El Papa en Ecatepec, México

México: Francisco nos visitó hace un año

Nos confirmó en la fe, manifestó que para Dios y para la Iglesia los pueblos originarios y sus culturas valen mucho

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El 15 de febrero del año pasado, visitó nuestra diócesis el Papa Francisco, con una particular atención a los pueblos originarios, no sólo de Chiapas, sino del país. Con esto, nos manifestó que es coherente con sus opciones: hacer presente el amor y la misericordia de Dios por las periferias, la opción prioritaria por los marginados.
Cuando algunos me preguntan qué nos dejó su visita, y cuando los escépticos de todo dicen que su presencia fue algo pasajero y anecdótico, les digo que el Papa nos confirmó en la fe, nos alentó en el corazón, consoló a los que todavía son despreciados, nos manifestó que, para Dios y para la Iglesia, estos pueblos y sus culturas valen, y valen mucho, y que no los debemos despreciar, sino tomarlos muy en cuenta, como parte viva y que aporta su sabiduría para que este mundo sea mejor. Quienes ven las cosas desde fuera, o tienen los ojos siempre sucios, todo lo ven manchado. Pero quienes tienen el corazón pobre y sencillo, se alegraron mucho con su visita y la recuerdan como un estímulo para seguir siendo fieles a sus buenas tradiciones y fieles hijos de Dios y de la Iglesia.
Para conmemorar esta visita, cuatro Departamentos del CELAM, Misión y Espiritualidad, Cultura y Educación, Vocaciones y Ministerios, Familia, Vida y Juventud, organizaron un Encuentro de Obispos y Delegados nacionales de toda nuestra América Latina. Están participando 49 personas: 11 obispos, 32 sacerdotes, y religiosas y laicos. Sólo faltan de El Salvador, República Dominicana y Haití. El objetivo es analizar los caminos para lograr una creciente inculturación de la Liturgia, tomando como inspiración lo que se pudo avanzar en la celebración con el Santo Padre.
PENSAR
El Papa Francisco fue muy enfático al invitarnos a tomar en cuenta las culturas originarias. Empezó su homilía diciendo unas palabras en tsotsil: Li smantal Kajvaltike toj lek: La ley del Señor es perfecta del todo. Con las mismas, concluyó. Si el Papa se esforzó por decir al menos unas palabras en un idioma indígena, debería ser normal que nuestras celebraciones con ellos se hicieran siempre en sus idiomas.
Citó el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, descubriendo en una de sus frases algo que se ilumina con la luz de Cristo: “El alba sobrevino sobre las tribus juntas. La faz de la tierra fue enseguida saneada por el sol”. Presenta a Jesucristo como el verdadero Sol que ilumina a los pueblos, para que, en El, llegue al alba anhelada.
Con una valiente denuncia profética, dijo: “Muchas veces, de modo sistemático y estructural, vuestros pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, sus culturas y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!, perdón hermanos. El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita a ustedes. Los jóvenes de hoy, expuestos a una cultura que intenta suprimir todas las riquezas, características y diversidades culturales en pos de un mundo homogéneo, necesitan estos jóvenes que no se pierda la sabiduría de sus ancianos”.
El Papa mencionó la esclavitud y el despotismo, el sufrimiento y el maltrato, la inequidad y las tinieblas de la historia… ¿No es esto lo que han sufrido nuestros pueblos? Pero no se queda en lamentos y críticas. Dios es libertad, alegría, sabiduría y luz para estos pueblos oprimidos. ¡Hay esperanza, hay vida, hay futuro!
Retomando la historia de Israel, denunció “la opresión, el maltrato y la degradación” y pidió que “la desvalorización sea superada por la fraternidad, la injusticia sea vencida por la solidaridad y la violencia sea callada por la paz”.
Y algo muy concreto: la defensa de la hermana y madre tierra: “La creación también sabe levantar su voz; esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que gime y sufre dolores de parto. El desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos impactan a todos y nos interpelan. Ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia. En esto ustedes tienen mucho que enseñarnos, que enseñar a la humanidad”.
ACTUAR
Meditemos estos profundos mensajes, para que no queden en el pasado y en el vacío, sino que nos iluminen en la conversión del corazón que necesitamos, para vivir como hermanos y lograr que los pueblos originarios sean parte viva de la Iglesia y de la sociedad.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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