ROMA, martes 24 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- “La mejor tradición de nuestro catolicismo es la de estar con el Papa siempre e incondicionalmente”. Así lo afirmó ayer el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) durante la apertura de las sesiones del Consejo Episcopal Permanente, que se está celebrando actualmente en Roma.

Durante su discurso, el cardenal Bagnasco se refirió a las recientes polémicas sobre los “lefebvrianos” y sobre el preservativo, afirmando que “se han prolongado, más allá del buen sentido, las más duras críticas -desde Italia y sobre todo desde el extranjero- hacia nuestro amadísimo Papa”.

“No queremos volver sobre las torpes acusaciones dirigidas con demasiada negligencia al Santo Padre – añadió-. Es mucho mejor en cambio concentrarse en la Carta del 10 de marzo de 2009, dirigida a los Obispos de la Iglesia católica, que como acto auténticamente nuevo, ha atraído inmediatamente un amplio consenso”.

El Presidente de la CEI expresó con todo un “juicio severo” que, “aun en la caridad, es necesario dar ante posturas y palabras que han llevado a una situación a a que nunca se debería haber llegado, alimentando interpretaciones sistemáticamente alarmistas y comportamientos desconfiados hacia la Jerarquía”.

Por ello el arzobispo de Génova ha expresado su “convicción firme y concreta” de cara a un “llamamiento a la reconciliación más genuina y desarmada que la carta del Papa solicita a toda la Iglesia”.

Sobre las críticas levantadas contra el Pontífice por sus declaraciones sobre el uso de los profilácticos para limitar la difusión del Sida, el purpurado puso en cambio el acento en el gran éxito del viaje a África del Papa, que “desde el principio ha sido desviado de la atención de los occidentales por una polémica -sobre los preservativos- que francamente no tenía razón de ser”.

“No por casualidad -hizo notar el cardenal Bagnasco-, en los medios africanos no se ha percibido ningún interés propio en el tema, si no fuera por la insistencia perjudicial de las agencias internacionales, y por las declaraciones de algunos líderes políticos europeos o de organismos supranacionales”.

Según el presidente de la CEI, en esta circunstancia, los medios, los gobiernos y las instituciones internacionales no se han “limitado a disentir libremente, sino que se ha llegado a un ostracismo que se sale de los mismos cánones laicos. La irrisión y la vulgaridad, con todo, no podrán formar nunca parte del lenguaje civilizado, y fatalmente recaen sobre quien la practica”.

Tras reafirmar que “la pertinencia de las palabras del Papa sobre esta cuestión” ha sido confirmada por profesionales, políticos y voluntarios “que trabajan en el campo de la salud y de la educación”, el arzobispo de Génova subrayó que África necesita “una obra de educación de amplio calado”, que se concreta en particular “en la promoción efectiva de la mujer”, alimentando las experiencias de cuidados y asistencia y “financiando la distribución de medicamentos accesibles a todos”.

El presidente de de la CEI pidió a los Gobiernos “que mantengan sus compromisos, más allá de la demagogia y de lógicas de control neo-colonialista”, recordando que los obispos y los católicos no aceptarán “que se rían u ofendan al Papa, en los medios o donde sea”.

“Él representa para todos una autoridad moral que este viaje ha hecho apreciar incluso más todavía”, concluyó.