ROMA, jueves 30 agosto 2012 (ZENIT.org).- Más allá de las simples formalidades y las felicitaciones en las fiestas, aunque no se pueda celebrar juntos la liturgia, esto no impide óptimas relaciones humanas. Acogiendo a una delegación internacional de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), el metropolita Aristarch, obipo de Kemerovo y Novokutznetsk, definió como «cálidas» las relaciones entre la Iglesia católica y la ortodoxa, unidas por desafíos comunes.
«En tiempos de la ley contra los crucifijos en las escuelas fuimos los primeros en alinearnos con Roma –recordó- con la que compartimos diversos valores, el primero de todo el respeto a la dignidad de la vida. Si permanecemos unidos, será más sencillo para nosotros seguir manifestando firmemente nuestras posiciones y resistir a los desafíos que hoy debemos afrontar».
Desde principios de los años 90, AIN promueve proyectos en favor de la Iglesia ortodoxa rusa, a la que ha donado más de 700.000 euros. En la eparquía de Siberia sudoccidental creada en 1993, la fundación pontificia sostiene a los estudiantes del seminario de Novokuznetsk, inaugurado en 2004 y construído en parte con el apoyo de AIN. El pasado año, además de las ayudas a la formación de los 121 seminaristas, ha sido financiada la instalación de una pequeña panadería, que reducirá notablemente los gastos del centro.
El obispo, que es también rector del seminario, dio las gracias no sólo por la aportación económica, sino por la atención mostrada por la fundación católica a la eparquía ortodoxa. «Gracias a vuestra ayuda, nuestros estudiantes aprenden la justa naturaleza de las relaciones entre nuestras dos comunidades. Las enseñanzas solas no bastan, hacen falta hechos concretos. Como los progresos hechos en Polonia».