Cardenal Martino: la persona y su trabajo deben volver a ser el centro de la economía

Aplaude la “cumbre social” del G8 que se está celebrando en Roma

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ROMA, lunes 30 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- El presidente del Consejo Pontificio “Justicia y Paz” ha mostrado su apoyo a la cumbre de los ministros de trabajo del G8 que se celebra desde ayer y hasta mañana martes en Roma, con el lema “La dimensión humana de la crisis”, de cara a la próxima cumbre que tendrá lugar en julio.

Este encuentro de los ministros tiene como objetivo, según explicó en rueda de prensa el Ministro de Trabajo italiano, Maurizio Sacconi, afrontar la crisis financiera “desde su dimensión humana”, afrontando la actual situación económica desde el punto de vista de la protección social y la creación de empleo.

El cardenal Martino, en un artículo al respecto publicado por L’Osservatore Romano en su edición de ayer domingo, mostró el aprecio de la Iglesia por esta iniciativa, pues comporta “proveer a la persona salvaguardando su dignidad mediante la adaptación de los sistemas sociales; volver a partir de la persona creando las condiciones para el nacimiento de nuevos puestos de trabajo”.

“Estos temas son importantes para la Iglesia y están en el centro de su enseñanza social”, explica el purpurado.

El pensamiento social y económico de la Iglesia “se basa en el principio de la dignidad de la persona” como “pilar básico de la misma sociedad” y como “fin de todas las instituciones sociales”.

Debido a esto, la doctrina social afirme que precisamente “en tiempos de turbulencias económicas es cuando deben reforzarse los sistemas de protección social, para que la persona pueda gozar de sus derechos fundamentales puestos en peligro por la crisis”, explicó, citando la Centessimus annus de Juan Pablo II.

Otro punto en que la cumbre del G8 coincide con el planteamiento cristiano de la economía es la importancia del trabajo, verdadero centro de la actividad económica. “A través del trabajo, el hombre es el protagonista del desarrollo, no el dinero ni la técnica”.

“Y por ello es sólo a través del trabajo como la economía puede volver a ponerse en marcha”, añadió.

La solución es la solidaridad

Para el cardenal Martino, esta crisis debe ser una ocasión para “volver a pensar el sistema económico y financiero global”, que ya fenómenos como la globalización, la migración y la cuestión medioambiental habían empezado a cuestionar en los últimos años.

Es necesario articular “nuevos principios inspiradores” basados en la fraternidad entre los pueblos. El primero de estos principios, apunta el purpurado, debe ser “el bien común universal, que fue teorizado por Juan XXIII en la Pacem in terris”, y que consiste en “considerar a la humanidad como una familia”.

Otro principio debe ser, afirma, el “espíritu de cooperación internacional en el campo económico y financiero y en el campo del desarrollo”, el cual “requiere que, por encima de la estricta lógica del mercado, se de la conciencia de un deber de solidaridad”.

“La solidaridad, de hecho, es central en la reorganización del tejido de una economía mundial, que como demuestra en negativo la crisis actual, se entrelaza cada vez más”, añade.

La solidaridad “supone también favorecer una mayor participación en los procesos de toma de decisiones tanto a los países desarrollados como a aquellos en vías de desarrollo, tanto en las organizaciones internacionales como en la sociedad civil en general”.

Un tercer principio, apunta el cardenal Martino, es el de la subsidiariedad, “gracias al cual es posible estimular el espíritu de iniciativa, base fundamental de todo desarrollo socioeconómico, en los propios países pobres, para que éstos puedan ser vistos no como un problema, sino como sujetos y protagonistas de un futuro nuevo y más humano para todo el mundo”.

El cuarto principio sobre el que debe reorganizarse el sistema económico mundial, añade, es el de la responsabilidad, “que se traduce en transparencia, en accountability, en coherencia y coordinación entre los organismos económicos entre sí y hacia los Gobiernos y la sociedad civil”.

El purpurado, en este sentido, considera “muy positivo” que a esta cumbre del G8 se hayan asociado la Organización Mundial del Trabajo, el Fondo Monetario Internacional y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Es necesario, subraya, encontrar “estrategias para combatir la pobreza” de cara a “aumentar la cohesión social”, que es uno de los problemas más graves que está causando al crisis, al aumnetar la distancia entre ricos y pobres.

“En definitiva, la paz, también la paz social, encuentra su fundamento en el orden racional y moral de la sociedad… se funda en una concepción correcta de la persona y requiere edificar un orden en base a la justicia y la caridad”, concluye.

[Por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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