NUEVA YORK, 6 junio(ZENIT.org).- Luces y sombras. Estas son las dos palabras con las que el secretario general de las Naciones Unidas y el observador permanente de la Santa Sede ante esta organización mundial, han calificado la aplicación de las conclusiones de la Conferencia mundial sobre la mujer que se celebró en Pekín en 1995 y que ahora está siendo analizada en Nueva York.

El secretario general de la ONU, Kofi Annan, explicó ayer, al inaugurar esta sesión especial de la Asamblea general de las Naciones Unidas, que se está comprendiendo que la igualdad de las mujeres es un requisito para el desarrollo. En este sentido, se pueden comprobar aspectos positivos especialmente en el campo de la escolarización, de la salud, y en la lucha contra la violencia sexual en los conflictos armados, que ha sido declarada como un crimen de guerra. Sin embargo, permanecen las disparidades en el mundo del trabajo, los abusos físicos, el tráfico internacional de mujeres, etc.

Según el arzobispo Renato Martino, «embajador» del Papa ante las Naciones Unidas, en estos cinco años se han dado iniciativas útiles para combatir la pobreza, la discriminación y la violencia contra las mujeres, como por ejemplo, facilitando pequeños préstamos empresariales a través del microcrédito. Pero siguen en pie divergencias en otros temas, que no han permitido todavía encontrar un acuerdo sobre el lenguaje del documento final.

Las divergencias surgen cuando algunas delegaciones de países ricos tratan de imponer por la fuerza estilos de vida particulares, como el reconocimiento de las parejas de hecho, o la presión para legalizar el aborto como si fuera un derecho sexual.

En declaraciones a «Radio Vaticano», el arzobispo Martino ha explicado que «los mismos países de la Unión Europea, condicionados por los Estados anglosajones y nórdicos, se han convertido en heraldos de estas posiciones».

«Dicen ser amigos de palabra de las naciones en vías de desarrollo, pero después les dan las espaldas cuando se trata de afrontar estos argumentos», denuncia el representante vaticano.

El diario católico italiano «Avvenire» denunciaba esta mañana que se ha tratado de violar la libertad de conciencia, cuando las delegaciones de algunos países y alguna organización no gubernamental han denunciado a las naciones que no aceptan las imposiciones de algunos sectores de la Asamblea. Estos países, muchos de ellos islámicos, han respondido que quieren incluir una cláusula de conciencia, apoyada por la Santa Sede, para permitir la aplicación del documento final, en el respeto de sus tradiciones religiosas y culturales.

La Conferencia de Nueva York, en la que ayer intervino la «first lady» estadounidense Hillary Clinton, se clausurará el próximo viernes, pero la negociación parece quedar abierta hasta el último minuto.