El papa Francisco este jueves al atardecer se presentó como un cliente más en una óptica del centro de Roma, cercana a Piazza del Popolo, para hacer cambiar las lentes de sus gafas antes del viaje que le llevará a Cuba y Estados Unidos. Su línea de sobriedad fue reiterada: “No quiero anteojos nuevos, dijo, sino que le cambien los lentes”. Y al titular, que le atendió en primera persona añadió: “Quiero pagar lo debido”.
El Santo Padre llegó abordo de una Ford focus azul con placa de la Ciudad del Vaticano y se detuvo unos cuarenta minutos para medirse la vista, acompañado por su colaborador, Mons. Guillermo Karcher. Entorno al negocio se reunió enseguida una multitud atónita, que le retrataba sacando fotos con sus móviles.
El Santo Padre mostró la receta con la medida de los nuevos anteojos, que le permitirán ver mejor de cerca, y el títular procedió como se suele en estos casos y le midió la vista. Después le sugirió al Papa los bifocales, que permiten ver mejor sea de lejos que de cerca.
Cuando le mostraron a Francisco los diversos armazones, el Papa reiteró: “No quiero anteojos nuevos sino que le pongan las nuevas lentes a mis anteojos. No quiero gastar demasiado, me quedo con el armazón de siempre”, contó el óptico a los periodistas que le entrevistaron en seguida después que se fue el Pontífice.
Al salir se acercó al oído y llamando al óptico por nombre le dijo: “Por favor, permítame pagar lo que es debido”, a lo que Spezia le respondió: “Sí Santidad, me pagará de acuerdo a lo que yo habré gastado”.
El óptico le confió también a los periodistas que por su local pasaron grandes personalidades, como Federico Fellini, Eduardo De Filippo, Soraya, Lucia Bosè, y Bill Clinton, pero que recibir al Santo Padre fue me emocionó mucho”. Y confió que “Me gustaría llevárselas personalmente antes de que parta hacia Cuba y Estados Unidos”.