GINEBRA, lunes 23 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto de la intervención de monseñor Silvano M. Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra, el pasado 16 de marzo, en la X Sesión Ordinaria del Consejo sobre los Derechos Humanos, y que la Santa Sede hizo pública el pasado sábado.
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Señor Presidente,
En su último Informe, el Departamento Especial sobre Libertad de Religión y Creencia informó al Consejo sobre los Derechos humanos que “está recibiendo con regularidad informes sobre violaciones de los derechos de los miembros de minorías religiosas y grupos vulnerables para llevar a cabo sus actividades religiosas”. En muchas partes del mundo “minorías religiosas, incluyendo minorías cristianas, todavía afrontan a diario discriminación y prejuicios. La Santa Sede expresa su preocupación por el aumento de estas situaciones de intolerancia religiosa, y apela a los Estados a que tomen todas las medidas necesarias – educativas, legales y judiciales – dirigidas a garantizar el respeto del derecho a la libertad de religión, y a proteger a las minorías religiosas de la discriminación.
En su primera reunión sobre “intolerancia y discriminación contra los cristianos”, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) hizo hincapié en que la negación de los derechos de las comunidades cristianas no es sólo un problema en los lugares donde éstos constituyen una minoría, sino que la discriminación y la intolerancia también puede existir cuando los cristianos son una mayoría en la sociedad. Mi delegación cree que un cierto número de Estados, que previamente se habían comprometido a una relación equilibrada y saludable entre la Iglesia y el Estado, están revistiéndose cada vez más de una política secularista que tiene por objeto reducir el papel de la religión en la vida pública. En este sentido, la Santa Sede exhorta a esos Estados a que no sean excluyentes y a que reconozcan el importante papel que las religiones pueden desempeñar en la sociedad. Las religiones, de hecho, contribuyen a la promoción de valores morales y sociales, que van más allá de un concepto individualista de la sociedad y del desarrollo, buscando el bien común, así como la protección y el respeto de la dignidad humana.
Señor Presidente,
El otoño pasado, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (OHCHR) organizó un seminario de expertos sobre los artículos 19 y 20 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ICCPR), como una contribución a un debate clarificador sobre algunos de los posibles ámbitos de las normas complementarias .
A pesar de que la pregunta sobre las limitaciones al derecho a la libertad de expresión, con miras a respetar los sentimientos religiosos de las personas, es legítimo – muchos Estados tienen estas limitaciones en su legislación, incluyendo Estados occidentales – la Santa Sede no considera que la respuesta correcta sea otro instrumento internacional. Mi Delegación es de la opinión de que la aplicación del principio universal de la libertad religiosa es la mejor protección; que cada Estado debería examinar su propia legislación nacional, así como considerar la forma en que se podría fomentar un diálogo franco pero respetuoso debate entre los miembros de la misma religión , entre los representantes de las diferentes religiones y con las personas que no tienen ninguna creencia religiosa. Debería tenerse presente en todo momento, sin embargo, que el derecho a la libertad religiosa está intrínsecamente relacionado con el derecho a la libertad de expresión. Cuando los seguidores de las religiones no tienen derecho a expresar su opinión libremente, la libertad de religión no está garantizada. Cuando a las personas no se les permite participar en un debate honesto sobre el fondo y / o defectos de una religión, se niegan el derecho a la verdad, y el derecho a elegir o cambiar su religión o creencia está gravemente obstaculizado.
Gracias, señor Presidente
[Traducción del original en inglés por Inma Álvarez]