(ZENIT – 2 junio 2019).- «¡Bienvenido a la periferia de las periferias!»: así ha recibido un sacerdote greco-ortodoxo de etnia gitana, al Papa Francisco en la nueva iglesia dedicada al Apóstol San Andrés y al Beato Ioan Suciu. «Para nosotros, y para todos los romaníes, su presencia es de fuerte aliento y esperanza».
Aquí, en el barrio de Barbu Lautaru en Blaj, «nosotros, los Rom, vivimos felices porque la Iglesia Greco-Católica Rumana ha entendido bien una cosa importante: Necesitamos sanar esta fractura, necesitamos encontrarnos con estos hermanos, necesitamos ofrecerles el Evangelio de la alegría».
«No podemos dejar de recordar al mártir Mons. Ioan Suciu, que voluntariamente jugó al fútbol con los pequeños romaníes en las mismas calles donde nos encontramos, en un auténtico espíritu fraterno de amistad y de compartir», ha narrado el sacerdote.
El nuevo mártir «pagó su fidelidad a Cristo con su propia sangre, y ahora celebra la liturgia celestial con los Santos Ángeles», ha contado. «Agradecemos a nuestra Iglesia por haber pensado en una pastoral para los gitanos, con diferentes parroquias dedicadas al acompañamiento espiritual de sus familias y de sus hijos. Y el templo donde estamos aquí en nuestro barrio es un signo concreto de este cuidado y afecto por nosotros».
«Creo que no me equivoco si digo que estamos aquí para mostrar cómo en la Iglesia de Cristo hay lugar para todos», ha insistido el sacerdote rumano al Papa Francisco.
Por esta razón, «la visita y el abrazo que usted, Santo Padre, nos da hoy nos revela a todos lo que es la verdadera vida de los romaníes, y lo auténtico que es su deseo de inclusión y participación en el trabajo de las sociedades en Rumania y en otros lugares, para superar la discriminación y la segregación».
Así, ha concluido con un sincero agradecimiento al Papa por su visita: «Gracias, Santo Padre, por dialogar con nuestro tiempo, por sentirse cerca de nosotros, uno de nosotros. Al acogerte, acogemos al Señor, que ha venido para los últimos, que ama a los marginados, a los incómodos, a los que son difíciles de entender».
Con traducción de Raquel Anillo