(ZENIT – 18 nov. 2019).- El Papa Francisco destacó que es necesario recuperar “la necesidad del encuentro para llegar a las personas”, pues, si hemos encontrado a Cristo, “es determinante que compartamos esta experiencia también con los demás; esta es la senda principal de la evangelización”.
Hoy, 18 de noviembre de 2019, el Santo Padre se reunió en audiencia con los miembros del Servicio de las Células Parroquiales de Evangelización, que celebran el 30° aniversario de su fundación.
Células Parroquiales de Evangelización
El Sistema de Células Parroquiales de Evangelización (SCPE) es un organismo internacional al servicio de la promoción, desarrollo y difusión de este sistema parroquial de evangelización en distintos países del mundo.
Su misión es atender a cualquier parroquia que quiera poner en marcha esta metodología de Nueva Evangelización en sus comunidades.
Llamada a dar fruto
Haciendo referencia a los más de treinta años al servicio de la evangelización de estas células parroquiales, Francisco recordó en su discurso que “Jesús dejó a sus discípulos una enseñanza exigente cuando les dijo: ‘Os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca’ (Jn 15,16). Ir, dar fruto y permanecer”.
Y esta es “la llamada a la que no se puede escapar cuando se encuentra al Señor y se es conquistado por su Evangelio”. Jesús “no les dijo a sus discípulos que verían los frutos de su trabajo. Sólo les aseguró que los frutos permanecerían. Esta promesa también es válida para nosotros. Es humano pensar que después de tanto trabajo se quiera ver el fruto de nuestro compromiso; sin embargo, el Evangelio nos empuja en una dirección diferente”, describió.
Después, en esta línea, el Pontífice habló sobre la fecundidad de las Células Parroquiales de Evangelización, que se manifiesta en la multiplicación de las mismas, ahora presentes en muchas partes del mundo.
Reavivar la vida parroquial
También los animó a no cansarse nunca de seguir los caminos que el resucitado pone en sus vidas: ”¡Cuando se es discípulo misionero, nunca puede decaer el entusiasmo! Qué en la fatiga os sostenga, la oración dirigida al Espíritu Santo, que es el Consolador; en la debilidad, sentid la fuerza de la comunidad, que nunca permite ser abandonado a su suerte”, apuntó.
Asimismo, les incitó a reavivar la vida de las comunidades a través de las actividades parroquiales, algo que será posible “en la medida en que se conviertan, sobre todo, en lugares para escuchar la Palabra de Dios y celebrar el misterio de su muerte y resurrección. Sólo partiendo de ello se puede pensar que la obra evangelizadora se vuelva eficaz y fecunda, capaz de dar fruto”.
Dar testimonio
Por último, el Obispo de Roma recordó que siempre, al encontrarse con una persona, entra en juego “una historia verdadera que puede cambiar la vida de una persona. Y esto no es hacer proselitismo, es dar testimonio”, como cuando Jesús vio a Pedro, Andrés, Santiago y Juan y transformó sus vidas.
Esto mismo, indica el Papa, ocurre ahora: “cuando el encuentro es fruto del amor cristiano, cambia la vida porque llega al corazón de las personas y las afecta profundamente. ¡Qué vuestro anuncio se convierta en un testimonio de misericordia, que evidencia que toda atención prestada a uno de los más pequeños se presta al mismo Jesús, que se identifica con ellos”.
A continuación reproducimos el discurso completo del Papa.
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Discurso del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Me alegro de que hayáis decidido volver a Roma para celebrar el trigésimo aniversario de vuestra historia. Agradezco a Don Piergiorgio Perini la incansable obra de evangelización que ha realizado en estos decenios. Ahora puede admirar algunos frutos que el Señor le ha concedido con su gracia. ¡Y doy las gracias por el testimonio de estos 65 años de sacerdocio y 90 de edad! Le he pedido la receta ¿qué hace para estar así?
El Señor Jesús dejó a sus discípulos una enseñanza exigente cuando les dijo: «Os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca» (Jn 15,16). Ir, dar fruto y permanecer. Esta es la llamada a la que no se puede escapar cuando se encuentra al Señor y se es conquistado por su Evangelio. Ciertamente, Jesús no les dijo a sus discípulos que verían los frutos de su trabajo. Sólo les aseguró que los frutos permanecerían. Esta promesa también es válida para nosotros. Es humano pensar que después de tanto trabajo se quiera ver el fruto de nuestro compromiso; sin embargo, el Evangelio nos empuja en una dirección diferente.
Jesús no hizo ningún descuento a sus discípulos cuando habló de la radicalidad con la que debemos seguirle. Les dijo: «Cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: «Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer». (Lc 17,10). Sin embargo, si nuestro esfuerzo para proclamar el Evangelio es total y estamos siempre listos, entonces la perspectiva cambia. Otra parábola nos lo recuerda, cuando Jesús dice: «Dichosos los siervos que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguró que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, los servirá» (Lc 12,37). ¡Vemos de cerca tantas veces lo grande e infinito que es el amor de Dios por nosotros! Si somos fieles y vigilantes, Él también nos concede, entonces, ver los frutos de nuestro trabajo.
Vuestra historia como Células Parroquiales de Evangelización se puede insertar fácilmente en este contexto. La fecundidad de vuestro compromiso se refleja en la multiplicación de las Células que ahora están presentes en muchas partes del mundo. No os canséis nunca de seguir los caminos que el Espíritu del Resucitado pone ante vosotros. Qué no os frene ningún miedo de lo nuevo y que vuestro paso no aminore por las dificultades que son inevitables en el camino de la evangelización. ¡Cuando se es discípulo misionero, nunca puede decaer el entusiasmo! Qué en la fatiga os sostenga, la oración dirigida al Espíritu Santo, que es el Consolador; en la debilidad, sentid la fuerza de la comunidad, que nunca permite ser abandonado a su suerte.
Nuestras parroquias están invadidas por muchas iniciativas que, sin embargo, a menudo no repercuten en profundidad en la vida de las personas. También a vosotros se os confía la tarea de reavivar, sobre todo en este período, la vida de nuestras comunidades parroquiales. Esto será posible en la medida en que se conviertan, sobre todo, en lugares para escuchar la Palabra de Dios y celebrar el misterio de su muerte y resurrección. Sólo partiendo de ello se puede pensar que la obra evangelizadora se vuelva eficaz y fecunda, capaz de dar fruto. Desafortunadamente, por muchas razones, muchos se han alejado de nuestras parroquias. Es urgente, por lo tanto, que recuperemos la necesidad del encuentro para llegar a las personas allí donde viven y trabajan. Si hemos encontrado a Cristo en nuestras vidas no podemos guardarlo sólo para nosotros mismos. Es determinante que compartamos esta experiencia también con los demás; esta es la senda principal de la evangelización.
No lo olvidéis: cada vez que encontráis a alguien, hay en juego una historia verdadera que puede cambiar la vida de una persona. Y esto no es hacer proselitismo, es dar testimonio.Ha sido siempre así. Cuando Jesús, pasando a la orilla del lago, vio a Pedro, Andrés, Santiago y Juan trabajando fijó su mirada en ellos y transformó sus vidas (cf. Lc 5,1-11). Lo mismo se repite en nuestros días, cuando el encuentro es fruto del amor cristiano, cambia la vida porque llega al corazón de las personas y las afecta profundamente. ¡Qué vuestro anuncio se convierta en un testimonio de misericordia, que evidencia que toda atención prestada a uno de los más pequeños se presta al mismo Jesús, que se identifica con ellos! (cf. Mt 25, 40).
Os acompaño con mi bendición y os pido, por favor, que no os olvidéis de rezar por mí.Gracias.
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