(ZENIT – 12 nov. 2019).- El diablo tiene envidia de la naturaleza humana, «no puede tolerar» la encarnación: es «la raíz de nuestros males, de nuestras tentaciones, es la raíz de las guerras, del hambre, de todas las calamidades del mundo», dijo el Papa Francisco en la Misa del 12 de noviembre de 2019, en la Casa Santa Marta.
En su homilía, Francisco meditó sobre la primera lectura (Sab 2,23-3,9): «Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, lo hizo imagen de su propia identidad. Fue a través de los celos del diablo que la muerte entró en el mundo».
«La envidia de aquel ángel soberbio que no quiso aceptar la Encarnación», subrayó el Papa, le llevó a «destruir a la humanidad» trayendo a ella «los celos, la envidia, la competición», en lugar de «vivir como hermanos, todos, en paz».
«Pero, Padre, yo no destruyo a nadie». «¿No? ¿Y qué hay de las habladurías que haces cuando hablas de otra persona? La destruyes».»Las habladurías matan, calumniar mata». «Pero, padre, fui bautizado, soy un cristiano practicante, ¿cómo puedo convertirme en un asesino?» Porque, respondió el Santo Padre, «dentro de nosotros llevamos la guerra», desde Caín y Abel.
Con motivo del aniversario de la caída del Muro de Berlín, habló del nazismo y de «la tortura contra todos aquellos que no eran de ‘pura raza'». Detrás de estos horrores, hay «alguien que te toca el corazón para hacerte ir por el camino equivocado. Alguien que siembra destrucción en nuestro corazón, que siembra el odio».
«Y hoy tenemos que decirlo claramente, hay tantos sembradores de odio en el mundo, que destruyen», denunció el Pontífice, mencionando en particular la tentación de los políticos de «ensuciar al otro, de destruir al otro».
«Muchas veces – comentó el Papa Francisco – creo que las noticias son un relato del odio para destruir: ataques, guerras”.»Muchos niños mueren de hambre, de enfermedades (…) «porque el dinero que se necesitaría para esto va para fabricar las armas».
«¿Y de qué tiene envidia el diablo?», preguntó el Papa: «de nuestra naturaleza humana (… ). Porque el Hijo de Dios se hizo uno de nosotros. No puede tolerar eso. Ésta «es la raíz de la envidia del diablo, es la raíz de nuestros males, de nuestras tentaciones, es la raíz de las guerras, del hambre, de todas las calamidades del mundo».
«¿Por qué hoy en el mundo se siembra tanto odio? En las familias, que a veces no pueden reconciliarse, en el barrio, en el lugar de trabajo, en la política (…)». Algunos dicen: «pero padre, el diablo no existe, es el mal, un mal tan etéreo… Pero la Palabra de Dios es clara. Y el diablo se la ha tomado con Jesús, lean el Evangelio: ¿tenemos fe o no la tenemos?».
Para no «no entrar en el juego de este gran envidioso», el Pontífice recomendó que creciera su fe en Jesús, que asumió la naturaleza humana, «para luchar con nuestra carne y vencer en nuestra carne».