(ZENIT – 20 agosto 2019).- Los Movimientos Populares “representan una gran alternativa social, un grito profundo, un signo de contradicción, una esperanza de que ‘todo puede cambiar’”.
Estas palabras están incluidas en el prefacio redactado por el Papa Francisco para el libro La irrupción de los Movimientos Populares: Rerum novarum de nuestro tiempo, según informó Vatican News ayer, 19 de agosto de 2019.
Se trata de una publicación de la Librería Editorial Vaticana preparada por la Pontificia Comisión para América Latina, cuya presentación tendrá lugar en septiembre y que reúne las principales exposiciones de los Encuentros Mundiales en los que han participado, desde 2014, representantes de Movimientos Populares en distintas partes de Latinoamérica.
De este modo, el texto incluye cinco años de reflexión sobre el trabajo de miles de asociaciones que luchan por un estilo de desarrollo justo e inclusivo.
Semilla de la transformación
Al principio de su presentación, de acuerdo al mismo medio, Francisco recuerda que las personas que habitan en las periferias, territoriales y existenciales, constituyen “una semilla, un renuevo que como el grano de mostaza dará mucho fruto” y “la palanca de una gran transformación social”.
En consecuencia, no son meros receptores de asistencia social, sino protagonistas activos del futuro de la humanidad, una “rebelión pacífica”, realizada a imagen de Jesús, con la que el Santo Padre se muestra incondicionalmente solidario.
El Obispo de Roma también descubre en dichos movimientos el carácter transnacional y transcultural del “modelo poliédrico” que describió en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (nº2), formado a partir de un paradigma social basado en la cultura del encuentro.
Además, la resistencia de estos grupos al modelo imperante, a través de un testimonio de trabajo y sufrimiento, los convierte en “centinelas” de un porvenir mejor, añade el Pontífice.
La «fuerza del nosotros»
Debido a su convicción de que actualmente nos enfrentamos a un cambio de época en la que el miedo, el racismo y la xenofobia están presentes, Francisco considera que los “Movimientos Populares pueden representar una fuente de energía moral para revitalizar nuestras democracias”.
Así, ante una sociedad global en la que impera una economía cada vez más alejada de la ética, el Santo Padre defiende que estos grupos sociales, al encarnar el concepto de la participación ciudadana con una conciencia más positiva del prójimo, pueden revelarse como un antídoto contra los populismos y la política del espectáculo.
Esto es posible gracias a la promoción de una “fuerza del nosotros” que se contrapone a la “cultura del yo”, del individualismo predominante en el panorama social actual.
Finalmente, el Papa resalta la importancia del trabajo humano, concebido como uno de los derechos sagrados que debe salvaguardarse para cada persona. Y hace referencia a las prácticas inspiradas por las tesis neoliberales y neoestatales que asfixian y someten a los ciudadanos en sus trabajos, proponiendo un “nuevo humanismo, que ponga fin al analfabetismo de la compasión y al progresivo eclipse de la cultura y de la noción de bien común”.