José Antonio Varela Vidal
ROMA, Domingo 26 agosto 2012 (ZENIT.org).- A fin de conmemorar ayer el 35 aniversario de la capilla de “Nuestra Señora del Lago”, ubicada en la parte baja de Castelgandolfo (a 26 kilómetros de Roma), el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, presidió una concurrida celebración eucarística a la que asistieron pobladores y autoridades locales.
Este recinto religioso se caracteriza por estar enclavado en el balneario que circunda el lago Albano, con una estética vanguardista para su época que se fusiona con acierto en el paisaje. Esto gracias a sus estructuras semiabiertas que en el centro alzan una cruz blanca, como es el color de la vida naútica y de la pureza reconocida en la Virgen María.
En un ambiente festivo, y luego de ser recibido con las notas del Himno Pontificio por la banda de la Gendarmeria Vaticana, el número dos del Vaticano inició la misa acompañado por el obispo diocesano del lugar, monseñor Marcello Semeraro y los sacerdotes salesianos de la parroquia matriz de Santo Tomás de Villanueva.
Una misión eterna
Durante su homilía, Bertone confortó a los fieles transmitiéndoles la cercanía del papa Benedicto XVI, quien le había encomendado impartirles su bendición al final de la misa, lo que cumplió con toda solemnidad.
Refiriéndose al evangelio, invocó a los fieles a vivir su misión ofreciendo la propia vida, dado que aquella no es un compromiso solo terrenal, sino eterno, de vida eterna. Como también lo es el pan que alimenta y sostiene al que vive en comunión con Dios, “y no lo abandona a la primera dificultad”, subrayó.
La ocasión fue propicia para que el secretario de Estado recordara que la capilla había sido visitada por dos papas, Pablo VI, que fue el inspirador de la obra y por Juan Pablo II que llegó hasta allí en 1979, refiriéndose a ambos como testimonios auténticos de fe en María y que siempre estuvieron protegidos por Ella.
Terminada la misa, las celebraciones patronales siguieron con la tradicional procesión y el cortejo de la imagen mariana en barco a través del amplio lago, un lugar digno de visitar durante la peregrinación hacia la capilla pontificia.