El Papa invita a los jóvenes cristianos a “dar esperanza” a su generación

Publicado hoy el Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud de este año

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 4 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invita a los jóvenes cristianos a «dar esperanza» a sus coetáneos hoy, precisamente en un momento de crisis de esperanza, en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud de este año, que se celebrará en ámbito diocesano el próximo domingo de Ramos y que hoy ha hecho público la Santa Sede.

«La crisis de esperanza afecta más fácilmente a las nuevas generaciones que, en contextos socio-culturales faltos de certezas, de valores y puntos de referencia sólidos, tienen que afrontar dificultades que parecen superiores a sus fuerzas», afirma el Papa.

Los jóvenes de hoy están en muchos casos «heridos por la vida, condicionados por una inmadurez personal que es frecuentemente consecuencia de un vacío familiar, de opciones educativas permisivas y libertarias, y de experiencias negativas y traumáticas».

«Para algunos -y desgraciadamente no pocos-, la única salida posible es una huida alienante hacia comportamientos peligrosos y violentos, hacia la dependencia de drogas y alcohol, y hacia tantas otras formas de malestar juvenil».

Sin embargo, «incluso en aquellos que se encuentran en situaciones penosas por haber seguido los consejos de ‘malos maestros’, no se apaga el deseo del verdadero amor y de la auténtica felicidad», afirma el Papa a los jóvenes, señalándoles la urgencia «de una nueva evangelización, que ayude a las nuevas generaciones a descubrir el rostro auténtico de Dios».

El Papa recuerda en su mensaje lo que dijo a los jóvenes en Sydney durante la misa conclusiva, exhortándoles a dejarse «plasmar por Él para ser mensajeros del amor divino, capaces de construir un futuro de esperanza para toda la humanidad».

«Verdaderamente, la cuestión de la esperanza está en el centro de nuestra vida de seres humanos y de nuestra misión de cristianos, sobre todo en la época contemporánea», subraya.

La esperanza que deben transmitir los jóvenes debe ser «firme y creíble»; «La experiencia demuestra que las cualidades personales y los bienes materiales no son suficientes para asegurar esa esperanza que el ánimo humano busca constantemente».

En este sentido, destaca que «una de las consecuencias principales del olvido de Dios es la desorientación que caracteriza nuestras sociedades, que se manifiesta en la soledad y la violencia, en la insatisfacción y en la pérdida de confianza, llegando incluso a la desesperación».

San Pablo, modelo para los jóvenes

Aprovechando que esta JMJ tendrá lugar en el contexto del Año paulino, el Papa aprovecha en el mensaje para proponerle como modelo de «testigo de la esperanza», en medio de las crisis y dificultades que tuvo que atravesar.

Cuando encontró a Cristo en el camino de Damasco, explica, «Pablo era un joven como vosotros, de unos veinte o veinticinco años, observante de la ley de Moisés y decidido a combatir con todas sus fuerzas, incluso con el homicidio, contra quienes él consideraba enemigos de Dios».

Para Pablo, «la esperanza no es sólo un ideal o un sentimiento, sino una persona viva: Jesucristo, el Hijo de Dios», añade el Papa. «Jesús, del mismo modo que un día encontró al joven Pablo, quiere encontrarse con cada uno de vosotros, queridos jóvenes».

Este encuentro con Cristo tiene lugar sobre todo «en la oración», subraya, invitando a los jóvenes a «dar espacio a la oración», y no sólo la personal, sino especialmente en comunidad: «hay muchas formas para familiarizarse con Él; hay experiencias, grupos y movimientos, encuentros e itinerarios para aprender a rezar y de esta forma crecer en la experiencia de fe. Participad en la liturgia en vuestras parroquias y alimentaos abundantemente de la Palabra de Dios y de la participación activa en los sacramentos», añade.

Otra exhortación del Papa es la de la evangelización: «La Iglesia cuenta con vosotros para esta misión exigente. Que no os hagan retroceder las dificultades y las pruebas que encontréis. Sed pacientes y perseverantes, venciendo la natural tendencia de los jóvenes a la prisa, a querer obtener todo y de inmediato».

Por último, pide la intercesión de la Virgen, Estrella del Mar, citando una conocida ración de san Bernardo: «Cualquiera que seas el que en la impetuosa corriente de este siglo te miras, fluctuando entre borrascas y tempestades más que andando por tierra, ¡no apartes los ojos del resplandor de esta estrella, si quieres no ser oprimido de las borrascas!».

Y concluye: «Siguiéndola, no te desviarás; rogándole, no desesperarás; pensando en ella, no te perderás».

Por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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