Noche Blanca, en preparación espiritual para la canonización

Adoración, confesiones, rosarios y catequesis en las iglesias de Roma para los peregrinos llegados de todo el mundo

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La Noche Blanca previa a las canonizaciones de Juan Pablo II y Juan XXIII animó las calles de Roma y llenó las iglesias de la capital. El ambiente que se palpaba era festivo, alegre y de oración. El centro de la ciudad recordaba a los días en los que miles de jóvenes acuden a la llamada de una Jornada Mundial de la Juventud.

Banderas españolas, mexicanas, argentinas, polacas, francesas…. Una gran multitud de nacionalidades representadas en la noche con la que comenzaba la preparación para este gran evento de la Iglesia. 

11 iglesias de Roma estaban preparadas para acoger a los fieles toda la noche con adoración y confesiones. El centro de encuentro para los peregrinos de habla española fue la iglesia del Gesù. Reunidas estaban también allí varias comunidades del Camino Neocatecumenal que se encargaron de animar la vigilia.

Monseñor Munilla, obispo de San Sebastián, pronunció una catequesis en la que recordó la llamada a la santidad e invitó a acercarse a la confesión. «Déjate querer por Dios, déjate alimentar por él, deja que Dios sacie tu sed de felicidad», exhortó el prelado. Asimismo, recordó que se podrían encontrar sacerdotes para el sacramento de la reconciliación durante todo la noche y señaló que los sacerdotes son «embajadores de Cristo e instrumentos de la reconciliación». 

Tomando como ejemplo a San Pablo, el obispo recordó que «él era un enamorado de Cristo, no era un superman». San Pablo, explicó monseñor Munilla, «era un hombre como todos y cada uno de nosotros, débil, su seguridad venía de Cristo, se apoyaba en Cristo para superar sus miedos y sus complejos». De este modo indicó que «el Señor nos quiere santos», lo que no quiere decir que nos quiera perfectos en el sentido humano de la palabra. El prelado explicó a los presentes que «la condición para ser santo es aceptar mis limitaciones», añadiendo que «saber que esas debilidades forman parte del plan de Dios para santificarnos».

Pasada la media noche el ambiente en Roma era completamente de alegría y celebración. Muchos se reunían a charlar en las puertas de las iglesias, otros paseaban con cánticos y música. Y muchos otros se dirigían hacia la plaza de San Pedro para empezar a hacer fila y ser de los primeros en entrar. Una gran multitud de fieles se ubicó a ambos lados de Vía de la Conciliación, «para ver pasar mañana al Santo Padre cuado pase con el jeep y seguir la celebración en las pantallas gigantes», decían. Y otros tantos, esperaron pacientemente a las cinco de la mañana, cuando abrieron el paso para entrar en la plaza. En sacos de dormir, con esterillas y algunos con mantas y plásticos para cubrirse han pasado la noche miles de personas en los alrededores de San Pedro.

Entre los fieles se pueden ver familias, niños, jóvenes, adultos, ancianos, enfermos en muletas o sillas de ruedas. Nada es un impedimento para participar de la canonización de estos dos grandes pontífices que desde hoy serán san Juan XXIII y san Juan Pablo II.

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