amar Archives - ZENIT - Espanol https://es.zenit.org/tag/amar/ El mundo visto desde Roma Wed, 12 Feb 2020 09:50:35 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.2 https://es.zenit.org/wp-content/uploads/sites/3/2020/07/723dbd59-cropped-f2e1e53e-favicon_1.png amar Archives - ZENIT - Espanol https://es.zenit.org/tag/amar/ 32 32 España y Latinoamérica: El Papa invita a pedir “el don de las lágrimas” https://es.zenit.org/2020/02/12/espana-y-latinoamerica-el-papa-anima-a-pedir-el-don-de-las-lagrimas/ Wed, 12 Feb 2020 09:50:35 +0000 https://es.zenit.org/?p=132199 Saludo a los hispanohablantes

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(zenit – 12 febrero 2020).- “Pidamos al Señor que nos conceda el don de las lágrimas por nuestra falta de amor a Dios y al prójimo, y que por su compasión y misericordia nos permita amar a nuestros hermanos y dejar que entren en nuestro corazón”.

Esta es la petición pronunciada por el Papa Francisco durante sus palabras a los hispanohablantes en la audiencia general celebrada hoy, 12 de febrero de 2020, en el Aula Pablo VI.

El Santo Padre también saludó a los peregrinos de lengua española procedentes de España y América Latina presentes en la audiencia general y reconoció algunas nacionalidades por sus banderas: “chilenos, peruanos, mexicanos, argentinos…”.

Francisco prosiguió con el ciclo de catequesis sobre las bienaventuranzas. En concreto, meditó sobre la segunda de ellas: “Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”.

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Aceptar la pobreza de nuestro ser para “poder amar”– Catequesis completa https://es.zenit.org/2020/02/05/aceptar-la-pobreza-de-nuestro-ser-para-poder-amar-catequesis-completa/ Wed, 05 Feb 2020 15:54:06 +0000 https://es.zenit.org/?p=131759 Ciclo sobre las bienaventuranzas

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(zenit – 5 febrero 2020).- “Porque hay una pobreza que debemos aceptar, la de nuestro ser, y una pobreza que en cambio debemos buscar, la concreta, de las cosas de este mundo, para ser libres y poder amar”, indicó el Papa Francisco.

Hoy, 5 de febrero de 2020, en el Aula Pablo VI, el Santo Padre ha continuado con el ciclo de catequesis sobre la primera de las ocho bienaventuranzas descrita en el Evangelio de Mateo: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos será el Reino de los cielos” (Mt. 11, 28-30).

Francisco resaltó cómo este evangelista no se refiere al sentido económico del término “pobreza”, sino a los “pobres de espíritu”: “aquellos que son y se sienten pobres, mendigos, en lo más profundo de su ser” y a los que Jesús proclama benditos “porque el Reino de los Cielos les pertenece”.

Todos somos vulnerables

El Pontífice subrayó que todos los humanos somos vulnerables y que se vive mal si se rechaza este límite. Las personas orgullosas “no piden ayuda, no pueden pedir ayuda, no se les ocurre pedir ayuda porque tienen que mostrarse autosuficientes”. El orgulloso “no puede disculparse: siempre tiene razón. No es pobre en espíritu”.

En cambio, el Señor “no se cansa de perdonar” y “somos nosotros los que desgraciadamente nos cansamos de pedir perdón. El cansancio de pedir perdón: esta es una enfermedad fea”, describió. Y agregó que es difícil pedir perdón porque humilla, pero que vivir ocultando los propios defectos es “angustiante”.

Ante ello, continuó el Obispo de Roma, “Jesucristo nos dice: ser pobre es una ocasión de gracia; y nos muestra el camino para salir de esta fatiga. Se nos da el derecho de ser pobres de espíritu, porque este es el camino del Reino de Dios”. Y no necesitamos transformarnos para ser pobres: “¡somos ‘pobres’ en espíritu! Necesitamos de todo. Todos somos pobres de espíritu, somos mendigos. Es la condición humana”.

La verdadera libertad

“El Reino de Dios es de los pobres de espíritu. Están aquellos que tienen los reinos de este mundo: tienen bienes y tienen comodidad. Pero son reinos que terminan”, expuso, y puntualizó que “realmente reinan aquellos que saben cómo amar el verdadero bien más que a sí mismos. Y ese es el poder de Dios”.

Finalmente el Santo Padre recordó que el poder de Cristo se mostró porque “ha sabido hacer lo que los reyes de la tierra no hacen: dar la vida por los hombres” y “ese es el verdadero poder. El poder de la fraternidad, de la caridad, del amor, de la humildad”.

“En esto reside la verdadera libertad. Quien tiene este poder de la humildad, del servicio, de la hermandad, ¡es libre! Al servicio de esta libertad está la pobreza alabada por las Bienaventuranzas”, concluyó.

A continuación, sigue la catequesis completa del Santo Padre.

***

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy nos enfrentamos a la primera de las ocho Bienaventuranzas del Evangelio de Mateo. Jesús comienza a proclamar su camino hacia la felicidad con un anuncio paradójico: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (5,3). Una forma sorprendente, y un extraño objeto de felicidad, la pobreza.

Debemos preguntarnos: ¿qué se entiende por “pobre” aquí? Si Mateo usara solamente esta palabra, el significado sería simplemente económico, es decir, indicaría a las personas que tienen pocos o ningún medio de subsistencia y necesitan la ayuda de otros.

Pero el Evangelio de Mateo, a diferencia de Lucas, habla de “pobres de espíritu”. ¿Qué quiere decir? El espíritu, según la Biblia, es el aliento de vida que Dios comunicó a Adán; es nuestra dimensión más íntima, digamos la dimensión espiritual, la más íntima, aquella que nos hace humanos, el núcleo profundo de nuestro ser. Entonces los “pobres de espíritu” son aquellos que son y se sienten pobres, mendigos, en lo más profundo de su ser. Jesús los proclama benditos, porque a ellos pertenece el Reino de los cielos.

¡Cuántas veces nos han dicho lo contrario! Tienes que ser algo en la vida, tienes que ser alguien… Tienes que hacerte un nombre… De esto surge la soledad y la infelicidad: si tengo que ser “alguien”, estoy en competencia con los demás y vivo en una preocupación obsesiva por mi ego. Si no acepto ser pobre, aborrezco todo lo que me recuerda mi fragilidad. Porque esta fragilidad me impide convertirme en una persona importante, un rico no solo en dinero, sino en fama, en todo.

Todo el mundo, frente a sí mismo, sabe que por mucho que lo intente, siempre permanece radicalmente incompleto y vulnerable. No hay ningún truco para cubrir esta vulnerabilidad. Todo el mundo es vulnerable en el interior. Tiene que ver dónde. ¡Qué mal se vive mal si rechazas tus límites! Se vive mal. Sin digerir el límite. Está ahí. Las personas orgullosas no piden ayuda, no pueden pedir ayuda, no se les ocurre pedir ayuda porque tienen que mostrarse autosuficientes. Y cuántos de ellos necesitan ayuda, pero el orgullo les impide pedir ayuda. ¡Y qué difícil es admitir un error y pedir perdón!. Cuando doy algún consejo a los recién casados, que me hablan de cómo llevar bien su matrimonio, les digo: “Hay tres palabras mágicas: permiso, gracias, disculpa”. Son palabras que provienen de la pobreza de espíritu. No tienes que ser entrometido, pero pide permiso: “¿Te parece bien hacer esto?”, así hay diálogo en la familia, el esposo y la esposa dialogan. “Hiciste esto por mí, gracias, lo necesitaba”. Después siempre se cometen errores, se tropieza: “Disculpa”. Y normalmente, las parejas, los nuevos matrimonios, los que están aquí y muchos, me dicen: “El tercero es el más difícil”, pedir disculpas, pedir perdón. Porque el orgulloso no puede hacerlo. No puede disculparse: siempre tiene razón. No es pobre en espíritu. En cambio, el Señor no se cansa de perdonar; somos nosotros los que desgraciadamente nos cansamos de pedir perdón. El cansancio de pedir perdón: esta es una enfermedad fea.

¿Por qué es difícil pedir perdón? Porque humilla nuestra imagen hipócrita. Pero vivir tratando de ocultar los propios defectos es agotador y angustiante. Jesucristo nos dice: ser pobre es una ocasión de gracia; y nos muestra el camino para salir de esta fatiga. Se nos da el derecho de ser pobres de espíritu, porque este es el camino del Reino de Dios.

Pero hay algo fundamental que reiterar: no debemos transformarnos para hacernos pobres de espíritu, no debemos hacer ninguna transformación porque ya somos pobres! Somos pobres… o más claramente: ¡somos “pobres” en espíritu! Necesitamos de todo. Todos somos pobres de espíritu, somos mendigos. Es la condición humana.

El Reino de Dios es de los pobres de espíritu. Están aquellos que tienen los reinos de este mundo: tienen bienes y tienen comodidad. Pero son reinos que terminan. El poder de los hombres, incluso los más grandes imperios, pasan y desaparecen. Tantas veces vemos en el telediario o en los periódicos que aquel gobernante fuerte, potente o aquel Gobierno que ayer estaba y que hoy ya no, cayó. Las riquezas de este mundo se van y también el dinero. Los viejos nos enseñaban que el sudario no tenía bolsillos. Es verdad. Yo nunca he visto detrás de una procesión fúnebre un camión de mudanza: nadie se lleva nada. Estas riquezas se quedan aquí.

El Reino de Dios es de los pobres de espíritu. Hay quienes tienen reinos de este mundo, tienen bienes y tienen comodidades. Pero sabemos cómo terminan. Realmente reinan aquellos que saben cómo amar el verdadero bien más que a sí mismos. Y ese es el poder de Dios.

¿En qué se ha mostrado Cristo poderoso? Porque ha sabido hacer lo que los reyes de la tierra no hacen: dar la vida por los hombres. Ese es el verdadero poder. El poder de la fraternidad, de la caridad, del amor, de la humildad. Esto hizo Cristo.

En esto reside la verdadera libertad. Quien tiene este poder de la humildad, del servicio, de la hermandad, ¡es libre! Al servicio de esta libertad está la pobreza alabada por las Bienaventuranzas.

Porque hay una pobreza que debemos aceptar, la de nuestro ser, y una pobreza que en cambio debemos buscar, la concreta, de las cosas de este mundo, para ser libres y poder amar. Siempre debemos buscar la libertad de corazón, la libertad que está enraizada en la pobreza de nosotros mismos.

Traducción de zenit

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Perú: Ordenación Episcopal del nuevo obispo de la Prelatura de Chuquibambilla https://es.zenit.org/2020/01/07/peru-ordenacion-episcopal-del-nuevo-obispo-de-la-prelatura-de-chuquibambilla/ Tue, 07 Jan 2020 10:14:42 +0000 https://es.zenit.org/?p=129667 Mons. Edinson Farfán

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(ZENIT – 7 enero 2020).- Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), presidió el sábado, 4 de enero de 2020, la Ordenación Episcopal del nuevo obispo de la Prelatura de Chuquibambilla, Mons. Edinson Farfán, hasta ese momento administrador apostólico de dicha jurisdicción eclesiástica.

Así lo comunicó la Oficina de Prensa del episcopado peruano a través de una nota de prensa.

Acompañar al nuevo prelado

Al inicio de la ceremonia, celebrada en la iglesia Santa Rita de Casia del Cusco, Mons. Cabrejos agradeció al Santo Padre por haber nombrado un nuevo obispo para el Perú. “De todo corazón agradecemos hoy al Papa Francisco, quien nos concede un obispo prelado para Chuquibambilla, en la persona de Mons. Edinson Farfán Córdova, un sacerdote muy querido. Gracias Mons. Edinson por haber dicho sí a Dios ahora en tu episcopado”, indicó el presidente del CELAM.

Y añadió: “Querido pueblo católico: ustedes acompañan hoy al padre obispo prelado electo en su Ordenación episcopal; acompáñenlo siempre con sus oraciones y con su amor”.

Amar a las ovejas

En su homilía, Mons. Cabrejos sostuvo que entre las características que debe tener todo obispo, resalta “el amar”. “Cuando Jesús le pregunta a Pedro si lo amaba y Pedro le responde que sí, la respuesta de Jesús fue: apacienta mis ovejas. La única forma del obispo de demostrar su gran amor a Dios y su fidelidad a la misión episcopal es amando inmensamente a sus ovejas. No hay otra forma. Sin ovejas, sin pueblo, sin rebaño no hay Iglesia, no hay obispo ni episcopado”, apuntó.

El presidente del Episcopado Peruano recordó también las palabras de san Agustín: “Con el amor al prójimo, el pobre es rico; sin el amor al prójimo, el rico es pobre” y “lo que has amado quedará, el resto solo serán cenizas”.

En la Ordenación Episcopal participaron también el nuncio apostólico en el Perú, Mons. Nicola Girasoli, numerosos miembros del episcopado peruano, el prior General de la Orden de San Agustín, padre Alejandro Moral, y miembros de la congregación, además de religiosos y religiosas, sacerdotes y fieles de Chuquibambilla y del Cusco.

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La «pérdida del sentido de la vida» es la «grave amenaza» en los países más desarrollados https://es.zenit.org/2019/11/27/la-perdida-del-sentido-de-la-vida-es-hoy-la-grave-amenaza-en-los-paises-mas-desarrollados/ Wed, 27 Nov 2019 13:10:57 +0000 https://es.zenit.org/?p=127289 Catequesis del Papa

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(ZENIT – 27 nov. 2019).- «Hoy la grave amenaza, en los países más desarrollados, es la pérdida del sentido de la vida», ha anunciado el Papa en la audiencia general, en la que ha compartido con los peregrinos los momentos más relevantes de su 32º viaje apostólico internacional, a Tailandia y Japón.

En la plaza de San Pedro se han congregado este miércoles, 27 de noviembre de 2019, miles de visitantes y peregrinos, procedentes de Italia y de otros países para escuchar al Santo Padre en la audiencia general.

«Esta visita ha aumentado mi cercanía y afecto por estos pueblos: Dios los bendiga con abundancia de prosperidad y paz», ha indicado Francisco, al mismo tiempo que ha agradecido a los pueblos tailandés y japonés, a las autoridades y a las personas que han hecho posible este viaje.

El pueblo Thai, pueblo de la sonrisa

En Tailandia, «un antiguo reino que se ha modernizado fuertemente», se encontró con el rey, el primer ministro y otras autoridades, y rindió homenaje «a la rica tradición espiritual y cultural del pueblo Thai, el pueblo de la ‘hermosa sonrisa'», ha señalado. «Allí la gente sonríe».

En este país, el Pontífice alentó el «compromiso» de «lograr la armonía entre los diferentes componentes de la nación», también «para que el desarrollo económico beneficie a todos» y «se curen las llagas de la explotación, especialmente de las mujeres y los niños», ha advertido.

Asimismo, el Papa ha recordado los momentos más importantes del viaje, así como la Misa celebrada en el Estadio Nacional de Bangkok, el encuentro con los enfermos del hospital Sant Louis y las diferentes reuniones fraternas con los sacerdotes, religiosos, obispos y jesuitas.

Japón, proteger y amar la vida

Al llegar a Tokio, ha contado el Papa, fue recibido por los obispos del país, con los que «inmediatamente compartimos el reto de ser pastores de una Iglesia muy pequeña, pero portadora de agua viva, el Evangelio de Jesús».

El Santo Padre ha señalado que el lema de su visita a la isla fue Proteger cada vida, un país que lleva las «cicatrices del bombardeo atómico» y que es para todo el mundo el «portavoz del derecho fundamental a la vida y a la paz». Asimismo, narró su paso por Nagasaki e Hiroshima, donde rezó y se encontró con algunos supervivientes y víctimas, y «reiteró la firme condena de las armas nucleares y la hipocresía de hablar de paz construyendo y vendiendo artefactos bélicos».

Después de esa tragedia, el Japón «ha demostrado una extraordinaria capacidad para luchar por la vida», ha observado, «y lo ha hecho incluso recientemente, después de la triple catástrofe de 2011: terremoto, tsunami y accidente en una central nuclear», momento que también conmemoró con algunas víctimas en Tokio.

«Para proteger la vida hay que amarla, y hoy la grave amenaza, en los países más desarrollados, es la pérdida del sentido de la vida», ha explicado. En este sentido, Francisco se reunió con los jóvenes, las «primeras víctimas del vacío del sentido de vivir», ha descrito, escuchando «sus preguntas y sus sueños».

Tras haber repasado otros momentos de especial importancia en su viaje, el Pontífice ha encomendado a todos los peregrinos presentes en la audiencia a «confiar los pueblos de Tailandia y Japón a la bondad y  a la providencia de Dios».

A continuación sigue el texto completo de la catequesis ofrecida por el Santo Padre, este miércoles, 27 de noviembre de 2019.

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Catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Ayer volví de mi viaje apostólico a Tailandia y Japón, un regalo por el que estoy muy agradecido al Señor. Deseo renovar mi gratitud a las autoridades y a los obispos de estos dos países, que me invitaron y recibieron con gran esmero, y sobre todo manifestar mi agradecimiento al pueblo tailandés y al pueblo japonés. Esta visita ha aumentado mi cercanía y afecto por estos pueblos: Dios los bendiga con abundancia de prosperidad y paz.

Tailandia es un antiguo reino que se ha modernizado fuertemente. Durante el encuentro con el rey, el primer ministro y otras autoridades, rendí homenaje a la rica tradición espiritual y cultural del pueblo Thai, el pueblo de la “hermosa sonrisa”. Allí la gente sonríe. Alenté el compromiso de lograr la armonía entre los diferentes componentes de la nación, también para que el desarrollo económico beneficie a todos y se curen las llagas de la explotación, especialmente de las mujeres y los niños. La religión budista es parte integrante de la historia y de la vida de este pueblo; por eso fui a visitar al Patriarca Supremo de los Budistas, continuando el camino de estima mutua iniciado por mis predecesores, para que la compasión y la fraternidad crezcan en el mundo. En este sentido, el encuentro ecuménico e interreligioso que tuvo lugar en la universidad más grande del país fue muy significativo.

El testimonio de la Iglesia en Tailandia pasa también por obras de servicio a los enfermos y a los últimos. Entre ellas, destaca el  hospital Saint Louis que visité animando al personal sanitario y conociendo a algunos pacientes. También dediqué momentos específicos a los sacerdotes y a las personas consagradas, a los obispos y también a los hermanos jesuitas. En Bangkok celebré la misa con todo el pueblo de Dios en el Estadio Nacional y luego con los jóvenes en la catedral. Allí experimentamos que en la nueva familia formada por Jesucristo están también los rostros y las voces del pueblo Thai.

Luego me desplacé a Japón. Cuando llegué a la nunciatura de Tokio, fui recibido por los obispos del país, con los que inmediatamente compartimos el reto de ser pastores de una Iglesia muy pequeña, pero portadora de agua viva, el Evangelio de Jesús.

«Proteger cada vida» fue el lema de mi visita a Japón, un país que lleva las cicatrices del bombardeo atómico y que es para todo el mundo el portavoz del derecho fundamental a la vida y a la paz. En Nagasaki e Hiroshima recé, me encontré con algunos supervivientes y familiares de las víctimas, y reiteré la firme condena de las armas nucleares y la hipocresía de hablar de paz construyendo y vendiendo artefactos bélicos. Después de esa tragedia, el Japón ha demostrado una extraordinaria capacidad para luchar por la vida, y lo ha hecho incluso recientemente, después de la triple catástrofe de 2011: terremoto, tsunami y accidente en una central nuclear.

Para proteger la vida hay que amarla, y hoy la grave amenaza, en los países más desarrollados, es la pérdida del sentido de la vida.

Las primeras víctimas del vacío del sentido de vivir son los jóvenes, por eso les dediqué un encuentro en Tokio. Escuché sus preguntas y sus sueños; los animé a oponerse juntos a todas las formas de bullying, y a superar el miedo y los cierres abriéndose al amor de Dios, rezando y sirviendo a los demás. Conocí a otros jóvenes en la Universidad de Sophia, junto con la comunidad académica. Esta Universidad, como todas las escuelas católicas, es muy apreciada en Japón.

En Tokio tuve la oportunidad de visitar al Emperador Naruhito, a quien renuevo la expresión de mi gratitud; y me encontré con las autoridades del país y con el cuerpo diplomático. Manifesté el deseo de una cultura de encuentro y diálogo, caracterizada por la sabiduría y la amplitud de horizontes. Permaneciendo fiel a sus valores religiosos y morales, y abierto al mensaje evangélico, Japón podrá ser un país líder para un mundo más justo y pacífico y para la armonía entre el hombre y el medio ambiente.

Queridos hermanos y hermanas, confiemos los pueblos de Tailandia y Japón a la bondad y  a la providencia de Dios. Gracias.

© Librería Editorial Vaticano

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El Papa invita a «pedir la gracia de sentirnos necesitados de misericordia, interiormente pobres» https://es.zenit.org/2019/10/27/el-papa-invita-a-pedir-la-gracia-de-sentirnos-necesitados-de-misericordia-interiormente-pobres/ Sun, 27 Oct 2019 11:17:02 +0000 https://es.zenit.org/?p=124917 Homilía en la Misa de clausura del Sínodo

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(ZENIT – 27 oct. 2019).- En la Misa de clausura del Sínodo Especial de los Obispos para la Región Panamazónica, el Papa ha reflexionado, a través de la Palabra de Dios anunciada hoy, en tres maneras de rezar, mediante tres personajes: en la parábola de Jesús rezan el fariseo y el publicano, en la primera lectura se habla de la oración del pobre.

Este domingo, 27 de octubre de 2019, tras tres semanas de trabajos sinodales, el Santo Padre ha presidido la Eucaristía en la basílica de San Pedro, acompañado en el altar de la cátedra por el Cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos, el cardenal Cláudio Hummes, relator general, y el cardenal Michael Czerny, secretario especial.

Oración del fariseo

El fariseo, advierte el Papa, presume porque cumple unos preceptos particulares de manera óptima, pero «olvida el más grande: amar a Dios y al prójimo«. De este modo, no le pide nada al Señor, porque «no siente que tiene necesidad o que debe algo, sino que, más bien, se le debe a él». «Está en el templo de Dios, pero practica otra religión, la religión del yo». También los cristianos que rezan y van a Misa el domingo «están sujetos a esta religión del yo«, ha observado.

Así, ha animado a los fieles a rezar «para pedir la gracia de sentirnos necesitados de misericordia, interiormente pobres», ya que «que sólo en un clima de pobreza interior actúa la salvación de Dios».

«¡Cuánta presunta superioridad que, también hoy se convierte en opresión y explotación!», ha observado. «Lo hemos visto en el Sínodo, cuando hablábamos de la explotación de la Creación, de la gente, de los habitantes, de la Amazonía, la trata de personas, el comercio de las personas», y ha agradecido que «providencialmente hoy» hayan participado en la Misa «no solamente los indígenas de la Amazonía, también los más pobres de la sociedad desarrollada, los hermanos y hermanas enfermas», palabras aplaudidas por la asamblea.

Oración del publicano

Mirando al publicano, ha dicho Francisco, «descubrimos de nuevo de dónde tenemos que volver a partir: del sentirnos necesitados de salvación, todos». Este el «primer paso de la religión de Dios, que es misericordia hacia quien se reconoce miserable», ha indicado.

Ha recordado que «su oración nace del corazón, es transparente; pone delante de Dios el corazón, no las apariencias. Rezar es dejar que Dios nos mire por dentro sin fingimientos, sin excusas, sin justificaciones. Porque del diablo vienen la opacidad y la falsedad, de Dios la luz y la verdad». En cambio, ha añadido, «la raíz de todo error espiritual, como enseñaban los monjes antiguos, es creerse justos. Considerarse justos es dejar a Dios, el único justo, fuera de casa».

Oración del pobre

Los pobres, dice el Pontífice, son «iconos vivos de la profecía cristiana». Francisco ha exhortado a pedir «la gracia de saber escuchar el grito de los pobres: es el grito de esperanza de la Iglesia». Así, «haciendo nuestro su grito, también nuestra oración atravesará las nubes».

En este Sínodo «hemos tenido la gracia de escuchar las voces de los pobres y de reflexionar sobre la precariedad de sus vidas, amenazadas por modelos de desarrollo depredadores». Y, sin embargo, ha añadido, «aun en esta situación, muchos nos han testimoniado que es posible mirar la realidad de otro modo, acogiéndola con las manos abiertas como un don».

Sigue la homilía completa del Papa Francisco en la Eucaristía de clausura del Sínodo Amazónico:

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Homilía del Papa Francisco

La Palabra de Dios nos ayuda hoy a rezar mediante tres personajes: en la parábola de Jesús rezan el fariseo y el publicano, en la primera lectura se habla de la oración del pobre.

1. La oración del fariseo comienza así: «Oh Dios, te agradezco». Es un buen inicio, porque la mejor oración es la de acción de gracias y alabanza. Pero enseguida vemos el motivo de ese agradecimiento: «porque no soy como los demás hombres» (Lc 18,11). Y, además, explica el motivo: porque ayuna dos veces a la semana, cuando entonces la obligación era una vez al año; paga el diezmo de todo lo que tiene, cuando lo establecido era sólo en base a los productos más importantes (cf. Dt 14,22 ss.). En definitiva, presume porque cumple unos preceptos particulares de manera óptima. Pero olvida el más grande: amar a Dios y al prójimo (cf. Mt 22,36-40). Satisfecho de su propia seguridad, de su propia capacidad de observar los mandamientos, de los propios méritos y virtudes, sólo está centrado en sí mismo. No tiene amor. Pero, como dice san Pablo, incluso lo mejor, sin amor, no sirve de nada (cf. 1 Co 13). Y sin amor, ¿cuál es el resultado? Que al final, más que rezar, se elogia a sí mismo. De hecho, no le pide nada al Señor, porque no siente que tiene necesidad o que debe algo, sino que, más bien, se le debe a él. Está en el templo de Dios, pero practica otra religión, la religión del yo. Y muchos grupos ilustrados, cristianos, católicos, van por este camino.

Y además de olvidar a Dios, olvida al prójimo, es más, lo desprecia. Es decir, para él no tiene un precio, no tiene un valor. Se considera mejor que los demás, a quienes llama, literalmente, “los demás, el resto” (“loipoi”, Lc 18,11). Son “el resto”, los descartados de quienes hay que mantenerse a distancia. ¡Cuántas veces vemos que se cumple esta dinámica en la vida y en la historia!

Cuántas veces quien está delante, como el fariseo respecto al publicano, levanta muros para aumentar las distancias, haciendo que los demás estén más descartados aún. O también considerándolos inferiores y de poco valor, desprecia sus tradiciones, borra su historia, ocupa sus territorios, usurpa sus bienes. ¡Cuánta presunta superioridad que, también hoy se convierte en opresión y explotación! Lo hemos visto en el Sínodo, cuando hablábamos de la explotación de la Creación, de la gente, de los habitantes, de la Amazonía, la trata de personas, el comercio de las personas.

Los errores del pasado no han bastado para dejar de expoliar y causar heridas a nuestros hermanos y a nuestra hermana tierra: lo hemos visto en el rostro desfigurado de la Amazonía. La religión del yo sigue, hipócrita con sus ritos y “oraciones”, –y muchos de ellos son católicos, y se confiesan católicos, pero se han olvidado de ser cristianos y hombres–, olvidándose de que el verdadero culto a Dios pasa a través del amor al prójimo. También los cristianos que rezan y van a Misa el domingo están sujetos a esta religión del yo.

Podemos mirarnos dentro y ver si también nosotros consideramos a alguien inferior, descartable, aunque sólo sea con palabras. Recemos para pedir la gracia de no considerarnos superiores, de creer que tenemos todo en orden, de no convertirnos en cínicos y burlones. Pidamos a Jesús que nos cure del hablar mal y lamentarnos de los demás, de despreciar a nadie: son cosas que no agradan a Dios y providencialmente hoy nos acompañan en esta Misa no solamente los indígenas de la Amazonía, sino también los más pobres de la sociedad desarrollada, hermanos y hermanas enfermas, están con nosotros, aquí en primer lugar. (Aplauso)

2. La oración del publicano, en cambio, nos ayuda a comprender qué es lo que agrada a Dios. Él no comienza por sus méritos, sino por sus faltas; ni por sus riquezas, sino por su pobreza. No se trata de una pobreza económica —los publicanos eran ricos e incluso ganaban injustamente, a costa de sus connacionales— sino de una pobreza de vida, porque en el pecado nunca se vive bien. Ese hombre se reconoce pobre ante Dios y el Señor escucha su oración, hecha sólo de siete palabras, pero también de actitudes verdaderas.

En efecto, mientras el fariseo está delante en pie (cf. v. 11), el publicano permanece a distancia y “no se atreve ni a levantar los ojos al cielo”, porque cree que el cielo existe y es grande, mientras que él se siente pequeño. Y “se golpea el pecho” (cf. v. 13), porque en el pecho está el corazón. Su oración nace del corazón, es transparente; pone delante de Dios el corazón, no las apariencias. Rezar es dejar que Dios nos mire por dentro sin fingimientos, sin excusas, sin justificaciones. Porque del diablo vienen la opacidad y la falsedad, de Dios la luz y la verdad. Queridos Padres y Hermanos sinodales: Ha sido hermoso y les estoy agradecido, por haber dialogado durante estas semanas con el corazón, con sinceridad y franqueza, exponiendo ante Dios y los hermanos las dificultades y las esperanzas.

Hoy, mirando al publicano, descubrimos de nuevo de dónde tenemos que volver a partir: del sentirnos necesitados de salvación, todos. Es el primer paso de la religión de Dios, que es misericordia hacia quien se reconoce miserable. En cambio, la raíz de todo error espiritual, como enseñaban los monjes antiguos, es creerse justos. Considerarse justos es dejar a Dios, el único justo, fuera de casa.

Es tan importante esta actitud de partida que Jesús nos lo muestra con una comparación paradójica, poniendo juntos en la parábola a la persona más piadosa y devota de aquel tiempo, el fariseo, y al pecador público por excelencia, el publicano. Y el juicio se invierte: el que es bueno pero presuntuoso fracasa; a quien es desastroso pero humilde Dios lo exalta. Si nos miramos por dentro con sinceridad, vemos en nosotros a los dos, al publicano y al fariseo. Somos un poco publicanos, por pecadores, y un poco fariseos, por presuntuosos, capaces de justificarnos a nosotros mismos, campeones en justificarnos deliberadamente. Con los demás, a menudo funciona, pero con Dios no.

Recemos para pedir la gracia de sentirnos necesitados de misericordia, interiormente pobres. También para eso nos hace bien estar a menudo con los pobres, para recordarnos que somos pobres, para recordarnos que sólo en un clima de pobreza interior actúa la salvación de Dios.

3. Llegamos así a la oración del pobre, de la Primera Lectura. Esta, dice el Eclesiástico, «atraviesa las nubes» (35,17). Mientras la oración de quien presume ser justo se queda en la tierra, aplastada por la fuerza de gravedad del egoísmo, la del pobre sube directamente hacia Dios. El sentido de la fe del Pueblo de Dios ha visto en los pobres “los porteros del cielo”. Ese sensus fidei que hace falta en la declaración final. Ellos son los que nos abrirán, o no, las puertas de la vida eterna; precisamente ellos que no se han considerado como dueños en esta vida, que no se han puesto a sí mismos antes que a los demás, que han puesto sólo en Dios su propia riqueza. Ellos son iconos vivos de la profecía cristiana.

En este Sínodo hemos tenido la gracia de escuchar las voces de los pobres y de reflexionar sobre la precariedad de sus vidas, amenazadas por modelos de desarrollo depredadores. Y, sin embargo, aun en esta situación, muchos nos han testimoniado que es posible mirar la realidad de otro modo, acogiéndola con las manos abiertas como un don, habitando la creación no como un medio para explotar sino como una casa que se debe proteger, confiando en Dios. Él es Padre y, dice también el Eclesiástico, «escucha la oración del oprimido» (v. 16).

Cuántas veces, también en la Iglesia, las voces de los pobres no se escuchan, e incluso son objeto de burlas o son silenciadas por incómodas. Recemos para pedir la gracia de saber escuchar el grito de los pobres: es el grito de esperanza de la Iglesia. Haciendo nuestro su grito, también nuestra oración atravesará las nubes.

© Librería Editorial Vaticano

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ENTREVISTA al administrador apostólico de Santiago de Chile: «Cambiar el corazón» es la estrategia pastoral de Mons. Celestino Aós https://es.zenit.org/2019/04/11/entrevista-al-administrador-apostolico-de-santiago-de-chile-cambiar-el-corazon-es-la-estrategia-pastoral-de-mons-celestino-aos/ Thu, 11 Apr 2019 18:29:21 +0000 https://es.zenit.org/?p=110927 "Amar y servir" es su lema episcopal

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(ZENIT – 11 abril 2019).- «Todos tenemos claro que no basta con dar los decretos o cambiar a la persona (…) Si no que hace falta cambiar el corazón» son las palabras del nuevo administrador apostólico de Santiago de Chile. «Cambiar el corazón para que el clericalismo del que tanto se habla y que ciertamente existe, y a veces muy fuerte, desaparezca».

«Amar y servir» es el lema episcopal de Mons. Celestino Aós. Y es que este franciscano capuchino de 74 años, insiste en que «el sacerdote está no para mandar ni para imponer, sino para servir. Tiene una función concreta de servicio».

El obispo español, instalado en Chile desde hace 36 años, fue nombrado por el Papa administrador apostólico de Santiago de Chile el 23 de marzo de 2019, tras la renuncia del cardenal Ricardo Ezzati Andrello.

Natural de Artaiz, Navarra (España), el religioso ha dirigido los últimos cinco ha sido el pastor de la diócesis de Copiapó, una zona desértica al centro-norte del país latinoamericano.

Mons. Aós fue recibido por el Santo Padre en la tarde del viernes, 5 de abril de 2019, y los días sucesivos ha visitado las congregaciones vaticanas para la Doctrina de la fe, para el clero, la de lo obispos, la dedicada a la vida religiosa y el de la secretaría general, donde ha realizado diferentes entrevistas que le ayudarán a su nueva misión pastoral, frente a la Arquidiócesis de Santiago, con alrededor de 6 millones de fieles, y actualmente, una de las más complejas de gobernar.

Comisión para la Tutela de Menores © Iglesia en Chile

«Yo voy aquí a las congregaciones y todo el mundo tiene afán de colaborar, de ayudar, de decir ‘queremos ayudarles para que salgan de este momento en el que están y queremos ayudarles para ver como se puede organizar un futuro donde esto no vuelva a ocurrir’. Yo estimo mucho a Mons. Scicluna y espero que me pueda ayudar y dar consejos que sean muy eficientes para mi gestión», declaró Mons. Aós a los periodistas el pasado lunes, 8 de abril de 2019.

Plena colaboración con el poder civil

El obispo Aós aseguró que el Papa le indicó que hay que seguir una plena colaboración con los fiscales y con el poder civil: «Cuando yo le pregunté por la colaboración que vamos a tener con los fiscales, con el poder civil, que si hay algún caso de estos, si los señores fiscales piden una petición concreta, es decir, si quieren saber de esta causa que es lo que hay, él me dijo que estudiará cada caso, levantará si es necesario el secreto pontificio y ofrecerá toda la colaboración», describió.

El obispo Aós en la Misa de Santa Marta, 9 de abril de 2019

El obispo Aós en la Misa de Santa Marta, 9 de abril de 2019

«Podéis estar seguros de que esa es la mentalidad del Papa y propio testimonio». «El Papa no anda jugando una doble carta» aclaró Mons. Aós a los periodistas en Roma, frente a la sede de la Oficina de Prensa del Vaticano.

«Espero que haya cambios» afirmó el religioso español a los medios de comunicación. «Habrá nuevos obispos auxiliares. Es imposible que ni yo ni otra persona pueda llevar el peso del gobierno de una diócesis como esa». El capuchino ha pedido «con urgencia» al Papa y a la Congregación correspondiente del Vaticano que nombren pronto obispos auxiliares que puedan colaborar con él en la arquidiócesis de más de 6 millones de personas.

A continuación, ofrecemos la entrevista que Mons. Celestino Aós ofreció a Zenit en exclusiva esta semana en Roma, durante su visita al Santo Padre y a las diferentes Congregaciones Vaticanas.

***

ZENIT: Monseñor, ¿se esperaba este nombramiento? ¿Cómo recibió la noticia?

Mons. Celestino Aós: La verdad es que para mí fue una sorpresa absoluta. Fue una sorpresa hace 4 años y medio cuando me nombraron obispo, y después, por supuesto que yo nunca había pensado en la más mínima idea de que pudiesen llamarme para este servicio y estas circunstancias. Fue como de asombro y un poco también como de “santo temor” decir ¿qué voy a hacer yo ahí con ese buque tan grande?, pero uno se confía en el Señor porque dice “bueno, yo no he buscado ninguna de estas cosas”: Es el Señor quien llama a través de la Iglesia, a través del juicio de otros y uno siente que el Papa lo confirma y que también aquí, hasta ahora, en todos los dicasterios, muestran ese afán de colaborar, de ayudarlo a uno.

Z: ¿Por qué el Papa Francisco ha pensado en usted para gobernar la Arquidiócesis de Santiago?

M. CA: Buena pregunta, pero habría que preguntárselo a él. No tengo la más remota idea. Como te digo, para mí fue una sorpresa. Por el lugar donde estaba, por la labor que he realizado… no sé. Ellos ciertamente han evaluado, y en esa evaluación juzgarán dos cosas. En primer lugar, juzgan a uno a las necesidades que ellos tienen y también las otras personas que puedan tener. La verdad es que no lo sé, no le he preguntado.

Simplemente eso, que en este momento, la Iglesia de Santiago vive en una situación compleja, delicada, con unos problemas enormes, de los abusos, pero eso es solo uno problema, porque la iglesia de Santiago es mucho más grande que todo eso. Hay que pensar que son cientos de sacerdotes, que son religiosos, que son religiosas, que hay todo un mundo social… son muchos millones también… para pasar de una diócesis como la del norte –de 300.000 habitantes, a pesar de que la diócesis es grande pero como es desierto no tiene muchos habitantes– pasar a una diócesis de más de 6 millones de personas, es encontrar toda la complejidad porque ahí está el mundo académico, está la sanidad…

Z: Usted es administrador apostólico. ¿Le dijo el Papa cuando nombrará arzobispo?

M. CA: No me ha comentado nada. Yo lo único que tengo cierto es que mucho tiempo no voy a estar… por la edad que tengo, pero, ¿cuánto es mucho tiempo para la Santa Sede? No sé… son años, son procesos. Poco tiempo tampoco creo que vaya a ser, es decir, en tres meses han hecho todos estos cambios. No hay un plazo definido, –pienso que ellos estarán evaluando y preparando…– porque la diócesis no depende tanto de una persona, sino de procesos que hay que poner en marcha, y eso hay que hacerlo, Uno “echa a andar” los procesos y después hay que darle tiempo, hay que darle paciencia para que se vayan realizando las cosas.

El Papa nos hablaba ahora, yo vengo de la Misa de Santa Marta, y hablaba de eso, de que ahora vivimos en una sociedad “inmediatista” y si no se consiguen las cosas de inmediato, uno se desanima y dice “no más”, y eso no puede ser. Dentro de la Iglesia hay que dar tiempo precisamente para que se vayan dando estos procesos.

En Chile hay en estos momento 8 diócesis que tienen administrador, que no tienen obispo. En estas condiciones suele ser cuando hay alguna situación especial y se nombra. Después, en algunos casos, el que ha sido administrador lo nombra el obispo de ese lugar. En esos casos, el obispo puede ser administrador de otro lugar o puede sencillamente volver a su tarea ordinaria. Sobre eso no hay en la Iglesia ninguna determinación. Eso quiere decir que hoy estoy aquí y mañana, el Papa me puede decir vaya usted a la Iglesia de Linares o de Valdivia, o me puede decir vaya usted a su convento y se terminó.

Z: Su lema episcopal es “Amar y servir”. ¿Por qué lo tomó?

M. CA: Cuando yo me iba a ordenar sacerdote, hace 51 años, generalmente se tomaba una frase del Evangelio, o algo así. Entonces yo elegí el lema “Ungido sacerdote para amar y servir a Dios y a los hombres” pero eso cabe en un escrito, cabe en una estampa, pero cuando te dicen que hay que hacerlo en un escudo, hay que ir viendo y al final se va recortando y queda “Amar y servir”. Ese es el sentido, porque ese es el sentido de mi vida. Es decir, hacer del sacerdocio, hacer de la vida de uno un servicio a los demás y tratar de amar a los demás, que quizá es lo más difícil, que al final uno se pregunta que tanto amo yo a la gente. Y eso es lo que nos van a preguntar un día cuando nos hagan un último examen.

Z: Le ha pedido al Santo Padre el pronto nombramiento de obispos auxiliares. ¿Qué le ha dicho el Papa al respecto?

M. CA: Lo veo necesario porque es obvio que una iglesia tan grande con una situación tan compleja no la puede llevar una persona sola. Sería impensable, ni yo, ni una persona más joven. Siempre se necesitan ahí auxiliares, aunque tiene ahí uno siempre toda la curia que le ayuda, pero también están los auxiliares. Y en este caso, yo lo pedí y el Papa mismo me animó a que lo pida con urgencia porque hay gente que piensa que el Papa es el que determina y uno pone la firma y ya está, ¿no? El Papa acoge esa petición pero él tiene que contar con la Congregación de los obispos.

La Congregación de los obispos tendrá que examinar a los candidatos que se le propone, tendrá que ver una serie de condiciones y entonces vendrá el nombramiento. Yo espero que sea un nombramiento pronto porque llego a Santiago y no conozco siquiera la Diócesis de Santiago, en cuanto a su estructura, en cuanto al personal, y por eso es que le he pedido que sea con urgencia, y el Papa también está de acuerdo en eso, en que se acelere todo lo que se pueda.

Z: “No bastan retoques de maquillaje. Necesitamos reformas y cambios profundos”. ¿Cuáles serán sus primeros pasos hacia una Iglesia preventiva de abusos en la gran arquidiócesis de Santiago?

M. CA: La verdad es que los cambios a los que me referí son porque el Papa insistió y todos tenemos claro que no basta con dar los decretos o cambiar a la persona, es decir, esta estaba en esta oficina y la llevamos al otro lugar. Si no que hace falta cambia el corazón. Cambiar el corazón para que el clericalismo del que tanto se habla y que ciertamente existe, y a veces muy fuerte, desaparezca. Como digo, el sacerdote está no para mandar ni para imponer, sino para servir. Tiene una función concreta de servicio. Para “servir” no quiere decir que va a dejar que cada uno haga lo que le de la gana, no. Él tendrá esa labor de ordenar, de dirigir, de tener la última palabra, pero tendrá que escuchar a los demás. En él y en los demás. Porque hay mucha gente que simplemente se queda mirando y después critica. Y no, todos somos colaboradores y cada uno tiene que hacer su aporte.

En concreto ¿cuáles son los cambios? No tengo una estructura. Es decir, tengo que cambiar esto, tengo que cambiar lo otro, sino ir como digo, comenzando a liderar este proceso, y en el caso concreto de las víctimas, continuar en lo que ya se inició. Es decir, poner a las personas lo primero. Nosotros no estamos para defender una institución, que es el mal que en algún momento se hizo. Dicen que “por el bien de la Iglesia, para mantener el buen nombre entre comillas y tal, había que tapar y había que hacer esta cosa. No, la Iglesia no se defiende con la mentira, no Iglesia se defiende con la verdad y si tiene que reconocer que hay uno de sus hijos que pecó, que hizo una maldad, la tendrá que reconocer y pedir perdón. Entonces ya se empezó con este estilo, es decir: Primero está la verdad, están las personas. Y es así como se defiende la Iglesia. En ese sentido, tolerancia cero sobre las cosas que han ocurrido o que pueden ocurrir.

Y después, también se está librando un proceso grande, gigantesco diría, porque no conozco ninguna institución así global que lo esté haciendo con esa intensidad en Chile que es la preparación de los agentes pastorales. Son miles los que han hecho ya esos cursos de prevención, que son para mejorar las prácticas pastorales, para decir: como podemos tener ambientes más seguros, de manera que una mamá o un papá que lleva a su hijo a catequesis, sepa que su hijo está en un entorno seguro, que no va a estar en manos de un depredador o en manos de un delincuente sexual.

Z: Se espera también la próxima publicación del vademécum para todos los obispos después de este encuentro que hubo

M. CA: Sí, lo están preparando porque aunque nosotros, como digo, ya en Chile tenemos las líneas guía y hay un proceso, en otras partes de la Iglesia y también entre nosotros, como esto es una cosa digamos nueva, cada obispo, o en algunos casos cada país, hizo las cosas un poco a su modo, a veces con errores. No por mala voluntad, sino por impericia y demás. Entonces ahora entiendo –no he visto el borrador—que se está preparando ese vademécum donde va a dar pistas concretas y orientaciones para decir en estos casos “procédase”, este es el procedimiento, lo cual va a favorecer a quienes tengan que tomar los procedimientos, sean los obispos, sean los receptores denuncias o los jueces, y también a la gente porque así la gente, cualquier persona, sabe y dice este es procedimiento que se sigue, y podrá, si es necesario, si una persona cree que debe criticarlo, lo podrá criticar y lo podrá proponer para que se mejore, porque no hay ninguna obra humana que esté ya finalizada, hay que ir mejorándolo, pero será un gran paso adelante.

También va a unificar, entonces también aquí en Roma, seguramente, van a tenerlo más fácil porque la información que estaba llegando, de una parte llega con un formato, de otra parte de otra, entonces será mucho más fácil incluso para los oficiales que tiene que trabajar sobre ella.

Z: ¿Qué le ha encomendado el Papa en la reunión mantenida con él?

M. CA: Con el Papa tuve una audiencia larga, de más de una hora, a solas, cordial, el Santo Padre es siempre acogedor. Hablamos sobre cosas personales y sobre los temas de la marcha de una Iglesia tan importante como la Iglesia de Santiago, una Iglesia tan compleja.

El Papa está bien informado. El Papa está cercano al pueblo de Chile y tiene interés en procurar que se le de el mejor servicio religioso posible al pueblo, el Papa sabe que la Iglesia son esas personas que sufren, que han sido víctimas, que sufren, pero que también están los ancianos

Como saben, San Pablo ya saben que definió, usó como comparación de la Iglesia un cuerpo y el cuerpo tiene todos sus miembros. También aquí con el Santo Padre consideramos que en la Iglesia no solamente está una parte de algunos hermanos que están heridos, por estos abusos que ha habido, que son víctimas o que de alguna manera les ha tocado.

Sino que la Iglesia de Santiago es muy rica, y están los matrimonios, y están los niños y los jóvenes y la educación y los ancianos y los trabajadores… o sea, es muy amplio y es muy rico. Y el Santo Padre insistió siempre en eso, en que yo sea el pastor de toda la Iglesia de Santiago.

Z: Comisión o consejo para la prevención de abusos en Santiago. La creación de la figura del agente pastoral se ha creado a nivel de Conferencia Episcopal. ¿Está estudiando la creación de un organismo o perfil en la Arquidiócesis?

M. CA: Sí, los agentes pastorales funcional a nivel de Conferencia Episcopal porque la Conferencia tomó muy claro la “tolerancia cero”, es decir, nosotros, a cualquier agente pastoral que va a actuar en una parroquia, sea el párroco sea el sacristán, o sea el catequista, le exigimos –primero que tenga una hoja intachable, no puede ser que esté manchado o condenado por eso–, pero exigimos que haga esta preparación para que efectivamente, primero, él no caiga en esas prácticas, porque a veces son prácticas que son medio ambiguas y que al final terminan siendo más que “medio ambiguas”, terminando siendo ya defectuosas.

Pero también para que sepa estar alerta y descubrir si se están dando esas prácticas. Es decir, si por ejemplo, un alumno o una alumna, en un colegio o en una catequesis está cambiando de comportamiento o tiene ciertos signos que la persona que está ahí pueda decir -algo está pasando ahí, cuidado- y pueda a visar para que no se prolongue esta situación, para que no lleguen a más, y eso es lo que se pretende en las líneas guía.

Pero no solamente pretenden el estar mirando este aspecto, de que va a haber este error… sino que nosotros tenemos un Evangelio y nosotros tenemos una necesidad de ofrecer cada mejor o un mejor servicio a los hermanos. Jesucristo nos dice “ámense unos a otros”, “sírvanse” y se trata de esto. Por ejemplo, no se trata solo del erotismo y de la sexualidad, está el bullying, muchas veces también la ridiculización (que viene a ser lo mismo que el bullying), pero hay muchas maneras de humillar también al otro, de hacerle sentirse inferior, etc, y todo eso debe ser rechazado porque va en contra del Evangelio, y nuestros colegios y nuestras instituciones son cristianas, son católicas no simplemente porque cuelgan de la pared una serie de cuadros religiosos o símbolos religiosos que están bien sino porque efectivamente esas personas viven los valores religiosos. No haríamos nada con poner ahí una imagen religiosa de la Virgen en el patio si luego resulta que se están dando de combos (golpes) o se están insultando unos a otros.

Z: Las congregaciones religiosas (por ejemplo, Maristas), se ciñen a las líneas guías generales de la Conferencia Episcopal o siguen otro criterio?

M. CA: Los religiosos, a través del organismo de la CONFER –el que une a religiosos y religiosas—se adhirieron y han ido formándose también en este espíritu de líneas guía pero luego, cada congregación, sean los jesuitas, sean los del Verbo Divino, salesianos, maristas, tienen sus propios protocolos, algunos protocolos –algunos, diría, mejor diseñados que otros—igual que los colegios. Cualquiera puede tener su reglamento, donde hay unas cosas básicas, hay otros que hay ido más adelante. Eso también sirve de ayuda, cuando se encuentra y se puede hacer una comparación y un compartir y decir “esto es lo que nosotros tenemos” o “esto nos está resultando bien”, etc, es ayudar a los otros en esta búsqueda de un mejoramiento en las relaciones sociales y demás.

Z: Según las cifras de la Fiscalía chilena –sobre delitos sexuales de clérigos y laicos vinculados a la Iglesia Católica– hay 158 casos vigentes que involucran a 219 personas investigadas y a 241 víctimas (de las cuales 123 eran menores de edad cuando ocurrieron los hechos) ¿Qué mensaje quiere dar a todas estas personas?

M. CA: Para las víctimas, mi mensaje es que soy también el pastor de ellos, que estoy dispuesto a acogerlas por supuesto y no solamente a acogerlas, ayudarlas en la medida de lo posible, en el dolor y en el sufrimiento que han recibido, cosas que nunca debieron pasar y que pasaron y que les pasaron a ellos, precisamente, y con miembros de la Iglesia.

Y no solamente eso, también invitarlas a que ellos y ellas que han pasado ya por este calvario, nos ayuden. Ellos nos pueden ayudar para decir: aquí había una señal de peligro o las cosas así no funcionan… o tengan cuidado con esto. O incluso también, cuando ya se ha sufrido, cómo se puede ir superando, puesto que cada una de ellas ha vivido un proceso diferente, y puede indicar que es lo que a ella le ayudó, la confortó y le dio ánimo para seguir adelante. Las víctimas, en ese sentido, tienen una función también constructiva de prevenir que es sumamente importante porque es una experiencia que solo ellos han vivido.

Z: Creo que ha tenido usted la ocasión de estar con sacerdotes víctimas de Karadima en Santiago de Chile. ¿Qué aprendió de sus testimonios?

M. CA: Me encontré con algunos sacerdotes y también estuve en la comunidad de El Bosque. Allí es donde vivió Karadima y donde estaba la sede de ese grupo de sacerdotes, que es una parroquia, y la gente de la parroquia que ha sufrido mucho también, simplemente por eso. Fue una experiencia hermosa, porque estuve con los sacerdotes, los escuché, y ellos tienen también su camino que hacer… cada uno ha llevado su proceso interior.

Y después estuve con la gente, celebramos una Misa y tomamos un te. Y ahí también algunas personas pudieron expresarse, pudieron conversar porque hay mucho dolor, mucha esperanza, mucho deseo de colaborar, pero todo eso tiene que como aglutinarlo alguien, recogerlo. Y me parece que esa es la función del obispo, que no es que tenga alguien una varita mágica para decir: aquí se solucionan los problemas, pero sí para decir: juntos, ¿cómo podemos construir el mañana? Porque no nos podemos quedar estancados en lo que pasó y dándole vueltas, y simplemente quejarnos… sino que hay que construir.

Z: ¿Se reunirá próximamente con Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo? ¿Cómo cree usted que pueden colaborar con usted para su nuevo gobierno pastoral?

M. CA: En primer lugar, si se puede, ayudarlos en su dolor porque el dolor es un dolor que nos acompaña siempre, casi como la sombra. Todo el que ha sufrido un trauma sigue con eso. Eso forma parte de su vida. Ahora, el desafío es como hacer que eso que ocurre, y que uno no quería o que no hubiera querido que pasara nunca, se integre en el proceso de construcción de nuestra biografía. Una persona que ha tenido un accidente, una mamá a la que le asesinaron un hijo, etc, va a vivir siempre, no va a olvidar eso. De ahí entra quien pretende olvidarlo con la droga o con el alcohol. Está en definitiva haciéndose más daño. Ayudarlos, pero también ver en qué nos pueden ayudar ellos. Y lógicamente el aporte unos lo hacen de una manera, otros de otra, y depende de la situación. Unos creen que hay que reforzar esto, otros lo otro. No sé en concreto como va a ser la actuación con ellos. Tengo intención de encontrarme con ellos pronto, en cuanto vuelva a Santiago, y de conversar un poco, de ver en esta dinámica qué cauces se pueden abrir.

Z: Estos días en Roma ha tenido ocasión de encontrarse con algunos hermanos, especialista en temas de abusos dentro de la Iglesia, como Mons. Scicluna o el Cardenal O’Malley. ¿Qué consejos le ha dado del Cardenal O’Malley en este ámbito?

M. CA: Me lo encontré esta mañana –martes, 9 de abril– en Santa Marta y estuvimos concelebrando, ayer estuve almorzando con él. Somos capuchinos los 2 y efectivamente yo tenía mucho interés en encontrarlo porque es un referente, es un hombre que es digamos como experto en esto, y conversamos. Yo le pregunté cosas concretas como de qué manera han atendido a las víctimas, cómo han atendido a las familias de las víctimas, cómo han atendido a las comunidades, y cómo han atendido incluso a los sacerdotes o los clérigos que cayeron. O sea, que son los victimarios. Y él me contó las cosas concretas que están haciendo. No se trata de que vayamos a copiar lo que están haciendo en Boston. Hay cosas que por el temperamento, la ideología o la misma legislación civil, ellos las tienen que hacer de una manera. Pero hay cosas que sí ayudan.

El Cardenal O’Malley siempre se ha mostrado como hermano y siempre muy cercano, tanto que yo le volví a insistir, y mi ilusión sería que nos visitara en Chile y que pueda tener alguna encuentro con el clero precisamente para ayudar desde ese afán de ayudarnos unos a otros a superar esto y a ser mejores cristianos.

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Santa Marta: «El que no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve» https://es.zenit.org/2019/01/10/santa-marta-el-que-no-ama-a-su-hermano-a-quien-ve-no-puede-amar-a-dios-a-quien-no-ve/ Thu, 10 Jan 2019 18:22:38 +0000 https://es.zenit.org/?p=106829 Francisco hace una fuerte exhortación al amor

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(ZENIT – 10 enero 2019).- «El que no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve». «Si no puedes amar algo que ves, ¿cómo es que vas a amar algo que no puedes ver? Esa es la fantasía», ha enfatizado Francisco, exhortando a amar «lo que ves, lo que puedes tocar, lo que es real, y no las fantasías que no ves».

Así Francisco ha hecho una fuerte exhortación al amor, en su homilía de la Misa celebrada esta mañana, 10 de enero de 2019, en la Casa Santa Marta. «Es la fe, que da la fuerza de amar así, la fe la que vence al espíritu del mundo, que miente y divide».

A partir de la Primera Carta de San Juan Apóstol (1 Jn 4, 19 – 5, 4) propuesta por la Liturgia de hoy, el Santo Padre ha meditado en voz alta: El apóstol Juan habla, en efecto, de «mundanidad». Cuando dice: «Los que son generados por Dios son capaces de vencer al mundo», habla de la «lucha de todos los días» contra el espíritu del mundo, que es «mentiroso», es un «espíritu de apariencias, sin consistencia», mientras que «el Espíritu de Dios es verdadero».

Hijo del espíritu de este mundo

Juan va más allá y dice: «Si uno dice: ‘Yo amo a Dios’ y odia a su hermano, es un mentiroso», es decir, «un hijo del espíritu del mundo, que es pura mentira, pura apariencia», ha asegurado el Papa. «Y esto es algo sobre lo que os hará bien pensar: ¿Yo amo a Dios? Vayamos a la piedra de comparación y veamos cómo tú amas al hermano: veamos cómo tú lo amas».

«El espíritu del mundo es el espíritu de la vanidad, de las cosas que no tienen fuerza, que no tienen fundamento y que caerán», subraya Francisco.

Tres signos

El Papa Francisco se detiene, por tanto, en los tres signos que indican que no se ama al hermano.

«La primera señal, la pregunta que todos tenemos que hacernos es: ¿rezo por las personas? Por todas ellas, concretas, las que me están simpáticas y las que me están antipáticas, las que son amigas y las que no lo son. Primero».

Así, ha indicado la segunda señal: «cuando siento en mi interior sentimientos de celos, envidia y quiero desearle daño o no… es una señal de que no amas. Detente ahí. No dejes que estos sentimientos crezcan. Son peligrosos. No dejes que crezcan», ha advertido.

Dejar de «chismorrear»

Y entonces, la señal más diaria de que no amo a mi prójimo y por lo tanto no puedo decir que amo a Dios, «son las habladurías», ha señalado el Santo Padre como la tercera señal. «Pongámonos en el corazón y en la cabeza, claramente: si yo chismoseo, no amo a Dios porque el chisme estoy destruyendo a esa persona».

En este sentido, el Pontífice ha aclarado que si una persona deja de chismosear en su vida, «diría que está muy cerca de Dios», porque –explica Francisco– no hablar «custodia al prójimo, custodia a Dios en su prójimo».

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Regina Coeli: “Cada día hay que aprender el arte de amar” https://es.zenit.org/2017/05/21/regina-coeli-cada-dia-hay-que-aprender-el-arte-de-amar/ Sun, 21 May 2017 16:47:29 +0000 https://es.zenit.org/?p=86333 Palabras del Papa antes del Regina Coeli (traducción íntegra)

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(ZENIT- Ciudad del Vaticano, 21 de mayo de 2017). – “Para un cristiano también, saber amar no se adquiere de una vez por todas: hay que comenzar cada día, … cada día hay que aprender el arte de amar, … cada día hay que perdonar”, ha subrayado el Papa Francisco en el Regina Coeli del 21 de mayo de 2017.
Presidiendo la oración mariana del tiempo pascual en la plaza San Pedro, desde una ventana del palacio apostólico, el Papa ha prevenido: “una comunidad de cristianos debería vivir en la caridad de Cristo, y … es justamente aquí donde el maligno se ”mete” y a veces nos dejamos engañar”.
Cuántas personas, ha deplorado, “se han alejado porque no se han sentido acogidas, no se han sentido comprendidas, no se han sentido amadas. Cuantas personas se han alejado, por ejemplo de una parroquia o de una comunidad, a causa del ambiente de crítica, de celos, de envidias, que han encontrado”.
“Escuchad bien esto, añadió el Papa, cada día hay que aprender el arte de amar, cada día hay que seguir con paciencia la escuela de Cristo, cada día hay que perdonar y mirar a Jesús, y esto con la ayuda de este “Abogado”, de este Consolador que Jesús nos ha enviado, que es el Espíritu Santo.”
He aquí nuestra traducción íntegra de las palabras que el Papa ha pronunciado en la oración mariana.
AK
Palabras del Papa antes del Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El evangelio de hoy (cf. Jn 14,15-21), continuación de la del domingo pasado nos lleva a ese momento emocionante y dramático que es la Última Cena de Jesús con sus discípulos. El evangelista Juan, recoge de la boca y del corazón del Señor, sus últimas enseñanzas antes de su pasión y de su muerte. Jesús promete a sus amigos en ese momento triste, sombrío, que después de Él recibirían “otro Paráclito” (v.16) es decir otro “Abogado”, otro defensor, otro consolador, “el Espíritu de verdad” (v.17); y añade: “No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros” (v.18). Estas palabras transmiten la alegría de una nueva venida de Cristo: resucitado y glorificado, él permanece en el Padre y al mismo tiempo, viene a nosotros en el Espíritu Santo. Y en esta nueva venida se revela nuestra unión con Él y con el Padre: “Reconoceréis que estoy en mi Padre, y que vosotros estáis en mí, y yo en vosotros” (v.20).
Mediante estas palabras de Jesús, hoy percibimos con el sentido de la fe, que somos el pueblo de Dios en comunión con el Padre y con Jesús por el Espíritu Santo. En este misterio de comunión, la Iglesia encuentra la fuente inagotable de su misión, que se realiza por el amor. Jesús dice en el Evangelio de hoy: El que recibe mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ame será amado de mi Padre; yo también le amaré y me manifestaré a él” (v.21).
Es el amor el que nos introduce en el conocimiento de Jesús, gracias a la acción de este “abogado” que Jesús ha enviado, el Espíritu Santo. El amor hacia Dios y hacia el prójimo es el mayor mandamiento del Evangelio. El Señor hoy nos llama a corresponder generosamente a la llamada evangélica del amor, poniendo a Dios en el centro de nuestra vida y dedicándonos al servicio de los hermanos, y especialmente a aquellos que más necesidad tienen de apoyo y consuelo.
Si hay una actitud que nunca es fácil, que nunca se da por seguro, incluso para una comunidad cristiana, es la de saberse amar, de amarse al ejemplo del Señor y por su gracia. A veces, los conflictos, el orgullo, la envidia, divisiones, dejan una marca en el bello rostro de la Iglesia. Una comunidad de cristianos debería vivir en la caridad de Cristo, y por el contrario, es precisamente aquí donde el mal «se involucra» y, a veces nos dejamos engañar.
Son las personas espiritualmente débiles quienes están pagando el precio. Cuantas de entre ellas, – y vosotros conocéis a algunas – cuantas de entre ellas se han alejado porque no se han sentido acogidas, no se han sentido comprendidas, no se han sentido amadas. Cuantas personas se han alejado, por ejemplo de una parroquia o de una comunidad, a causa del ambiente de críticas, de celos y de envidias, que han encontrado.
Para un cristiano también, saber amar no se adquiere de una vez por todas; hay que recomenzar cada día, es necesario ejercitarse para que nuestro amor hacía los hermanos y hermanas que encontramos sea maduro y purificado de estas limitaciones o pecados que le hacen parcial, egoísta, estéril e infiel.
Escuchad bien esto, cada día hay que aprender el arte de amar, cada día hay que seguir con paciencia la escuela de Cristo, cada día hay que perdonar y mirar a Jesús, y esto con la ayuda de este “Abogado”, de este Consolador que Jesús nos ha enviado, que es el Espíritu Santo.
Que la Virgen María, perfecta discípula de su Hijo y señor, nos ayude a ser siempre más dóciles al Paráclito, el Espíritu de verdad, para aprender cada día a amarnos como Jesús nos ha amado.
Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

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