(ZENIT – 4 oct. 2019).- El Santo Padre pidió a los nuevos ordenados que velen «con amor por todo el rebaño»: “en el nombre del Padre, de quien deben dar imagen; en el nombre de Jesucristo, su Hijo, por quien han sido constituidos maestros, sacerdotes y pastores; y en el nombre del Espíritu Santo que da vida a la Iglesia y con su poder sostiene nuestra debilidad”.
El Papa Francisco presidió hoy, 4 de octubre de 2019, Fiesta litúrgica de San Francisco de Asís, la celebración Eucarística con el rito de Ordenación Episcopal, en la Basílica de San Pedro.
Los ordenandos son tres nuncios apostólicos -dos italianos y un maltés-, Mons. Paolo Borgia, Mons. Antoine Camilleri y Mons. Paolo Rudelli, y el subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Mons. Michael Czerny.
Mons. Michael Czerny, por su parte, además de recibir la ordenación episcopal hoy, será creado cardenal por el Santo Padre mañana, 5 de octubre, en el Consistorio de Cardenales, junto con otros 12 nuevos cardenales.
Una gran responsabilidad
Según indica Vatican News, siguiendo la homilía ritual, Francisco invitó a meditar sobre la alta responsabilidad eclesial a la que los obispos están llamados: “Nuestro Señor Jesucristo enviado por el Padre para redimir a los hombres envió a su vez a los doce apóstoles al mundo, para que fueran llenos del poder del Espíritu Santo para proclamar el Evangelio a todos los pueblos y reunirlos bajo un solo pastor, para santificarlos y conducirlos a la salvación”.
Y explicó que para perpetuar este ministerio, los Doce reunieron a los colaboradores y, a través de la imposición de las manos, les transmitieron el don del Espíritu Santo recibido por Jesús, que les confirió el sacramento del Orden.
Cristo se hace presente
Por medio de esta sucesión ininterrumpida de obispos, dicho ministerio primario se ha preservado y continúa hasta nuestros días: “En el obispo rodeado de sus sacerdotes está presente en medio de ustedes el mismo Señor, sumo sacerdote para siempre”, apuntó.
Así, de acuerdo al medio vaticano, el Santo Padre confirmó que “es Cristo, de hecho, quien en el ministerio del obispo continúa predicando el Evangelio de la salvación, es Cristo quien continúa santificando a los creyentes a través de los sacramentos de la fe. Es Cristo quien en la paternidad del obispo hace crecer su cuerpo, que es la Iglesia, con nuevos miembros. Es Cristo quien, con la sabiduría y la prudencia del obispo, guía al pueblo de Dios en la peregrinación terrena hacia la felicidad eterna”.
Ministerio de servicio
Después, el Papa se dirigió a los recién ordenados para recordarles que han sido elegidos “entre los hombres y para los hombres”, han sido constituidos no para ellos mismos, «sino para las cosas que conciernen a Dios”.
De hecho, describió el Obispo de Roma, “Episcopado” es “el nombre de un servicio, no de un honor” porque al obispo le concierne más el servicio que la dominación, según el mandato de Jesús: «Quien sea el más grande entre ustedes que sea como el más pequeño. Y quien gobierna, que sea como el que sirve».
Por otro lado, les animó a propagar la palabra: “Anuncien la verdadera Palabra, no de los discursos aburridos que nadie entiende. Anuncien la Palabra de Dios. Recuerden que según Pedro, en los Hechos de los Apóstoles, las dos principales tareas del obispo son: la oración y el anuncio de la Palabra. Después todo lo administrativo. Pero estas dos son las columnas. A través de la oración y la ofrenda de sacrificio por tu pueblo, saca de la plenitud de la santidad de Cristo la riqueza multiforme de la gracia divina”.
Las cercanías
El Santo Padre se refirió a las tres cercanías del Obispo, siguiendo el ejemplo del Buen Pastor, que conoce sus ovejas y no duda en dar la vida por ellas: “Cercanía con el pueblo. Las tres cercanías del Obispo: la cercanía con Dios en la oración – este es el primer trabajo – la cercanía con los presbíteros en el colegio presbiteral, y la cercanía con el pueblo. No se olviden que han sido tomados y elegidos de la grey. No se olviden de sus raíces, de quienes les han transmitido la fe, de quienes les han dado la identidad. No nieguen al pueblo de Dios”, describió.
Y también pidió que amasen “con amor de padre y de hermano” a todos los que se les confían, antes que nada, a los sacerdotes y diáconos, pero también “a los pobres e indefensos y a todos los que necesitan acogida y ayuda”.
Asimismo, subrayó que la cuarta cercanía es la colegialidad, recordando “que en la Iglesia católica, reunidos en el vínculo de la caridad, están unidos al Colegio Episcopal – esta sería la cuarta cercanía – y deben llevar en ustedes la solicitud de todas las Iglesias, ayudando generosamente a los más necesitados”.