CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 8 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Los ejercicios espirituales de Cuaresma han ofrecido a Benedicto XVI y a la Curia Romana el "pan bueno" de la fe, según ha reconocido el mismo Papa en la conclusión, que tuvo lugar este sábado.
Los ejercicios tuvieron lugar del 1 al 7 de marzo en la capilla Redemptoris Mater del Vaticano y fueron dirigidos por las meditaciones del cardenal nigeriano Francis Arinze, prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, sobre el tema "El sacerdote encuentra a Jesús y le sigue".
Esta semana, reconoció el pontífice durante el Ángelus dominical, ha sido un período "de silencio y de oración", en el que "la mente y el corazón han podido dedicarse totalmente a Dios, a la escucha de su Palabra y a la meditación de los misterios de Cristo".
En su discurso dirigido este sábado tras la última meditación, el pontífice había reconocido que "una de las hermosas tareas del Papa consiste en decir 'gracias'", en particular por las predicaciones del cardenal Arinze, que han "guiado, iluminado, ayudado a renovar nuestro sacerdocio".
"No nos ha ofrecido acrobacias teológicas, sino que nos ha dado la sana doctrina, el pan bueno de nuestra fe", reconoció el Papa dirigiéndose al purpurado africano.
"Su predicación ha estado impregnada de la Sagrada Escritura, con una gran familiaridad con la Palabra de Dios leída en el contexto de la Iglesia viva, desde los Padres hasta el catecismo de la Iglesia católica, siempre contextualizada en la lectura, en la liturgia. Y, de este modo, la Escritura ha estado presente en su plena actualidad", añadió.
El pontífice ha confesado que ha "admirado" la experiencia de los cincuenta años de sacerdocio del cardenal Arinze. Su teología, constató, "no ha sido una teología abstracta, sino caracterizada por un sano realismo". "Nos ha dicho palabras justas, concretas para nuestra vida, para nuestro comportamiento como sacerdotes".
Hablando a los micrófonos de "Radio Vaticano", el cardenal Arinze definió este sábado los ejercicios espirituales como una experiencia "muy positiva": "ver a todos meditando, rezando, con Jesús en el medio, la adoración eucarística de cada día, y después un tiempo individual para cada uno, en silencio total... Es edificante y muy positivo para la Iglesia".
El cardenal explicó que con las predicaciones de estos días ha querido dejar un mensaje central: "el sacerdote acepta la invitación de Jesús, le encuentra y le sigue. Y como los apóstoles se quedaron con él tres años, nosotros tratamos de permanecer con Jesús de manera que toda nuestra vida sea como la procesión del ofertorio", en la misa.
El sacerdote, como cualquier persona, dijo, encuentra a Jesús "creyendo en él, encuentra a Jesús en la Iglesia, en el santísimo sacramento de la Eucaristía. Encuentra a Jesús en las personas que sirven a la Iglesia, encuentra a Jesús en la gente que sufre: la gente que tiene necesidad de justicia, de paz y de solidaridad".
"Encuentra a Jesús en la oración, encuentra a Jesús en la Sagrada Escritura, donde Jesús nos habla. Este es el centro de estas reflexiones con la Sagrada Escritura y con la Liturgia como guías", aclaró Arinze.
"He tratado de compartir a mi Jesús -si puedo decirlo así--, sin la pretensión de ser un gran profesor, pero tratando, con al Sagrada Escritura como guía y la liturgia, de seguir a Jesús y de compartir lo que podía", confesó.
Por Roberta Sciamplicotti