Al papa Francisco le servirá una buena dosis de Espíritu Santo para enfrentar el largo viaje a Cuba y Estados Unidos que realizará del 19 al 27 de septiembre próximo.
El viaje, el décimo internacional desde el inicio del pontificado, “largo, complejo, extremamente bello”, como lo definió el portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, en la presentación realizada este martes en la Sala de Prensa del Vaticano.
Se prevé que no serán pocos los momentos particulares, sea en la Isla del Caribe en donde el Pontífice con buena probabilidad encontrará en La Habana, al líder máximo Fidel Castro; sea en Estados Unidos, en donde se esperan los dos discursos al Congreso y en el Palacio de Cristal, en ocasión de la asamblea general de las Naciones Unidas.
Todo esto en nombre del histórico “deshielo” entre las dos naciones, en el que –a juicio de los presidentes Obama y Castro– ha contribuido en gran medida el papa Francisco, y sobre todo a raíz de los viajes realizados en el pasado por sus predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Sin olvidar la etapa en Filadelfia para el Encuentro Mundial de las Familias, un evento que ha impulsado inicialmente a Bergoglio a aventurarse en ultramar.
Acompañará al Papa el “habitual” séquito, con el añadido de Mons. Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados. Asistirá, como es costumbre, un representante del personal del Vaticano: en esta ocasión se trata de la señora Valentina Ambrosi del Laboratorio del Mosaico.
Cuba
Más específicamente, el viaje del Papa comenzará con una parada en Cuba, que Bergoglio nunca ha visitado –a pesar de los recientes rumores que afirmaban lo contrario– de no ser por un breve tránsito en el aeropuerto. La isla caribeña es “afortunada” por haber recibido en poco más de 15 años a tres papas (Wojtyla en 1998, Ratzinger en 2012), recordó Lombardi. La primera etapa es La Habana, donde el Papa llegará a las 16 (hora local) en el aeropuerto dedicado a José Martí, padre de la patria, una figura de referencia para el pueblo cubano. Allí está prevista una ceremonia de bienvenida, con el discurso de Castro y el de Francisco. El primero de los 26 programados: 8 en Cuba y 18 en los EEUU.
El “intenso” domingo, 20 de septiembre, comenzará en cambio con la Misa en la Plaza de la Revolución, donde también celebraron sus dos predecesores. En esta ocasión, Francisco dará personalmente la primera comunión a cinco niños, como un “signo de esperanza y de crecimiento de la Iglesia” en Cuba. Por la tarde, tendrá lugar el encuentro privado con Raúl Castro en el Palacio Presidencial.
Al mismo tiempo, la delegación papal, guiada por el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, se reunirá con las autoridades y otros dignatarios de la Isla.
A continuación, el programa prevé las Vísperas en la Catedral con los sacerdotes, seminaristas y religiosos. Entre ellos, una monja que dará su testimonio. Ese mismo día, Francisco visitará el Centro de Estudios “Félix Varela”, que fue también una figura importante para la cultura y la educación cubana. En la plaza adyacente, el Pontífice concluirá la jornada reuniéndose, a las 18:30 horas, con miles de jóvenes.
El 21 de septiembre, el Santo Padre se trasladará a Holguín, una ciudad que nunca visitaron los papas.
Allí, el momento fundamental será la Misa de san Mateo, el apóstol y evangelista que el papa Francisco siempre ha dicho que jugó “un papel importante en su vocación y conversión a un mayor compromiso cristiano”. Después del servicio religioso, Bergoglio se trasladará a Loma de la Cruz, una colina con una cruz monumental desde donde bendecirá a la ciudad. A las 16 horas, viajará a Santiago de Cuba, para dirigirse directamente al santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre –visita obligada para todos los papas– que este año cumple el centenario de su proclamación como patrona de la Isla. “El santuario es una etapa obligatoria para todos los papas”, dijo el portavoz del Vaticano, “la Virgen es una figura a la que están vinculados todos los cubanos, no solo los católicos”.
Por la tarde, Francisco se reunirá con los obispos cubanos en el gran Seminario de San Basilio Magno –su residencia esa noche– y con ellos volverá al santuario para una breve y sencilla ceremonia “de oración y devoción”. El Papa recitará dos oraciones en español: la primera, compuesta y pronunciada por Ratzinger durante la visita de 2012; la segunda, por él mismo. Al final de la celebración, ofrecerá un valioso tributo a la Virgen: un jarrón de plata con flores en plata y cerámica.
Se llega al 22 de septiembre, el último día en Cuba. Por la mañana, el Papa presidirá la Misa votiva en la Basílica del santuario. Luego se trasladará a la Catedral de la ciudad, que celebra el 500 aniversario de su fundación, para el encuentro con las familias, “en consonancia con el evento de Filadelfia y con el Sínodo”. De ahí, el traslado al aeropuerto y, a las 12:30 horas, el vuelo a Washington en el avión de Alitalia. La duración del viaje es de 3 horas y 30 minutos: un “tiempo consistente”, señaló Lombardi, durante el cual podría llevarse a cabo un primer coloquio con los periodistas.