(ZENIT – Ciudad del Vaticano). La instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación, con el título Ad resurgendum cum Christo ha sido presentada hoy martes en la sala de prensa de la Santa Sede. Lo hicieron el cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe; su consultor Ángel Rodríguez Luño; y el padre Serge-Thomas Bonino, O.P., secretario de la Comisión Teológica Internacional.
El cardenal Müller señaló que la cremación debido a su incremento será considerada como práctica ordinaria. Y a este desarrollo, ha advertido, le acompaña otro fenómeno: «la conservación de las cenizas en un ambiente doméstico, su conservación en recuerdo conmemorativos o su dispersión en la naturaleza”.
Por ello la preocupación específica de este documento se refiere a la conservación de las cenizas, sin olvidar que “la Iglesia recomienda vivamente que se conserve la piadosa costumbre de sepultar los cuerpos de los difuntos”, aunque la cremación “no está prohibida a no ser que esta haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana”.
Entretanto no existía una normativa canónica sobre la conservación de las cenizas, por tal razón algunas conferencias episcopales pidieron a la Congregación para la Doctrina de la Fe, unas pautas sobre cómo y dónde conservar la urna funeraria, indicó.
El cardenal reiteró que “la Iglesia sigue recomendando insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en el cementerio o en otro lugar sagrado”. Además la inhumación “es la forma más idónea para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corporal».
Reconoció que puede haber motivaciones legítimas para elegir la cremación del cadáver, pero tienen que ser conservadas normalmente en un lugar sacro, o sea, en un cementerio o lugar sagrado, y que es necesario evitar equívocos panteístas o naturalistas, por lo que “no está permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra, en el agua o de otra manera, o convertir las cenizas en recuerdos conmemorativos”.
Con esta nueva instrucción, indicó el purpurado, queremos contribuir “para que los fieles cristianos tomen una ulterior conciencia de su dignidad”. Y concluyó recordando que es necesario “evangelizar el sentido de la muerte a la luz de la fe en Cristo Resucitado”.
Respondiendo a ZENIT el padre Bonino señaló que el proceso de la cremación no es natural como la inhumación, porque interviene la técnica. «Es un proceso en el cual el hombre intenta tener dominio sobre la vida y la muerte». Tiene algo de brutal –ha observado– porque destruye enseguida el cuerpo sin dejar a las personas cercanas la posibilidad de hacer esta operación de aceptación a través del tiempo, como en una especie de privatización de la muerte.
El padre Bonino señaló también que en la instrucción apenas publicada, no hay que olvidar la primera parte sobre la sepultura del difunto y que se ha querido “reiterar las razones doctrinarias y pastorales para la preferencia de la sepultura de los cuerpos” que la Iglesia “recomienda insistentemente”.
El padre Rodriguez Luño añadió que el documento muestra la atención de la Iglesia para que los cuerpos de los difuntos de los fieles «sean inspirados por el respeto y caridad y pueda expresar adecuadamente el sentido cristiano de la muerte y la esperanza en la resurrección del cuerpo».