera encíclica recién publicada, Fratelli tutti, en la que se presenta la fraternidad humana como una de las claves para construir el futuro.

En esta línea también habla de la distribución de la vacuna contra el coronavirus, de la que afirma: “La vacuna no puede ser propiedad del país del laboratorio que la encontró o de un grupo de países que se alían para esto (…) La vacuna es patrimonio de la humanidad, de toda la humanidad, es universal; porque la salud de nuestros pueblos, como la pandemia nos enseña, es patrimonio común, pertenece al bien común… y ese debe ser el criterio”.

Migración

Al ser contestado sobre el tema de los migrantes, el Obispo de Roma sostiene que “tenemos que hacernos cargo”. El migrante “sale de su patria porque busca nuevos horizontes, porque escapa por hambre o por guerra. Basta pensar en Siria…”: “Si no nos hacemos cargo de los migrantes perdemos gran parte de la humanidad, de la cultura que ellos representan”.

El Papa Francisco llama, además, a la sinceridad y a reconocer la aportación que personas llegadas de  otros países han realizado durante el confinamiento. “Durante el período de lockdown eran muchos migrantes quienes se exponían trabajando la tierra, manteniendo limpia la ciudad, continuando múltiples servicios. Es doloroso constatar cómo no se los reconoce y valora y se aprovecha un hecho lejano o perdido para desacreditar a tantas personas que con su trabajo sostuvieron a nuestro pueblo”.

Asimismo, profundiza en este argumento y anima a adentrarse en las causas de las migraciones, que en el caso del Líbano o de Siria, “son familias enteras que escapan de una guerra que no se entiende. ¿Nuestros países pueden mantenerse neutrales ante esta dolorosa situación?”.

Francisco pone en evidencia y valoriza el hecho de que “Hay sacerdotes, religiosos, laicos, religiosas, obispos que se rompen el alma para lograr esto. Hay ejemplos muy hermosos que están abriendo camino”.

Esperanza en la humanidad

Ante todo este contexto, el Papa manifiesta su esperanza en toda la humanidad: “La humanidad es capaz de reaccionar, especialmente las periferias, si se organizan. Y la cultura de los pueblos. Me gusta pensar en el alma de los pueblos, en esa reserva espiritual que les permite siempre salir adelante”

Del mismo modo, alude a los pueblos perseguidos, los yizadíes y los rohingyas, por ejemplo, de los que afirma que son pueblos sufrientes, perseguidos: “Entonces, hay que ir a esos pueblos que sufren y, mientras no se haga cargo la humanidad entera de esto, no hay esperanza. Esperanza de la periferia, de los más separados”.

En cuanto su relación con las redes sociales como instrumento de evangelización, apunta que “les tenía alergia (…) Así que diviértase un poquito con este fracaso de mi alergia”.

Aniversario de san Ignacio de Loyola

Por último, en el contexto de los 500 años de la conversión de san Ignacio de Loyola, el Santo Padre expresa sus deseos de ir a Manresa, sitio donde Ignacio inició su camino de conversión.

“Creo que la conversión de San Ignacio es también un reencuentro con el corazón y puede invitarnos a reflexionar en nuestra conversión personal, en pedir el don de la conversión para más amar y servir al estilo de Jesucristo”.

The post Papa Francisco: Temas clave en tiempos de pandemia appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
Imán Al-Tayyeb: ‘Fratelli tutti’ restaura “la conciencia de la humanidad” https://es.zenit.org/2020/10/06/iman-al-tayyeb-fratelli-tutti-restaura-la-conciencia-de-la-humanidad/ Tue, 06 Oct 2020 09:19:03 +0000 https://es.zenit.org/?p=206572 ‘Tweet’ del líder religioso

The post Imán Al-Tayyeb: ‘Fratelli tutti’ restaura “la conciencia de la humanidad” appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
(zenit – 6 oct. 2020).- El mensaje de la encíclica Fratelli Tutti “restaura la conciencia de la humanidad”, declaró el gran imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, quien firmó con el Pontífice el Documento sobre la fraternidad humana para la paz mundial y la coexistencia común, en Abu Dhabi, en febrero de 2019.

A través de un tweet, publicado el 4 de octubre de 2020 la red social, el gran imán de Al-Azhar, manifestó “el mensaje de mi hermano el Papa Francisco, Fratelli Tutti es una extensión del documento sobre la fraternidad humana, y revela una realidad global cuyas posiciones y decisiones son inestables y son las personas vulnerables y marginadas las que pagan el precio…. Es un mensaje que se dirige a las personas de buena voluntad y conciencia viva y devuelve a la humanidad su conciencia”.

La tercera encíclica del Santo Padre Francisco, se inspira en esa declaración común, y el propio Al-Tayyeb es citado varias veces a lo largo del texto.

Compromiso conjunto

De este modo, al principio del documento, el Papa manifiesta “en este caso me sentí especialmente estimulado por el gran imán Ahmad Al-Tayyeb, con quien me encontré en Abu Dhabi para recordar que Dios ‘ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos’”.

“No se trató de un mero acto diplomático sino de una reflexión hecha en diálogo y de un compromiso conjunto. Esta encíclica recoge y desarrolla grandes temas planteados en aquel documento que firmamos juntos”, apunta el Pontífice.

Paz, justicia y fraternidad

Igualmente, a lo largo de Fratelli tutti, el Papa retoma el llamamiento de paz, justicia y fraternidad que hicieron juntos: “En el nombre de Dios que ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos, para poblar la tierra y difundir en ella los valores del bien, la caridad y la paz”.

En la presentación de la encíclica que tuvo lugar en el Aula Nueva del Sínodo de los Obispos, participó el juez Mohamed Mahmoud Abdel Salam, secretario general del Alto Comité para la Fraternidad Humana.

The post Imán Al-Tayyeb: ‘Fratelli tutti’ restaura “la conciencia de la humanidad” appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
‘Fratelli tutti’: 21 citas del Papa Francisco https://es.zenit.org/2020/10/04/fratelli-tutti-21-citas-del-papa-francisco/ Sun, 04 Oct 2020 13:04:37 +0000 https://es.zenit.org/?p=206413 “Pepitas de oro” sobre distintos temas

The post ‘Fratelli tutti’: 21 citas del Papa Francisco appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
(zenit – 4 sept. 2020).– “Enfrentamos cada día la opción de ser buenos samaritanos o indiferentes viajantes que pasan de largo”: esta es una de las 21  citas, “pepitas de oro”, que encontramos, entre muchas otras, en la Encíclica del Papa Francisco Fratelli tutti publicada el 4 de octubre de 2020.

Aquí están estas citas resaltadas a lo largo del texto, especialmente sobre la comunicación, la guerra, el trabajo, el perdón, el milagro de una persona amable, los héroes…

“Pasada la crisis sanitaria, la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación egoísta (…). Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros (35).

“En la comunicación digital se quiere mostrar todo y cada individuo se convierte en objeto de miradas que hurgan, desnudan y divulgan, frecuentemente de manera anónima. El respeto al otro se hace pedazos y, de esa manera, al mismo tiempo que lo desplazo, lo ignoro y lo mantengo lejos, sin pudor alguno puedo invadir su vida hasta el extremo” (42).

Hacen falta gestos físicos, expresiones del rostro, silencios, lenguaje corporal, y hasta el perfume, el temblor de las manos, el rubor, la transpiración, porque todo eso habla y forma parte de la comunicación humana. Las relaciones digitales, que eximen del laborioso cultivo de una amistad, de una reciprocidad estable, e incluso de un consenso que madura con el tiempo, tienen apariencia de sociabilidad (43).

El engaño del ‘todo está mal’ es respondido con un ‘nadie puede arreglarlo’, ‘¿qué puedo hacer yo?’. De esta manera, se nutre el desencanto y la desesperanza, y eso no alienta un espíritu de solidaridad y de generosidad (75).

“Hay un reconocimiento básico, esencial para caminar hacia la amistad social y la fraternidad universal: percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia” (106).

“Si alguien tiene agua de sobra, y sin embargo la cuida pensando en la humanidad, es porque ha logrado una altura moral que le permite trascenderse a sí mismo y a su grupo de pertenencia. ¡Eso es maravillosamente humano!” (117).

“Necesitamos desarrollar esta consciencia de que hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie” (137).

“Quien no vive la gratuidad fraterna, convierte su existencia en un comercio ansioso, está siempre midiendo lo que da y lo que recibe a cambio” (140).

“Así como no hay diálogo con el otro sin identidad personal, del mismo modo no hay apertura entre pueblos sino desde el amor a la tierra, al pueblo, a los propios rasgos culturales” (143).

“El gran tema es el trabajo. Lo verdaderamente popular —porque promueve el bien del pueblo— es asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas. Esa es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino hacia una existencia digna” (136).

“El mayor peligro no reside en las cosas, en las realidades materiales, en las organizaciones, sino en el modo como las personas las utilizan. El asunto es la fragilidad humana, la tendencia constante al egoísmo humano que forma parte de aquello que la tradición cristiana llama “concupiscencia”: la inclinación del ser humano a encerrarse en la inmanencia de su propio yo, de su grupo, de sus intereses mezquinos” (166).

“No nos resignemos a vivir encerrados en un fragmento de realidad” (191).

“Los héroes del futuro serán los que sepan romper esa lógica enfermiza y decidan sostener con respeto una palabra cargada de verdad, más allá de las conveniencias personales” (202).

“Lo que nos ocurre hoy, y nos arrastra en una lógica perversa y vacía, es que hay una asimilación de la ética y de la política a la física. No existen el bien y el mal en sí, sino solamente un cálculo de ventajas y desventajas” (210).

“Hoy no suele haber ni tiempo ni energías disponibles para detenerse a tratar bien a los demás, a decir ‘permiso’, ‘perdón’, ‘gracias’. Pero de vez en cuando aparece el milagro de una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia” (224).

“La amabilidad es una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída que ignora que los otros también tienen derecho a ser felices” (224).

“Estamos llamados a amar a todos, sin excepción, pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que él hace es aceptable. Al contrario, amarlo bien es buscar de distintas maneras que deje de oprimir, es quitarle ese poder que no sabe utilizar y que lo desfigura como ser humano” (241).

“Los que perdonan de verdad no olvidan, pero renuncian a ser poseídos por esa misma fuerza destructiva que los ha perjudicado” (251).

“Toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal” (261).

“No puede admitirse que en el debate público sólo tengan voz los poderosos y los científicos. Debe haber un lugar para la reflexión que procede de un trasfondo religioso que recoge siglos de experiencia y de sabiduría” (275).

The post ‘Fratelli tutti’: 21 citas del Papa Francisco appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
‘Fratelli tutti’: Resumen de la nueva encíclica del Papa https://es.zenit.org/2020/10/04/fratelli-tutti-resumen-de-la-nueva-enciclica-del-papa/ Sun, 04 Oct 2020 09:04:57 +0000 https://es.zenit.org/?p=206354 Sobre fraternidad y amistad social

The post ‘Fratelli tutti’: Resumen de la nueva encíclica del Papa appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
(zenit – 4 octubre 2020).– La tercera encíclica del Papa Francisco, Fratelli tutti, sobre fraternidad y amistad social, ha sido publicada hoy, 4 de octubre de 2020.

© Vatican MediaAyer, 3 octubre, el Santo Padre acudió a Asís para celebrar una Misa privada, después de la cual firmó la Encíclica en la tumba de san Francisco, santo del cual el Papa tomó su nombre como Pontífice.

Esta Encíclica, como la segunda Encíclica del Pontífice, Laudato si’ , ha sido inspirada por el santo de Asís.

De este modo, esta “encíclica social” , como la describe el propio Papa, toma prestado el título de las Admoniciones de san Francisco, que empleó las palabras fratelli tutti “para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio”.

A continuación, sigue un resumen- síntesis de la encíclica ofrecido por el Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede.

***

Síntesis

¿Cuáles son los grandes ideales, pero también los caminos concretos a recorrer para quienes quieren construir un mundo más justo y fraterno en sus relaciones cotidianas, en la vida social, en la política y en las instituciones? Esta es la pregunta a la que pretende responder, principalmente “Fratelli tutti”: el Papa la define como una “Encíclica social” (6) que toma su título de las “Admoniciones” de san Francisco de Asís, que usó esas palabras “para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio” (1). El Poverello “no hacía la guerra dialéctica imponiendo doctrinas, sino que comunicaba el amor de Dios”, escribe el Papa, y “fue un padre fecundo que despertó el sueño de una sociedad fraterna” (2-4). La Encíclica pretende promover una aspiración mundial a la fraternidad y la amistad social. A partir de una pertenencia común a la familia humana, del hecho de reconocernos como hermanos porque somos hijos de un solo Creador, todos en la misma barca y por tanto necesitados de tomar conciencia de que en un mundo globalizado e interconectado sólo podemos salvarnos juntos. Un motivo inspirador citado varias veces es el Documento sobre la Fraternidad humana firmado por Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar en febrero de 2019.

La fraternidad debe promoverse no sólo con palabras, sino con hechos. Hechos que se concreten en la “mejor política”, aquella que no está sujeta a los intereses de las finanzas, sino al servicio del bien común, capaz de poner en el centro la dignidad de cada ser humano y asegurar el trabajo a todos, para que cada uno pueda desarrollar sus propias capacidades. Una política que, lejos de los populismos, sepa encontrar soluciones a lo que atenta contra los derechos humanos fundamentales y que esté dirigida a eliminar definitivamente el hambre y la trata. Al mismo tiempo, el Papa Francisco subraya que un mundo más justo se logra promoviendo la paz, que no es sólo la ausencia de guerra, sino una verdadera obra “artesanal” que implica a todos. Ligadas a la verdad, la paz y la reconciliación deben ser “proactivas”, apuntando a la justicia a través del diálogo, en nombre del desarrollo recíproco. De ahí deriva la condena del Pontífice a la guerra, “negación de todos los derechos” y que ya no es concebible, ni siquiera en una hipotética forma “justa”, porque las armas nucleares, químicas y biológicas tienen enormes repercusiones en los civiles inocentes.

También es fuerte el rechazo de la pena de muerte, definida como “inadmisible” porque “siempre será un crimen matar a un hombre”, y central es la llamada al perdón, conectada al concepto de memoria y justicia: perdonar no significa olvidar, escribe el Pontífice, ni renunciar a defender los propios derechos para salvaguardar la propia dignidad, un don de Dios. En el trasfondo de la Encíclica está la pandemia de COVID-19 que – revela Francisco – “cuando estaba redactando esta carta, irrumpió de manera inesperada”. Pero la emergencia sanitaria mundial ha servido para demostrar que “nadie se salva solo” y que ha llegado el momento de que “soñemos como una única humanidad” en la que somos “todos hermanos” (7-8).

Los problemas globales requieren una acción global, no a la “cultura de los muros”

Abierta por una breve introducción y dividida en ocho capítulos, la Encíclica recoge – como explica el propio Papa – muchas de sus reflexiones sobre la fraternidad y la amistad social, pero colocadas “en un contexto más amplio” y complementadas por “numerosos documentos y cartas” enviados a Francisco por “tantas personas y grupos de todo el mundo” (5). En el primer capítulo, “Las sombras de un mundo cerrado”, el documento se centra en las numerosas distorsiones de la época contemporánea: la manipulación y la deformación de conceptos como democracia, libertad o justicia; la pérdida del sentido de lo social y de la historia; el egoísmo y la falta de interés por el bien común; la prevalencia de una lógica de mercado basada en el lucro y la cultura del descarte; el desempleo, el racismo, la pobreza; la desigualdad de derechos y sus aberraciones, como la esclavitud, la trata, las mujeres sometidas y luego obligadas a abortar, y el tráfico de órganos (10-24). Se trata de problemas globales que requieren acciones globales, enfatiza el Papa, dando la alarma también contra una “cultura de los muros” que favorece la proliferación de mafias, alimentadas por el miedo y la soledad (27-28). Además, hoy en día, hay un deterioro de la ética (29) a la que contribuyen, en cierto modo, los medios de comunicación de masas que hacen pedazos el respeto por el otro y eliminan todo pudor, creando círculos virtuales aislados y autorreferenciales, en los que la libertad es una ilusión y el diálogo no es constructivo (42-50).

El amor construye puentes: el ejemplo del buen samaritano

A muchas sombras, sin embargo, la Encíclica responde con un ejemplo luminoso, un presagio de esperanza: el del Buen Samaritano. El segundo capítulo, “Un extraño en el camino”, está dedicado a esta figura, y en él el Papa destaca que, en una sociedad enferma que da la espalda al dolor y es “analfabeta” en el cuidado de los débiles y frágiles (64-65), todos estamos llamados – al igual que el buen samaritano – a estar cerca del otro (81), superando prejuicios, intereses personales, barreras históricas o culturales. Todos, de hecho, somos corresponsables en la construcción de una sociedad que sepa incluir, integrar y levantar a los que han caído o están sufriendo (77). El amor construye puentes y estamos “hechos para el amor” (88), añade el Papa, exhortando en particular a los cristianos reconocer a Cristo en el rostro de todos los excluidos (85). El principio de la capacidad de amar según “una dimensión universal” (83) se retoma también en el tercer capítulo, “Pensar y gestar un mundo abierto”: en él, Francisco nos exhorta a “salir de nosotros mismos” para encontrar en los demás “un crecimiento de su ser” (88), abriéndonos al prójimo según el dinamismo de la caridad que nos hace tender a la “comunión universal” (95). Después de todo – recuerda la Encíclica – la estatura espiritual de la vida humana está definida por el amor que es siempre “lo primero” y nos lleva a buscar lo mejor para la vida de los demás, lejos de todo egoísmo (92-93).

Los derechos no tienen fronteras, es necesaria la ética en las relaciones internacionales

Mons. Jesús Alfonso Guerrero © Discípulos misioneros en la Gran SabanaUna sociedad fraternal será aquella que promueva la educación para el diálogo con el fin de derrotar al “virus del individualismo radical” (105) y permitir que todos den lo mejor de sí mismos. A partir de la tutela de la familia y del respeto por su “misión educativa primaria e imprescindible” (114). Dos son, en particular, los “instrumentos” para lograr este tipo de sociedad: la benevolencia, es decir, el deseo concreto del bien del otro (112), y la solidaridad que se ocupa de la fragilidad y se expresa en el servicio a las personas y no a las ideologías, luchando contra la pobreza y la desigualdad (115). El derecho a vivir con dignidad no puede ser negado a nadie, dice el Papa, y como los derechos no tienen fronteras, nadie puede quedar excluido, independientemente de donde haya nacido (121). Desde este punto de vista, el Papa recuerda también que hay que pensar en “una ética de las relaciones internacionales” (126), porque todo país es también del extranjero y los bienes del territorio no pueden ser negados a los necesitados que vienen de otro lugar. Por lo tanto, el derecho natural a la propiedad privada será secundario respecto al principio del destino universal de los bienes creados (120). La

Encíclica también subraya de manera específica la cuestión de la deuda externa: sin perjuicio del principio de que debe ser pagada, se espera, sin embargo, que ello no comprometa el crecimiento y la subsistencia de los países más pobres (126).

Migrantes: gobernanza mundial para proyectos a largo plazo

Al tema de las migraciones está dedicada parte del segundo y todo el cuarto capítulo, “Un corazón abierto al mundo entero”, con sus “vidas que se desgarran” (37), huyendo de guerras, persecuciones, desastres naturales, traficantes sin escrúpulos, desarraigados de sus comunidades de origen, los migrantes deben ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados. Hay que evitar migraciones no necesarias, afirma el Pontífice, creando en los países de origen posibilidades concretas de vivir con dignidad. Pero al mismo tiempo, el derecho a buscar una vida mejor en otro lugar debe ser respetado. En los países de destino, el equilibrio adecuado será aquel entre la protección de los derechos de los ciudadanos y la garantía de acogida y asistencia a los migrantes (38-40). Concretamente, el Papa señala algunas “respuestas indispensables” especialmente para quienes huyen de “graves crisis humanitarias”: aumentar y simplificar la concesión de visados; abrir corredores humanitarios; garantizar la vivienda, la seguridad y los servicios esenciales; ofrecer oportunidades de trabajo y formación; fomentar la reunificación familiar; proteger a los menores; garantizar la libertad religiosa y promover la inclusión social. El Papa también invita a establecer el concepto de “ciudadanía plena” en la sociedad, renunciando al uso discriminatorio del término “minorías” (129-131). Lo que se necesita sobre todo – se lee en el documento – es una gobernanza mundial, una colaboración internacional para las migraciones que ponga en marcha proyectos a largo plazo, que vayan más allá de las emergencias individuales (132), en nombre de un desarrollo solidario de todos los pueblos basado en el principio de gratuidad. De esta manera, los países pueden pensar como “una familia humana” (139-141). El otro diferente de nosotros es un don y un enriquecimiento para todos, escribe Francisco, porque las diferencias representan una posibilidad de crecimiento (133-135). Una cultura sana es una cultura acogedora que sabe abrirse al otro, sin renunciar a sí misma, ofreciéndole algo auténtico. Como en un poliedro – una imagen apreciada por el Pontífice – el conjunto es más que las partes individuales, pero cada una de ellas es respetada en su valor (145-146).

La política, una de las formas más preciosas de la caridad

El tema del quinto capítulo es “La mejor política”, es decir, una de las formas más preciosas de la caridad porque está al servicio del bien común (180) y conoce la importancia del pueblo, entendido como una categoría abierta, disponible para la confrontación y el diálogo (160). Este es, en cierto sentido, el popularismo indicado por Francisco, que se contrapone a ese “populismo” que ignora la legitimidad de la noción de “pueblo”, atrayendo consensos para instrumentalizarlo a su propio servicio y fomentando el egoísmo para aumentar su popularidad (159). Pero la mejor política es también la que tutela el trabajo, “una dimensión irrenunciable de la vida social” y trata de asegurar que todos tengan la posibilidad de desarrollar sus propias capacidades (162). La mejor ayuda para un pobre, explica el Papa, no es sólo el dinero, que es un remedio temporal, sino el hecho de permitirle vivir una vida digna a través del trabajo. La verdadera estrategia de lucha contra la pobreza no tiene por objeto simplemente contener o hacer inofensivos a los indigentes, sino promoverlos desde el punto de vista de la solidaridad y la subsidiariedad (187). También es tarea de la política encontrar una solución a todo lo que atente contra los derechos humanos fundamentales, como la exclusión social; el tráfico de órganos, tejidos, armas y drogas; la explotación sexual; el trabajo esclavo; el terrorismo y el crimen organizado. Fuerte es el llamamiento del Papa a eliminar definitivamente el tráfico, la “vergüenza para la humanidad” y el hambre, que es “criminal” porque la alimentación es “un derecho inalienable” (188-189).

El mercado por sí solo no lo resuelve todo. Es necesaria la reforma de la ONU

La política que se necesita, subraya Francisco, es la que dice no a la corrupción, a la ineficiencia, al mal uso del poder, a la falta de respeto por las leyes (177). Se trata de una política centrada en la dignidad humana y no sujeta a las finanzas porque “el mercado solo no resuelve todo”: los “estragos” provocados por la especulación financiera lo han demostrado (168). Los movimientos populares asumen, por lo tanto, una importancia particular: verdaderos “poetas sociales” y “torrentes de energía moral”, deben involucrarse en la participación social, política y económica, sujetos, sin embargo, a una mayor coordinación. De esta manera – afirma el Papa – se puede pasar de una política “hacia” los pobres a una política “con” y “de” los pobres (169). Otro auspicio presente en la Encíclica se refiere a la reforma de las Naciones Unidas: frente al predominio de la dimensión económica que anula el poder del Estado individual, de hecho, la tarea de las Naciones Unidas será la de dar sustancia al concepto de “familia de las naciones” trabajando por el bien común, la erradicación de la pobreza y la protección de los derechos humanos. Recurriendo incansablemente a “la negociación, a los buenos oficios y al arbitraje” – afirma el documento pontificio – la ONU debe promover la fuerza del derecho sobre el derecho de la fuerza, favoreciendo los acuerdos multilaterales que mejor protejan incluso a los Estados más débiles (173-175).

El milagro de la bondad

Del capítulo sexto, “Diálogo y amistad social”, surge también el concepto de la vida como “el arte del encuentro” con todos, incluso con las periferias del mundo y con los pueblos originarios, porque “de todos se puede aprender algo, nadie es inservible” (215). El verdadero diálogo, en efecto, es el que permite respetar el punto de vista del otro, sus intereses legítimos y, sobre todo, la verdad de la dignidad humana. El relativismo no es una solución – se lee en la Encíclica – porque sin principios universales y normas morales que prohíban el mal intrínseco, las leyes se convierten sólo en imposiciones arbitrarias (206). En esta óptica, desempeñan un papel particular los medios de comunicación, que, sin explotar las debilidades humanas ni sacar lo peor de nosotros, deben orientarse al encuentro generoso y a la cercanía con los últimos, promoviendo la cercanía y el sentido de la familia humana (205). Particular, a continuación, es el llamamiento del Papa al “milagro de una persona amable”, una actitud que debe ser recuperada porque es “una estrella en medio de la oscuridad” y “una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída” que prevalecen en los tiempos contemporáneos. Una persona amable, escribe Francisco, crea una sana convivencia y abre el camino donde la exasperación destruye los puentes (222-224).

El arte de la paz y la importancia del perdón

Reflexiona sobre el valor y la promoción de la paz, en cambio, el séptimo capítulo, “Caminos de reencuentro” en el que el Papa subraya que la paz está ligada a la verdad, la justicia y la misericordia. Lejos del deseo de venganza, es “proactiva” y tiene como objetivo formar una sociedad basada en el servicio a los demás y en la búsqueda de la reconciliación y el desarrollo mutuo (227-229). En una sociedad, todos deben sentirse “en casa” – escribe el Papa –. Por esta razón, la paz es un “oficio” que involucra y concierne a todos y en el que cada uno debe desempeñar su papel. La tarea de la paz no da tregua y no termina nunca, continúa el Papa, y por lo tanto es necesario poner a la persona humana, su dignidad y el bien común en el centro de toda acción (230-232). Ligado a la paz está el perdón: se debe amar a todos sin excepción, dice la Encíclica, “pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que él hace es aceptable”. Es más: los que sufren la injusticia deben defender con firmeza sus derechos para salvaguardar su dignidad, un don de Dios (241-242). El perdón no significa impunidad, sino justicia y memoria, porque perdonar no significa olvidar, sino renunciar a la fuerza destructiva del mal y al deseo de venganza. No hay que olvidar nunca “horrores” como la Shoah, los bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki, las persecuciones y las masacres étnicas – exhorta el Papa –. Deben ser recordados siempre, una vez más, para no anestesiarnos y mantener viva la llama de la conciencia colectiva. Es igualmente importante recordar a los buenos, aquellos que han elegido el perdón y la fraternidad (246-252).

¡Nunca más la guerra, fracaso de la humanidad!

Una parte del séptimo capítulo se detiene en la guerra: no es “un fantasma del pasado” – subraya Francisco – sino “una amenaza constante” y representa la “negación de todos los derechos”, “un fracaso de la política y de la humanidad”, “una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal”. Además, debido a las armas nucleares, químicas y biológicas que golpean a muchos civiles inocentes, hoy en día ya no podemos pensar, como en el pasado, en una posible “guerra justa”, sino que debemos reafirmar con firmeza “¡Nunca más la guerra!” Y considerando que estamos viviendo “una tercera guerra mundial en etapas”, porque todos los conflictos están conectados, la eliminación total de las armas nucleares es “un imperativo moral y humanitario”. Más bien – sugiere el Papa – con el dinero invertido en armamento, debería crearse un Fondo Mundial para eliminar el hambre (255-262).

La pena de muerte es inadmisible, debería abolirse en todo el mundo

Francisco expresa una posición igualmente clara sobre la pena de muerte: es inadmisible y debe ser abolida en todo el mundo. “Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal – escribe el Papa – y Dios mismo se hace su garante”. De ahí dos exhortaciones: no ver el castigo como una venganza, sino como parte de un proceso de sanación y reinserción social, y mejorar las condiciones de las prisiones, respetando la dignidad humana de los presos, pensando también que la cadena perpetua “es una pena de muerte oculta” (263-269). Se reafirma la necesidad de respetar “la sacralidad de la vida” (283) allá donde hoy “partes de la humanidad parecen sacrificables”, como los no nacidos, los pobres, los discapacitados, los ancianos (18).

Garantizar la libertad religiosa, derecho humano fundamental

En el octavo y último capítulo, el Pontífice se ocupa de “Las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo” y reitera que la violencia no encuentra fundamento en las convicciones religiosas, sino en sus deformaciones. Actos tan “execrables” como los actos terroristas, por lo tanto, no se deben a la religión, sino a interpretaciones erróneas de los textos religiosos, así como a políticas de hambre, pobreza, injusticia, opresión. El terrorismo no debe ser sostenido ni con dinero ni con armas, ni con la cobertura de los medios de comunicación, porque es un crimen internacional contra la seguridad y la paz mundial y como tal debe ser condenado (282-283). Al mismo tiempo, el Papa subraya que es posible un camino de paz entre las religiones y que, por lo tanto, es necesario garantizar la libertad religiosa, un derecho humano fundamental para todos los creyentes (279). En particular, la Encíclica hace una reflexión sobre el papel de la Iglesia: no relega su misión a la esfera privada – afirma –, no está al margen de la sociedad y, aunque no hace política, sin embargo, no renuncia a la dimensión política de la existencia. La atención al bien común y la preocupación por el desarrollo humano integral, de hecho, conciernen a la humanidad y todo lo que es humano concierne a la Iglesia, según los principios del Evangelio (276-278). Por último, recordando a los líderes religiosos su papel de “auténticos mediadores” que se dedican a construir la paz, Francisco cita el “Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común”, firmado por él mismo el 4 de febrero de 2019 en Abu Dabi, junto con el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb: de este hito del diálogo interreligioso, el Pontífice recoge el llamamiento para que, en nombre de la fraternidad humana, se adopte el diálogo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento mutuo como método y criterio (285).

El Beato Carlos de Foucauld, “el hermano universal”.

La Encíclica concluye con la memoria de Martin Luther King, Desmond Tutu, Mahatma Gandhi y sobre todo, el Beato Carlos de Foucauld, modelo para todos de lo que significa identificarse con los últimos para convertirse en “el hermano universal” (286-287). Las últimas líneas del documento están confiadas a dos oraciones: una “al Creador” y la otra “cristiana ecuménica”, para que en el corazón de los hombres haya “un espíritu de hermanos”.

The post ‘Fratelli tutti’: Resumen de la nueva encíclica del Papa appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
Revista ‘Mujeres, Iglesia, Mundo’: Hermanas de mujeres y de hombres https://es.zenit.org/2020/10/03/revista-mujeres-iglesia-mundo-hermanas-de-mujeres-y-de-hombres/ Sat, 03 Oct 2020 17:22:54 +0000 https://es.zenit.org/?p=206328 En 'L’Osservatore Romano'

The post Revista ‘Mujeres, Iglesia, Mundo’: Hermanas de mujeres y de hombres appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>
(zenit – 3 sept. 2020).– Hermanas entre mujeres y hermanas de hombres: la revista mensual de L’Osservatore Romano, Mujeres Iglesia Mundo (Donne, Chiesa, Mondo), de octubre de 2020 trata este tema, explicado en el editorial.

“Hermanas, solidaridad femenina, sororidad. Estas palabras indican unión, comunión, reciprocidad entre las mujeres”, escribe Marta Rodríguez, miembro de la redacción de la revista en este texto titulado “La misma dignidad”.

Se detiene en el término “hermandad”, esperando que “estimule la reflexión” porque “contiene alguna chispa de profecía en la intención de Mujeres Iglesia Mundo de leer las preguntas que conciernen a la Iglesia y al mundo con los ojos y desde la perspectiva de las mujeres. Lo que a menudo falta en la forma de pensar de la Iglesia y en la forma de pensar de la Iglesia”.

Marta Rodríguez acerca el término “hermandad” al de sinodalidad, que será objeto de un Sínodo en 2022: “La particular sensibilidad relacional de las mujeres podría, por tanto, favorecer la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia. Las mujeres han demostrado su capacidad para promover la participación de todos en los procesos que conciernen a todos. Si su presencia en los lugares donde se toman las decisiones puede fomentar un impulso misionero que involucre a todo el Pueblo de Dios, la pregunta es si estamos abiertos a este tipo de conversión misionera de las estructuras eclesiales”.

Se trata, añade, de aprender a “ejercer correctamente la autoridad”: “Cuando no se sabe cómo ser hermano o hermana, o cómo establecer relaciones de cooperación mutua, es difícil tener autoridad sin abuso. El estímulo de la hermandad puede ayudar a purificar los abusos de poder que tienen lugar en la Iglesia hoy en día”.

“¿Pero estamos listos para este estímulo?”, se pregunta. Vale la pena reflexionar sobre esta cuestión y las preguntas que surgen de ella, incluida su dimensión provocadora. Marta Rodríguez concluyó refiriéndose a la encíclica del Papa Francisco Fratelli tutti que se publicará el 4 de octubre: “No sólo somos hermanas de mujeres, sino también hermanas de hombres”.

The post Revista ‘Mujeres, Iglesia, Mundo’: Hermanas de mujeres y de hombres appeared first on ZENIT - Espanol.

]]>