El Santo Padre ha pedido perdón por el daño perpetrado por parte de algunos sacerdotes que han abusado sexualmente de menores. Lo ha hecho este viernes por mañana al recibir a una delegación de la Oficina Internacional Católica de la Infancia (BICE por su sigla en francés). Asimismo, el Papa les ha alentado a defender el derechos de los menores, y reiteró la urgencia de impulsar proyectos contra «el trabajo esclavo, contra el reclutamiento de niños soldado y cualquier tipo de violencia».
Francisco, agradeciendo las palabras del presidente del BICE, ha expresado su dolor por los abusos contra menores, por parte de hombres de Iglesia; ha pedido perdón y ha asegurado con firmeza que la Iglesia no retrocede ante este mal:»Me siento interpelado a hacerme cargo de todo el mal hecho por algunos sacerdotes –bastantes, bastantes en número, no en comparación con la totalidad– y a pedir perdón del daño que han hecho por los abusos sexuales a los niños. La Iglesia es consciente de este daño, que es un daño personal, moral, de ellos, que son hombres de Iglesia. Y no vamos a dar un paso atrás en lo que se refiere al tratamiento de estos problemas y a las sanciones que se deben poner, al contrario creo que debemos ser muy fuertes, con los chicos no se juega«.
Como ya ha hecho en otras ocasiones, el pontífice argentino ha destacado la importancia de privilegiar a los niños y a los ancianos en la sociedad, pues el futuro de un pueblo está en sus manos. Del mismo modo, ha hablado del derecho de los niños de crecer en una familia, con un padre y una madre “capaces de crear un ambiente idóneo para su desarrollo y su madurez afectiva. Seguir madurando en relación, en confrontación, con lo que es la masculinidad y la feminidad de un padre y una madre, y así armando su madurez afectiva”.
Además, el Santo Padre ha manifestado su firme rechazo por todo tipo de experimentación educativa: “con los niños y jóvenes no se puede experimentar. No son cobayas de laboratorio”. Y así, ha observado que los “los horrores de la manipulación educativa que hemos vivido en las grandes dictaduras genocidas del siglo XX no han desparecido; conservan su actualidad bajo ropajes diversos y propuestas que, con pretensión de modernidad, fuerzan a caminar a niños y jóvenes por el camino dictatorial del ‘pensamiento único'».
Por otro lado, ha afirmado que “trabajar por los derechos humanos presupone mantener siempre viva la formación antropológica, estar bien preparados en la realidad de la persona humana, y saber responder a los problemas y desafíos que plantean las culturas contemporáneas y la mentalidad difundida por los medios de comunicación social”.
Obviamente, ha precisado, «no se trata de acurrucarnos en cobertizos de protección que hoy día son incapaces de dar vida, que dependen de culturas que ya están pasadas. ¡No, eso no! ¡Eso está mal! Sino enfrentarnos con los valores positivos de la persona humana y los desafíos que nos traen las culturas nuevas. Ustedes deben ofrecer a sus dirigentes y a los funcionarios una formación permanente sobre la antropología del niño, porque es ahí donde los derechos y las obligaciones tienen su fundamento. De ella depende el planteamiento de los proyectos educativos. Que obviamente tienen que ir progresando, tienen que ir madurando, tienen que acomodarse a los signos de los tiempos, respetando siempre la identidad humana y la libertad de conciencia».
Recordando el logo de la Comisión de la protección de la infancia y de la adolescencia de Buenos Aires, la Sagrada Familia que escapa a Egipto, Francisco ha explicado que “a veces para defender hay que escapar. A veces hay que quedarse y proteger. A veces hay que pelear. Pero siempre hay que tener ternura”.
BICE nació a partir de la intervención del papa Pío XII en defensa de los niños, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces esta organización se ha comprometido siempre en promover la defensa de los derechos del menor, contribuyendo también a la Convención de las Naciones Unidas de 1989. Y en esta labor colabora constantemente con las oficinas de la Santa Sede en Nueva York, en Estrasburgo y sobre todo en Ginebra. Para luego hacer hincapié en la urgente actualidad de los importantes proyectos que realizan.