El cardenal Béchara Boutros Raï, patriarca de Antioquía de los Maronitas, ha dado una conferencia en la sede de la ONU en Ginebra, sobre el tema de los cristianos, la paz y el futuro en Medio Oriente. Durante su discurso ha tocado tres temas principales.
En primer lugar, la presencia de los cristianos en el mundo árabe, un riqueza de tradiciones e iniciativas sociales en varios países que ha promovido valores morales y humanos, en un constante testimonio de búsqueda de convivialidad entre las diferencias. En segundo lugar la desestabilización actual de Oriente Medio, debida a tantos golpes de Estado, a las luchas ideológico-religiosas, al triunfo de revolución como la de Jomeini en Irán, a la desviación fundamentalista que casi anuló los frutos iniciales de la “primavera árabe” y las interferencias de países occidentales que mantienen vivos los conflictos. Finalmente, el cardenal libanés se ha detenido en las perspectivas de futuro para Siria, haciendo suyo, de un lado, los llamamientos del papa Francisco a una solución política, hecha de diálogo y de negociación y, de otro, las intervenciones de monseñor Silvano Maria Tomasi, observador permanente de la Santa Sede en la Oficina de la ONU en Ginebra, que ha reiterado en varias ocasiones vías análogas de resoluciones de conflicto, en el respecto recíproco, liberando fe y política de instrumentalizaciones recíprocas.
En una entrevista concedida a Radio Vaticana, el patriarca ha profundizado algunos aspectos de la conferencia. Comentando el asesinato del padre jesuita Frans van der Lugt en Siria, el cardenal ha dicho que “creo que ha sido asesinado por fundamentalistas que persiguen cristianos declaradamente y también a musulmanes” y añade que “cualquier fundamentalismo comete atrocidad, violencia, terrorismo, muerte, asesinato, lo hace en nombre de la religión, por tanto daña le religión misma. Cierto que esto no representa al Islam”. Asimismo reconoce que los musulmanes moderados muchas veces no condenan este fundamentalismo “porque tienen miedo de ser perseguidos”.
Entretanto el cardenal manifiesta su deseo de “decir a la comunidad internacional y a la opinión pública que la mayoría de los musulmanes son moderados. Lamento que una elección política está fomentado y promoviendo el fundamentalismo” y pone como ejemplo el caso de Egipto, donde “los hermanos musulmanes han sido ayudados financieramente por grandes potencias para obtener el poder”.
Esto quiere decir, explica el purpurado, “que esta elección política quiere fomentar los conflictos dentro del mismo Islam, pero también quiere mostrar, por el bien de algunos, que es imposible la convivencia entre los hombres y, socialmente, entre las distintas civilizaciones”. Del mismo modo, señala que es necesario “no solo que los musulmanes moderados denuncien abiertamente, sino también que la comunidad internacional se dé cuenta que no puede continuar a promover y sostener y consolidar y fortificar los grupos fundamentalistas, porque estos no son un peligro solo para la región, para los cristianos: son un peligro para la paz mundial”.
En la búsqueda de una paz estable para Oriente Medio, el cardenal explica que en el origen de todo lo que está sucediendo en Oriente Medio, están los conflictos israelí-palestino e israelí-árabe, “son dos conflictos”, matiza. El israelí-palestino concierne al territorio palestino: gente expulsada de la tierra, de la propia tierra, que vive míseramente en campos. El israelí-árabe concierne a Israel que ocupa países árabes –Líbano, Siria, Palestina- y las resoluciones del Consejo de Seguridad no son aplicadas, explica el patriarca. “Ni los palestinos tienen derecho de volver, ni tienen derecho de formar su Estado, ni el ejército israelí aplica las resoluciones para dejar los territorios ocupados: quiere decir que no quieren la paz”, observa el cardenal Rai.
Por ello, prosigue en la entrevista, de este conflicto nacen y se alimentan los demás conflictos de Oriente Medio. “Han conseguido crear el conflicto entre musulmanes, han intentado hacerlo entre cristianos y musulmanes, en todas partes, especialmente en Líbano, con la guerra del Líbano: no lo consiguieron porque la cultura libanesa de la convivencia ha prevalecido. Han conseguido crear este gran conflicto entre sunís y chiís, entre moderados y fundamentalistas e integristas, el conflicto en Egipto entre moderados y hermanos musulmanes que son más bien integristas.
En Irak han encendido el conflicto suní-chií. Todos los días se matan unos a otros. En Siria la lucha no es entre sirios sunís y chiís, allí no hay chiís: se trata de una lucha de países sunís encabezados por Arabia Saudí y países chiís encabezados por Irán. Estos Estados hacen la guerra en Siria a través de la oposición, por una parte, y a través de grupos fundamentalistas y mercenarios que vienen de distintos países occidentales y orientales”, explica el patriarca. Por todo esto, afirma que esta es la gran tragedia “si la comunidad internacional quiere realmente la paz en Oriente Medio, debe comenzar a resolver el conflicto israelí-palestino e israelí-árabe”.
El patriarca aborda también en la entrevista la situación de los refugiados sirios en Líbano. Y explica que al haber sufrido también ellos lo mismo ahora “nosotros no podemos cerrar la puerta a la gente inocente. Esto no quiere decir que el Líbano debe asumir solo este peso”. Asimismo indica que “no se trata solo de un gran peso económico-social –porque no tienen nada para vivir, para vestirse, para comer, para los colegios- sino además ninguna seguridad, porque entran las armas”.
Al respecto, señala que a la larga esto amenazada la identidad del Líbano, la fisionomía social y la cultura libanesa y amenazada especialmente la seguridad del Líbano porque estas personas serán instrumentalizadas políticamente: es gente oprimida, gente herida y por tanto puede venderse a todas las corrientes”. El patriarca dice en la entrevista que “nosotros pedimos que se establezcan campos dentro de Siria, donde tienen mucho espacio de seguridad bajo el control del Estado, y si por casualidad fuera difícil hacer pasar las ayudas a través de las fronteras sirias –dado que el régimen tiene miedo que entren también los mercenarios- nosotros proponemos que estén en el ‘no man’s land’, es decir, entre las dos fronteras”. Finalmente el cardenal hace un llamamiento a la comunidad internacional en favor de Líbano: «No es necesario sacrificar un país que es democrático, un país donde hay convivencia entre musulmanes y cristianos, garantizada en la Constitución».