El Papa a los sintecho: Jesús llegó al mundo como uno que no tiene casa

11.30. Washington. El Santo Padre se reúne con un grupo de personas sin hogar y les recuerda que en la oración, no hay ricos y pobres, hay hijos y hermanos

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No hay ningún tipo de justificación social, moral o del tipo que fuese para aceptar la falta de alojamiento. Son situaciones injustas, pero sabemos que Dios está sufriéndolas con nosotros, está viviéndolas a nuestro lado. No nos deja solos. Y es que el Hijo de Dios entró en este mundo como uno que no tiene casa.  Son palabras del santo padre Francisco durante el encuentro con un grupo de sintecho del centro de caridad de la parroquia San Patricio en Washington. Allí le han recibido cientos de personas. Procedente del Congreso de Estados Unidos, donde ha pronunciado un histórico discurso, el Papa se ha dirigido a visitar y acariciar a los últimos, a los más necesitados.

De este modo, Francisco ha comenzado su discurso mencionando a san José, “una persona que quiero, que es y ha sido muy importante a lo largo de mi vida. Ha sido sostén y fuente de inspiración”, a quien “recurro cuando estoy medio apretado”. Por eso les ha dicho que ellos le recuerdan a san José, “sus rostros me hablan del suyo”.

Haciendo referencia a las situaciones difícil que san José tuvo que enfrentar, ha señalado cuando María estaba por dar a luz, “sin un techo, sin casa, sin alojamiento”. Y esta situación tuvo que cuestionar a san José en ese momento: ‘¿Por qué estamos sin hogar, por qué estamos sin un techo?’ Preguntas –ha observado el Papa– que muchos de ustedes pueden hacerse a diario. ‘¿Por qué estamos sin un techo, sin un hogar?’ Y son preguntas, ha asegurado, que nos hará bien hacernos a todos.

Tal y como ha recordado el Pontífice, “José era un hombre que se hizo preguntas pero, sobre todo, era un hombre de fe”. Fue la fe –ha añadido– la que le permitió encontrar luz en ese momento que parecía todo a oscuras; la que lo sostuvo en las dificultades de su vida.     

Por esto, el Santo Padre ha querido subrayar que ante situaciones injustas, dolorosas, “la fe nos aporta esa luz que disipa la oscuridad”.  

Asimismo, ha explicado que Jesús “se ha identificado con todos aquellos que sufren, que lloran, que padecen alguna injusticia”. Y ha recordado que “es la fe la que nos hace saber que Dios está con ustedes, Dios está en medio nuestro y su presencia nos moviliza a la caridad”. Jesús –ha subrayado el Santo Padre– sigue golpeando nuestras puertas, nuestra vida. “No lo hace mágicamente, no lo hace con artilugios, con carteles luminosos o fuegos artificiales”, ha precisado. Jesús, “sigue golpeando nuestra puerta en el rostro del hermano, en el rostro del vecino, en el rostro del que está a nuestro lado”.

Por otro lado, ha precisado que uno de los modos más eficaces de ayuda que tenemos lo encontramos en la oración. “La oración nos une, nos hermana, nos abre el corazón y nos recuerda una verdad hermosa que a veces olvidamos”, ha indicado. En la oración, no hay ricos y pobres, hay hijos y hermanos. En la oración –ha asegurado– no hay personas de primera o de segunda, hay fraternidad.

Para finalizar, el Papa ha pedido terminar el encuentro rezando todos juntos el Padre Nuestro. 

            

 
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Rocío Lancho García

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