CIUDAD DEL VATICANO, 1 en (ZENIT).- Fue bautizada con el nombre de
«Nochevieja alternativa» y, de hecho, se convirtió en una fiesta de fin de
año espectacular en la que no faltaron, además de actuaciones de músicos de
gran nivel, cantos, oraciones y testimonios. El momento culmen, obviamente
tuvo lugar a medianoche, cuando tras la fatídica cuenta atrás el pontífice
se asomó desde su ventana a la Plaza de San Pedro del Vaticano para
impartir su bendición a los 130 mil jóvenes de numerosos países.
Hacía un frío tremendo pero eran más intensas las ganas de festejar de una
manera diferente una Nochevieja tan particular.
«Creo que es la mejor manera de comenzar el milenio», decía Miriam, una
española de ojos profundamente negros y 22 años que vino a Roma para pasar
de esta manera tan diferente el fin de año con su grupo de amigos. «Este
Papa siempre ha estado con nosotros, es la mejor persona con la que podemos
acabar el año», añadía Stefano, un italiano de 23 años de Verona y con
barba de dos días.
Durante el encuentro, la música se alternó con momentos de oración y
reflexión en el Evangelio. Uno de los protagonistas de la noche fue el
gospel, con las actuaciones del Harlem Singer y de Queen Ester Marrow. La
sucesora de la Madre Teresa en la guía de las Misioneras de la Caridad
ofreció su testimonio. El ambiente fue calentado por el incombustible
Claudio Baglioni, una de las grandes estrellas de la música ligera italiana.
Los atletas del Centro Deportivo Italiano, que han recorrido las huellas de
San Pablo, iluminaron la plaza de San Pedro con el fuego de una antorcha
procedente de Belén. De hecho, el pensamiento del Papa, cuando se unió a la
fiesta a medianoche, se dirigió a la ciudad natal de Jesús: «Al cruzar el
umbral del nuevo año me gustaría tocar a la puerta de vuestras casas para
llevar a cada uno mi felicitación cordial: ¡Feliz año a todos en la luz que
desde Belén se irradia a todo el universo!». Y a los chicos y chicas que le
escucharon en silencio, les pidió que no pierdan la certeza del amor de
Dios. «Hoy, como hace 2000 años, Cristo viene a orientar con su Evangelio
de salvación los pasos inciertos y vacilantes de los pueblos y de las
naciones hacia un futuro de esperanza auténtica».
Tras la felicitación y el vaso de champaña, servido por los más previsores
en copas de plástico, la música continuó durante algún tiempo. A
continuación, los más animados se dirigieron a algunas iglesias de Roma
para esperar la aurora del nuevo año en oración.
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Jan 01, 2000 00:00