Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia de este miércoles

Francisco explica el don de la sabiduría. El cristiano tiene el gusto y el sabor de Dios

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Iniciamos hoy un ciclo de catequesis sobre los dones del Espíritu Santo. El Espíritu Santo constituye el alma, la linfa vital de la Iglesia y de cada símbolo cristiano: es el Amor de Dios que hace de nuestro corazón su morada y entra en comunión con nosotros. El Espíritu Santo está siempre con nosotros. Siempre está en nosotros. Está en nuestro corazón. El Espíritu mismo es “el don de Dios” por excelencia, es un regalo de Dios, y a su vez comunica a quien lo acoge diversos dones espirituales. La Iglesia identifica siete, número que simbólicamente significa plenitud, exhaustividad; son los que se aprenden cuando nos preparamos para el sacramento de la Confirmación y que invocamos en la antigua oración llamada “Secuencia al Espíritu Santo”. Los dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. 

El primer don del Espíritu Santo, según esta lista tradicional, es por tanto la sabiduría. Pero no se trata sencillamente de la sabiduría humana. ¡No! Esta sabiduría humana es fruto del conocimiento y de la experiencia. En la Biblia se relata que a Salomón, en el momento de su coronación como rey de Israel, había pedido el don de la sabiduría. Entonces la sabiduría es exactamente esto: es la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de Dios. Es sencillamente esto: es ver el mundo, ver las situaciones, la coyunturas, los problemas, todo, con los ojos de Dios. Esta es la sabiduría. A veces vemos las cosas según nuestro gusto, según la situación de nuestro corazón, con amor o con odio, con envidia… ¡Eh, no! Esto no es el ojo de Dios.

La sabiduría es lo que el Espíritu Santo hace en nosotros para que veamos todas las cosas con los ojos de Dios. Y este es el don de la sabiduría. Y obviamente, este don surge de la intimidad con Dios, de la relación intima que tenemos con Dios, de la relación de los hijos con el Padre. Y el Espíritu Santo, cuando tenemos esta relación, nos concede el don de la sabiduría. Y cuando estamos en comunión con el Señor, el Espíritu Santo es como si transfigurase nuestro corazón y le hiciese percibir todo su calor y su predilección.

Entonces, el Espíritu Santo convierte al cristiano en una persona sabia. Pero esto, no en el sentido de que tiene una respuesta para cada cosa, que sabe todo. Una persona sabia no tiene esto, en el sentido de Dios, si no sabe como actúa Dios. Conoce cuando una cosa es de Dios y cuando no es de Dios. Tiene esta sabiduría que Dios da a nuestro corazones. 

El corazón del hombre sabio, en este sentido, tiene el gusto y el sabor de Dios. ¡Y que importante es que en nuestras comunidades haya cristianos así! En ellos, todo habla de Dios y se convierte en un signo bello y vivo de su presencia y de su amor. Y esta es una cosa que no podemos improvisar, que no nos podemos obtener para nosotros mismos. Es un don que Dios da a los que se hacen dóciles al Espíritu Santo. Y nosotros tenemos dentro, en nuestro corazón, al Espíritu Santo. Podemos escucharlo o podemos no escucharlo. Si escuchamos al Espíritu Santo, Él nos enseña este camino de la sabiduría. Nos regala la sabiduría, que consiste en ver con los ojos de Dios, escuchar con las orejas de Dios, amar con el corazón de Dios, juzgar las cosas con el juicio de Dios. Esta es la sabiduría que nos regala el Espíritu Santo. ¡Y todos nosotros podemos tenerla! ¡(Basta) sólo pedirla al Espíritu Santo!

Pero pensad en una madre que está en su casa con sus niños. Que cuando uno hace una cosa el otro piensa otra, y la pobre madre va de una parte a la otra con los problemas de los niños… Y cuando la madre se cansa y regaña a los niños, ¿eso es sabiduría? Regañar a los niños, os pregunto, ¿es sabiduría?¿Qué decís? ¿Es sabiduría o no? ¡No! Si embargo, cuando la madre toma al niño y le reconviene dulcemente, y le dice: ‘Esto no se hace, por esto’. Y le explica con mucha paciencia… ¿Esto es sabiduría de Dios? ¡Sí! Es eso lo que nos da el Espíritu Santo en la vida, ¿eh?

Después, en el matrimonio, por ejemplo: los dos esposos, el esposo y la esposa se pelean y no se miran o si se miran lo hacen con el ceño fruncido… ¿Eso es sabiduría de Dios? ¡No! Sin embargo, si una vez que ha pasado la tormenta, hacen las paces y vuelven a empezar de nuevo en paz… ¿Eso es sabiduría? ¡Es esa (la sabiduría)! Ese es el don de la sabiduría. Que llegue a las casas, que llegue a los niños, que llegue a todos nosotros. Y esto no se aprende: es un regalo del Espíritu Santo. Por eso tenemos que pedir al Señor que nos dé al Espíritu Santo y nos de el don de la sabiduría. Esa sabiduría de Dios que nos enseña a mirar con los ojos de Dios, a sentir con el corazón de Dios, a hablar con las palabras de Dios… Y así, con esta sabiduría, vamos adelante, construimos la familia, construimos la Iglesia, y todos nos santificamos. Pidamos hoy la gracia de la sabiduría. Y pidámosla a la Virgen, que es la sede de la sabiduría, de este don. Que Ella nos de esta gracia. ¡Gracias!  

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ZENIT Staff

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