Esta es una prueba para Paco

Vamos a ver cursivas y negrilla

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1. Nos estamos acercando al Gran Jubileo, el dos mil aniversario del nacimiento de Jesucristo, la Palabra de Dios hecha carne, la celebración que abrirá la puerta del tercer milenio cristiano. En este último año de preparación, la Iglesia se dirige a Dios nuestro Padre, contemplando el misterio de su infinita misericordia. Él es el Dios de quien toda vida procede y a quien volverá; y Él es el Único que nos acompaña desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte como un amigo y compañero en nuestro camino.

Para la celebración de este año de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales he elegido el tema «Los mass-media: presencia amiga para quien busca al Padre». El tema implica dos interrogantes: ¿cómo podrían los medios trabajar con Dios en vez de contra Él? y ¿cómo podrían constituirse los medios en compañeros grato para aquellos que buscan la presencia del amor de Dios en sus vidas? Esto conlleva también una afirmación de hecho y una razón para dar gracias: lo que los medios hacen a veces es ayudar a que, quienes están buscando a Dios, realicen una nueva lectura del libro de la naturaleza, que es el reino de la razón, y del libro de la revelación, la Biblia, que es el reino de la fe. Finalmente, el tema implica una invitación y una esperanza: que los responsables del mundo de las comunicaciones sociales se comprometan cada vez más a ayudar en vez de impedir la búsqueda del sentido que es parte esencial de la vida humana.

 

2. Ser humano es ir buscando; y como subrayé en mi reciente Carta Encíclica Fides et ratio, toda búsqueda humana es, en definitiva, una búsqueda de Dios: «La Fe y la Razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo»(1). El Gran Jubileo será una celebración de Dios que es la meta de toda búsqueda humana, una celebración de la infinita misericordia que todos los hombres y mujeres desean – aunque con frecuencia ellos mismos se encuentran frustrados por el pecado lo cual, utilizando la expresión de San Agustín, es como buscar la cosa justa en el sitio equivocado (cf. Confesiones, X,38). Nosotros pecamos cuando buscamos a Dios donde no se le puede encontrar.

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ZENIT Staff

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